sábado, 30 de abril de 2022

Entre Mundos

🐠 En mí última semana como pez varado en la arena he aprendido a no sentir vergüenza ni culpa por no lograr éxitos económicos.

Cada ser vivo tiene sus habilidades, sus limitaciones y fortalezas. Un pez no puede escalar un árbol como un mono, pero un mono no puede pasearse por el océano como lo hace un pez.

Así como cada especie animal tiene sus características de vida, hay diferentes especies de seres humanos, por así decirlo. Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, lo cual implica que Dios vive en nosotros y puede obrar a través de nosotros. Por eso nos ha hecho totalmente diferentes: hay grupos identificados por su origen ancestral, por su cultura, por su nivel de consciencia, por sus dones, por sus misiones, por su ascendencia planetaria y muchas otras más.

No podemos exigir que todos los seres humanos sean exitosos económicamente; así como algunos son excelentes matemáticos, otros son excelentes escritores y otros son bailarines alados.

La Madre Teresa no era una persona exitosa económicamente, pero su energía, su fuerza, su compasión, su amor y su sonrisa dejaban huella en todos los corazones y derribaban barreras humanas. Tenía la amorosa bondad maternal de la Madre María pero también se movía con Jesús en su corazón y en sus sandalias.

No soy la Madre Teresa ni por asomo.

Pero su ejemplo contemporáneo me recuerda que hay seres que vivimos entre mundos, entre el cielo y la tierra, entre lo sutil y lo denso, entre lo espiritual y lo mundano.

🧜🏻‍♀️Moverse entre mundos se parece bastante a las películas de viajeros en el tiempo: el cuerpo físico es denso y no siempre se adapta tan fácil y rápidamente a los cambios del espíritu. A veces sufre dolencias hasta que aprende un nuevo equilibrio o vibración. A veces, se queda varado en el plano físico mundano, porque las nuevas actualizaciones de sus chakras aún no encajan en un cuerpo cansado y envejecido.

Mis grandes logros son intangibles, algunos visibles y otros no tanto. Tengo dones y talentos que otras personas no tienen. Los honro, los pongo al servicio de Dios y vivo en consecuencia. No soy ni mejor ni peor. Soy única y diferente.

Vivo entre mundos. A veces, me llevan de viaje mientras duermo y el aterrizaje de regreso no siempre es suave.

Trabajo entre mundos. Muchos de mis libros, videos, meditaciones o audios, son canalizaciones y transmisiones; generalmente de Dios directamente o de la Madre María.

Sirvo entre dimensiones. Puedo alcanzar energéticamente a una persona sin importar en que lugar del planeta viva, ya sea para darle alivio, guiarla, transmitirle un mensaje o acompañar su proceso. A veces, no es voluntario, puedo estar dando una clase virtual y absorber las energías y emociones del alumno. Porque además soy PAS (persona altamente sensible).

Puedo llegar al corazón de las personas y recordarles la magia de su alma con las historias que escribo y leo.

Puedo despertar la belleza dormida en las personas con un poema.

Mí voz puede relajar, inspirar, calmar o brindar un espacio seguro para quien lo necesita.

Mi vocación de maestra (docente) puede hacer que el concepto más difícil se vuelva un juego de niños y puedo lograr que cada alumno o aprendiz descubra talentos y habilidades dormidas.

Puedo hacer alquimia en la cocina y aliviar una dolencia física o emocional con un plato de comida, una tisana o una taza de leche dorada.

Puedo convertir en amuleto o talismán, una manta tejida, un collar, una tiara, un mazo de cartas o una pulsera intencionada.

Acaso, mi trabajo como traductora e intérprete de inglés, fue mi primer Puente entre mundos, entre culturas y formas de pensar. Porque para ser bilingüe hay que salirse del yo individual y colectivo y pensar como el otro. Se piensa y se comunica paralelamente en dos canales diferentes al mismo tiempo.

La sirena no es solo un mito, es un arquetipo.

Yo, a veces tengo más alas que pies.
Otras veces mis aletas me mueven hacía aguas profundas.
Por eso, no siempre puedo caminar fácilmente con los pies en la tierra como cualquier pedestre.

🧜🏻‍♀️🦋
Susannah Lorenzo
Tejedora de Cielos

Puedes leer sobre mí última experiencia en la arena en esta entrada de Blog.


viernes, 29 de abril de 2022

Marea Baja

🔥 Modo llama piloto,
como la pequeña llama que se mantiene en vigilia mientras un calefactor o un calefón de agua caliente no está funcionando.

🌵Como un cactus,
que se nutre de si mismo, de las reservas que guarda en su cuerpo, cuando la naturaleza no provee.

🐠 Como un pez varado en la playa,
espera paciente conteniendo el aliento hasta que suba la marea,
sabe que sus fuerzas no alcanzan para deslizarse por la arena húmeda,
sabe que sus branquias no resisten tanto tiempo la falta de agua;
podría gritar por auxilio pero:
🧜🏻‍♀️algunos se darían cuenta que en el fondo, es una sirena y los humanos les temen
🐠 algunos intentarían rescatarlo y guardarlo en una pecera de vidrio para que viva su vida 'a salvo'
🎣 otros pensarían que es apenas fortuna de pescador y lo llevarían a su mesa
🤲🏻 solo unos pocos entenderían el valor de llevarlo cuidadosamente al mar y asegurarse que fluya en las aguas profundas

🌊🌒 No siempre quién más hace es quien más logra.
A veces, dependemos de la marea, de las fases de la luna y de sincronías que involucran el libre albedrío de otros seres.

🛌 A veces, no queda más que aceptar el letargo, resistir, contener y como la semilla que duerme bajo la tierra oscura, esperar que llegue la temporada de lluvia.

✨📿🤲🏻 Solo Dios sabe.
Susie en cuaresma prolongada

jueves, 21 de abril de 2022

Recibir y disfrutar

 Ningún proceso de sanación es una línea recta que nos lleva desde A a C en un par de pasos.  Entender, comprender, reconocer y aceptar los patrones de conducta heredados o adquiridos, las heridas sin sanar y las maniobras de nuestro niño interior para protegernos de un peligro que sobrevive en nuestra sombra, es un viaje por laberintos intrincados de nuestra mente.  Ese viaje es único, porque nadie lo ha emprendido antes y muchas veces nos aterroriza adentrarnos en un mundo habitado por nuestros propios fantasmas y demonios.



Ese viaje no tiene porque ser solitario; si nos dejamos acompañar y lo hacemos de la mano amorosa de Dios, todo es posible.  Si de algo estoy segura, es que no hay sanación posible sin una vida espiritual y sin un diálogo permanente con Dios.

Ayer comencé a escribir el libro De piernas abiertas, un libro que trata sobre la sanación del Divino Femenino y nuestra capacidad, no solo de abrir las piernas, sino el corazón, los brazos, las manos y la mente.




Hoy, en un guiño del Universo, supe que en un sorteo inesperado de una emprendedora amorosa de San Luis, había ganado un kit herbal para sahumar, pudiendo elegir inmediatamente entre diferentes variedades.  Apenas recibí el mensaje, comencé a pensar en las publicaciones que haría para agradecerle y en cómo podría compensarla con algún obsequio.  Entonces, me di cuenta de un mecanismo inconsciente que ha estado activo en mí desde que tengo registro de mi memoria: cada vez que recibo me siento en deuda, siento que debo dar algo a cambio.  Me pasa con las contribuciones amorosas de las seguidoras del canal de YouTube.  Ellas hacen sus donaciones como reconocimiento a la dedicación y el esfuerzo en la creación de contenidos.  Aún así, me siento en la obligación de darles algo a cambio.  De repente, algo desconocido se iluminó en mi mente.  Es como si todos los patrones de conducta heredados y adquiridos hubieran tejido una constelación que estaba contando una historia y estaba mostrándome en el espejo la niña asustada por recibir.

En realidad, me encanta recibir, sí, amo recibir.  Pero tal como decía el Padre Jesús hace muchos años (un sacerdote carismático de quien siempre hablo cuando me refiero a la carencia y la abundancia), me encanta dar, disfruto dar; pero me cuesta recibir y pedir ayuda sin sentir vergüenza o culpa.  ¿Cómo es eso?  Vengo de una familia que te hace sentir que cuando recibes algo quedas endeudado emocional y energéticamente, tienes deberes y obligaciones que cumplir a cambio de lo que has recibido y si fallas a las expectativas de quién te ha dado lo que te ha dado, entonces estás deshonrando su entrega, su ayuda o su regalo.

Para recibir hay que abrir completamente las dos manos; el grado de apertura determinará la cantidad de lo que podemos recibir.  Ahora bien, ¿cuántas de nosotras abrimos la mano confiadamente sin haber visto lo que vamos a recibir?




 Por primera vez entendí cuál es el mecanismo inconsciente de mi mente: recibir me deja vulnerable y me quita poder, al menos es lo que el ego de mi niña sin sanar comprende.

Para quienes aún tenemos mucho por sanar, dar nos coloca en una situación de poder y control, podemos controlar el Puente, la forma en que nos comunicamos y se distribuyen los derechos en la relación; fundamentalmente nos sentimos a salvo de que nadie nos reclamará ni nos pedirá nada a cambio.  Damos sin pedir nada a cambio, por el solo hecho de disfrutar saciar la necesidad de alguien, porque hemos convivido con la carencia demasiado tiempo.

Para quienes aún tenemos mucho por sanar, recibir nos coloca en una situación de vulnerabilidad y debilidad, donde creemos que el otro tiene poder sobre nosotros.  En realidad, somos nosotros quienes otorgamos y aceptamos ese poder porque nos sentimos endeudados ya sea emocional, energética o económicamente.  Dejamos que la mirada, el juicio y las expectativas de quien nos da, afecte la forma en que vivimos y las decisiones que tomamos.



En verdad disfruto dar, ayudar y compartir.  Siempre he sabido que parte de ese dar, como decía el libro de Mujeres que aman demasiado, tiene que ver con saciar la carencia interior y dar a otros lo que me hubiera gustado recibir.

Ahora, detrás del velo y los espejismos, he descubierto que mi niña interior busca inmediatamente dar algo a cambio para sentirse a salvo y segura:

  • Si yo doy algo a cambio, elijo cómo y cuándo y no queda ninguna deuda pendiente.
  • Si yo doy algo a cambio, mi cuota de culpa y vergüenza de la niña pobre se revierte por un sentimiento de satisfacción.

Definitivamente no es un patrón de conducta sano, pero reconocerlo es el primer paso, luego viene la aceptación y luego el cambio.




Sé que mi camino personal es aprender a recibir sin miedo, sin culpa, sin mecanismos de defensa, sin tener que dar algo a cambio, sin endeudarme y sobre todo aprender a recibir y disfrutar, punto.

Imagino que habré sanado bastante cuando:

  •     Pueda recibir y sentir paz absoluta.
  •     Pueda abrir la mano completamente aún sin saber lo que voy a recibir y sin que mi mente haga ruidos molestos.
  •     Disfrute recibir sin que se me cruce una sola idea de dar algo a cambio.
  •     Aprenda que recibir es una energía tan poderosa como dar, pero para ello hay que abrirse totalmente.
  •     Pueda lograr que mi niña interior se sienta a salvo recibiendo.
  •     Mi yo adulto deje de preocuparse por las expectativas de quienes me dan algo.  Las deudas que ellos generan en su mente y en su ego son solo suyas.
  •     Pueda disfrutar de lo que recibo y del momento, como un reconocimiento y una celebración del Universo a lo que hago, lo que soy y lo que manifiesto en mi vida.


¿Cuál es tu camino personal?



 

Anticipo del libro: De piernas abiertas

Susannah Lorenzo©

Tejedora de Puentes