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domingo, 12 de marzo de 2023

Autosuficiente

La mayoría de mis cuentos o historias incluyen una mujer medicina, una maga, una curandera o una machi.   Justamente, el libro ‘Tejedoras de Magia’, que aún está en gestación, recopila recetas, rituales, pócimas y curaciones de los personajes que llegaron a mí como una aparición.


Art: Tarn Ellis

 Muchos creen que eso se debe a que yo soy una Mujer Medicina.  Sin embargo, pocos saben que cuando me siento muy débil físicamente o energéticamente, busco en mis Guías Espirituales una Machi que me ayude a sanar; y desde esos deseos, llegan las visiones.

La mayoría de las personas suponen que una Mujer Medicina es autosuficiente, puede aplicarse sus propias medicinas, hacer algún pase mágico  y mantenerse siempre sana, abundante y sobre, todo, servicial.

Amigos, clientes, alumnos, consultantes, seguidores de las redes sociales y conocidos, buscan consejo, alivio, la escucha atenta, la contención amorosa, la compasión sin juicio y la palabra que calma.

Aunque Dios siempre me asista y me use como su canal Divino, vivo en un cuerpo físico como el de cualquier persona; tengo emociones y necesidades, tal como otros seres humanos.  Es cierto que muchas veces, yo elijo mi propio tratamiento holístico y me dejo guiar por mi Alma y mi Espíritu, sobre qué tisana debo beber o qué alimento debo dejar de consumir. Sin embargo, cuando me toca trabajar con ‘muertitos’ (como les llamo amorosamente) y acompañarlos durante su transición en el Portal; o cuando me toca contener a personas que realmente están muy negativas o enfermas; la energía que me atraviesa es tan intensa, que el cuerpo se resiente y necesita un cuidado especial, por varios días o semanas.

Las personas que me buscan o acuden a mí, suelen creer que siempre estoy disponible, que siempre puedo hacerme el tiempo, que siempre encuentro la manera, que siempre soy fuerte y que tengo todo resuelto.  Esas mismas personas, cuando ya no necesitan nada, cuando han saciado su sed, cuando ya no tienen preguntas, cuando ya obtuvieron lo que deseaban, siguen su camino o simplemente hacen su vida mirando a otro lado.

A veces, después de tareas desgastantes y abrumadoras, una Mujer Medicina necesita un apapacho, un poco de buena compañía desinteresada y silenciosa, una dosis de buen amor, una cuota de contención, un abrazo real, un masaje relajante o un paseo por las sierras.




Sucede sobre todo en domingo, cada quien está ocupado disfrutando su vida y me parece bien.  Hay un poco de olvido, indiferencia o desidia.  Quizá sea mi culpa, todos saben, incluyendo las personas amadas, que cuando regresen a golpear mi puerta yo estaré ahí, como siempre.

Mi corazón en susurros, hoy se animó a decir: toda Mujer Medicina, necesita su Hombre Medicina, el complemento de energías, un compañero con quien compartir, pero también con quien alternar roles.

Lo que hago cuando estoy mal, en la vida real, es descansar, hacer una cura de sueño y cuando estoy despierta, quedarme acostada, con música sanadora de fondo, cristales en mis chacras, respiración consciente y Dios en mis labios y en mi corazón.  Cuando mi cuerpo está realmente maltrecho, como ahora, visualizo alguna de las Tejedoras de Magia de mis historias, cuidándome en una choza, ocupándose de todo lo necesario, preparando caldo de verduras o una tisana que me alivie, sahumando mi cuerpo y cantando palabras sagradas. Otras veces,  visualizo al Arcángel Miguel, blandiendo su espada a mi alrededor para cortar todas las energías negativas que han quedado adheridas en mi campo energético; y luego invoco al Arcángel Rafael para que me bañe con su luz verde y me sumerja en el Río del Olvido y sane todos mis malestares.




Aún así, todo ser humano necesita de otros humanos.  Sería bonito recibir una invitación para un paseo en la naturaleza; o una reserva en unas cabañas cerca de un río para descansar un par de días; o una tarjeta de regalo para una sesión de spa y masajes; o simplemente, alguien que me recibiera en su casa, cocinara para mí, me escuchara con compasión y respeto, pudiera contenerme por un momento y simplemente, ocuparse de mí como yo me ocupo de otras personas.

No me malentiendas, disfruto mi soledad y vivir en la libertad de Ser y hacer.  Pero todos, incluso yo, necesitamos un lugar donde ser bien recibidos, celebrados y apapachos, un refugio de calma y contención.  Todos, incluso yo, necesitamos poder llamar a alguien a cualquier hora y cualquier día, para que nos escuche y nos acompañe, sin juicios, sin reproches, sin reprimendas y que en su escucha y en sus palabras amorosas, encontremos un poco de alivio.

Pedirle a alguien que se justifique o explique lo que siente para que puedas 'entender'  o 'creer' lo que le sucede, no significa escucha atenta, compasiva y amorosa.

Susannah Lorenzo©

Tejedora destejida




martes, 27 de septiembre de 2022

Ser PAS en paz

 


El problema es que eres demasiado sensible.” Te dice alguien mientras te obliga a fumar el humo de su cigarrillo una y otra vez y te humilla con palabras vulgares y groseras para marcar su supremacía.

El término PAS hace referencia a las “Personas Altamente Sensibles”, es decir, aquellas que tienen un desarrollo del sistema nervioso que les permite percibir sutilezas del entorno que el resto de los seres humanos no son capaces. Las personas PAS procesan la información de forma distinta. Los sonidos altos, las luces demasiado brillantes, las aglomeraciones de personas o imágenes de violencia y dolor pueden afectarles profundamente.

 

Quizá nunca hayas escuchado este término ya que la alta sensibilidad es un concepto relativamente nuevo que empezó a ser estudiado por la psicóloga estadounidense Elaine Aron y que afecta entre un 15% y un 20% de la población.

 

La Alta Sensibilidad comenzó a ser conocida a través del primer libro de Aron titulado The Highly Sensitive Person. Fue la traducción de este término y su popularidad la que llevó a nombrar a este rasgo como PAS o Personas Altamente Sensibles.

 

La elevada sensibilidad de estas personas hace que puedan llegar a desarrollar una empatía que las haga sufrir en exceso y a menudo suelen chocar con el muro de la incomprensión de sus personas más cercanas quienes no entienden sus forma de ver el mundo.»Estás exagerando», «Eso no es para tanto», «Te lo tomas todo demasiado a pecho», son algunos de los comentarios que estás personas suelen escuchar en su día a día.

https://afloraconsulting.com/que-significa-ser-pas/  

 


Ser diferente no significa ser mejor o peor, simplemente significa ser distinto, lo cual intimida a muchas personas.

 

Ser diferente muchas veces nos aleja emocionalmente y físicamente de las personas que nos aman, no porque sea nuestra intención ser desleales, sino porque mimetizarnos para ser aceptados nos aleja de nuestra esencia.

 


 

 

La alta sensibilidad no es un trastorno que se deba corregir, si no de un rasgo de personalidad que se debe atender en función de las necesidades individuales de cada persona, es una característica de su procesamiento sensorial. Las personas altamente sensibles tienen en común algunas de estas características:

– Presentan una mayor profundidad de pensamiento y los elaboran con más detenimiento

– Alcanzan mayores habilidades para el desarrollo de tareas relacionadas con la creatividad y el arte

– Tienen una mayor capacidad de empatía al disponer de más actividades en sus neuronas espejo que el resto

– Viven la vida con mucha emocionalidad. Su manera de experimentar la felicidad, tristeza, alegría… es muy intensa y va ligada a una fuerte empatía hacia los demás

– Perciben mayor información sensorial y se dan cuenta de detalles sutiles.

 

En España la Asociación Pas intenta dar cada vez más visibilidad a las personas con alta sensibilidad desde el año 2012 y tiene como objetivo la divulgación y ayuda sobre el rasgo de la Alta Sensibilidad.

https://afloraconsulting.com/que-significa-ser-pas/



 

 

 

Para una persona PAS, permanecer en un entorno donde es considerada una persona enferma, inestable emocionalmente o que necesita ser ‘normalizada’, puede convertirse en un riesgo para su salud física, emocional y mental.

 

Permanecer allí donde no pertenecemos energéticamente nos convierte en corderos sacrificados, víctimas que se inmolan por amor para el ‘bienestar, tranquilidad y felicidad’ de quienes vibran en una frecuencia diferente y desde un amor tóxico nos retienen en un tiempo y espacio que nos ahoga y debilita.

 

Que un entorno, una relación, una persona o un comportamiento resulten tóxicos, no necesariamente quiere decir que hay una intención de daño; probablemente lo que es beneficioso para algunas personas, es perjudicial para otras.






“El problema es que te falta tolerancia.” Te dice alguien mientras eres apedreada como María Magdalena y un romano ateo se burla de ti y te agrede porque crees en Dios y sus milagros y llevas Jesús en la boca, en tu corazón y en tus escritos.

 

Una persona PAS siente el dolor de las personas que ama como propio, es decir puede percibirlo de una manera que otros no pueden hacerlo.  Aunque sepa que ese dolor interno es el que hace que esas personas hieran con palabras o actitudes, no podrá evitar recibir esa descarga de sufrimiento amargo.  Las palabras y actitudes que se originan en heridas no sanadas nos atraviesan como dagas y nos debilitan energéticamente.  Podemos, racionalmente, reconocer que cada quien hace lo mejor que puede desde su lugar de consciencia y aceptar que cada quien es responsable de su propia felicidad; pero inevitablemente la infelicidad de nuestros seres amados perforará nuestro corazón cuando sus palabras intentan responsabilizarnos de su padecer.




 

Una Persona Altamente Sensible (PAS) es sumamente empática y por lo tanto, no intentará convencer a nadie para que crea lo que siente como cierto en su corazón, pero sufrirá como una agresión cuando es cuestionada, juzgada o criticada por pensar como piensa o sentir como siente.

 

Todo ser humano tiene el derecho de ejercer su libertad en su vida espiritual, siempre y cuando no intente colonizar el pensamiento de otros, siempre y cuando respete esa misma libertad en la vida de los otros.





“El problema eres tú que te has acostumbrado al silencio y la soledad.” Te dice alguien mientras hacen un festín en tu nombre pero debes hacer silencio frente a insultos, porque algunas personas ‘aman’ así, ejerciendo la versión más machista de bullying familiar.

 

Muchas veces creemos que es un gesto heroico, sacrificar nuestro bienestar para que nuestros seres queridos puedan sentirse tranquilos, en paz y conformes. Entonces, callamos, escondemos nuestras alas, aceptamos actitudes y palabras que nos dañan, sonreímos y ofrecemos nuestra paz a cambio de tormentas, recibimos su forma de amar sin cuestionar ni intentar cambiarlos.  Sin embargo, su paz no depende de nosotros; quien no tiene paz por sí mismo, no la tendrá porque nosotros dejemos de Ser quienes realmente somos, quien no es feliz por sí mismo, no se sentirá plenamente feliz porque nos adaptemos a su forma de ser.

 

Creo que volvernos pequeñitos para que otros no se sientan intimidados o incómodos  por nuestros dones, es negar la Divinidad que nos habita; es renunciar a este Ser maravilloso que Dios ha creado a su imagen y semejanza; es permitir que las sombras de los otros apaguen nuestra Luz.

 

Quienes esperan que los otros hagan siempre la tarea de esforzarse y cambiar, considerarán nuestra distancia y nuestra soledad como un acto egoísta.  Alejarnos de aquellos que nos exigen vivir a su manera y no respetan nuestra identidad, es una decisión que siempre duele pero que nos brinda la salud necesaria para poder cultivar nuestra mejor versión.  Desde nuestra plenitud y nuestra paz interior podemos generosamente compartir nuestros dones y talentos, disfrutar nuestra vida y desde allí sembrar relaciones sanas.




 

Mi paz interior no depende de otros, depende de mi actitud frente a lo que otros hacen o dicen.  Sin embargo, mi paz interior y tu paz interior dependen de la coherencia y armonía entre mente, cuerpo, espíritu, alma y sentimientos; depende de la libertad que ejercemos para Ser quienes vinimos a Ser, sin disfraces ni posturas impuestas.

 

Elegimos lo que es mejor para nuestro bien mayor y el bien mayor de las personas que nos rodean, evitando conflictos y relaciones tóxicas.  Para una PAS, la distancia o la soledad resultan temporal o definitivamente la decisión más sana, cuando el entorno cuestiona constantemente su condición o aún peor, intenta normalizar su personalidad de acuerdo a la mayoría del grupo o al miembro dominante.

 

Para cultivar la paz en nuestro corazón es necesario deshacernos de culpas y responsabilidades que no nos pertenecen. No debemos sentirnos culpables por cuidar nuestro equilibrio y nuestra salud.  No debemos sentirnos responsables por la felicidad de las personas amadas.

 


¿Disfruto ver felices a las personas que amo y me aman? Claro que si, muchísimo.  ¿Pueden esas personas que amo y me aman dejar de ser como son y actuar como actúan para disfrutar mi forma de Ser?  No pueden, ni siquiera llegan a darse cuenta que existen otras formar válidas de Ser y sentir.  No se trata de animosidad o falta de amor, se trata de niveles de consciencia y sensibilidad.  Somos diferentes y en esa diferencia, encontrar la paz y el equilibrio suele ser tarea de quien puede ver más allá de lo visible.



Hay flores bellísimas en la naturaleza, sin embargo, muchas de ellas pueden ser extremadamente tóxicas, dependiendo del tipo de contacto, la duración e intensidad del mismo.  Algunas flores con algo grado de toxicidad son: lirio, tulipán, azalea, amarillis, crisantemo y lila de la paz.

 

Seguramente, mi vibración, mi forma de ser y mis energías pueden resultar tóxicas para algunas personas, y eso está bien.  No podemos ser compatibles con todas las personas que habitan este planeta, ni siquiera con todos los miembros del clan familiar.  Probablemente las reacciones hostiles y de rechazo de otras personas estén relacionadas con la falta de compatibilidad de nuestras energías y vibración.  Reconocer esa diferencia, creo, es el primer paso hacia las relaciones sanas.  No se puede construir Puentes allí donde los otros cultivan muros. No se puede iluminar allí donde las personas se sienten a salvo en las sombras.  Incluso la paz, puede resultar tóxica para aquellos que se sienten a salvo en el caos del ruido.

 

Susannah Lorenzo©

Desanudando las emociones y palabras atascadas en mi garganta que terminaron por debilitar mi voz (físicamente) desde hace unos días.

Martes 27 de septiembre

04:59 am

Alergia asmática y garganta cerrada por segunda vez en menos de una semana y por primera vez luego de un par de años.



viernes, 14 de marzo de 2014

Sobre el dolor y la compasión


Dolor

No hay una medida para el dolor.  No hay comparación posible para determinar si hay un dolor peor que otro.  La persona que sufre porque su corazón ha sido destrozado, despojado, mancillado o sacudido por uno de esos terremotos que no dejan nadie en pie, no necesita que otra persona le diga que podría haber sido peor, que hay males peores, que hay dolores más graves, que hay perdidas más feroces.  En ese momento, para esa persona, la sensación de dolor, impotencia, vacío y desazón al enfrentarse a lo inevitable, es única.  Y la magnitud no sólo depende del hecho exterior sino de la sensibilidad de la propia persona, del apego, de las proyecciones y de los sueños que estaban ligados a la catástrofe, por así llamarla.

No se puede entender ni aún menos comprender lo que no se ha vivido, lo que jamás ha sido parte de nuestras experiencias.  Se puede imaginar pero por sobre todo se debe respetar.

Compasión
Digamos que alguien mira hacia una planta que se encuentra en un vaso dentro de la casa. Por el  mirar compasivo, en vez de observar  si gusta de ella o no, se pregunta, ¿cómo se  sentirá ella, sin la luz del sol, el  agua de la  lluvia y sin sus plantas amigas y compañeras?

"(...) Mirar al  otro y  ver  qué afecta la existencia de él, para nosotros manifestarnos de forma positiva, para remover los obstáculos, eso es compasión. Para promover las cualidades positivas, eso es amor.”
Lama Padma Samten

La compasión tiene dos componentes. Es entender el sufrimiento ajeno y es desear aliviarlo. La compasión es empatía y solidaridad. 
Cuando alguien te hiere, tienes dos opciones. Una es enojarte y sentirte agredido, contárselo a todo el mundo y retornar el mal que te hizo la persona. La otra es intentar ponerte en sus zapatos, tratar de entender por qué actuó así la persona. 
La primera manera es la más satisfactoria en el momento. La segunda manera es más difícil, pero tiene una gran ventaja: te ayuda a dejar ir el dolor al comprender que las acciones agresoras de otras personas vienen de su propio dolor. 
También pone fin a la situación y te da fuerza para tomar acciones positivas que los liberen a ambos de más dolor. 


Lo Inevitable

El dolor que nos traspasa hasta despojarnos de todo, aquel que nos abre heridas en carne viva, es siempre causado por lo inevitable.


- No sabes lo que dices. – respondió el ángel. – No existe la tragedia, sino lo inevitable. Todo tiene su razón de ser: sólo necesitas saber distinguir lo que es pasajero de lo que es definitivo.- ¿Qué es lo pasajero? – Preguntó Elías.- Lo inevitable.- ¿Y lo definitivo?- Las lecciones de lo inevitable.La quinta montaña – Paulo Coelho

Si ves una persona devastada, si me ves lidiando un dolor que no se puede explicar pero que transmuta y se transforma con el tiempo siguiendo patrones inesperados, si ves a alguien que se siente y se ve como un montón de esquirlas luego de la explosión…

Entonces, no intentes juzgar o entender, no pidas explicaciones, no compares, no intentes medir, no creas que puedas imaginar la magnitud porque no lo harás.  Simplemente prepara una taza de té, siéntate a su lado, desde tu corazón apoya tu mano en la suya, luego en su hombro y si ves que llora, abrázala para que sus pedazos no se vuelen con el viento.

No te apresures, no esperes curas milagrosas ni mejorías instantáneas.  Cada persona tiene un tiempo y en ese tiempo lo más sano es tomarse el momento y lugar para dejar correr el río, para gritar si hace falta, para dormir por semanas, para vestirse de pena y alejarse del mundo.  Porque si eso no se hace, tarde o temprano, el dolor que no se expresó y no se vivió, se volverá tóxico, como un agua estancada que nos consume poco a poco.

Susie©
Marzo 2014