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sábado, 8 de junio de 2024

Aprender a Recibir

 


Apertura del Divino Femenino

Sin importar cuánto necesitemos ser abrazadas, contenidas, sostenidas, acompañadas o apapachadas; si somos sobrevivientes de abuso, violencia o trauma sexual, sentiremos un miedo profundo y escondido a recibir.  Porque para recibir hay que abrirse, mostrarse vulnerable, dejar a un lado los escudos y desactivar los mecanismos de defensa.

Tenemos miedo de abrirnos (verdadera y profundamente), porque el recuerdo grabado en el cuerpo físico, es más fuerte que la memoria de la mente o incluso del corazón.  Ya sea que hayamos sido colonizadas, vejadas y mancilladas contra nuestra voluntad; o que nos hayamos abierto temprana e inocentemente a la persona equivocada y que se aprovechó de nuestro candor; las huellas y mecanismos de defensa (inconscientes) serán los mismos o similares.

Tenemos desconfianza de ser tocadas en nuestra fibra íntima, de que nos palpen las heridas, nos rocen el corazón o incluso lastimen aquello que nos ha costado tanto sanar y que ya no duela. Nos hemos fortalecido para evitar ser despojadas, burladas, engañadas o juzgadas.




Aunque ya no soy una víctima, sino una sobreviviente y han pasado más de 40 años del trauma inicial; con cada vuelta del espiral evolutivo descubro una nueva capa que aún queda por sanar: viejos patrones y bloqueos que aún afectan mi forma de relacionarme, manifestar mis sueños e interactuar con la abundancia del Universo.

Nos sentimos seguras y a salvo dando; dar nos permite ‘controlar’ el vínculo, pero por sobre todo no necesita de una apertura interior íntima o sensible.  Somos buenas para ‘dar’: amor, compasión, empatía, contención, ayuda y tiempo; damos todo aquello que no pudimos recibir y que sabemos que toda mujer necesita.  Somos solidarias con otras sobrevivientes y podemos detectar una víctima sin que diga una sola palabra.

Aunque llevemos años (y décadas también) sanando nuestro Divino Femenino, escondemos lo más sagrado de nosotras para protegernos, para resguardar los nuevos tesoros que han nacido en nosotras hasta que llegue la persona indicada.  Aprendemos a valernos por nosotras mismas y sin darnos cuenta, híper activamos nuestra energía masculina: la energía que hace, consigue, conquista, resuelve, protege, y nos arma de pies a cabeza como una guerrera sagrada de la vida.

 


 

Tarde o temprano nos sentimos abatidas, frustradas, con un cansancio que se acumula y que no siempre resulta en los éxitos que deseamos; porque estamos ancladas en nuestra energía masculina y porque de tanto defendernos y protegernos, hemos olvidado como recibir sin miedo, culpa o vergüenza.

Abrimos las manos, para dar, para recibir, para aferrarnos a lo que creemos nos pertenece, para amasar, para cocinar, para acariciar, para crear e incluso, logramos abrir las manos para sanar lo que duele y remendar lo que está roto.

Aprendemos a abrir el corazón nuevamente, para amar, para ser amadas, para calmar, para suavizar, para acompañar, para contener, para sentir, para dejarnos habitar por Dios, para rezar, para creer en una nueva vida.

Nos entrenamos para abrir nuestra mente a nuevas formas de pensar, estudiar, aprender, reconocer, comprender e incluso para dibujar infinitas salidas a laberintos que parecen nunca mostrar su verdadero acertijo.




Sin embargo, en un rincón secreto y guardado, nuestro útero (o su equivalente energético) se mantiene cerrado como un puño, guardando cicatrices físicas y emocionales de todo aquello que nos dañó en lo más profundo de nuestro ser. 

Podemos creer que nos hemos abierto, sexualmente hablando, desde la genitalidad, permitiendo incluso un placer físico que disimula cualquier dolor.  Podremos habernos abierto de piernas para permitir penetraciones que no terminan de saciarnos y que nos convencen por breves segundos de que somos amadas, necesitadas y deseadas.




¿Cómo saber si el útero está cerrado y es incapaz de recibir abierta y profundamente?

  • Sentimos que siempre somos la que ama más, la que ama demasiado, la que se ‘da’ completamente sin recibir lo mismo a cambio.
  • Nos sentimos mal amadas, no amadas, rechazadas, excluidas, y sedientas de recibir algo que nunca llega.
  • Estamos desconectadas de la energía de abundancia y prosperidad del Universo; corriendo siempre detrás de una zanahoria que nunca alcanzamos.
  • Cada vez que recibimos algo valioso (sentimental o económicamente hablando) nos sentimos ‘en deuda’, buscando inmediatamente compensar con la entrega de algo a cambio.
  • Nos embarcamos en relaciones tóxicas, convencidas de que salvaremos, transformaremos o le enseñaremos a amar a quien sólo busca satisfacer las necesidades de su ego.
  • Justificamos las ausencias de las otras personas, perdonamos sus promesas incumplidas, creemos en palabras vacías  e ignoramos las señales y conductas que amenazan nuestro bienestar e integridad emocional.
  • Nos quedamos esperando a que alguien (incluyendo Dios) se dé cuenta de lo que sentimos y necesitamos, sin que tengamos que pronunciarlo en voz alta.

 



Como mujer, estamos hechas para conectar, Ser, abrir, recibir, sentir y anidar.  Nacimos para ser sacerdotisas, para aquietar el movimiento y dulcificar nuestro corazón y el de otras personas.  Como tales, sostener el estado de apertura sin mecanismos de defensa,  sin estrategias de guerra, sin proyecciones ni planificaciones dignas de arqueros y cazadores.

Una mujer no puede sostener el Amor sólo en su corazón, no puede simplemente pretender que Dios habite en el centro de su pecho y desde allí todo se resuelva.  Una mujer necesita sostener el Amor en su cuenco sagrado, en la morada de la semilla creativa, allí donde el útero late como un segundo corazón.   Es entre los muros húmedos y oscuros de la caverna femenina donde Dios debe habitarnos para consagrar nuestra creatividad sagrada.

En lo personal, cada vez que pregunto cómo puedo activar la energía de abundancia y prosperidad en mi vida, la respuesta es la misma: más Amor.  ¿Cómo es posible que Dios y el Universo me pidan más Amor, si hago todo mi trabajo con Amor y desde el corazón?  La respuesta llegó en forma de inspiración para una nueva meditación y esta reflexión que estoy compartiendo.




En mi caso, no se trata de dar más o poner más Amor en lo que doy; mi aprendizaje es ‘recibir con Amor’, abrirme con Amor;  encontrar paz en el recibir sin permitir que mi mente sostenga deudas, culpas y  vergüenzas.

Querer controlar es un acto propio de la energía masculina, incluso si quiero controlar lo que recibo y cómo lo recibo.  Ese aspecto pudo ser útil en otras etapas de mi vida, pero no puedo encontrar la sanación desde el equilibrio, si no me adapto a las nuevas necesidades espirituales y energéticas de mis cuerpos (físico, mental, emocional, etérico).




Según el Dr. Alberto Villoldo, los traumas psicológicos y espirituales no resueltos, no sólo dejan huella en el cuerpo físico sino que dejan marcas en nuestros campos luminosos. Hasta que no limpiamos o sanamos esas marcas o cicatrices en el cuerpo energético, su equivalente será sostenido en el cuerpo físico.  Por el contrario, las experiencias positivas no dejan una marca en el cuerpo luminoso.  La paz y la serenidad que descubrimos a través de la práctica espiritual, se convierte en combustible para las capas más íntimas de nuestro campo energético luminoso, energizando así el alma y el espíritu.

Las huellas de trauma y enfermedad física están tallados en la membrana de la capa más externa del cuerpo luminoso energético,  cómo diseños que se cortan sobre el vidrio.  Lo que se sana a nivel energético, puede ser sanado a nivel físico.

Las huellas grabadas en la capa del cuerpo emocional y mental nos predisponen a vivir de cierta manera y a atraer a ciertas personas y relaciones en nuestra vida.  Es difícil cambiar nuestro estilo de vida o nuestros patrones de conducta si no limpiamos los rastros de trauma que quedan en las diferentes capas de nuestro cuerpo energético.

Puedes conocer más sobre este tema en mi libro ‘Espiritualidad y Salud’ o leer el libro ‘Chamán, Sanador, Sabio’ del Dr. Alberto Villoldo.




¿Cómo seguir?

Puedo dar testimonio que luego de recibir esta canalización y comprender finalmente el mensaje del amor, a través de la meditación, algunos bloqueos simplemente se disolvieron de forma parcial o total.  Las señales que llegaron fueron claras y precisas.

Horas después de la primera meditación llegaron los primeros trabajos prácticos: aprender a recibir lo que la vida está dispuesta a darme, sin intentar controlar el cómo, cuándo, dónde y a través de quién.

Por supuesto que un campo energético, un órgano o un sistema no se limpian ni se sanan de un día para otro.  Aprender a recibir es un proceso y requerirá de repetidas meditaciones y tomas de consciencia en el pensamiento y sentir cotidiano.

Reconocer, aceptar, tomar consciencia, escribir, y compartir el proceso es una manera de mostrar al Universo que estoy dispuesta, aquí y ahora.

Susannah Lorenzo© / Tejedora de Puentes


Para quienes prefieren escuchar mis reflexiones en vez de leer el Blog, he grabado ya la reflexión y aprendizaje sobre el Aprender a Recibir desde la Apertura del Divino Femenino, como un episodio del Podcast de Puentes.



jueves, 3 de noviembre de 2022

Manifiesto de Amor III

Artista: Katja Perez


Ya no quiero padecer, sufrir, dejar de respirar, reprimir emociones, cuidar mi intensidad, guardarme las palabras que quiero decir o los besos que aletean en mis labios.

La vida es hoy.

Quiero un buen amor, un amor bonito, un amor sagrado, un amor libre y un amor compartido.

Ya no quiero esperar a quien no quiere llegar, ya no quiero sentir culpa por un pasado que ya nadie recuerda, ni quiero sentir vergüenza por amar intensamente y ser sensible hasta en la punta de mis pestañas.

La vida es hoy.

Quiero amar a un hombre que me ame, que me quiera en su vida y que quiera ser parte de la mía; que no se sienta intimidado o abrumado por mí, que no necesite esconderme de su entorno y que tampoco se esconda de mí.

Quiero que mi corazón se abra y palpite en el Amor, sin calcular, sin medir, sin especular y sin anestesiar.

Quiero un hombre que baile conmigo cuando estemos vivaces y alegres y que pueda permanecer abrazado en silencio cuando tenemos un mal día.

Quiero un hombre que pueda ser honesto conmigo y consigo mismo, que viva en la verdad de quien nada oculta y nada teme; y que pueda sostener en actitudes lo que dice y lo que siente.

Artist: Sophie Wilkins


No quiero un mar de excusas ni una avalancha de promesas justificando la ausencia y el silencio.

La vida es hoy.

Quiero un hombre a mi lado con quien me sienta lo suficientemente segura para dejarme cuidar, pero que también sea vulnerable para dejarse cuidar.

No quiero un hombre que crea que un momento de placer justifica cien años de soledad. 

Ya no tengo edad para melodramas, telenovelas o agonías prolongadas.

Estoy en una edad en la que tengo más pasado que futuro.  Ya no puedo remediar el daño que hice, pero sí puedo sanar el daño que me hicieron y así evitar volver a dañar a las personas que amo.  Ya no puedo cambiar los recuerdos propios ni ajenos, pero sí lo que elijo hacer con ellos.

Ya no quiero estar lejos del mar porque tenga síndrome de Alfonsina Storni.  Ya no quiero ser la eterna poetisa abanderada del romanticismo triste.

Para escuchar (Vivir sin ti)

 


Quiero ser la contadora de historias que dibuja y vive realidades mágicas y deja un rastro de alegría y polvo de estrellas por donde quiera que pase.

Quiero sentirme plenamente viva hasta el último día que habite este cuerpo y este planeta.

Por eso, en un acto profundamente egoísta, elijo ya no cargar herencias amargas, ni solidarizarme con quienes habitan el caldo de sus penas.  Elijo sacudir el espiral de energía que me rodea para que todos los asteroides inertes que se quedan en mi orbita, salgan a buscar otras galaxias.

Soy una Tejedora de Puentes y como tal, celebro los vínculos que se cuidan amorosamente como un jardín; creo en los puentes que se transitan de ambos lados y se sostienen con la atención consciente y plena; creo en las relaciones que se disfrutan y se acunan para que puedan crecer y acompañar nuestra propia evolución personal.

No soy mujer de las que se quedan y disfrutan como mártires la espera sacrificada que pone en pausa sus vidas.

Soy mujer de las que se van.  Me voy de los lugares donde ya no soy celebrada ni esperada; me voy de las vidas donde hay más daño que ofrenda; me voy de los lugares donde no puedo ser libre; me voy de las vidas donde no hay tiempo ni espacio para mí; me voy de los lugares donde los recuerdos caminan como fantasmas por las calles y rincones, recordándome momentos que ya no volverán; me voy tan lejos como sea posible, allí donde la distancia geográfica justifique las ausencias.



No hay nada que pueda o deba hacer para que las personas que amo, sanen; solo ellas pueden elegir cómo y cuándo sanar.

No hay nada que pueda hacer para que las personas que amo, me amen como  yo necesito o para que se sientan felices de ser amadas del modo que las amo.

Solo puedo elegir amarme, respetarme y honrarme. 

Solo puedo elegir sanarme cada vez más profundo; hasta que el espiral de luz y energía a mi alrededor, sean tan amoroso y brillante que pueda bailar junto a otros espirales, creando una onda expansiva de luz, amor y alegría.

Parece irónico, habiendo tanta gente que nunca fue bien amada, y una aquí, amando a la persona equivocada.

Susannah Lorenzo©

Puedes disfrutar la lectura en voz alta de este texto en mi canal de YouTube, con edición audiovisual en vídeo.

Para escuchar: (Cuídame)


PD: a partir de ahora voy a ser Culpable






viernes, 7 de enero de 2022

Mitos de lo Sagrado

 

¿Cómo podemos sanar emocionalmente, completa y profundamente, si creemos que nuestras emociones residen en el centro de nuestro pecho o en nuestra mente?

¿Cómo podemos ser Seres Espirituales habitados por la Divinidad si seguimos convencidos de que la espiritualidad nada tiene que ver con las partes de nuestro cuerpo al sur de nuestro ombligo?

¿Cómo podemos dominar el arte de la meditación y la armonización de nuestros chakras, sino trabajamos activamente con nuestra energía sagrada?

¿Por qué creemos que un altar, una plegaria, un templo hecho por humanos, la presencia de los Ángeles e incluso los mensajes de Dios son algo sagrado?  ¿Por qué nos cuesta creer que el templo físico donde habita nuestra sexualidad (creado por Dios) es algo sagrado?  ¿Por qué no invocamos a Dios o a los Ángeles en un momento de actividad tántrica sexual?




Viernes en horas tempranas de la tarde

Mi cuerpo y mis energías insistían en recordarme que los tenía abandonados (ya ni sé desde cuándo).

A pesar de que los obreros de la construcción habían llegado puntualmente a trabajar al medio día en los departamentos vacíos (pared mediante), estaban bastante silenciosos.  La temperatura de verano no estaba tan intensa, debido al cielo nublado.  Dispuse todo para el momento: sahumerio, aceite de coco, mis auriculares con música tántrica para sanar y mi mejor sonrisa de ‘hoy me doy permiso’.

Estaba plácidamente acomodada sobre mi cama y al poco tiempo de comenzar mi sesión de auto placer (lo hago como una meditación activa), comenzaron los ruidos intensos.  Estuve a punto de desistir, pero recordé el vídeo que había visto ayer de Ismael Cala (sobre meditar en cualquier lugar y con ruido) y decidí respirar hondo.

Entonces, sin pensarlo y sin saber por qué, imaginé al Arcángel Miguel, parado frente a mí, protegiendo la pared compartida con la obra en construcción, los ruidos y las energías de las personas que allí estaban. Al principio se sintió raro: ¿un arcángel en mi habitación en un momento de sensualidad?  La imagen seguía nítida e intensa.  Si nuestra energía sexual es sagrada, reside en nuestro templo (Chakra Sacro) y es parte de nuestra divinidad, entonces, debería ser totalmente normal invocar un Ángel, un Arcángel o el mismito Dios en un momento así.

Después de todo, es mucho más sano y sagrado invocar la presencia Divina de algún ser superior, que invocar el recuerdo y la energía de una persona que nos inspire aunque ya no forme parte de nuestra vida o nunca vaya a hacerlo.

Mi cabeza de Virgo no para, así es que en ese mismo momento, decidí que tenía que escribir y compartir mi experiencia; después, obviamente de haberme ocupado de mis energías amorosa y sagradamente.



 

Si bien hace tiempo que trabajo con mi Shakti (energía sagrada femenina), a través de meditaciones y del uso de Yoni Eggs (huevos de obsidiana y cuarzo rosa); me desconecto fácilmente de mi energía del segundo chakra (Chakra Sacro).  Siempre fue así, a pesar de ser una mujer apasionada en mi juventud, me fue mucho más fácil trabajar mi espiritualidad, mi sabiduría y mi sanación, desde la cintura para arriba.  Más de un trastorno energético, más de un desequilibrio emocional y más de un síntoma físico, me han hecho saber que eso no es lo correcto.  Cada vez que hago un diagnóstico de mis chakras a través de sesiones de TarotEvolutivo, el resultado es el mismo: Chakra Raíz y Chakra Sacro desarmonizados.

Después del diagnóstico, me hago la tonta, como siempre; es decir, uso Mantras, meditaciones, alimentación consciente, danza de los chakras, cristales e incluso música para armonizar esos chakras. Postergo (de forma incosnciente) el trabajo activo con mi Divino Femenino. Incluso, tengo en mi lista de pendientes, hace más de un año (yo diría que un par de años), el grabar un vídeo para la comunidad de Puentes, sobre el auto placer como camino de sanación.



Mirando hacia atrás, cada vez que he usado un Yoni Egg, he meditado, he respirado conscientemente, he manifestado en voz alta mi intención de sanar y encontrar el equilibrio, pero no he invocado jamás a Dios o los Arcángeles en ese momento, no he invocado a ninguna presencia superior Divina.



Quitar la Divinidad que nos habita de la ecuación, despoja de lo Sagrado a todo aquello que hacemos para sanar nuestro Divino Femenino e incluso nuestros órganos femeninos.

Nuestra cabeza está demasiado llena de prejuicios;  condicionamientos culturales, sociales y familiares; interpretaciones religiosas y miedos adquiridos.

Todo en la vida se aprende haciendo.  No hay otro camino.  Puedo leer libros, escuchar audios, ver vídeos;  pero si no hago nada con ello, sino practico, sino aplico dedicación y constancia intencionada, no habrá resultados, ni aprenderé nada.  Aplica para crochet, cocina, carpintería, armonización de chakras, o el cuidado de nuestro Templo Sagrado (Divino Femenino / Shakti).

Confieso que a pesar de trabajar con el  Ejercicio del Espejo y la foto de mi Susie pequeña en mi altar; las circunstancias de la vida, mi edad, mis problemas de salud y las dificultades económicas han dormido mi libido.  A veces, aparecen unas ganas pequeñitas, pero siempre hay algo más importante que hacer en mi agenda.

¡Y después me pregunto por qué hay un par de asuntos que no termino de sanar y acomodar en mi vida!



“El segundo chakra, del sacro, es nuestro centro de vitalidad; la flexibilidad en este punto, nos permite sentirnos satisfechos en nuestro propio cuerpo.  El nombre sánscrito ‘Svadishana’, significa ‘nuestra propia morada’.  Este chakra responde a los ciclos de la Luna y equilibra los momentos lunares femeninos.  Un chakra del sacro en armonía desplaza la energía hacia arriba desde el chakra raíz y provoca sensibilidad sensual y alegría.  Aporta fluidez a nuestras acciones, habilidad para relajarnos y expresarnos en danza, la música y otras artes. 

Sin embargo, si se encuentra desequilibrado, podemos notar falta de energía y espontaneidad.  Este chakra alude a nuestra forma de responder a los sentimientos.  Nuestro centro de vitalidad es acuoso por naturaleza y está sujeto a los cambios de humor, aunque solo crecemos cuando reconocemos nuestro lado más oscuro y difícil.  Y si no crecemos frente a la adversidad, nuestro niño interior se estanca en el segundo chakra y somos incapaces de desplazar la energía en sentido ascendente, hacia otros niveles.  (Incluso nuestra vida espiritual.)

Chakra Sacro

·         Color: naranja

·         Sistema fisiológico: genitourinario

·         Sistema endocrino: glándulas suprarrenales

·         Cuestiones clave: relaciones, emociones, adicciones

·         Enseñanza interior: buscar relaciones significativas en todas las formas de vida

·         Acción energética: transmuta / sutiliza la energía sexual”

Patricia Mercier

La Práctica de los Chakras



 

No podemos reconocer como sagrado, una parte importante de nosotros, sobre la que sentimos vergüenza o culpa.  No podemos sanar aquello que no se reconoce ni se acepta.  Para poder sanar verdaderamente nuestra energía más sagrada, debemos bendecir la Morada, el Templo Sagrado con la energía superior más alta disponible: la energía de Dios, el Espíritu, o nuestros Guías Espirituales.



Para leer y/ o escuchar

El cuerpo siempre sabe

La Bruja de los Besos: Blog / Vídeo

Poema Shakti: Blog / Vídeo

Manifiesto de Amor

Divino Femenino en mi página web

 



jueves, 11 de febrero de 2021

La libertad que nos asusta

 Cuidar la Libertad

“Your freedom will offend others.”

David Hayward

(Tu libertad ofenderá a otros.)



Valores que no se negocian

Silencio

Paz

Armonía

Belleza

Libertad

 

El patriarcado es un sistema regido por energías masculinas y sostenido por hombres y mujeres que creen siempre tener la razón y consideran que la sensibilidad, la empatía, la compasión, la intuición,  la poesía, la creatividad y la magia (rasgos comunes de la energía femenina) son signos de extrema debilidad que nublan la razón e impiden que las personas tomen las decisiones correctas.  Por eso, siempre hay en el sistema alguien en su ‘sano juicio’, con la capacidad intelectual y el nivel de energía masculina suficiente para decidir y actuar por el miembro del clan que ‘está en peligro’.

En el patriarcado, el ‘mas fuerte’ (económicamente o masculinamente hablando) es quien se cree habilitado para decidir sobre la salud, el bienestar, la forma de vida, los hábitos y hasta el manejo de dinero de quien es considerado débil o enfermo según el clan.

En el patriarcado, el Divino Femenino asusta y debe someterse; no es celebrado, honrado ni considerado como Sagrado.



Por supuesto que acabo de elaborar esa definición y no pretendo que estés de acuerdo, todo lo que escribo, lo hago en base a mi experiencia y a mi realidad circundante.

 

“Cuidar es que no taladren paredes cuando necesitamos silencio.

Cuidar es que nos hablen con una mirada que diga “yo estoy acá, para vos”.

Cuidar es que no corran las cortinas para que entre el sol cuando queremos estar un ratito a oscuras.

Cuidar es dejar de lado la violencia que implica anteponer nuestras creencias sobre las verdaderas necesidades del otro.

Cuidar es no invadir, es amar y el amor es rezar en un lugar en el que no tienen miedo de dormir los pájaros.”

Cin Wololo / Estrellada

 

En mi familia hay mucho amor, mucho.  Pero también el sistema del patriarcado está arraigado desde los inicios y nadie parece tener el coraje o las ganas de cambiar eso de una buena vez.  Por eso, la manera de cuidarte es mantener tus signos vitales, asegurar que tengas techo y comida  y que alguien ‘más fuerte’ que vos, te cuide. Siempre hay alguien que sabe mejor que una, lo que se debe hacer, cómo se debe vivir y hasta lo que debe comer. Siempre hay alguien recordándote que una persona está sana y tiene todo lo que necesita si tiene signos vitales (sinónimo para ellos de estar vivo), techo y comida.  Lo demás son debilidades bohemias de mujeres con hormonas alteradas y alma de brujas que alguna vez murieron en la hoguera.

Cuando una mujer de cierta edad se queda sola y permanece así por mucho tiempo, los guardianes están al acecho, dispuestos a cuidarte y salvarte.  Si esa mujer que está sola tiene alguna enfermedad crónica y no pudo construir solvencia y estabilidad económica o no se consiguió algún proveedor por el camino que le dejara una herencia interesante; desde los cuatro puntos cardinales las voces sentenciarán que su soledad atenta contra su salud.

Ya, haberme resistido a ser ‘vacíada’ (de mis órganos femeninos) como todas las mujeres de mi familia, ha sido una herejía; imagínate, intentar vivir de mis libros artesanales, mis artesanías y las terapias holísticas, eso es toda una osadía y una locura. Claro, es que llevo unos años difíciles, en los que mi heladera diminuta no siempre está llena y en los que he salido a pedir ayuda, desde mi vulnerabilidad. En un sistema machista y patriarcal, una mujer sin hombre, incapaz de generar buenos números con varios ceros, es considerada débil, ineficiente, incapaz y con algunos patos que no se acomodan en la línea. (Puedes leer después lo que escribí hace algunos años sobre eso.)

Cuando mi abuela mágica se quedó sola, quienes más la amaban, vendieron sus cosas, empacaron lo poco que quedaba en un bolso, y decidieron que a partir de ese momento, debería pasar un tiempo con cada hijo, para estar ‘a salvo’, sin su jardín y sin su libertad. (Puedes leer Claveles en el aire).

Cuando una de mis tías maternas (la única que trabajó toda su vida y tuvo una profesión) se quedó sola, la familia decidió que no era bienvenida en ningún sitio y que su modo de vida era un peligro para ella.  Con su salud mental y física plena, la internaron en un geriátrico; donde se convirtió en un manojo de piel y huesos abatido por la tristeza y sin libertad para disponer qué hacer con su jubilación o sus pertenencias. (Puedes leer Por su bien.)

Y aquí estoy yo, dándoles la razón a quienes vaticinaban “vas a terminar sola como tus tías”, porque a los 15 no quería un novio que pidiera mi mano, y porque siempre tenía demasiadas ínfulas de libertad, demasiada sed de poesía, demasiada necesidad de belleza, demasiada inteligencia usada en pos de lo femenino, demasiada creatividad, demasiada batalla por la libertad, demasiado… (Puedes leer sobre mi adolescencia en Amor Desnudo.)



Mis libertades seguramente no son las tuyas.  Más allá de que el sistema o la sociedad establezca ciertas libertades mínimas, cada persona tiene su propio conjunto de libertades que le permiten expresarse y Ser un Alma con una experiencia espiritual en esta tierra.

Muchas de las libertades que yo defiendo y sostengo, son parte de esta etapa de mi vida (tengo 56), son libertades que no pude ejercer, por ejemplo en mi etapa de maternidad.  Son libertades que me costó aprender a disfrutar en soledad sin sentir culpa o remordimiento, porque la mayoría de los miembros del clan no las tiene y por eso soy un pájaro que merece una buena jaula.


Defiendo la libertad de hacer lo que me gusta.

Defiendo la libertad de tener paz y quietud cuando lo necesito.

Defiendo la libertad de levantarme a la hora que mi cuerpo necesita.

Defiendo la libertad de elegir qué comer y cuando.

Defiendo la libertad de usar el baño y la ducha cuando lo necesito o cuando tengo ganas.

Defiendo la libertad de hacer reposo absoluto cuando mi salud lo necesita.

Defiendo la libertad de tener mis rincones para atender a quien lo necesite o para compartir un momento bonito con quien yo tenga ganas.

Defiendo la libertad de llevar mi día y mis actividades a mi ritmo.

Defiendo la libertad de dormir sin interferencias, sin condicionamientos, sin restricciones, sin horarios ajenos.

Defiendo la libertad de innovar y crear nuevos proyectos y dejar que mi musa me inspire y mi alma lleve el timón de mi vida.

Defiendo la libertad de elegir los aromas, los sabores, los sonidos y los estímulos que me rodean.

Defiendo la libertad de caminar semivestida o desnuda en los días de verano.

Defiendo la libertad de no deberle favores a nadie y no tener que hacer algo a cambio por recibir y techo y comida.

 

Valores que necesitamos reforzar

Respeto

Empatía

Compasión

Unicidad

Cuidado consciente




Susie©

Susana Lorenzo

Susannah Lorenzo

 

Nota: Este texto surge después de haber estado dos días en cama sin poderme mover, apenas levantarme a prepararme un té o alguna cosa para comer (después de la mala noticia y mal momento de lunes a la noche).  Blackie, que no es humano, siempre entiende, siempre comprende y acompaña, él es un guardián cósmico que me ayuda a reciclar y transmutar las energías negativas que recibimos y los golpes de la vida. Él se pone en posición de guardia y recelo antes de que las cosas sucedan, cuando sabe que me afectará o nos afectará.

 Esta crisis no es nueva, ya ha sucedido antes: tener que dejar un lugar, buscar un lugar para vivir que tenga requisitos mínimos y flexibles, tener apenas un garante y no tener recibos de sueldo, seguir con un par de enfermedades crónicas a cuesta y estar lidiando con un par de personajes que vienen haciéndome la vida difícil para que trabaje poco y nada y me vaya de este lugar.

Seguramente hay algo que no termino de aprender y Dios por eso, repite la lección. Antes, cada vez que sucedía, estaba organizando formas de desaparecer de este planeta; ahora me siento, escribo y defiendo mi libertad, le pese a quien le pese.

 Entiendo desde dónde las personas que me aman, quieren cuidarme tanto, tenerme como un velador sobre su mesa de luz o como una planta con signos vitales en algún rincón de su casa.  Las enfermedades crónicas no se curan.  Simplemente, se busca mejorar la calidad de vida y para ello el entorno es crucial: cantidad de horas de sueño, armonía, paz interior y exterior, ausencia de factores estresantes diarios, reducción de relaciones tóxicas; en definitiva cuidar lo que se ve, se lee, se escucha, se absorbe, se comparte y se traga mientras uno come.

 No es rebeldía, me resisto a terminar mis días como mi abuela o mí tía o como la mayoría de las mujeres de la familia (poco felices, amargadas, llenas de frustración y sueños rotos o con problemas  mucho más graves de salud derivados de tantas palabras ahogadas).  Como dice el título de mi blog de crónicas personales: No importa cuánto tiempo vivo, sino cómo vivo.  

Hasta el último aliento, defenderé mi libertad y quien no pueda comprenderlo o acompañarme, puede llamarse a silencio.

Gracias