Mostrando entradas con la etiqueta juicio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta juicio. Mostrar todas las entradas

jueves, 15 de diciembre de 2022

Los números que nadie conoce

A veces dejamos que las personas nos castiguen y nos juzguen, porque interiormente nosotros estamos llenos de culpa y sentimos que hemos fracasado aunque hayamos hecho todo lo que estaba a nuestro alcance y realmente hiciéramos lo mejor que podíamos con los recursos y la situación.




Una de las situaciones dolorosas de mi último viaje y encuentro familiar, fue darme cuenta que aún mi familia (incluyendo mis hijos) me acusan de haber  “abandonado” a mis hijos cuando eran adolescentes, ‘enviándolos’ con su padre.  Sumado a eso, cada vez que tienen ocasión (generalmente para fechas especiales) me recriminan haber tomado siempre decisiones equivocadas (en realidad usan palabras ofensivas que no quiero reproducir). 

No tienen ganas de escuchar mi verdad, prefieren sostener una verdad que construyeron a través de ‘me dijeron’, ‘supuse’, ‘me imaginé’, porque la mayoría no estaban ahí; y mis hijos que eran adolescentes, no supieron toda la verdad en su momento. 




1984 – Me casé (embarazada) con el padre de mis tres hijos, quien desde el comienzo no asumió su responsabilidad ni como padre ni como esposo.  Yo estudiaba, llevaba la casa, cuidaba mis hijos, trabajaba fuera de casa y en casa y me ocupaba de todo lo que había que resolver.

1988 – Me mudé a Mendoza (desde San Juan) con mis tres hijos (la menor de 10 meses) escapando de una situación de violencia doméstica (con todos los tipos de violencia posible).

Siempre fui madre sola, aunque me divorcié pronto, era una madre soltera.  Para quien no lo es y no sabe lo que implica, una madre sola decide todo, resuelve desde las tareas de la casa como limpieza y lavado, las compras diarias y semanales, salir a trabajar fuera para conseguir el sustento, pagar las cuentas, elegir la escuela, lidiar con las maestras que exigen una madre presente; en resumen, es una sola persona para cumplir dos roles.




El padre biológico de mis hijos jamás cumplió con la cuota alimentaria estipulada (tengo resúmenes de cuenta bancaria judicial sin movimiento que lo demuestran)  y hubo un momento en que me cansé de recorrer juzgados de familia, comisarías y audiencias.  Conseguir trabajo siendo una madre sola de tres hijos no es fácil, debes prometer que vas a trabajar como una mujer soltera y serás eficiente sin importar lo que pase en tu casa; lo cual implicaba no tener permiso ni tiempo para ir a reuniones escolares o audiencias para pelear por un derecho que debería ser defendido por el estado.

Cuando trabajas entre 12 y 16 horas por día, duermes 4 y tienes tanto para resolver y decidir, seguramente te equivocas.  La mayor parte del tiempo una se siente abrumada, sobrecargada, exigida, fuera de control y simplemente hace lo mejor que puede con los recursos que tiene, y muchas veces, como siempre digo, se elije lo menos malo, sabiendo que no es lo ideal ni lo que necesitamos.

Cometí muchos errores, claro que sí, quien mucho hace, más posibilidades de cometer errores tiene.  Quien nada hace, pues no se equivoca y no es juzgado ni criticado, simplemente se convierte en una montaña de excusas ausentes y que luego se lavan con un par de mentiras.




Es muy difícil tener capacidad de ahorro cuando tienes que pagar guardería o niñera para que cuiden a tus hijos mientras trabajas, más de la mitad del sueldo se va en eso y en el consumo extra que significa otra persona en tu casa.  Si estás fuera de casa 12 horas trabajando, probablemente ni los alimentos ni los elementos de limpieza rindan como si tú los cuidarás, seguramente habrá derroche y en el peor de los casos, gastarás casi el doble que si tú estuvieras en casa, porque además cuando llegas no tienes tanto tiempo para hacer todo lo que tienes que hacer.



2001 – Luego de quedarnos dos veces en la calle por no poder pagar el alquiler y andar con un par de bolsos en lugares prestados, decidí escribir una carta y reclamar al padre de mis hijos, amenazándolo con incluirlo en el Registro de Padres Morosos que se había creado en el país. Yo estaba muy mal de salud, con endometriosis, fibromialgia y una neumonía que me dejó más débil que de costumbre. Mi salud se agravó luego con anemia y episodios de amnesia.

45,000 Pesos argentinos – Esa era la deuda que el padre de mis hijos tenía conmigo cuando mi salud y mi falta de trabajo complicaron nuestras vidas y yo tuve miedo de que algo me pasara y mis hijos quedaran en la calle, desparramados en alguna institución.  Astutamente, el padre de mis hijos envió un par de meses el valor aproximado de la cuota alimentaria mensual para que pudiéramos pagar un alquiler, luego exigió visitarlos y repentinamente dijo que le era imposible seguir aportando lo que le correspondía.  Envió una carta para ofrecer techo, escuela y comida para mis hijos como compensación.  Eligió no ponerse al día con lo que debía y no hacerse cargo regularmente de las cuotas alimentarias (como era su obligación) hasta que mis hijos cumplieran 21 años.  Desbordada, enferma, agotada y exhausta, preferí enviarlos con él, porque sabía que tendrían casa, comida y escuela.  No quería verlos pasar más hambre ni perder otro año de escolaridad.  Ninguna de las personas que me juzgan o sostienen sus verdades estaba ahí.  Solo yo, Solo Dios, sabemos lo que sentí y que no puede medirse ni demostrarse en números.




Aún teniendo 58 años, cada vez que mi situación se complica financieramente o mi salud se complica, llueven las críticas, las palabras ofensivas y la certeza de que todo es mi culpa, porque hice todo mal; como si alguna de esas personas hubiera podido hacer algo mejor en mi situación.

Los adjetivos que suelen usar (y que se pueden repetir) son: irresponsable, mala madre, inestable emocionalmente, inútil financieramente, mala administradora del dinero, desamorada y ‘abandónica’ (propensa a abandonar a los seres queridos).




5,591,441 Pesos argentinos – Es el valor de la deuda que sostiene el padre de mis hijos conmigo.  Es decir, lo que en 2001 era 45,000 pesos, ahora equivale a cinco millones, quinientos noventa y un mil, cuatrocientos cuarenta y uno (al 2022).  Esa deuda nunca fue cancelada y no es un dinero que le debe a mis hijos, a mis hijos les debe la ausencia emocional.  La persona que trabajó hasta dañar su salud, su sistema nervioso y su equilibrio emocional, fui yo.  La persona que no pudo disfrutar su época maternal y compartir más tiempos con mis hijos fui yo. La persona que pasó noches sin dormir para atenderlos cuando estaban enfermos o padeció junto con ellos en un hospital, fui yo. La persona que movió cielo y tierra para conseguir lo que sus niños necesitaban, fui yo.  La persona que aún bicicleta anduvo kilómetros para conseguir atención médica para sus hijos, fui yo. La persona que tuvo que dejarlos ir para que vivieran con comodidades que yo no podía darles, fui yo.



Hay números de los que nadie habla, deudas que nadie critica y todos justifican, comportamientos y omisiones que todos pasan por alto.

Sé que aunque escriba esto, nadie cambiará de idea, ni tampoco cambiarán sus actitudes o sus palabras hacia mí.  Pero escribo este recordatorio, para no sentirme terrible cada vez que no logo estabilizarme económicamente, para no dejarme maltratar verbalmente por las personas que más amo.

Sé también que a esa persona no le quita el sueño la deuda que nunca canceló e incluso debe creer que son su ‘heroica’ decisión de darles techo, comida y escuela en la adolescencia (cuando ya estaban criados), había compensado todas sus deudas.  Cabe aclarar que solo mi hijo varón se quedó en su casa hasta independizarse.  Mis hijas mujeres no alcanzaron a estar dos años con él.

Pero jugar con la idea de que hay una persona que me debe 5 millones y medio de pesos argentinos, me ayuda a ver las cosas en otra perspectiva, porque en cualquier momento que esa deuda se pague, me ayudaría a ordenar muchas cosas en mi vida.

Me pasé gran parte de mi vida justificando decisiones, sintiéndome culpable por mis errores y dejándome enredar por mentiras y verdades inventadas.  A punto de terminar 2022 digo ‘basta’, ‘hasta aquí’.  A quien le incomode la verdad, que no escuche o se mantenga en la distancia.  Quien esté a mi lado o comparta momentos conmigo deberá respetarme, escucharme y ponerse dos segundos en mis zapatos para imaginar cómo es transitar un camino que nunca recorrieron.

Susannah Lorenzo / Destejiendo Puentes maltrechos

15 de diciembre de 2022



miércoles, 14 de julio de 2021

Fusilada

 

(Historia escrita a partir del primer Ejercicio del Manual de Escritura Terapéutica: Reescribir la Emoción.)



Allí estaba una vez más, a los 56 años, como cuando era niña, recibiendo los juicios y palabras condenatorias como metrallas fusilando su corazón.

Había confiado, se había mostrado vulnerable, había desnudado sus colores y se había animado a surcar nuevos cielos, extendiendo sus alas más allá de lo usual.  Mucho había dejado en el camino, caro es el precio que pagan los libres en un mundo de jaulas.

¿Hasta cuándo las personas iban a juzgarla por su forma de ser?

¿Hasta cuándo las expectativas de otros iban a condicionar sus pasos?

¿Hasta cuándo las frustraciones ajenas iban a nublar su cielo?

 

Ella sabía que todo eso seguiría sucediendo mientras lo permitiera; mientras siguiera escuchando las opiniones de otros; mientras dejara que su niña mágica se durmiera para conformar a los escépticos y temerosos.



¿Cuántas personas la habían juzgado y condenado con sus palabras? Todas las que amaba, todas las que habitaban su corazón.

Sí, ella sabía que era parte de la noche del alma, del desierto emocional y el camino de evolución.  Sí, la teoría se sabe, se comprende, pero la realidad duele en carne viva.  Y allí estaba ella, sintiendo las esquirlas en su pecho, las dagas en su espalda y el prejuicio clavado como un cuchillo, queriendo convencerla de espejismos que solo alimentan quienes están ciegos para ver y sordos para escuchar.

Las señales eran claras y tangibles; el trato era solo entre Dios y ella. ¿Pero quién no busca sentirse aceptado, celebrado y amado por lo que Es, sin fingir nada, sin disfrazarse de terrestre normal?



Si todos lo dicen, todos los creen.

Si todos los creen, uno termina dudando.



Se quedó de pie, las palabras atravesándola como cuchillos, los desaires e indiferencia desnudándola en pleno invierno, las traiciones lacerando sus heridas sin sanar, dejando que el dolor la consumiera hasta ya no sentir.  De rodillas su alma y su corazón, le imploró a Dios que la dejara dormir en sus brazos, que la dejara descansar bajo el manto amoroso de la Madre María.

Entonces, una mañana soleada, su Ángel de la Guarda puso una pluma frente a sus pies y la obligó a mirar más allá de la muchedumbre, donde un horizonte infinito se mostraba prometedor.

El muro donde la fusilaban se hizo añicos como un espejo reflejando oscuridades que no eran suyas.  Sintió un cerco de espinas y pétalos a su espalda y la fragancia de las rosas impregnó cada herida hasta lavarla de todo lo que ya no era necesario.

Las metrallas en su pecho se convirtieron en grullas de origami que aletearon en círculos deshaciendo los conjuros.




En el suelo, un vestido gastado y manchado de viejas heridas; unas alas maltrechas, apedreadas y sucias…

Ella se despertó desnuda pero sin frío; en pleno invierno su corazón encendía fogatas con aroma a rosas.  Su espalda dolía con una sensación nueva y cuando estiró los brazos, rozó con sus manos los brotes de unas alas que rompían todas sus formas para anunciar vuelos que solo Dios impulsa.

Soledad Lorena©

Tejedora de Palabras

Susannah Lorenzo

Tejedora de Puentes

Susie sanando con la magia de las palabras y el susurro de las cartas



Este ejercicio es posterior a una lectura de Tarot Evolutivo con el Diagnóstico del Tarot deSusannah: 

Arrastrando desde el pasado: Pieces, Don’t listen y Sleeping invertidas. / Rompecabezas desarmado, tablero en caos, demasiado escuchar opiniones y palabras ajenas y la niña interior dormida.

Energías regentes en el presente: Wild child invertida / La niña silvestre no logra andar su camino.

Energías proyectadas de forma inconsciente al futuro: The call, Birth y Look twice invertidas / Pendiente de llamadas y mensajes, resistiendo un nuevo nacimiento y ciega a la visión interior y la intuición.


lunes, 22 de marzo de 2021

De equivocaciones y condenas

 

Me equivoqué

Me he equivocado

Me equivoco

 


Puedo conjugar el verbo ‘equivocar’ en diferentes tiempos verbales.  Probablemente mi tasa de error sea mayor al de muchas personas, pero eso es en relación a las tasas de riesgo, la cantidad de intentos y las veces que no me quedé de brazos cruzados a esperar que Dios me resolviera la vida.

Hay gente que tiene tiempo y ganas de llevar una lista actualizada de mis errores, cada tanto, por si se me olvida, agitan su lista al viento y reclaman todo aquello que se creen con derecho de cobrar, porque lo que hice no alcanzó, no sirvió, no resultó como esperaba o no se ajustó a las expectativas del clan.

“Si hubieras hecho como todas las mujeres.”

“Si me hubieras dejado a mí manejar tu vida.”

“Si hubieras dejado de lado tus valores y creencias.”

“Si hubieras hecho como todas las mujeres de la familia.”

“Si no hubieras vendido todo.”

“Si no hubieras intentado irte del país.”

“Si te hubieras conseguido un marido.”

“Si no hubieras pedido un préstamo.”

“Si te hubieras conformado.”

“Si hubieras hecho la vista gorda.”

“Si hubieras sido menos rebelde.”

“Si hubieras callado.”

“Si te hubieras recibido.”

“Si te sumaras a nuestra iglesia.”

“Si vendieras todo y vivieras de prestado.”

“Si renunciaras a tus sueños.”

“Si fueras más racional y realista.”

“Si no fueras tan sensible.”

“Si te diera todo igual.”

“Si no ayudaras a la gente.”

“Si no fueras tan confiada.”

“Si defendieras agresivamente tus derechos.”

Quien está del otro lado, vociferando esas frases, es una persona llena de resentimiento, frustraciones y prejuicios; seguramente se ha enquistado en su zona de confort y cree que la felicidad es una utopía de la que no se debe hablar. Quien se encarga de enumerar hubieras o hubieses, no ha asumido ningún proceso o terapia de sanación emocional consciente, ni tiene miras de hacerlo en algún momento y va por la vida condenando a quienes no piensan o hacen como él/ella.

Cuando cumplí 40 años lo celebré escribiendo un pequeño libro que incluía varias confesiones, listados graciosos y otros no tanto, mis peores y mejores decisiones y una lista de mis defectos. He perdido el original con collage, pegatinas y otros detalles, pero parte del texto, sigue aún en mis archivos.

Hablar de recuerdos que nos pesan y avergüenzan, da la sensación de que nos liberamos de fantasmas y alienta la esperanza de no encontrar más su sombra en el jardín del corazón.

Hablar de recuerdos bonitos nos hace revivir la idea de que todo es posible y que la suma de buenos deseos hace el camino más corto hacia los pequeños milagros cotidianos.

Aún entonces (16 años atrás), era consciente de que cada uno de mis ‘errores’, me había llevado por caminos que en el largo plazo habían resultado positivos y capitalizables de una u otra manera.

Mis peores errores han sucedido cuando me dejé llevar por opiniones, expectativas o temores ajenos; cuando ignoré mi intuición y esa certeza inexplicable que habitaba en mi corazón como un guiño de Dios o mi Ángel de la Guarda.

Si tuviera la oportunidad de volver atrás, si dejara de cometer alguno de esos errores, me privaría de disfrutar todo lo que vino después, lo que aprendí, lo que crecí, lo que recibí.

No estoy orgullosa de mis errores, muchos de ellos aún merecen ser perdonados, por mí y por quienes me aman.

Cada error es fruto de una decisión que fue hecha desde el nivel de consciencia que tenía en ese momento, de los conocimientos, de los recursos disponibles, de las limitaciones y de las circunstancias del momento, de los miedos que me habitaban y del agobio que buscaba una salida de los callejones oscuros.

Solo Dios sabe que jamás he tenido la intención de dañar a otra persona y menos a los seres que más amo. Solo Dios sabe que cada decisión fue hecha desde el amor, pero también de las heridas sin sanar, desde la fe y desde la necesidad de luchar por aquello que creía correcto.

Si pasaste casi toda tu vida viviendo en el mismo lugar, haciendo o dejando de hacer las mismas cosas y nunca te aventuraste más allá de la burbuja de tu ego, es probable que tu lista de errores se reduzca a un par o quizá solo uno. En mi control de calidad en la vida todo se mide por profundidad y no por cantidad. Creo que el ‘miedo a equivocarnos’ que nos congela y evita que hagamos algo diferente, nos condena a ‘existir’ sin Vivir y sin Amar en una danza de corazones prisioneros que no despliegan sus alas en cielos por descubrir.

Los que vuelan, los que crean, los que inventan, los que creen, los profetas, los artistas, los visionarios, los valientes, los que buscan escribir otras formas de vivir, los que dibujan cielos que jamás han visto, los que hacen música para recordarte las ganas de volar, los que salen de la prolija hilera de patitos de hule para jugar a ser cisnes en un lago de esperanza; todos ellos son criticados, juzgados, condenados, exiliados y castigados, por haber tenido el coraje de hacer lo que otros tantos dejaron olvidado en el desván de sus niños heridos.

Las que elegimos el camino menos transitado, las que elegimos ejercer nuestra libertad, las que no negociamos nuestra cama ni nuestro templo sagrado, las que no acomodamos nuestra vida con un proveedor, las que no regalamos caricias a cambio de un plato de comida para nuestros hijos, las que nos arremangamos para ocupar el rol de los ausentes, las que aprendemos y nos reinventamos, las que no queremos vivir a costa del gobierno o de la caridad de una iglesia; las que defendemos la honestidad, la integridad y somos coherentes con lo que sentimos, decimos y hacemos, todas nosotras nos pasamos la vida decidiendo por partida doble. No tenemos tiempo de claudicar, no nos damos chance de esperar a que otro resuelva; simplemente hacemos lo que se puede lo mejor que se puede.



Seguramente me estoy equivocando ahora, tengo esa rara sensación desde hace más de un año, de que la tortuga se me escapa, de que hay algo que Dios quiere que haga o vea y no lo estoy logrando.  Estoy dando vueltas en círculos en un pantano sin resolver una larga lista de problemas que se multiplican y que a su vez, obstruyen las posibilidades de encontrar soluciones. Algunos días, ni siquiera remo o doy vueltas, simplemente, trato de flotar, de mirar el cielo, hacer silencio y agudizar los radares, buscando una señal clara y precisa que no llega. Probablemente, algún día, miraré esto en la distancia y lo veré tan claro que será gracioso e irónico. Por ahora, solo Dios sabe. He intentado todo, o al menos todo lo que creo que está a mi alcance, aún aquello que muchos no intentarían. He pedido ayuda de todas las formas posibles.  Pero he descubierto, que en esta Argentina moderna 2021 es más fácil que un perro de la calle encuentre un hogar amoroso a que una mujer de 56 encuentre fácilmente donde vivir y trabajar; sin especulaciones, manipulaciones o letras chicas dudosas.



Si crees que sabes qué es exactamente lo que estoy haciendo o mal o lo que crees que debería hacer, probablemente: no estás aquí, nunca estuviste aquí, sabes poco y nada de la realidad de mi vida, y tu realidad es diametralmente diferente a la mía.

Si eres de los que está en la tribuna del Coliseo Romano haciendo apuestas a ver qué pasa conmigo, estás perdiendo el tiempo en juzgar una vida que no puedes arreglar, mejor ocúpate de la tuya, que se te escapa en medio de los abucheos.

En cualquier momento, en un susurro, la palabra Dracarys levante una polvareda de cenizas y huestes y un par de alas me ofrezcan su vuelo para dejar que la Justicia Divina acomode a cada quien en su sitio.



La gente mundana dice que si a una le va mal económicamente y va de pobreza en pobreza, es porque es una persona inútil para las finanzas, porque debería dejar que otros manejen su vida y controlen sus gastos o porque no hace lo suficiente, según los estándares de personas sanas y con otras realidades de vida.

 Los seres de luz, evolucionados y conscientes, no hacen más que repetirte que el problema está dentro tuyo, que la abundancia vive en tu interior y que si estás pobre y en la ruina, no estás haciendo bien tus deberes espirituales y no estás vibrando con la energía del universo.

 Unos no te ayudan porque consideran que si te equivocaste, debes pagar tus errores.  Los otros, no lo hacen porque están convencidos de que debes resolver todo tú sola.  En definitiva a ninguno de los dos grupos se les mueve un pelo si tienes la heladera vacía, si tus dolores físicos no te permiten salir de tu casa o si no sabes cómo pagarás el alquiler los próximos meses.  En general, tanto unos como otros, se distancian, hacen silencio, no preguntan y esperan desde una cómoda actitud de posición superada y superior, a que tú finalmente resuelvas todo, porque ‘tú puedes’.”

Confesiones

La Posada de los Muertos

Soledad Lorena©

Tejedora de Palabras

 

Si, probablemente, si hubiera sido más justiciera, más cruel, más manipuladora, más racional, más fría, más insensible, más calculadora, más vengativa, más exigente, más interesada, más falsa, más diplomática, más dramática, más incoherente y menos ética, estaría viviendo en mejores condiciones y tendría mi vida resuelta.  Pero entonces, no sería yo, no hubiera hecho lo que hice, no sentiría como siento, no podría dejar que Dios me habitara cada segundo de mi vida.

Si me equivoco, solo Dios tiene el derecho de mostrarme el camino, o cambiar el curso de navegación. Solo él sabe.  Solo él está aquí, estuvo siempre y es el único que me ama sin pedirme nada a cambio.

Susannah Lorenzo©

Tejedora de Puentes



martes, 20 de octubre de 2020

Desde el pozo

Tomar siestas en el fondo del pozo no es para cobardes.  Es allí donde cuelgan como trofeos todos nuestros grandes errores y donde las frustraciones pueblan las sombras de miedos ancestrales.

Una se induce en sueños espesos y asfixiantes, a sabiendas de que no habrá islas paradisíacas, amores encantadores o revelaciones sublimes.  Cada siesta será un viaje por los rincones olvidados de las cavernas del pensamiento.



Allá afuera: un ejército de orcos reclamando lo que no tengo; una horda de jueces sentenciando las equivocaciones; un rebaño de pedestres censurando mis alas; una larga lista de pendientes, una maraña de problemas que requieren pronta solución y una lluvia de incertidumbres arreciando sin piedad.

Aquí: un cuerpo maltrecho, los escudos oxidados, la piel marchitándose sin abrazos, las arcas vacías; la cocina es apenas una trinchera donde se miden raciones y el corazón, el corazón es un jardín maltratado por Monzones y Simunes.

Aquí puedo estar desnuda, sin esconder mis ojeras, sin inventar sonrisas, sin fingir alegrías, sin dibujar excusas ni anestesiar verdades, sin disfrazar esta desazón que se apodera de mis músculos.

Sé que no hay salvadores ni rescates.  Si enviara señales, caerían un puñado de migajas y un par de frases hechas de manual de auto ayuda.

Los pozos son invisibles, aunque sus bocas estén señalizadas con jirones de piel y carteles escritos con sangre.  El solo olor de las lágrimas en el aire, mantiene a distancia cualquier ser humano.  Los Indiana Jones solo buscan tesoros tangibles y jamás se calzarían las botas para transitar pantanos de emociones.

Antes, quería que el pozo me llevara directo al mar donde Alfonsina escribió su último poema.  Me dolía la indiferencia, la impavidez y la crueldad de quienes juzgaban mi sensibilidad o simplemente la ignoraban.

Ahora, ya no escapo, no huyo, ni me apuro.  Los milagros no suceden en tiempos humanos.

En medio del cansancio y de la bruma, cada tanto un rayo de sol inunda mi cama o la luz de la luna puebla mis insomnios.  Los tomo como promesas, los disfruto desde la celda de las circunstancias mientras por enésima vez, me repongo, me sano, me curo,  me rearmo, me reinicio, me recupero y pacientemente mido mis esfuerzos, porque de nada sirve remar cuando el mar se ha vuelto un desierto de salitre.

En algún punto, la salud volverá; llegará una señal del cielo, lloverán Bendiciones y  Dios me hablará claro al oído.

Mientras tanto, me quedo muy quieta, apago las luces para ahorrar energía y evitar que las huestes que merodean, manden sus aves carroñeras.

Aguardo a que la siembra, en algún punto cumpla su ciclo.

Confío en que los cielos anunciarán buenas nuevas y un par de semanas de abundancia, me devolverán la salud y la fuerza.


Nadie allí afuera tiene la culpa de lo que me sucede.  Yo tampoco la tengo.

Cada quien hace lo mejor que puede con los recursos que tiene, la salud que Dios nos dispensa, y el nivel de consciencia que nos permite ver más allá de las urgencias.

Hay circunstancias que exceden nuestra voluntad, hay aprendizajes colectivos que a cada quien afectan de diferente manera porque lo encuentran situado en realidad únicas.

Como en el cuento de la Bella Durmiente, me duermo bajo un hechizo inevitable.  Solo Dios puede posar su mano en mi pecho, tocar mi corazón y devolverme la magia.

Susie©

Susannah Lorenzo

Martes 20 de octubre


Deseos al viento

Deseo un recreo, un largo recreo en el que Dios me despierte y las cuentas estén al día, la casa sea cómoda y segura, con calefacción en invierno y ventilación fresca en verano y los espacios aptos para trabajar y vivir; una heladera para gente normal que esté llena cada semana de alimentos que a mi salud le hacen bien; los problemas se hayan solucionado y mi única obligación sea trabajar en todo lo que Jefesito me pide, alegra mi corazón y brinda Bienestar y bien mayor a quienes acuden a mi espacio.

Es agotador cuando intentas una y cien siembras, cuando produces y no vendes, cuando compras y tampoco vendes, cuando siembras y te quedas sin recursos; cuando cada mes debes decidir y elegir entre comer o pagar tu alquiler, entre comprar insumos o pagar las deudas, entre sobrevivir o vivir. Sé que hay situaciones peores, al menos, somos apenas Blackie y yo. Pero después de una larga vida de esfuerzo, sacrificio, siembra, rearmar, reinventar, saltar de la zona de confort, aprender y reaprender, vendría bien, de vez en cuando, un tiempo para disfrutar y trabajar en la paz de una vida digna y sana.

Cuando era muy pequeña y durante casi toda la infancia y la adolescencia tenía la misma pesadilla, necesitaba gritar y no podía, mi voz no salía; necesitaba correr, avanzar, escapar, y mis piernas no se movían.  Ya no tengo ese sueño, pero mi realidad cotidiana se parece bastante.

Los exilios en el pozo han sido muchos y largos en 2020, las energías que nos rodean, las personas, las actitudes y las dificultades me agotan de un modo en el que apenas puedo conmigo.

Si Dios aún me necesita aquí en este planeta, El sabrá encontrar la manera.

Let go.

Let God.



Realidades sin metáforas ni eufemismos

- La abultada boleta del celular del mes de octubre está pendiente, por lo tanto hay fecha inminente de corte.

- No puedo seguir recargando datos en mi celular para usar internet porque ya he excedido todos los límites y estoy en deuda, por eso no estoy creando contenidos o no estoy subiendo vídeos.

- Estoy retrasada con el alquiler de septiembre y octubre y varios meses de servicios.

- Aún estoy con una conexión precaria de energía eléctrica y sin medidor, por eso estoy limitada en los aparatos que puedo usar.

- La sala de masajes y el baño tienen un corto circuito en la conexión eléctrica por lo tanto hace meses, que estamos a oscuras en esa parte del departamento.

- El nuevo contrato de alquiler está pendiente hasta que pueda ponerme al día con todo lo que debo.

- No ha habido ventas de libros ni de la pequeña tienda en las fechas especiales, las personas prefieren comprar donde hacen entregas a domicilio.

- Aún las propuestas más creativas y renovadas en este 2020 no han tenido ningún éxito.

- De los alimentos y bebidas que mantienen mi metabolismo y mi cuerpo en equilibrio, nada queda, pero al menos, hace poco recibí un pedido de suplementos que compensará la mala dieta.

- Ya casi no pido ayuda, salvo la "pasada de gorra mensual para poder seguir generando contenidos gratuitos y sorteos".  Los pedidos de ayuda  generan largas colas de personas dispuestas a emitir sus opiniones y juicios basados en su realidad y colaboran con una larga lista de consejos sobre lo que debería hacer o no hacer.  Hasta ahora no he conocido una sola persona que pueda opinar desde una situación similar a la mía o que haya tenido la valentía y el amor, de vivir 48 horas en mi cuerpo, en mi vida y en mi espacio.

- Las oraciones, las plegarias y los buenos deseos siempre suman.

- Las pequeñas ayudan hacen más fácil la vida cotidiana y siempre renuevan la esperanza en el corazón.

Gracias

Susana

solelor@hotmail.com









domingo, 7 de abril de 2019

Ser

Allowing is the easiest way to vibrate according to the laws of the universe.  Yet, remembering who we actually are can be really painful and scary.  Why?  Because we are born with our gifts and talents, fully aware of who we are and what we enjoy doing.  If we are not celebrated, welcome or loved for our uniqueness, we tend to shut down, isolate and hide everything which might make us feel less loved. 
Later in life, when our soul stirs the underground river and calls our higher wisdom to help us remember the way home, we not only start to remember who we truly are, but we also recall the painful feeling of being neglected and rejected for our most sacred gifts and blessings.

Venimos a este mundo llenos de magia, con la intuición despierta, con los sentidos totalmente alertas a mundos invisibles, con la capacidad de jugar con nuestros sueños y creer que nuestro amor todo lo puede y nuestra mente es apenas un recurso más de nuestra infinita colección de talentos.

Llegamos con la capacidad de amar a cualquier ser vivo y nos sentimos con derecho de ser inmensamente amados.  Buscamos en el mundo que nos rodea la seguridad, el calor y la contención que nos brindaba el útero materno y esperamos que quienes nos reciban celebren todo aquello que traemos con nosotros.


Ignoramos que más tarde o más temprano, los miedos y frustraciones ajenos nos moldearán; la rigidez del sistema intentará encorsetarnos y la libertad de Ser se volverá una prolongación de quienes no supieron o no quisieron Ser.

La intuición, la sensibilidad, la capacidad de ver lo invisible, la magia, la inocencia, el juego y la despreocupación se combaten tan pronto como el niño tiene edad de ser escolarizado y se vuelve un proyecto de adulto decente, productivo y responsable.

Hay una necesidad imperiosa de que el otro sienta, piense y actúe como nosotros; eso, aparentemente, nos brinda seguridad y estabilidad.  Porque hemos perdido la capacidad y la habilidad de asombrarnos de lo desconocido y porque tenemos pánico de descubrir aquello que nos ha sido prohibido.

En la vida adulta, más tarde o más temprano, nos invade el desasosiego, nos sentimos vacíos, enfermamos, nos deprimimos o simplemente andamos por el mundo, desconectados de la divinidad que nos habita, exiliados de nuestra propia alma y extranjeros en nuestro propio cuerpo.

Dios siempre sabe, nos da la oportunidad de regresar; el alma intenta cambiar el curso para recuperar el equilibrio, para que volvamos a ser Libres de Ser, para que la paz despeje todo miedo y toda carencia y para que el amor nos habite más allá de condicionamientos ajenos.

Se requiere un acto de coraje, recordar aquello que olvidamos en la niñez, retomar el curso, desarmar los guardias de la mente, derrocar la inquisición social que nos perturba y devolver el timón a nuestra alma.

Ser lo que realmente somos, brillar con nuestra propia luz, confiar plenamente en Dios y hacer ejercicio de la Fe nos devuelve a la soledad y el abandono del niño rechazado, de la niña asustada; del que es juzgado, criticado y condenado.

 "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de los que no se ve".Hebreos 11:1

Sin embargo, cuando el juicio de quienes amamos nos atraviesa el corazón como una daga, es porque aún nosotros mismos albergamos el juicio condenatorio de dudar de nuestros dones.

Cuando la aceptación de nuestra fe y de nuestro camino con Dios nos aleja de quienes creíamos tan cerca, vemos en el espejo esa niña sensible que aún espera ser querida y aceptada y aprendió a callar para no ser rechazada.

Postergar nuestra misión, ocultar nuestros dones y dudar de los mensajes divinos, puede temporalmente devolvernos la aceptación, el cariño y la aprobación de quienes nos rodean.

Inevitablemente, la sumisión, la renuncia, la vergüenza y nuestra propia desaprobación, nos alejarán de nuestra esencia, de quien realmente somos y del camino con Dios.  Cuando luchamos en nuestro interior por negar aquello que necesita brillar y expresarse, se genera un conflicto; el conflicto nos quita paz; la falta de paz causa pesadillas, altera el sueño, enferma nuestro cuerpo y nos roba la alegría.

Nos sentimos solos e inseguros porque dejamos de escuchar, porque dejamos de sentir la presencia de Dios en nuestra vida.

Cuando dejamos que las inseguridades, miedos y frustraciones ajenas alienten un instante de duda en nuestra mente, el miedo nos coloniza sin piedad, anulando nuestros sentidos, alejándonos del camino y dejándonos a la deriva, a merced de manipulaciones y desaires de corazones que aún no emprenden su camino.

Si seguimos esperando que vean lo que vemos, si seguimos creyendo que tienen que alcanzarnos en el camino, si seguimos pidiendo que sientan al menos la mitad de lo que sentimos; entonces sí, estamos juzgando y criticando así como hacen con nosotros.

Cada quien viene a este mundo con su cuota de compasión, su nivel de sensibilidad, su intensidad de magia y su capacidad (o incapacidad) de ver más allá de su ombligo.



Ya no voy a disculparme, por ser extremadamente sensible, por ser pasional, intensa y compasiva; por tener todos mis sentidos desarrollados en su máxima capacidad; por creer para ver, por hablar con Dios, por elegir disfrutar de la vida, por necesitar Ser, por buscar ser libre, por tener alas, estrellas y hadas; porque mi mano tenga la capacidad de tocar tu corazón y mi palabra pueda acunarte el alma. 
He perdido mucho tiempo, quizá más del que me queda.  He renunciado a mucho, me he perdido muchas veces, me he marchitado siendo lo que otros querían, he muerto de pena cien veces para que otros fueran felices; he vivido llena de miedos propios y ajenos; he sufrido mis dolores y sentido los dolores ajenos como propios; he esperado siempre lo peor y he creído que estaba muy mal merecer lo que otros no podían conseguir.

Si te enoja lo que hago, será que mis alas hacen ruido en tu jaula.
Si te asusta lo que soy, te invito a tomar el té y a conocerme sin el cristal de tus prejuicios.
Si condenas mis locuras, no vayas a dejar que tu cordura te quite el sueño.
Si sientes que mi vuelo nos aleja, aprende a descubrir otros cielos y deja de limitarte con el horizonte de tu ventana.
Si aún así, el miedo te paraliza, la ignorancia te gana y eliges la seguridad de tu celda, no te guardo rencor, ni dejaré de amarte.

A veces a las mujeres, se nos va la vida siendo hijas, hermanas, madres, nietas y se nos olvida a qué vinimos y que la verdadera libertad y el único gesto de amor que realmente nos colma es permitirnos ser la Mujer, la Machi, la Diosa, la Sacerdotisa del Universo;  la mujer de colores, el cuenco de la luna, el río sagrado y el templo de amor por donde Dios respira.

Susie / Susannah
Let go.
Let God.
07 de abril de 2019


jueves, 7 de febrero de 2019

Alas en sacrificio

Cada vez que en la casa resuenan sus voces, apago la mía, que habla idiomas que ellos desconocen.  Repliego mis alas, las encadeno con sus juicios y las marchito con mis silencios.  

Abandono mis ritos, deshago ceremonias, archivo talismanes y entierro las llaves allí donde la soledad me grita sin palabras.

Una aprende, que para andar el sendero, se dejan amigos, familia y se tejen nuevas relaciones. Pero aquella madre que lloraba a mares hasta desangrar todas sus rosas cuando las trampas del destino pudieron más que el amor; aquella misma madre aún cree que algún día tendrá una mesa servida para cuatro, corazones bendecidos abrazándose para recuperar la distancia y  cantata de risas para celebrar el reencuentro.



Una cree que si una se apaga, se disfraza, se mimetiza y se vuelve un eco de las voces de los hijos, una deja de perder momentos y ganar distancias; una confunde una ausencia de juicios con un amor que acepta y respeta.  Una evita seguir perdiéndolos, una cree que acorta distancias, y sin embargo; una se pierde, deja de encontrarse, y en el recuerdo de un momento efímero navegando un mar de barquitos de papel, una se queda anclada a una distancia sideral; a mitad de camino entre la nada y la mujer que me habita.  Negocié mis luces con las personas que más amaba y me quedé tan sola como siempre, más sola aún, porque ni yo me alcanzo.

De tanto hacer como sí, de tanto amarlos sin esperar nada, de tanto tejer sus alas con los colores de mi corazón, de tanto aceptar que Dios sabe mejor que nosotros sobre aciertos y desaciertos, de tanto callar el dolor, de tanto dejar que inventen historias, de tanto guardar la verdad, de tanto mirar sus vidas a través de la vidriera, a veces creo que he perdido maternidad en un punto del camino.

De tanto mirar para adelante, vivir el presente y no aferrarme al pasado, temo que pueda olvidar los olores, las sensaciones, los sonidos, las risas, las ilusiones, la magia, los deseos, los sueños, los abrazos, los besos, las caricias, sus caritas durmiendo sobre almohadas perfumadas.



Cuando un nido se rompe antes de tiempo, una toma las esquirlas, los pétalos mojados, las fotos rescatadas, respira hondo e invocando el amor más profundo, sopla sobre sus mares para que naveguen seguros.  Como cualquier aprendiz, acepta que todo tiene un porqué y asume la lección para el bien de aquellos que florecieron su vientre.

Nadie sabe, nadie pregunta.  Cada quien va resolviendo ciclos haciendo lo que puede con sus heridas, algunos con broncas, otros con penas y otros con indiferencias.  Pero no hay nadie dispuesto a ver la verdad, la dimensión del dolor de aquel corazón partido.

Somos extraños, apenas un par de celebraciones, alguna fecha importante, una suposición, un prejuicio, una verdad a media contada por extraños, una verdad inducida contada por egos sin corazón.  Sólo eso.

No puedo evitarlo, los miro, los rezo, los cuido, los protejo en la distancia, los sueño, los siento, los respiro, puedo escuchar sus pensamientos y palpitar sus emociones.  Conozco sus luces y sus sombras, sus miedos y sus sueños, sus frustraciones.



Esta realidad actual, en nada se parece a aquello por lo que tanto me afanaba cuando eran pequeños, cuando creía que yo era capaz de todo y bajo mi manto y mi espada, no había poder que los lastimara.

Algunos se quedan buscando la madre salvadora que los rescate de todos sus errores, algún niño no sanado esgrime berrinches desde un cuerpo de más de treinta.

Me pregunto si la destrucción del nido dejó en sus corazones el anhelo de los cuidados maternales.


I had been an unmothered child all my life and then, all of a sudden I became a mother with no children, or at least, with no chance to love them, the way I wanted.  They themselves became unmothered and that is what hurts the most.

Habitamos mundos diferentes, caminamos por la vereda de enfrente, hablamos idiomas ininteligibles, sintonizamos frecuencias que jamás se cruzan.

Como en un círculo de la vida, como en un espiral, la misma esencia, la misma wild woman, la misma niña sensible que se sintió rechazada, juzgada y fuera de tiempo y lugar cuando llegó a este mundo; es ahora una mujer que sus hijos miran como a una extraña.  Como una vieja loca a la que no se la escucha, no se la tiene en cuenta y se la mira con burla, subestimando sus cuentos de luces y colores.



Ya no queda nada, casi nada: algunas fotos de una mujer que alguna vez fui, algunos recuerdos de una madre que amó hasta perderse, algunas escenas robadas de una película que confundiré en mi vejez, algunas verdades tan simples, tan claras que no tienen su sitio en el banquillo de la condena.

Es la soledad del exiliado, del desterrado, del paria, la Satí, la loca que vive entre gatos y lechuzas, la desconocida que genera rumores entre nietos, sobrinos y parientes.



Si sólo pudiera mostrarte que hay una luz divina que nos recorre y esa luz puede alcanzarte y aliviarte si poso mis manos en tu corazón, si leo lo que tu alma mira en espejo en las cartas, si me dejas guiarte en tu camino de sanación y perdón, entonces sabrías quién soy en esencia.

Si escucharás otras voces, los corazones que se han aliviado, las almas que han encontrado su camino, los aprendices que se han dejado guiar, los maestros que han guiado mi camino; encontrarías que tu madre ha despertado la diosa que vive en ella.  Entenderías que busco sanarme, para que sanes, para que sanen todas las generaciones que nos siguen y aprendamos a ejercer la felicidad y disfrutar el regalo de la vida, sin culpas ni resentimientos.


No puedo dejar de ser, para que seas ‘feliz’, porque aún así no lo serías.
No puedo amordazar mis alas y fingir que no sé volar, para que te sientas seguro en tu pedacito de suelo.
No puedo dejar de ayudar a otros, porque no quieras que te ayude y no tenga modo de aliviar tus penas.
No puedo seguir culpándome porque no pude hacer todo lo que hubiera querido; hice todo lo mejor que pude, más allá de mis posibilidades y de mi tolerancia al dolor.

Última foto tomada de los tres juntos hace casi seis años
sin embargo, hace más de 15 años que no estamos los cuatro juntos.

Te amé, como nadie podría amarte, aunque a veces mi amor, se vuelva un suspiro invisible dando saltitos con tus alegrías, o un cobijo imperceptible para tus penas sin nombre.
Te amo, más que a mi vida, pero es tiempo de amarme como nadie me ha amado.  Es tiempo de ser, vivir, dar, entregar, bendecir y dejar que Dios me indique  cómo servir en su camino.
Te amo, te extraño siempre, te siento, te bendigo, te rezo, te espero y guardo un corazón lleno de ilusiones para preparar tu llegada.  

Mas, si cruzas el umbral, respeta mis silencios, aprende de mis ritos, no te burles de aquello que temes y no condenes aquello que desconoces.

Si coincides en tiempo y espacio y tienes un momento para pasar por casa, aprende a conocerme, descubre quien soy, mírame a los ojos y deja que mi corazón te toque.

Susie
Amor de Madre
De exilios y egoísmos
07 de febrero de 2019


A veces, me doy permiso para repasar todo aquello que hacía latir mi corazón. (Video)



Take these broken wings
And learn to fly again, learn to live free
When we hear the voices sing
The book of love will open up and let us in
Take these broken wings...
Broken Wings - Mr Mister