Mostrando entradas con la etiqueta divinidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta divinidad. Mostrar todas las entradas

sábado, 19 de octubre de 2024

44 semanas en la Caverna

 Un viaje místico




Una de las cartas del Oráculo de Puentes con Dios (tarjetas devocionales) incluye la afirmación: “Señor, en tus manos soy arcilla.”

Creo que cuando canalizo y escribo las plegarias y afirmaciones, no puedo imaginar el impacto de esas palabras y no soy plenamente consciente de la profundidad del mensaje.

En los últimos 11 meses (aproximadamente), Dios me ha moldeado como arcilla húmeda.  Confieso que al principio me resistía y me agrietaba como una arcilla que no es maleable.

Ha destruido y transformado todas mis formas: mi cuerpo físico, mi mente y mi forma de amar, amarlo y amarme.

Es fácil creer en el poder y el amor de Dios cuando busca personas que lo ayuden a co-crear milagros en nuestra vida.

No dudamos en creer en el poder y el amor de Dios, cuando una cura milagrosa, mediante la oración sostenida, mantiene vivo a alguno de nuestros seres amados.

Sin embargo, en momentos de adversidad, nos parece que Dios nos abandona y en medio de la tormenta mental y emocional, llegamos a pensar que estamos siendo castigados.  Nosotros mismos nos flagelamos mental y emocionalmente por no haber hecho las cosas bien.

Repasamos uno por uno todos nuestros errores y nos quejamos de nuestras omisiones.

En el ojo del huracán o en la cuarentena del desierto, creemos que el único milagro posible es despertar en un lugar más cómodo y benevolente.  Ignoramos o despreciamos el milagro cotidiano de despertar cada día, como sobrevivientes de situaciones que matarían a más de uno.




Intuía que esta larga noche del alma llevaba casi 40 semanas; busqué una calculadora y al día de hoy, llevo 44 semanas.

Cuando se habla de los 40 días de Jesús en el desierto, es una metáfora con significados profundos; pues en verdad se enfrentaba a sus conflictos y demonios internos.

Hace algunos meses, entendí y acepté que esto no acabaría hasta que yo no hubiera aprendido lo que tengo que aprender, transformado lo que tengo que transformar y sobre todo, hasta que no me sentara amorosamente y compasivamente con cada uno de mis demonios.

En estas 44 semanas, he conocido niveles de pobreza que jamás hubiera imaginado.  Y aunque cada mes he tenido al menos una semana de gracia y bendiciones, las 3 semanas restantes han incrementado su nivel de dificultad.

Como en la universidad o como en un juego de mesa o digital, con cada nivel, tienes pruebas más difíciles para superar.  Sólo que en este caso, los únicos recursos eran mi mente, mi fe, mi corazón y mi aprendizaje holístico.

En los primeros meses creí que era un duelo entre Dios y yo, una pulseada cósmica de voluntades.

Con su infinita paciencia y amor de Padre, Dios ha logrado amansarme, moldearme, desnudarme de corazas y enseñarme el verdadero sentido y valor de la palabra confianza.

 Cada día oraba por un milagro y al llegar la noche, padecía en el insomnio de la frustración por no haber pagado las cuentas y por el hambre que perturbaba mi sistema digestivo y quitaba lucidez a mi mente.

Cada noche pensaba que sería la última, porque mi cuerpo de 60 años no resistiría.  Sin embargo, me despertaba y me despierto cada mañana con algún mandado de Dios, un lugar donde vivir y el servicio de internet gratis.

¿Acaso no es eso un milagro?




Que Dios pueda sostenernos cuando las circunstancias son totalmente adversas, es una muestra de Su poder y Su infinito amor.

Sólo un cuenco vacío y limpio puede llenarse plenamente de agua bendita.

Dios, como buen alfarero, ha hecho añicos mi vieja vasija.  Cuando estuve lista para comprender, ha tomado mis lágrimas y un poco de lluvia para amasar la arcilla, hasta dejarla suave y flexible.




Creo que el proceso está llevando tiempo porque ha habido mucha resistencia de mi parte y una rigidez mental que no le permitía al alfarero inspirarse en su creación.

Confundí muerte con derrota, vacío con carencia, conflicto con fracaso, silencio con desprecio y dificultad con castigo.

Dios no ha dejado de creer en mí ni un solo día; y a pesar de mi cuerpo físico debilitado, avejentado y frágil, Él ha confiado en mí para sus mandados, como yo les llamo, sus canalizaciones e inspiraciones Divinas.

¿Cuántas semanas puede alguien alimentarse sólo de agua y maná?

Solo Dios sabe.

¿Cuántas semanas puede sobrevivir una persona con enfermedades cardíacas sin medicación?

Sólo Dios sabe.

Esta noche he comprendido de qué se trata el aprendizaje.

Estuve todo el tiempo enfocada en revertir la pobreza en prosperidad económica.  Confundí la lección creyendo que era una maestría para aprender a manifestar abundancia.

Pues no; el aprendizaje comienza con desarrollar la verdadera confianza en Dios, dejándolo que tome el control total de mi vida; sin miedo, sin lucha, sin esfuerzo, sin expectativa, sin interferencia.  Y sobre todo, el entrenamiento se trata de aprender que el milagro más poderoso sucede cuando Dios sostiene nuestro aliento y nuestro latido contra todo pronóstico humano.




Debido a la debilidad física, la pérdida de masa muscular y un corazón que ha sobrevivido a base de cuidados naturales y mucho reposo, no he salido de casa en estas 44 semanas.  Mis únicas ‘salidas’ han sido hasta la entrada del complejo para sacar la basura o recibir algún pedido en los tiempos de bendiciones.

De algún modo, este aislamiento del mundo exterior y este encierro forzado, se parecen bastante a las cavernas que se mencionan en muchos textos.

En el mito de la caverna de Platón, la caverna representa la prisión que este mundo de lo físico crea en el alma humana, la luz es la realidad verdadera y universal; y la liberación de los prejuicios para soltar el alma hacia el mundo verdadero.

San Benito vivió en una cueva de la zona montañosa de Subiaco durante 3 años, para luego realizar la obra que Dios le había encomendado.

Estas cavernas que se repiten en mitos y en la vida de algunos hombres santos, a veces se nombran también como desiertos.  En todos los casos hay un vacío total, una soledad absoluta, una carencia de recursos y un viaje profundo a la oscuridad para aprender a sostener la propia Luz.

En todo caso, no es nuestra luz, sino que en ese despojo, aprendemos a entregarnos y convertirnos en esa vasija moldeada por Dios, que puede contener e irradiar Su Luz.

En la caverna, una aprende a vivir en el ‘aquí y ahora’; el presente es lo único que se tiene y aunque parezca imposible, siempre hay maneras de encontrar el equilibrio y sonreír por el milagro de estar sostenida por dios.  Cuando se carece de recursos y las necesidades básicas no están cubiertas, no se puede hacer planes de ninguna clase; ni a corto plazo siquiera.  Se puede soñar, por supuesto, pero una aprende que Dios es quien ha tomado el control.  La mejor medicina para eso es liberarse de expectativas y esperar la sorpresa de cada día; cuando Dios nos muestra qué necesita de nosotros o cuál es la lección del día.




Claro que no soy Jesús, ni Platón, ni San Benito; pero compartimos algo en común: la gente de nuestro entorno nos considera chiflados y hasta peligrosos.

El marketing de las terapias holísticas superficiales nos vende un positivismo tóxico y nos termina convenciendo de que sólo con el pensamiento podemos lograr milagros.

Podemos sí, ser co-creadores de milagros.  Pero una vez que hacemos nuestros votos de fe y acudimos al llamado de Dios, Él es el accionista mayoritario de nuestro emprendimiento, el decano de nuestra universidad y el alfarero de nuestra vida.

Medirse con el rendimiento o los logros de otras personas es nuestra mayor perdición. Intentar demostrar o justificar nuestro esfuerzo a otros es sólo una mala gestión de nuestra culpa, vergüenza y frustración.

Dios debería ser nuestra única medida.  Nuestra gestión emocional debería enfocarse en nuestra paz interior y en nuestra capacidad para irradiar la Luz Divina.

Susannah Lorenzo / Tejedora de Cielos

Una aprendiz muy lenta.

Puentes con Dios

Escrito entre la 01:00 y las 03:00 am de una noche con el influjo de la luna llena.



“Hágase tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo.” (Padre Nuestro)




Simbología de la caverna

Como arquetipo de la matriz materna, la caverna figura en los mitos de origen, de renacimiento y de iniciación de numerosos pueblos.

Numerosos ritos de iniciación comienzan por el pasaje del impetrante a una caverna o a una fosa.

Según una opinión más mística Dionisos es a la vez el guardián del antro y aquel que libera al prisionero rompiendo sus cadenas: «Puesto que el iniciado es un Dionisos es en realidad él mismo quien primero se mantiene prisionero y él mismo quien luego se libera; es decir, como lo vieron Platón y. Pitágoras, el alma está prisionera de sus pasiones y es liberada por el nous o intelecto» (MAGE, 290-291).

Como vemos, toda la tradición griega enlaza estrechamente el simbolismo metafísico y el simbolismo moral: la construcción de un yo armonioso se hace a imagen de un cosmos armonioso.

 La caverna simboliza la exploración del yo interior, y más particularmente del yo primitivo, rechazado a las profundidades de lo inconsciente.

La caverna se considera también como un gigantesco receptáculo de energía, pero de una energía telúrica y de ningún modo celestial. Así desempeña su papel en las operaciones mágicas. Templo subterráneo, guarda «los recuerdos del período glacial, verdadero segundo nacimiento de la humanidad. Es apropiada para las iniciaciones, la sepultura simulada y las ceremonias que rodean la imposición del ser mágico. Simboliza la vida latente que transcurre entre el nacimiento por obstetricia y los ritos de la pubertad. Comunica al primitivo con las potencias ctónicas (divinidades que residen en el interior de la tierra) de la muerte y de la germinación»

Diccionario de los Simbolos  - Chevaliar y Gheerbrant 



Sólo un cuenco vacío y limpio puede llenarse plenamente de agua bendita.
Susannah Lorenzo / Tejedora de Cielos


sábado, 31 de diciembre de 2022

Verdaderas intenciones


 

Tienes que saber que yo te veo, te reconozco, te honro y te celebro.

Te veo tal como eres, te amo así, de principio a fin; no cambiaría ni un centímetro de tu geografía o de tu océano interior.

Yo te leo, leo lo que escribes y lo que callas, leo tus miradas, leo tus gestos, leo tus metáforas y respiro con tus palabras.

Yo te escucho, lo que susurras, lo que guardas, lo que gritas en la distancia, lo que recitas como un verso amado y lo que lees con amor de contadora de cuentos  y mujer medicina.

Yo creo en ti, creo en tus talentos, creo en tus dones, creo en tus sueños, creo en tus deseos, creo en tu potencial y tu capacidad infinita; yo creo en ti, sobre todo cuando nadie cree en lo que haces o dices.

Yo te cuido, para que nada te falte y nada te dañe, yo te alcanzo y te pueblo con la magia que Dios puso en mis manos.

Yo te amo, con desvelo y con respeto, con pasión y con ternura, con despojo y con arrojo; yo te amo con el compromiso de saberte plena y honrar el templo sagrado donde habita tu alma.




Yo me postro a tus pies para pedirte perdón, porque a veces no te escucho y dejo que las voces y ruidos de otros me pueblen de miedos y dudas.  Te pido perdón porque te descuido y dejo que la desidia y la  indiferencia de otros te vuelvan invisible.  No necesitas que nada ni nadie valide tu presencia, porque tu presencia va más allá de la voz que se multiplica en las redes sociales o las palabras que viajan para ser leídas por otros corazones.  Tu presencia es como la Divinidad misma, como el aliento de Dios en tu corazón, como la voluntad del Cielo que se expresa en lo imperceptible y cotidiano, como los milagros que no se anuncian pero te arrastran hacia el poder de lo que no guarda razón.

Dios te ve, yo te veo.  Dios te ama, yo te amo.  Dios te habita y mi compromiso en este inicio de año es habitarte plena e intensamente, sin medias tintas, sin miradas ajenas ni juicios que prometen aceptaciones vacías.

Te quiero bien.  Me quiero bien.  Te amo bonito.  Me amo bonito.

Si ellos no saben, no entienden, no pueden o no quieren, solo Dios puede perdonarlos o guiarlos.

Tú si sabes, yo también.  Tú entiendes y yo te entiendo.  Tú puedes y yo quiero.  Me perdono y te perdono, porque siempre fuimos tú y yo mecidas en el Amor de Dios.

Te tengo y me tienes y con eso, alcanza.

Susannah Lorenzo©

Susie / Soledad Lorena / Meherdeep Kaur

31.12.2022


domingo, 6 de febrero de 2022

Este cuerpo mío

Me gusta habitar este cuerpo mío.  No siempre fue así.  Hubo un tiempo en que estaba tan molesta con algunas partes de mi cuerpo (las defectuosas o las extremadamente llamativas), que era incapaz de disfrutar lo que tanto me gusta de mi cuerpo.




Está cubierto por una piel suave, sedosa y extremadamente sensible; una piel que ha seducido a más de un caballero; una piel que ha calmado a mis hijos y nietos (su aroma, su tacto e incluso su sabor); una piel que está compuesta por millones de circuitos que registran vibraciones, sonidos, partículas en el aire o la humedad de las nubes; una piel que es recuerdo de los pétalos sagrados del loto de mi Alma que florece.  Mi piel siempre me ha gustado.

Respiro y siento los músculos doloridos de mi espalda, mi cadera e incluso mis piernas.  Algunos son dolores nuevos, causados por haber lidiado con un lavarropas que ya no funciona y por haber limpiado los pisos en esta tarde de domingo.  Pero también hay un dolor asentado que es parte del cansancio causado por demasiadas horas de trabajo y pocas horas de descanso; un cansancio acumulado por décadas, fruto de un esfuerzo físico desbordado, jugando siempre a ser la Mujer Maravilla.  Nunca me gustaron los dolores de mi cuerpo ni de mis órganos.  He convivido con dolor crónico (de diferentes colores y especies) desde que tenía 11 años.  Sin embargo, hoy puedo honrar y respetar esos dolores y comprender que hay belleza en la señal que mi cuerpo emite para decirme: “hasta aquí, basta por hoy”, o para revelar una tormenta emocional que he ignorado o una herida que he enterrado bajo lápidas de silencio.  Hoy puedo amar cada dolor, cada tensión y cada desorden físico, porque durante demasiado tiempo, mi cuerpo ha sido mi esclavo y no he sabido honrarlo como templo donde mi Alma y la Divinidad se manifiestan físicamente.




Cierro los ojos y puedo saber con certeza qué órganos están funcionando correctamente y cuáles están buscando la forma de compensar carencias o desequilibrios en mis hábitos diarios.  Respiro y dejo que en el silencio la Luz que me habita sea parte de los fluidos que recorren cada curva y cada profundidad invisible a mi ojo humano.

Me gusta la forma en que mi cuerpo responde, se acomoda, se calma, se relaja y se sutiliza, cuando me ocupo de mis chakras, mis meridianos, mis Puentes internos, mis emociones, mi energía sagrada y le doy permiso para establecer horarios, rutinas y descansos.

Juego a ser niña, una niña muy pequeña que se maravilla cuando sus manos dibujan formas en el aire o cuando la palma ahuecada activa espirales de luz y energía; una niña curiosa que observa cómo se pliegan sus piernas o como su cabeza hace movimientos involuntarios frente al espejo de la vida.




Disfruto hablar con mi cuerpo.  Desperdicié muchos años ignorándolo, acallándolo, disfrazando sus síntomas con fármacos, creyendo que la Divinidad habitaba en una iglesia y que mi cuerpo poco tenía de sagrado.  Hablar con mi cuerpo es la manera más simple de hablar con Dios, porque el aliento Divino ha creado cada célula, cada partícula invisible y microscópica de este cuerpo mío que es apenas uno de los tantos templos que Dios usa para que su verbo cree, su pensamiento inspire, su aliento respire y sus pasos caminen sobre este planeta.

Cuando cumplí 50 años me sentí frustrada, estafada y decepcionada por todas las limitaciones que mi cuerpo repentinamente imponía a mi vida tan libre y tan perfecta.

Ahora, con 57 años celebro cada una de esas limitaciones que resultaron en el desvío necesario para que mi ego obstinado se corriera del medio del camino donde mi Alma debía transitar libremente.  Ahora, abrazo y contemplo amorosamente este cuerpo mío que ha sobrevivido tanto, que ha superado tanto, que ha transmutado tanto, que se ha adaptado a tanto, que ha creado tanto, que ha resistido tanto y que se ha convertido en mi Maestro de vida.

Susannah Lorenzo©

Susie leyendo El Camino hacia el Oro Interior



Ejercicio de Escritura Terapéutica inspirada en el Ejercicio 1: Desidentificación con el Cuerpo

Ejercicio libre de escritura y meditación

“Quita la atención de la mente, de su normal fijación en el flujo asociativo de pensamientos pasajeros y en el diálogo interno, y colócala estrictamente en las actividades motoras del cuerpo.

(…)

¿Dónde reposa la tensión cuando el cuerpo está en reposo?”

El Camino hacia el Oro Interior

Manual Práctico de Sutilización

Qué Bueno Saber de Vos

Tienda Holística Artesanal


viernes, 7 de enero de 2022

Mitos de lo Sagrado

 

¿Cómo podemos sanar emocionalmente, completa y profundamente, si creemos que nuestras emociones residen en el centro de nuestro pecho o en nuestra mente?

¿Cómo podemos ser Seres Espirituales habitados por la Divinidad si seguimos convencidos de que la espiritualidad nada tiene que ver con las partes de nuestro cuerpo al sur de nuestro ombligo?

¿Cómo podemos dominar el arte de la meditación y la armonización de nuestros chakras, sino trabajamos activamente con nuestra energía sagrada?

¿Por qué creemos que un altar, una plegaria, un templo hecho por humanos, la presencia de los Ángeles e incluso los mensajes de Dios son algo sagrado?  ¿Por qué nos cuesta creer que el templo físico donde habita nuestra sexualidad (creado por Dios) es algo sagrado?  ¿Por qué no invocamos a Dios o a los Ángeles en un momento de actividad tántrica sexual?




Viernes en horas tempranas de la tarde

Mi cuerpo y mis energías insistían en recordarme que los tenía abandonados (ya ni sé desde cuándo).

A pesar de que los obreros de la construcción habían llegado puntualmente a trabajar al medio día en los departamentos vacíos (pared mediante), estaban bastante silenciosos.  La temperatura de verano no estaba tan intensa, debido al cielo nublado.  Dispuse todo para el momento: sahumerio, aceite de coco, mis auriculares con música tántrica para sanar y mi mejor sonrisa de ‘hoy me doy permiso’.

Estaba plácidamente acomodada sobre mi cama y al poco tiempo de comenzar mi sesión de auto placer (lo hago como una meditación activa), comenzaron los ruidos intensos.  Estuve a punto de desistir, pero recordé el vídeo que había visto ayer de Ismael Cala (sobre meditar en cualquier lugar y con ruido) y decidí respirar hondo.

Entonces, sin pensarlo y sin saber por qué, imaginé al Arcángel Miguel, parado frente a mí, protegiendo la pared compartida con la obra en construcción, los ruidos y las energías de las personas que allí estaban. Al principio se sintió raro: ¿un arcángel en mi habitación en un momento de sensualidad?  La imagen seguía nítida e intensa.  Si nuestra energía sexual es sagrada, reside en nuestro templo (Chakra Sacro) y es parte de nuestra divinidad, entonces, debería ser totalmente normal invocar un Ángel, un Arcángel o el mismito Dios en un momento así.

Después de todo, es mucho más sano y sagrado invocar la presencia Divina de algún ser superior, que invocar el recuerdo y la energía de una persona que nos inspire aunque ya no forme parte de nuestra vida o nunca vaya a hacerlo.

Mi cabeza de Virgo no para, así es que en ese mismo momento, decidí que tenía que escribir y compartir mi experiencia; después, obviamente de haberme ocupado de mis energías amorosa y sagradamente.



 

Si bien hace tiempo que trabajo con mi Shakti (energía sagrada femenina), a través de meditaciones y del uso de Yoni Eggs (huevos de obsidiana y cuarzo rosa); me desconecto fácilmente de mi energía del segundo chakra (Chakra Sacro).  Siempre fue así, a pesar de ser una mujer apasionada en mi juventud, me fue mucho más fácil trabajar mi espiritualidad, mi sabiduría y mi sanación, desde la cintura para arriba.  Más de un trastorno energético, más de un desequilibrio emocional y más de un síntoma físico, me han hecho saber que eso no es lo correcto.  Cada vez que hago un diagnóstico de mis chakras a través de sesiones de TarotEvolutivo, el resultado es el mismo: Chakra Raíz y Chakra Sacro desarmonizados.

Después del diagnóstico, me hago la tonta, como siempre; es decir, uso Mantras, meditaciones, alimentación consciente, danza de los chakras, cristales e incluso música para armonizar esos chakras. Postergo (de forma incosnciente) el trabajo activo con mi Divino Femenino. Incluso, tengo en mi lista de pendientes, hace más de un año (yo diría que un par de años), el grabar un vídeo para la comunidad de Puentes, sobre el auto placer como camino de sanación.



Mirando hacia atrás, cada vez que he usado un Yoni Egg, he meditado, he respirado conscientemente, he manifestado en voz alta mi intención de sanar y encontrar el equilibrio, pero no he invocado jamás a Dios o los Arcángeles en ese momento, no he invocado a ninguna presencia superior Divina.



Quitar la Divinidad que nos habita de la ecuación, despoja de lo Sagrado a todo aquello que hacemos para sanar nuestro Divino Femenino e incluso nuestros órganos femeninos.

Nuestra cabeza está demasiado llena de prejuicios;  condicionamientos culturales, sociales y familiares; interpretaciones religiosas y miedos adquiridos.

Todo en la vida se aprende haciendo.  No hay otro camino.  Puedo leer libros, escuchar audios, ver vídeos;  pero si no hago nada con ello, sino practico, sino aplico dedicación y constancia intencionada, no habrá resultados, ni aprenderé nada.  Aplica para crochet, cocina, carpintería, armonización de chakras, o el cuidado de nuestro Templo Sagrado (Divino Femenino / Shakti).

Confieso que a pesar de trabajar con el  Ejercicio del Espejo y la foto de mi Susie pequeña en mi altar; las circunstancias de la vida, mi edad, mis problemas de salud y las dificultades económicas han dormido mi libido.  A veces, aparecen unas ganas pequeñitas, pero siempre hay algo más importante que hacer en mi agenda.

¡Y después me pregunto por qué hay un par de asuntos que no termino de sanar y acomodar en mi vida!



“El segundo chakra, del sacro, es nuestro centro de vitalidad; la flexibilidad en este punto, nos permite sentirnos satisfechos en nuestro propio cuerpo.  El nombre sánscrito ‘Svadishana’, significa ‘nuestra propia morada’.  Este chakra responde a los ciclos de la Luna y equilibra los momentos lunares femeninos.  Un chakra del sacro en armonía desplaza la energía hacia arriba desde el chakra raíz y provoca sensibilidad sensual y alegría.  Aporta fluidez a nuestras acciones, habilidad para relajarnos y expresarnos en danza, la música y otras artes. 

Sin embargo, si se encuentra desequilibrado, podemos notar falta de energía y espontaneidad.  Este chakra alude a nuestra forma de responder a los sentimientos.  Nuestro centro de vitalidad es acuoso por naturaleza y está sujeto a los cambios de humor, aunque solo crecemos cuando reconocemos nuestro lado más oscuro y difícil.  Y si no crecemos frente a la adversidad, nuestro niño interior se estanca en el segundo chakra y somos incapaces de desplazar la energía en sentido ascendente, hacia otros niveles.  (Incluso nuestra vida espiritual.)

Chakra Sacro

·         Color: naranja

·         Sistema fisiológico: genitourinario

·         Sistema endocrino: glándulas suprarrenales

·         Cuestiones clave: relaciones, emociones, adicciones

·         Enseñanza interior: buscar relaciones significativas en todas las formas de vida

·         Acción energética: transmuta / sutiliza la energía sexual”

Patricia Mercier

La Práctica de los Chakras



 

No podemos reconocer como sagrado, una parte importante de nosotros, sobre la que sentimos vergüenza o culpa.  No podemos sanar aquello que no se reconoce ni se acepta.  Para poder sanar verdaderamente nuestra energía más sagrada, debemos bendecir la Morada, el Templo Sagrado con la energía superior más alta disponible: la energía de Dios, el Espíritu, o nuestros Guías Espirituales.



Para leer y/ o escuchar

El cuerpo siempre sabe

La Bruja de los Besos: Blog / Vídeo

Poema Shakti: Blog / Vídeo

Manifiesto de Amor

Divino Femenino en mi página web