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sábado, 19 de octubre de 2024

44 semanas en la Caverna

 Un viaje místico




Una de las cartas del Oráculo de Puentes con Dios (tarjetas devocionales) incluye la afirmación: “Señor, en tus manos soy arcilla.”

Creo que cuando canalizo y escribo las plegarias y afirmaciones, no puedo imaginar el impacto de esas palabras y no soy plenamente consciente de la profundidad del mensaje.

En los últimos 11 meses (aproximadamente), Dios me ha moldeado como arcilla húmeda.  Confieso que al principio me resistía y me agrietaba como una arcilla que no es maleable.

Ha destruido y transformado todas mis formas: mi cuerpo físico, mi mente y mi forma de amar, amarlo y amarme.

Es fácil creer en el poder y el amor de Dios cuando busca personas que lo ayuden a co-crear milagros en nuestra vida.

No dudamos en creer en el poder y el amor de Dios, cuando una cura milagrosa, mediante la oración sostenida, mantiene vivo a alguno de nuestros seres amados.

Sin embargo, en momentos de adversidad, nos parece que Dios nos abandona y en medio de la tormenta mental y emocional, llegamos a pensar que estamos siendo castigados.  Nosotros mismos nos flagelamos mental y emocionalmente por no haber hecho las cosas bien.

Repasamos uno por uno todos nuestros errores y nos quejamos de nuestras omisiones.

En el ojo del huracán o en la cuarentena del desierto, creemos que el único milagro posible es despertar en un lugar más cómodo y benevolente.  Ignoramos o despreciamos el milagro cotidiano de despertar cada día, como sobrevivientes de situaciones que matarían a más de uno.




Intuía que esta larga noche del alma llevaba casi 40 semanas; busqué una calculadora y al día de hoy, llevo 44 semanas.

Cuando se habla de los 40 días de Jesús en el desierto, es una metáfora con significados profundos; pues en verdad se enfrentaba a sus conflictos y demonios internos.

Hace algunos meses, entendí y acepté que esto no acabaría hasta que yo no hubiera aprendido lo que tengo que aprender, transformado lo que tengo que transformar y sobre todo, hasta que no me sentara amorosamente y compasivamente con cada uno de mis demonios.

En estas 44 semanas, he conocido niveles de pobreza que jamás hubiera imaginado.  Y aunque cada mes he tenido al menos una semana de gracia y bendiciones, las 3 semanas restantes han incrementado su nivel de dificultad.

Como en la universidad o como en un juego de mesa o digital, con cada nivel, tienes pruebas más difíciles para superar.  Sólo que en este caso, los únicos recursos eran mi mente, mi fe, mi corazón y mi aprendizaje holístico.

En los primeros meses creí que era un duelo entre Dios y yo, una pulseada cósmica de voluntades.

Con su infinita paciencia y amor de Padre, Dios ha logrado amansarme, moldearme, desnudarme de corazas y enseñarme el verdadero sentido y valor de la palabra confianza.

 Cada día oraba por un milagro y al llegar la noche, padecía en el insomnio de la frustración por no haber pagado las cuentas y por el hambre que perturbaba mi sistema digestivo y quitaba lucidez a mi mente.

Cada noche pensaba que sería la última, porque mi cuerpo de 60 años no resistiría.  Sin embargo, me despertaba y me despierto cada mañana con algún mandado de Dios, un lugar donde vivir y el servicio de internet gratis.

¿Acaso no es eso un milagro?




Que Dios pueda sostenernos cuando las circunstancias son totalmente adversas, es una muestra de Su poder y Su infinito amor.

Sólo un cuenco vacío y limpio puede llenarse plenamente de agua bendita.

Dios, como buen alfarero, ha hecho añicos mi vieja vasija.  Cuando estuve lista para comprender, ha tomado mis lágrimas y un poco de lluvia para amasar la arcilla, hasta dejarla suave y flexible.




Creo que el proceso está llevando tiempo porque ha habido mucha resistencia de mi parte y una rigidez mental que no le permitía al alfarero inspirarse en su creación.

Confundí muerte con derrota, vacío con carencia, conflicto con fracaso, silencio con desprecio y dificultad con castigo.

Dios no ha dejado de creer en mí ni un solo día; y a pesar de mi cuerpo físico debilitado, avejentado y frágil, Él ha confiado en mí para sus mandados, como yo les llamo, sus canalizaciones e inspiraciones Divinas.

¿Cuántas semanas puede alguien alimentarse sólo de agua y maná?

Solo Dios sabe.

¿Cuántas semanas puede sobrevivir una persona con enfermedades cardíacas sin medicación?

Sólo Dios sabe.

Esta noche he comprendido de qué se trata el aprendizaje.

Estuve todo el tiempo enfocada en revertir la pobreza en prosperidad económica.  Confundí la lección creyendo que era una maestría para aprender a manifestar abundancia.

Pues no; el aprendizaje comienza con desarrollar la verdadera confianza en Dios, dejándolo que tome el control total de mi vida; sin miedo, sin lucha, sin esfuerzo, sin expectativa, sin interferencia.  Y sobre todo, el entrenamiento se trata de aprender que el milagro más poderoso sucede cuando Dios sostiene nuestro aliento y nuestro latido contra todo pronóstico humano.




Debido a la debilidad física, la pérdida de masa muscular y un corazón que ha sobrevivido a base de cuidados naturales y mucho reposo, no he salido de casa en estas 44 semanas.  Mis únicas ‘salidas’ han sido hasta la entrada del complejo para sacar la basura o recibir algún pedido en los tiempos de bendiciones.

De algún modo, este aislamiento del mundo exterior y este encierro forzado, se parecen bastante a las cavernas que se mencionan en muchos textos.

En el mito de la caverna de Platón, la caverna representa la prisión que este mundo de lo físico crea en el alma humana, la luz es la realidad verdadera y universal; y la liberación de los prejuicios para soltar el alma hacia el mundo verdadero.

San Benito vivió en una cueva de la zona montañosa de Subiaco durante 3 años, para luego realizar la obra que Dios le había encomendado.

Estas cavernas que se repiten en mitos y en la vida de algunos hombres santos, a veces se nombran también como desiertos.  En todos los casos hay un vacío total, una soledad absoluta, una carencia de recursos y un viaje profundo a la oscuridad para aprender a sostener la propia Luz.

En todo caso, no es nuestra luz, sino que en ese despojo, aprendemos a entregarnos y convertirnos en esa vasija moldeada por Dios, que puede contener e irradiar Su Luz.

En la caverna, una aprende a vivir en el ‘aquí y ahora’; el presente es lo único que se tiene y aunque parezca imposible, siempre hay maneras de encontrar el equilibrio y sonreír por el milagro de estar sostenida por dios.  Cuando se carece de recursos y las necesidades básicas no están cubiertas, no se puede hacer planes de ninguna clase; ni a corto plazo siquiera.  Se puede soñar, por supuesto, pero una aprende que Dios es quien ha tomado el control.  La mejor medicina para eso es liberarse de expectativas y esperar la sorpresa de cada día; cuando Dios nos muestra qué necesita de nosotros o cuál es la lección del día.




Claro que no soy Jesús, ni Platón, ni San Benito; pero compartimos algo en común: la gente de nuestro entorno nos considera chiflados y hasta peligrosos.

El marketing de las terapias holísticas superficiales nos vende un positivismo tóxico y nos termina convenciendo de que sólo con el pensamiento podemos lograr milagros.

Podemos sí, ser co-creadores de milagros.  Pero una vez que hacemos nuestros votos de fe y acudimos al llamado de Dios, Él es el accionista mayoritario de nuestro emprendimiento, el decano de nuestra universidad y el alfarero de nuestra vida.

Medirse con el rendimiento o los logros de otras personas es nuestra mayor perdición. Intentar demostrar o justificar nuestro esfuerzo a otros es sólo una mala gestión de nuestra culpa, vergüenza y frustración.

Dios debería ser nuestra única medida.  Nuestra gestión emocional debería enfocarse en nuestra paz interior y en nuestra capacidad para irradiar la Luz Divina.

Susannah Lorenzo / Tejedora de Cielos

Una aprendiz muy lenta.

Puentes con Dios

Escrito entre la 01:00 y las 03:00 am de una noche con el influjo de la luna llena.



“Hágase tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo.” (Padre Nuestro)




Simbología de la caverna

Como arquetipo de la matriz materna, la caverna figura en los mitos de origen, de renacimiento y de iniciación de numerosos pueblos.

Numerosos ritos de iniciación comienzan por el pasaje del impetrante a una caverna o a una fosa.

Según una opinión más mística Dionisos es a la vez el guardián del antro y aquel que libera al prisionero rompiendo sus cadenas: «Puesto que el iniciado es un Dionisos es en realidad él mismo quien primero se mantiene prisionero y él mismo quien luego se libera; es decir, como lo vieron Platón y. Pitágoras, el alma está prisionera de sus pasiones y es liberada por el nous o intelecto» (MAGE, 290-291).

Como vemos, toda la tradición griega enlaza estrechamente el simbolismo metafísico y el simbolismo moral: la construcción de un yo armonioso se hace a imagen de un cosmos armonioso.

 La caverna simboliza la exploración del yo interior, y más particularmente del yo primitivo, rechazado a las profundidades de lo inconsciente.

La caverna se considera también como un gigantesco receptáculo de energía, pero de una energía telúrica y de ningún modo celestial. Así desempeña su papel en las operaciones mágicas. Templo subterráneo, guarda «los recuerdos del período glacial, verdadero segundo nacimiento de la humanidad. Es apropiada para las iniciaciones, la sepultura simulada y las ceremonias que rodean la imposición del ser mágico. Simboliza la vida latente que transcurre entre el nacimiento por obstetricia y los ritos de la pubertad. Comunica al primitivo con las potencias ctónicas (divinidades que residen en el interior de la tierra) de la muerte y de la germinación»

Diccionario de los Simbolos  - Chevaliar y Gheerbrant 



Sólo un cuenco vacío y limpio puede llenarse plenamente de agua bendita.
Susannah Lorenzo / Tejedora de Cielos


miércoles, 10 de enero de 2024

El reconocimiento profesional y su precio


Una charla profunda y extensa


Quienes no hemos sanado nuestras heridas emocionales de la infancia y adolescencia, buscamos el reconocimiento profesional del mismo modo que buscábamos llegar a casa con las mejores notas en la libreta de la escuela. 

En lo personal, era siempre la mejor del curso, la alumna aplicada y respetuosa, la que destacaba y era elogiada por profesores.  Es cierto que con mi nivel de inteligencia racional (matemática y lingüística) se me daba fácil tener buenas notas, terminar un examen en la mitad del tiempo que el resto y aprender con sólo hacer un resumen.  Pero también es cierto que el rendimiento escolar excelente era lo único que me permitía ser vista, reconocida y celebrada en el entorno familiar.

Probablemente haya también una influencia astral en mi rendimiento escolar y profesional: soy Virgo y como tal disfruto hacer bien las cosas, y cuando digo bien, digo perfecto.  Creo siempre que todo es mejorable, perfectible y posible y que si no se hace bien, no tiene sentido hacerlo.

Ese perfeccionismo y esa sed desmedida por el reconocimiento profesional, me ha llevado muchas veces a pasar por alto la falta de reconocimiento económico y a descuidar mi equilibrio de salud física, mental y emocional.

Como sostén de un hogar monoparental (madre soltera de 3, sin asistencia del estado ni cuota alimentaria), me acostumbré a negociar condiciones de trabajo poco favorables y en detrimento siempre de mi maternidad y de la cantidad de tiempo disponible para mis hijos.  En los 80 y 90, conseguir un trabajo siendo madre soltera, era un desafío que activaba todos los procesos discriminatorios de un mundo laboral diseñado desde lo masculino y desde la anulación de los derechos femeninos.  Significaba prometer que trabajaría como si no tuviera hijos, sin pedir permiso para reuniones o actos escolares o gastar más de la mitad del sueldo en guarderías, niñeras y empleadas que pudieran estar cuando yo no estaba.

Aún así, estrenando el milenio, el sistema laboral, el patriarcado y las injusticias pudieron más que cualquier determinación, voluntad o sacrificio: perdí mis hijos en una batalla silenciosa que me dejó como única culpable ante los ojos del clan familiar e incluso la misma comunidad.



Escuela primaria de mis hijos en Godoy Cruz, Mendoza

Fue así que llegué a un pueblo remoto de la provincia de Mendoza, buscando alejarme de todo lo conocido, destruida emocionalmente y en un estado de abatimiento y derrota que me impedía hacerme cargo del bagaje de heridas que me acompañaban desde la niñez.

En ese pueblo remoto encontré la paz que necesitaba, el paisaje que me permitía conectar con la belleza de la vida y la oportunidad de volver a ser ‘la mejor’.  No había profesionales con mi talento ni con mi experiencia, era la mejor profesora de inglés y la mejor intérprete y traductora.  Lo era también antes, en cualquier otra ciudad, pero allí, mis cualidades y mi rendimiento resaltaban notablemente.  Eso sirvió para acomodar mi ego en un lugar que necesitaba.

Dediqué 13 años de mi vida a ese pueblo con aires de ciudad.  Trabajé en radios del estado y en radios privadas.  Cada vez que hacía falta una traductora o una intérprete de inglés, era la persona que buscaban desde el gobierno para atender funcionarios, académicos y empresarios extranjeros.  Contratarme era siempre garantía de un servicio excelente e impecable y de relaciones internacionales fructíferas.  También cubrí algunas suplencias y algún cargo docente temporal en  un secundario para adultos y en un instituto terciario, y fui docente de la academia municipal de inglés durante algún tiempo.

En mis programas de radio buscaba siempre difundir y educar en todo lo que tuviera que ver con la cultura y crear consciencia y fomentar el discernimiento entre los oyentes.  Eso fue motivo de censura, persecuciones, acoso, amenazas y condicionamiento laboral.  Además de eso, pasé a formar parte de una ‘lista negra’ del gobierno municipal que alentaba a los funcionarios a no autorizar mi contratación como empleada. Es decir que cada vez que realizaba algún trabajo o brindaba un servicio para gobierno municipal, yo debía facturar (incluso cuando era docente de su academia de inglés) como Monotributista y perseguir pagos que en muchos casos podían demorar más de 60 días en cancelarse.


producción de fotos para el noticiero de FM Eólica

Durante esos 13 años, guardé la esperanza de que algún funcionario del gobierno municipal, se diera cuenta de la importancia que representaba para las relaciones internacionales activas del pueblo, contratar como empleada a una profesional, que no solo era eficiente como traductora, sino que además contaba con múltiples talentos y habilidades relacionadas a gestión, protocolo, administración, informática, diseño de contenido audiovisual y otras tantas.

Bajo la bandera de ciertos partidos políticos, solo se contrata (al menos en Argentina) a personas que son leales a la causa partidaria, que no ejercen la libertad de expresión en medios gráficos o radiales y sobre todo que solo establecen relaciones profesionales y personales con gente del mismo partido.  Quizá, algún día, Argentina aprenda a vivir en democracia, y los funcionarios y empleados estatales sean elegidos y contratados por su eficiencia y su desempeño.  Mientras tanto, todo lo que aprendí en derecho cívico se queda en mis libros de secundaria.


¿Qué hago a las 3:30 am escribiendo sobre mi experiencia profesional en un pueblo perdido entre volcanes y montañas nevadas?

Han pasado casi 10 años desde que me fui de aquel lugar.  Me fui sin muchos anuncios, en medio de un desalojo, de una situación de supervivencia que complicaba mi salud y mi estado anímico.  Estaba ahí para brillar y dejar bien parado al municipio cada vez que lo necesitaban, pero el resto del tiempo era invisible y apenas si podía pagar mis gastos básicos.  ¿Cómo llegué a ese punto?  Cuando hay una situación de explotación laboral encubierta, hay un explotador, pero también hay una persona que se victimiza y se permite ser explotada en pos de un reconocimiento hecho de palabras vacías y de promesas que nunca se cumplen.  Es curioso, aún hoy, todavía hay personas que siguen viviendo en ese lugar que no saben que me fui o que si lo saben, no terminan de entender porque lo hice.

Una serie de sueños recurrentes con ese pueblo y su gente y los lugares donde trabajé junto con la aparición en mi vida de una persona de aquella época, activaron algunas tormentas en mi subconsciente y me mostraron una perspectiva no vista a tiempo.



premio Destacado Cultural por mi programa Tardes de Mate y Radio en LV19


A Malargüe le di no sólo 13 años de mi vida, le dediqué pasión, entusiasmo, tiempo y profesionalismo.  Creía en la gestión que había construido un Centro de Convenciones apto para eventos internacionales, y había generado las relaciones internacionales para que un Observatorio Internacional de Rayos Cósmicos se instalara en ese lugar remoto de nuestro país.  Creía en los planes estratégicos y en las bondades del lugar.  Aunque fuera apartidaría y a pesar de nunca ser una empleada con recibo de sueldo, obra social, vacaciones pagas y aguinaldo, yo defendía ese lugar y sus relaciones internacionales con la camiseta puesta de Argentina y de Mendoza y Malargüe.

El único trabajo que rescato de esos años como un logro, fue un contrato con la MTU (Universidad tecnológica de Michigan).  Ese contrato equiparó reconocimiento profesional con reconocimiento económico, con condiciones de respeto y dignidad y con una libertad de gestión en la que ellos se sentían afortunados de tenerme como su Coordinadora de Proyecto en Argentina.  Ese proyecto no pudo prosperar debido a gestiones políticas locales inadecuadas y mezquinas que iban en contra de los fundamentos y lineamientos del proyecto del país del norte.



construyendo la planta potabilizadora en Bardas Blancas - proyecto PAVLIS - MTU


Si hago un balance crudo y honesto, salí de ese pueblo con dos accidentes graves y una limitación física.  Las secuelas de esos 3 problemas a nivel salud, aún me acompañan y dejaron huellas en mi cuerpo y en mi rutina diaria.

Seguramente, era la forma que mi alma y mi cuerpo tenían de alertarme de que estaba sobrepasando las exigencias físicas y de que debía ponerme yo en primer lugar y respetarme como nadie lo hacía.  No supe ver que no se trataba de trabajar 12 horas en condiciones desfavorables y menos aún de suprimir necesidades físicas para competir con un rendimiento masculino.  Se trataba, en todo caso de ponerme yo misma en valor y de no aceptar trabajos mal pagos con la esperanza de que algún día el reconocimiento llegara.  Si algo he aprendido después de los 50 (un poco tarde por cierto), es que quien no valora profesionalmente a una persona, o no reconoce el talento y la eficiencia, no lo hará a partir de una entrega sacrificada, de una abnegación martirizada o de una ponencia que explique el valor de aquello que ellos ignoran deliberadamente.

Muchas de las personas que me conocieron en esa época o que eran parte de mi vida, solo recuerdan las fotos en los diarios junto a ministros o autoridades internacionales, los actos públicos transmitidos a todas partes del mundo o las recomendaciones internacionales que aún figuran en mi perfil de Linkedin o en mis redes sociales.

Esas personas son las que se preguntan porque ‘abandoné’ esa vida, sin estruendo ni anuncios. 



visita de los alumnos de PAVLIS-MTU al gobernador de Mendoza, Celso Jaque


Trabajo desde que tengo 16 años cuando comencé a dar clases particulares de inglés y hacer trabajos de mecanografía. (Escritos, monografías y tesis en máquina de escribir)

Trabajé siempre mucho, digamos un promedio de 12 horas por día y cuando era necesario pasaba días sin dormir para terminar una traducción a tiempo sin descuidar mi empleo o mis hijos.  Consumía medicamentos para regular mi ciclo menstrual desde la adolescencia (por indicación médica) y ese consumo se extendió durante casi toda mi vida adulta.  Como el nivel de estrés y el ritmo de trabajo y falta de descanso, deterioraban mi salud, se sumaron medicamentos para la hipertensión, el corazón, la gastritis, el dolor crónico e incluso la endometriosis.  (El consumo de muchos de esos medicamentos ha dañado mi funcionamiento renal y hepático de manera irreversible.)

En las jornadas como traductora e intérprete, la exigencia física se triplicaba: significaba muchas veces usar el baño antes de salir de casa y luego al regresar; no tomar suficiente agua para poder contener la necesidad de orinar; no comer adecuadamente y además usar calzado y ropa dictada por protocolo pero en contra de la comodidad.  En más de un acto o cena protocolar, algún funcionario o académico extranjero ha pedido en voz alta que me dejen respirar o comer.  Es que para los funcionarios argentinos, al traductor/intérprete hay que exprimirle cada minuto de su tiempo, porque los honorarios son caros y porque siempre hay alguien que necesita hablar (incluso mientras se come) para figurar, rellenar el silencio o gestionar sus objetivos. 

Las condiciones laborales, aún en este milenio, no están pensadas para necesidades femeninas diferentes a las masculinas.  Nuestros ciclos menstruales son parte de las necesidades de salud física básica y un baño disponible en condiciones adecuadas debería ser parte del contrato de trabajo, aún en expediciones por la extensa geografía con comitivas internacionales.  El gobierno es capaz de montar una tienda de campaña en medio de la nada, con cocina gourmet, vinos premiados y un chivito a la llama para convencer a científicos asiáticos de instalar una antena en ese lugar. Sin embargo, jamás gastarían un peso en transportar un baño químico bajo estándares internacionales; ¿por qué hacerlo si los hombres pueden darse un paseo por los arbustos para solucionar sus necesidades de orinar?

No es ciencia ficción, ni una exageración.  Lo he vivido incontables veces.  He sido la intérprete y guía de comitivas extranjeras, con científicos, funcionarios de gobierno, diplomáticos o académicos de universidades internacionales.  Si hay algo que le gusta al argentino promedio es presumir de las bellezas geográficas de nuestro extenso territorio.  Sin embargo, los estados de rutas y accesos son deplorables; las distancias entre un sitio y otro sin inmensas y en muchos casos sin cobertura de telefonía y muchos de los lugares turísticos ni siquiera tienen la infraestructura de servicios necesaria para recibir a visitantes extranjeros. Durante 13 años me cansé de traducir el mismo discurso de promesas de una infraestructura que nunca llegó y de excusas que perduraron y perduran en el tiempo.

En una ocasión, recorrimos la vasta geografía de Malargüe, en zonas alejadas de la civilización, para ofrecer a científicos e ingenieros de la agencia espacial china la mejor ubicación para una antena espacial.  Viajamos en un utilitario no apto para travesías de rutas inhóspitas, en la comitiva había una sola mujer (científica) que no tenía permitido hablar mucho.  A cada lugar que llegábamos, los hombres del grupo, incluyendo el chofer, se daban su paseo por los arbustos y nosotras nos quedábamos esperando para continuar con negociaciones y ponencias.  En una de las paradas, ella no bajó; cuando subí al vehículo y vi su rostro, supe lo que le sucedía: estaba con su periodo menstrual y necesitaba un baño urgentemente.  Respetuosamente hablé con ella y le dije que la única opción que teníamos sería alguna letrina en un puesto de campo.  Estaba sufriendo tanto que accedió.  Entonces, le pedí al chofer que nos desviáramos de la ruta y buscáramos un puesto.  Las dos encontramos alivio en una letrina de campo con un agujero en el suelo, pero al menos, tenía la privacidad de cuatro paredes de adobe.

Podría contar también la nefasta experiencia con una comitiva de Malasia en Laguna de Llancanelo, donde quedamos varados todo un día, sin agua, sin señal telefónica, sin alimentos y sin baño y un chofer del complejo Las Leñas apuntando su arma a las aves del lugar.  Además de la insolación y la deshidratación, una partícula de arcilla se incrustó en uno de mis ojos cuando intentaba ayudar a sacar una de las camionetas del pantano. Los diplomáticos fueron los primeros en ser evacuados y la intérprete fue abandonada en el lugar con una serie de empleados incompetentes.



trabajando como intérprete en el Planetario Malargüe


¿Por qué cuento algunas experiencias ahora?

Una se acostumbra a callar, hay una especie de acuerdo implícito y silencioso para poder continuar trabajando, para no ‘entorpecer’ las relaciones profesionales y no ‘perder’ oportunidades de conseguir futuros contratos.

Hasta que un accidente, una enfermedad o una complicación física nos muestra que ninguna de esas relaciones vendrá al rescate, que no hay obra social, ni estabilidad económica, ni reconocimiento, ni compensación.

Hay un momento en que el cuerpo colapsa, se agota de enviar señales y comienza a ‘pasar factura’ de todos los descuidos, abusos, y exigencias que deterioraron el funcionamiento de órganos y el equilibrio del sistema

El primer accidente grave en Malargüe,  fue una caída que ocasionó un doble esguince en mi tobillo izquierdo y tendinitis.  Quizá no hubiera sido tan grave con el tratamiento adecuado, pero  la atención en el hospital era paupérrima y me tocó seguir trabajando en la radio estatal (porque facturaba y no tenía sueldo) en pleno invierno nevado con muletas y sin hacer reposo.  La recuperación parcial fue posible gracias a mis conocimientos de terapias holísticas y a los consejos de un alumno que era profesor de educación física.  Meses después viajé a la ciudad de Mendoza para que acomodaran un hueso que había quedado fuera de lugar, pero había pasado demasiado tiempo y el tobillo quedó con algunos callos y debilidades.  El empleador que más trabajo en negro genera en nuestro país, es el estado en sus diferentes ámbitos: contrata empleados encubiertos que deben presentar factura cada mes pero que no disfrutan de ninguno derecho básico.



acto  en el Centro de Convenciones Thesaurus


El segundo evento, fue en los últimos años en el pueblo, otra caída, causada por una puerta de vidrio pesada, una alfombra colocada en una entrada contra toda regla de seguridad, un viento intenso y un cuerpo sobrecargado en espaldas y brazos con mochila, computadora, diccionarios y libros.  Fue en un edificio público del municipio.  Mi cara dio de lleno y rebotó contra el hormigón y una rejilla de metal.  Sufrí traumatismo cerebral, golpes masivos en todo mi rostro y estuve a punto de perder mi dentadura. Me recuperé gracias a mi hija mayor que vivía en el mismo lugar en ese momento y a una dentista que me atendió desde la empatía y la compasión.  Me quedaron las cicatrices de los cortes en la boca y en la frente, algunos dientes rotos y otros fuera de lugar y un bulto deforme en mi frente.  Durante semanas, apenas si podía caminar, porque todo retumbaba dentro de mí, los dolores eran insoportables y los mareos generaban inestabilidad física.  Tuve que ingerir alimentos líquidos y blandos durante casi un año.  La sensibilidad y molestias aún me impiden morder una manzana sin haberla picado y ni pensar en comer un turrón o comer algo crocante.  Durante mis semanas y meses de recuperación, la única preocupación real y tangible del gobierno local era que terminara una traducción en la que estaba trabajando.


trabajando como intérprete en el Planetario de Malargüe


Creo que las caídas, los accidentes y las enfermedades crónicas son señales que nuestro cuerpo nos da de que debemos detenernos, bajar la velocidad, cambiar nuestros hábitos, ponernos en valor, respetarnos y hacernos respetar y sobre todo, mirar en perspectiva y objetivamente todo aquello que nos perturba en nuestra vida.

Yo no supe escuchar, no supe ver ni mirar.  Una vez que mi cara dejó de ser el rostro desfigurado de un boxeador y pude subirme a mi bicicleta para ir de un trabajo a otro, retomé mis jornadas de trabajo de 12 horas, incluso fines de semana y feriados.  Volví a exigirle a mi cuerpo que se adaptara a condiciones laborales insalubres, a pesar de que yo ya tenía más de 45 años.  Creía que con disciplina, determinación, voluntad y esfuerzo podría lograr esa estabilidad económica que siempre se me escapaba y sobre todo, que en algún momento, alguno de esos funcionarios decidiría compensarme por tanto esfuerzo y sacrificio.


inauguración de la antena espacial de espacio profundo - ESA


A punto de cumplir los 50, mi vida se llenó de crisis personales y familiares; yo seguía luchando por transformar y mejorar todo lo que me rodeaba, en convencer a otras personas de lo que era correcto y sobre todo, seguí buscando un reconocimiento que sólo llegaba con palabras huecas y frases diplomáticamente correctas.

Mi suelo pélvico se derrumbó, así como mi vida, y de un día para otro me descubrí con prolapso de mis tres órganos pélvicos, sobre todo vejiga y recto.  Ya no había posibilidad de realizar esfuerzo físico, pasar horas dando clase frente a un curso o subirme a mi bicicleta cargando todo lo posible. Todas las necesidades físicas que había reprimido o ignorado, todos los descuidos en mis hábitos, el exceso de horas de trabajo y la falta de descanso adecuado, el uso de ropa ajustada e incómoda y los años de tacones altos mostraron su efecto residual acumulado.

Me encontré incapaz de cubrir mis necesidades básicas incluyendo el alquiler, avergonzada de explicar mis condiciones físicas a personas que se incomodaban de saber y frustrada de no poder cumplir con las expectativas que familia y amigos seguían teniendo conmigo.

Me sentía invisible como se sienten todas las personas con enfermedades crónicas invisibles. Me sentía invisible cuando pasaba semanas o meses sin comer.  Me sentía invisible cuando nadie ofrecía su ayuda o hacía una compra por mí cuando el dolor me impedía levantarme de la cama.   Me sentía invisible cuando mis alumnos particulares tenían siempre excusas para olvidar pagarme o demorarse en hacerlo. Será por eso que cuando me mudé en 2015, imaginé que todos me olvidarían fácilmente.

Sin embargo aún hoy, todavía hay personas que me recuerdan, me buscan en las redes sociales o le piden información a algún contacto en común.  Yo me pregunto ¿qué es lo que recuerdan?  ¿Recuerdan esa Susana que estaba siempre disponible y daba lo mejor de sí misma siempre sin pedir mucho a cambio? ¿Se acuerdan de esa profesional que era siempre eficiente aunque muchas veces le pagaran menos que al personal de maestranza?



Taller de Scrabble en la Academia Municipal de Inglés


A esta altura de mi vida, con 59 años, ya no hago ‘como si nada’, ya no callo por cortesía, ya no guardo las apariencias, ni tampoco regalo mi trabajo por monedas.

Durante los primeros años en San Juan, extrañé ese ‘reconocimiento profesional’, añoré ser la mejor; pero sobre todo, hablaba todo el tiempo de mis épocas doradas como traductora e intérprete o de mis contratos internacionales bien pagos.  Seguía buscando ‘afuera’ el trabajo perfecto, el empleo estable, el reconocimiento económico y una seguridad de sueldo, vacaciones y aguinaldo.

La salud del cuerpo fue la forma en que Dios o el Universo y mi alma encontraron para sentarme a trabajar en aquello que siempre había pospuesto y así nació Puentes, de la crisis profunda y de las circunstancias adversas.  El mes que viene, Puentes cumplirá 7 años.

Convivo con un par de enfermedades crónicas, algunas limitaciones físicas, un tobillo que ya no tolera tacos altos y se resiente con una mala pisada o duele con el cambio de clima; una dentadura maltrecha que nunca pude arreglar; y una necesidad de cuidar el equilibro de dieta y movimientos de forma precisa para que mi metabolismo funcione correctamente.

Aún estoy aprendiendo a creer y confiar en mí, a ponerme en valor  y a reconocer mis dones y talentos. 

Ahora sólo trabajo en mis términos y con mis condiciones.  Ya no realizo trabajo mal pago para sostener una red de oportunidades que sólo busca bueno, bonito y barato, para aumentar sus ganancias y reducir sus costos.


San Luis, Argentina

Hay una desagradable costumbre en este país y en muchos países latinos de ‘tirarle unas monedas’ a quien está sin trabajo para recibir a cambio un servicio profesional.  Esa ‘caridad encubierta’ en la que las personas intentan ayudar a quien está pasando por momentos difíciles, es una falta de respeto y una falsa empatía que no crea vínculos sanos.  Esa misma persona que ofrece caritativamente unas monedas por un trabajo que vale mucho más, luego hace su viaje de vacaciones a un lugar turístico o sale a comer con amigos y familia sin el mayor remordimiento.

‘Regalar’ nuestro trabajo o aceptar tratos desfavorables para nosotros, puede mantener ciertas relaciones profesionales o personales, bajo una fachada que sólo se sostiene de falsos intereses y necesidades mezquinas.  Puede que esas pocas monedas, cubran alguna necesidad durante un par de días o incluso el financiamiento de un pago nos prometa un ingreso regular que no siempre llega.  El valor agregado silencioso es que esa desvalorización que nosotros permitimos de nuestro trabajo nos llena de amargura y resentimiento.  Nos quedamos esperando que el otro se dé cuenta, que él otro reconozca y valore, que el otro nos compense.

He terminado el 2023 y he comenzado el 2024, aprendiendo a elegir incomodidad en vez de amargura.  Poner límites, expresar respetuosamente mi verdad, darle el valor que merece mi trabajo, puede resultar incómodo con algunas personas; sobre todo aquellas malacostumbradas a abusar de nuestra ‘buenura’.  Seguramente muchas personas ya no me buscarán y eso está bien.  Será el vacío necesario para que las personas correctas lleguen.

Los sueños recurrentes con personas y lugares del pasado me muestran todos esos rincones donde la amargura y el resentimiento hicieron nido, todo lo que aún no ha sanado y todo lo que me hubiera gustado que fuera diferente.

La amargura, el resentimiento y la frustración son una forma de mezquindad disfrazada; porque se gestan a partir de expectativas o deseos que no supimos expresar o de proyecciones irreales sobre otras personas.  Nuestro ego mezquino quería algo que no supimos darle y por ello culpamos a las personas que no nos dieron lo que esperábamos.

Entre bultos, equipaje y recuerdos que me traje de Malargüe, arrastré conmigo una buena dosis de amargura y resentimiento, de sueños frustrados y de reconocimientos que nunca llegaron.

Reconocerlo y escribir sobre eso, es un gran paso para sanar y despejar el camino en este nuevo año.

Susannah Lorenzo© / Tejedora de Puentes

Si quieres saber quién soy y qué hago ahora, puedes descargar un PDF con mi Hoja de Ruta y mis publicaciones y contenidos disponibles.

Nota: Algunas personas tienen la suerte de tener la vida prolija y ordenada, otras no.  Se supone que con las leyes vigentes de los últimos años podría haber solicitado la jubilación anticipada, pero por la cantidad de años de aportes faltantes, mi trámite fue rechazado.  Es curioso, el mismo Estado que te da trabajo 'en negro', luego te quita el derecho a lo que otros ciudadanos tienen porque no cumples con las 'reglas'.



Mi base de operaciones está en ciudad de San Luis, aunque bien podría estar en cualquier otro sitio.
Llegué aquí por los azares de la pandemia en 2021 y disfruto el paisaje, 
el clima y el servicio de internet gratuito.  
Por lo demás, soy totalmente anónima e invisible en este lugar.
Nadie sabe quién soy cuando salgo a la calle, nadie me visita ni nadie me llama; sin embargo, 
cuando hay rachas difíciles, la pobreza o las enfermedades duelen menos, 
porque una sabe que no hay nadie conocido.
La invisibilidad que duele es la indiferencia de las personas que nos conocen,
que viven en una misma ciudad y eligen mirar a otro lado.
Aquí estoy totalmente sola, no hay abrazos, ni charlas, ni visitas.
Mi mundo es virtual y mi trabajo social se vuelca en la
A veces se extraña el contacto humano, ese que es sincero y crea vínculos
donde somos reconocidos, respetados y celebrados por lo que somos.


domingo, 15 de octubre de 2023

Feliz Día

Como persona sensible, le doy  valor a cada palabra y me resulta incómodo cuando las personas usan ciertas frases, como un eslogan comercial, pegadizo y fácil de usar.  Creo que cuando todos te saludan con un ‘Feliz Día’ en ciertas fechas especiales, es la manera más cómoda de no tener que usar su creatividad o sus emociones para escribir algo original desde sus corazones.

Pero muchas veces, esa frase tan común, se convierte en un dardo que nos perfora el corazón, porque no hay nada más doloroso que sentirse invisible e incomprendido.  Creo que el mejor regalo para cualquier persona, es que los otros nos miren, nos vean, nos comprendan, nos escuchen o al menos hagan un intento por entender lo que sentimos.  No hay regalo más valioso que ese.




Aquí en Argentina, el tercer domingo es el Día de la Madre.  Agradezco todos los mensajes y saludos recibidos de personas que me han sorprendido.  Sin embargo, todos los saludos comenzaban igual: ¡Feliz Día!

Apenas si pude llegar sana y salva a las 2 de la tarde, porque  el dolor en el pecho era insostenible y las lágrimas guardadas desbordaban mis ojos.  Entonces, desactivé las notificaciones y me guardé en silencio.  Ni pensar en dar una vuelta por las redes sociales, que estallan con fotos de momentos compartidos, celebraciones, regalos y demostraciones públicas de cariño.




¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una madre que no puede celebrar ese día ni con sus hijos ni con sus nietos? 

¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una madre que aunque ama a sus hijos, está transitando la muerte de un ser querido?

¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una madre que está exiliada y proscripta por mandato familiar?

¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una madre que aún llora secretamente los abortos o los bebés fallecidos al nacer?

¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una madre que apenas si tiene un poco de pan y queso para el almuerzo de su día especial?

¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una madre que tiene el corazón dividido entre su hija que crece sana y su hijo que murió con la edad de Cristo?

¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una madre que ha perdido su casa y está arrinconada en un espacio prestado intentando sostener el vínculo con sus hijos?

¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una mujer que le robaron sus hijos?

¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una mujer que no tiene tiempo ni energía para disfrutar de sus hijos porque debe cumplir con el rol de madre y padre?

¿Cómo puedes decirle Feliz Día a una madre que permitió mentiras y manipulaciones para que sus hijos tuvieran casa, educación y alimento?




Puedo hacer una larga lista de preguntas, pero creo que con esas basta para darte un ejemplo; algunas son situaciones reales mías y otras son situaciones de personas que conozco.

A veces, tengo ganas de colgar un cartel que diga: ‘Odio la frase Feliz Día, no la uses, me lastima profundamente.’ Pero si lo hiciera, la equivocada sería yo y todos se ofenderían, porque lo hacen de ‘buena intención’.  Y seguramente al año siguiente ni siquiera me escribirían. 

¿No sería más bonito, si nos tomáramos el tiempo para conocer realmente cómo se siente el otro?, o es que, ¿eso te parece demasiado arriesgado?

¿No sería más honesto, construir, redactar, crear una frase propia para cada persona y su realidad?

Sería mucho más loable preguntar ‘¿cómo estás?’, sin prejuicios y sin pensar en lo que vamos a decir o lo que nosotros opinamos; sólo para escuchar, conocer e intentar comprender.  Y luego, ofrecer nuestra compañía, o preguntar ¿hay algo que pueda hacer por ti?

La mayor parte del tiempo, no necesitamos alguien que nos sane, nos cure o nos salve; simplemente necesitamos que alguien se quede a nuestro lado, aunque sea en la distancia; nos escuche, nos vea, nos contenga y respete nuestra forma de sentir.

Susannah Lorenzo©




Con un día no tan feliz.

Agradezco infinitamente a Dios y la Madre María que mis hijos están con vida, cuidando de sus familias y haciendo lo mejor que pueden.

Agradezco la experiencia de haber sido Madre por Voluntad Divina y atesoro los momentos compartidos con mis hijos, aunque ese pesado esté muy lejano y parezca de otra persona.

Agradezco aún las situaciones más dolorosas, la separación y las injusticias, porque todo lo que sucedió a partir de eso, ha hecho posible que 12 maravillosos seres estén abriendo su camino, como mis nietos.

Solo Dios sabe.

Si por alguna razón, como hijo/a o como Madre, no tienes un día tan feliz, te invito a escuchar esta lista en mi canal de YouTube.






  

domingo, 12 de marzo de 2023

Autosuficiente

La mayoría de mis cuentos o historias incluyen una mujer medicina, una maga, una curandera o una machi.   Justamente, el libro ‘Tejedoras de Magia’, que aún está en gestación, recopila recetas, rituales, pócimas y curaciones de los personajes que llegaron a mí como una aparición.


Art: Tarn Ellis

 Muchos creen que eso se debe a que yo soy una Mujer Medicina.  Sin embargo, pocos saben que cuando me siento muy débil físicamente o energéticamente, busco en mis Guías Espirituales una Machi que me ayude a sanar; y desde esos deseos, llegan las visiones.

La mayoría de las personas suponen que una Mujer Medicina es autosuficiente, puede aplicarse sus propias medicinas, hacer algún pase mágico  y mantenerse siempre sana, abundante y sobre, todo, servicial.

Amigos, clientes, alumnos, consultantes, seguidores de las redes sociales y conocidos, buscan consejo, alivio, la escucha atenta, la contención amorosa, la compasión sin juicio y la palabra que calma.

Aunque Dios siempre me asista y me use como su canal Divino, vivo en un cuerpo físico como el de cualquier persona; tengo emociones y necesidades, tal como otros seres humanos.  Es cierto que muchas veces, yo elijo mi propio tratamiento holístico y me dejo guiar por mi Alma y mi Espíritu, sobre qué tisana debo beber o qué alimento debo dejar de consumir. Sin embargo, cuando me toca trabajar con ‘muertitos’ (como les llamo amorosamente) y acompañarlos durante su transición en el Portal; o cuando me toca contener a personas que realmente están muy negativas o enfermas; la energía que me atraviesa es tan intensa, que el cuerpo se resiente y necesita un cuidado especial, por varios días o semanas.

Las personas que me buscan o acuden a mí, suelen creer que siempre estoy disponible, que siempre puedo hacerme el tiempo, que siempre encuentro la manera, que siempre soy fuerte y que tengo todo resuelto.  Esas mismas personas, cuando ya no necesitan nada, cuando han saciado su sed, cuando ya no tienen preguntas, cuando ya obtuvieron lo que deseaban, siguen su camino o simplemente hacen su vida mirando a otro lado.

A veces, después de tareas desgastantes y abrumadoras, una Mujer Medicina necesita un apapacho, un poco de buena compañía desinteresada y silenciosa, una dosis de buen amor, una cuota de contención, un abrazo real, un masaje relajante o un paseo por las sierras.




Sucede sobre todo en domingo, cada quien está ocupado disfrutando su vida y me parece bien.  Hay un poco de olvido, indiferencia o desidia.  Quizá sea mi culpa, todos saben, incluyendo las personas amadas, que cuando regresen a golpear mi puerta yo estaré ahí, como siempre.

Mi corazón en susurros, hoy se animó a decir: toda Mujer Medicina, necesita su Hombre Medicina, el complemento de energías, un compañero con quien compartir, pero también con quien alternar roles.

Lo que hago cuando estoy mal, en la vida real, es descansar, hacer una cura de sueño y cuando estoy despierta, quedarme acostada, con música sanadora de fondo, cristales en mis chacras, respiración consciente y Dios en mis labios y en mi corazón.  Cuando mi cuerpo está realmente maltrecho, como ahora, visualizo alguna de las Tejedoras de Magia de mis historias, cuidándome en una choza, ocupándose de todo lo necesario, preparando caldo de verduras o una tisana que me alivie, sahumando mi cuerpo y cantando palabras sagradas. Otras veces,  visualizo al Arcángel Miguel, blandiendo su espada a mi alrededor para cortar todas las energías negativas que han quedado adheridas en mi campo energético; y luego invoco al Arcángel Rafael para que me bañe con su luz verde y me sumerja en el Río del Olvido y sane todos mis malestares.




Aún así, todo ser humano necesita de otros humanos.  Sería bonito recibir una invitación para un paseo en la naturaleza; o una reserva en unas cabañas cerca de un río para descansar un par de días; o una tarjeta de regalo para una sesión de spa y masajes; o simplemente, alguien que me recibiera en su casa, cocinara para mí, me escuchara con compasión y respeto, pudiera contenerme por un momento y simplemente, ocuparse de mí como yo me ocupo de otras personas.

No me malentiendas, disfruto mi soledad y vivir en la libertad de Ser y hacer.  Pero todos, incluso yo, necesitamos un lugar donde ser bien recibidos, celebrados y apapachos, un refugio de calma y contención.  Todos, incluso yo, necesitamos poder llamar a alguien a cualquier hora y cualquier día, para que nos escuche y nos acompañe, sin juicios, sin reproches, sin reprimendas y que en su escucha y en sus palabras amorosas, encontremos un poco de alivio.

Pedirle a alguien que se justifique o explique lo que siente para que puedas 'entender'  o 'creer' lo que le sucede, no significa escucha atenta, compasiva y amorosa.

Susannah Lorenzo©

Tejedora destejida




martes, 27 de septiembre de 2022

Ser PAS en paz

 


El problema es que eres demasiado sensible.” Te dice alguien mientras te obliga a fumar el humo de su cigarrillo una y otra vez y te humilla con palabras vulgares y groseras para marcar su supremacía.

El término PAS hace referencia a las “Personas Altamente Sensibles”, es decir, aquellas que tienen un desarrollo del sistema nervioso que les permite percibir sutilezas del entorno que el resto de los seres humanos no son capaces. Las personas PAS procesan la información de forma distinta. Los sonidos altos, las luces demasiado brillantes, las aglomeraciones de personas o imágenes de violencia y dolor pueden afectarles profundamente.

 

Quizá nunca hayas escuchado este término ya que la alta sensibilidad es un concepto relativamente nuevo que empezó a ser estudiado por la psicóloga estadounidense Elaine Aron y que afecta entre un 15% y un 20% de la población.

 

La Alta Sensibilidad comenzó a ser conocida a través del primer libro de Aron titulado The Highly Sensitive Person. Fue la traducción de este término y su popularidad la que llevó a nombrar a este rasgo como PAS o Personas Altamente Sensibles.

 

La elevada sensibilidad de estas personas hace que puedan llegar a desarrollar una empatía que las haga sufrir en exceso y a menudo suelen chocar con el muro de la incomprensión de sus personas más cercanas quienes no entienden sus forma de ver el mundo.»Estás exagerando», «Eso no es para tanto», «Te lo tomas todo demasiado a pecho», son algunos de los comentarios que estás personas suelen escuchar en su día a día.

https://afloraconsulting.com/que-significa-ser-pas/  

 


Ser diferente no significa ser mejor o peor, simplemente significa ser distinto, lo cual intimida a muchas personas.

 

Ser diferente muchas veces nos aleja emocionalmente y físicamente de las personas que nos aman, no porque sea nuestra intención ser desleales, sino porque mimetizarnos para ser aceptados nos aleja de nuestra esencia.

 


 

 

La alta sensibilidad no es un trastorno que se deba corregir, si no de un rasgo de personalidad que se debe atender en función de las necesidades individuales de cada persona, es una característica de su procesamiento sensorial. Las personas altamente sensibles tienen en común algunas de estas características:

– Presentan una mayor profundidad de pensamiento y los elaboran con más detenimiento

– Alcanzan mayores habilidades para el desarrollo de tareas relacionadas con la creatividad y el arte

– Tienen una mayor capacidad de empatía al disponer de más actividades en sus neuronas espejo que el resto

– Viven la vida con mucha emocionalidad. Su manera de experimentar la felicidad, tristeza, alegría… es muy intensa y va ligada a una fuerte empatía hacia los demás

– Perciben mayor información sensorial y se dan cuenta de detalles sutiles.

 

En España la Asociación Pas intenta dar cada vez más visibilidad a las personas con alta sensibilidad desde el año 2012 y tiene como objetivo la divulgación y ayuda sobre el rasgo de la Alta Sensibilidad.

https://afloraconsulting.com/que-significa-ser-pas/



 

 

 

Para una persona PAS, permanecer en un entorno donde es considerada una persona enferma, inestable emocionalmente o que necesita ser ‘normalizada’, puede convertirse en un riesgo para su salud física, emocional y mental.

 

Permanecer allí donde no pertenecemos energéticamente nos convierte en corderos sacrificados, víctimas que se inmolan por amor para el ‘bienestar, tranquilidad y felicidad’ de quienes vibran en una frecuencia diferente y desde un amor tóxico nos retienen en un tiempo y espacio que nos ahoga y debilita.

 

Que un entorno, una relación, una persona o un comportamiento resulten tóxicos, no necesariamente quiere decir que hay una intención de daño; probablemente lo que es beneficioso para algunas personas, es perjudicial para otras.






“El problema es que te falta tolerancia.” Te dice alguien mientras eres apedreada como María Magdalena y un romano ateo se burla de ti y te agrede porque crees en Dios y sus milagros y llevas Jesús en la boca, en tu corazón y en tus escritos.

 

Una persona PAS siente el dolor de las personas que ama como propio, es decir puede percibirlo de una manera que otros no pueden hacerlo.  Aunque sepa que ese dolor interno es el que hace que esas personas hieran con palabras o actitudes, no podrá evitar recibir esa descarga de sufrimiento amargo.  Las palabras y actitudes que se originan en heridas no sanadas nos atraviesan como dagas y nos debilitan energéticamente.  Podemos, racionalmente, reconocer que cada quien hace lo mejor que puede desde su lugar de consciencia y aceptar que cada quien es responsable de su propia felicidad; pero inevitablemente la infelicidad de nuestros seres amados perforará nuestro corazón cuando sus palabras intentan responsabilizarnos de su padecer.




 

Una Persona Altamente Sensible (PAS) es sumamente empática y por lo tanto, no intentará convencer a nadie para que crea lo que siente como cierto en su corazón, pero sufrirá como una agresión cuando es cuestionada, juzgada o criticada por pensar como piensa o sentir como siente.

 

Todo ser humano tiene el derecho de ejercer su libertad en su vida espiritual, siempre y cuando no intente colonizar el pensamiento de otros, siempre y cuando respete esa misma libertad en la vida de los otros.





“El problema eres tú que te has acostumbrado al silencio y la soledad.” Te dice alguien mientras hacen un festín en tu nombre pero debes hacer silencio frente a insultos, porque algunas personas ‘aman’ así, ejerciendo la versión más machista de bullying familiar.

 

Muchas veces creemos que es un gesto heroico, sacrificar nuestro bienestar para que nuestros seres queridos puedan sentirse tranquilos, en paz y conformes. Entonces, callamos, escondemos nuestras alas, aceptamos actitudes y palabras que nos dañan, sonreímos y ofrecemos nuestra paz a cambio de tormentas, recibimos su forma de amar sin cuestionar ni intentar cambiarlos.  Sin embargo, su paz no depende de nosotros; quien no tiene paz por sí mismo, no la tendrá porque nosotros dejemos de Ser quienes realmente somos, quien no es feliz por sí mismo, no se sentirá plenamente feliz porque nos adaptemos a su forma de ser.

 

Creo que volvernos pequeñitos para que otros no se sientan intimidados o incómodos  por nuestros dones, es negar la Divinidad que nos habita; es renunciar a este Ser maravilloso que Dios ha creado a su imagen y semejanza; es permitir que las sombras de los otros apaguen nuestra Luz.

 

Quienes esperan que los otros hagan siempre la tarea de esforzarse y cambiar, considerarán nuestra distancia y nuestra soledad como un acto egoísta.  Alejarnos de aquellos que nos exigen vivir a su manera y no respetan nuestra identidad, es una decisión que siempre duele pero que nos brinda la salud necesaria para poder cultivar nuestra mejor versión.  Desde nuestra plenitud y nuestra paz interior podemos generosamente compartir nuestros dones y talentos, disfrutar nuestra vida y desde allí sembrar relaciones sanas.




 

Mi paz interior no depende de otros, depende de mi actitud frente a lo que otros hacen o dicen.  Sin embargo, mi paz interior y tu paz interior dependen de la coherencia y armonía entre mente, cuerpo, espíritu, alma y sentimientos; depende de la libertad que ejercemos para Ser quienes vinimos a Ser, sin disfraces ni posturas impuestas.

 

Elegimos lo que es mejor para nuestro bien mayor y el bien mayor de las personas que nos rodean, evitando conflictos y relaciones tóxicas.  Para una PAS, la distancia o la soledad resultan temporal o definitivamente la decisión más sana, cuando el entorno cuestiona constantemente su condición o aún peor, intenta normalizar su personalidad de acuerdo a la mayoría del grupo o al miembro dominante.

 

Para cultivar la paz en nuestro corazón es necesario deshacernos de culpas y responsabilidades que no nos pertenecen. No debemos sentirnos culpables por cuidar nuestro equilibrio y nuestra salud.  No debemos sentirnos responsables por la felicidad de las personas amadas.

 


¿Disfruto ver felices a las personas que amo y me aman? Claro que si, muchísimo.  ¿Pueden esas personas que amo y me aman dejar de ser como son y actuar como actúan para disfrutar mi forma de Ser?  No pueden, ni siquiera llegan a darse cuenta que existen otras formar válidas de Ser y sentir.  No se trata de animosidad o falta de amor, se trata de niveles de consciencia y sensibilidad.  Somos diferentes y en esa diferencia, encontrar la paz y el equilibrio suele ser tarea de quien puede ver más allá de lo visible.



Hay flores bellísimas en la naturaleza, sin embargo, muchas de ellas pueden ser extremadamente tóxicas, dependiendo del tipo de contacto, la duración e intensidad del mismo.  Algunas flores con algo grado de toxicidad son: lirio, tulipán, azalea, amarillis, crisantemo y lila de la paz.

 

Seguramente, mi vibración, mi forma de ser y mis energías pueden resultar tóxicas para algunas personas, y eso está bien.  No podemos ser compatibles con todas las personas que habitan este planeta, ni siquiera con todos los miembros del clan familiar.  Probablemente las reacciones hostiles y de rechazo de otras personas estén relacionadas con la falta de compatibilidad de nuestras energías y vibración.  Reconocer esa diferencia, creo, es el primer paso hacia las relaciones sanas.  No se puede construir Puentes allí donde los otros cultivan muros. No se puede iluminar allí donde las personas se sienten a salvo en las sombras.  Incluso la paz, puede resultar tóxica para aquellos que se sienten a salvo en el caos del ruido.

 

Susannah Lorenzo©

Desanudando las emociones y palabras atascadas en mi garganta que terminaron por debilitar mi voz (físicamente) desde hace unos días.

Martes 27 de septiembre

04:59 am

Alergia asmática y garganta cerrada por segunda vez en menos de una semana y por primera vez luego de un par de años.