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jueves, 17 de noviembre de 2022

La chica de los globos azules



En realidad, desde que era una niña pequeña, fui siempre la chica de los globos negros y grises.  Me sentía segura y a salvo con ellos porque era lo único que conocía y porque había aprendido que si tenía globos demasiado bonitos, me los podrían quitar.  Estaba convencida de que los globos de colores eran para otros niños, otras adolescentes, otras mujeres; así como esos globos que flotan en el aire y que yo nunca pude disfrutar.  Crecí creyendo que la magia de los cumpleaños y la magia de la navidad era algo que sucedía en las películas o en la vida de personas que jamás querían compartir conmigo.  ¿Quién quiere jugar con una niña triste que solo lleva globos grises y negros?



En inglés, la palabra azul (blue) simboliza tristeza y melancolía.


Alguna vez, en mi adolescencia, leí un poema sobre una rosa azul.  Era un texto precioso que alguien había dedicado a su hijo con capacidades diferentes, porque una rosa azul es algo tremendamente misterioso, bello  y único.  Yo me esforzaba por tener globos azules, amaba ese color, pero mi mano seguía aferrada siempre a los globos negros y grises y los defendía como si ellos fueran parte de mi identidad.

Aunque no lo creas, me llevó más de 50 años reconocer, aceptar y comprender, que nadie me regalaría los globos de colores; que yo debía comenzar a cambiar uno por uno mis globos sombríos, soltar cada globo, dejarlo ir y así poder sujetar un nuevo globo diferente a todo lo que había en mi corazón.




Te comprendo, me he sentido igual, casi toda mi vida.  Tienes miedo de soltar todos tus globos negros y grises de una sola vez.  Tienes miedo de quedarte con la mano vacía, adormecida de sujetar con tanta fuerza tus heridas, sombras y fantasmas.  Te dices una y otra vez, que los soltarás cuando tengas la certeza y la promesa garantida de que recibirás globos de colores que nadie te quitará, que no se pincharán y jamás perderán sus colores.  No existe tal garantía.  Los colores cambian, se destiñen, se manchan con la lluvia y el barro de las tormentas.  Algunos globos se desinflan cuando el calor del verano lo agobia.  Otros globos se pinchan cuando pasamos junto a alguien que se rodea de espinas para no ser dañado.  Nada es para siempre y menos aún un puñado de globos.  Y en eso radica la aventura y el asombro: disfrutar de los globos que hoy tenemos y soltarlos cuando es necesario para recibir otros nuevos, quizá algunos dorados y plateados, quizá algunos con estampas divertidas.

Por eso, si me ves ofreciéndote uno de mis globos de colores, es porque estoy abriendo mi corazón para ti, porque sé que puedes y necesitas conocer la alegría de contemplar un color nuevo en tu vida; porque sé que las heridas duelen y pesan, pero también sé que hace falta valentía y decisión para comenzar a sanar.

Si has pedido ayuda a Dios, quizá este globo que te ofrezco sea parte de Su respuesta.  Yo sé que esperas a que mágicamente tus globos amanezcan coloridos y tus ropas sean maravillosas y brillantes de un día para otro.  La vestimenta y los colores de tu corazón, cambiarán cuando seas capaz por fin de soltar tus globos sombríos y aprendas a inflar con tu aliento sagrado nuevos globos con colores jamás soñados.  Cuando lo haces, te lo aseguro, sientes tan liviano tu corazón, que puedes flotar junto con tus globos fantásticos por encima de turbulencias y limitaciones.




Tengo un globo de un color nunca visto.  ¿Lo aceptas?

Susannah Lorenzo©

Tejedora de Puentes

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Vulnerable

Facebook me recordó esta imagen de Blackie y los ojos se me llenaron de lágrimas. Es lo único que extraño de la vida que dejé atrás.


Hace tiempo que no siento alegría en mí corazón, salvo por los pequeños momentos en que alguien ha comprado uno de mis libros o una de mis artesanías.

2021 ha sido un año extremadamente difícil y con mucho aprendizaje.

Celebro y bendigo cada decisión valiente, cada lección de vida, cada libro escrito, cada video creado, cada ayuda recibida, cada señal y cada pequeño milagro y todas las sincronicidades.

Creo que he trabajado más que cualquier otro año: sembrando, creando, generando proyectos y cuidando amorosamente de la siembra.


Sin embargo, la cosecha está tardando demasiado y el 95% del trabajo ha sido gratuito.

Quienes se han cansado de verme pedir ayuda y tienen su vida acomodada piensan que no hago lo suficiente o que con todos mis talentos es imposible que viva situaciones de pobreza.

A mí también me cuesta creer que a pesar de mis talentos, de todo lo que estudio, de todo lo que invierto y todo lo que me esfuerzo, no logre vivir dignamente.

No me gusta pedir ayuda. Me gustaría que llegara mágicamente sin que tuviera que confesar mis miserias. Pero Dios insiste.

Tengo un techo y un lugar cómodo para vivir gracias a la ayuda bendecida que recibo de mis padres para el alquiler.

Pero las semanas de ayuno forzado, raciones mínimas y modo bajo consumo son demasiado frecuentes. Me debilitan físicamente, alteran mi metabolismo y afectan mi estado de ánimo.


En  2017 gané una beca de marketing moderno 3.0 en Business School. Creí haber aprendido todo lo que necesitaba. Si bien yo he evolucionado, mis contenidos y los recursos han cambiado y mostrado una imagen mucho más consciente y clara; me doy cuenta que todo lo que aprendí corresponde a otra mirada, otra cultura, otro estilo de vida. Lo que ofrezco y cómo lo ofrezco no parece lograr clientes ni en San Luis, ni en Argentina.

Tengo seguidores.
Tengo likes.
Tengo miembros de la comunidad de Puentes que disfrutan y reciben lo que hago siempre y cuando sea gratis.

Eso no paga las cuentas, no compra alimentos ni me permite vivir sanamente y dignamente.

Crear contenidos es una manera de sembrar, no solo las semillas de Puentes, de mi Propuesta Integral; sino también, de multiplicar y crear una onda expansiva de Luz, Amor y Buena voluntad.

No me quejo, lo disfruto.

Sin embargo, hay un momento en que llega el agotamiento, en que una necesita recibir, vivir, respirar, disfrutar.

Durante los últimos diez días o más, solo he sobrevivido o resistido; con raciones mínimas, sin los elementos de higiene y cuidado necesarios, sin agua mineral, sin papel higiénico y sin medicación muchas veces. Por ello, he trabajado apenas un par de horas por día, y a veces ninguna.  Hoy por ejemplo, he trabajado un poco desde el celular, porque estoy con cólicos y gastroenteritis. El agua del tanque es muy mala y sucia y aunque la hierva me hace mal.

Hace un rato alguien me preguntó porque ofrezco y recomiendo  cursos de acupuntura y maquillaje. Pues porque intento siempre todo lo que puedo y más. Mí cabeza no para buscando alternativas. Me he inscripto en una plataforma internacional donde uno obtiene comisión por los cursos que vende.


A veces me pregunto cuál es mi lugar.
A veces creo que debería dejar de invertir tanto tiempo y dedicación en una comunidad que solo toma lo que es gratis y no siempre valora lo que recibe.
Otros días pienso que, al menos YouTube, será mí jubilación en algún momento.

Con hambre, las necesidades básicas sin cubrir, el departamento sin sahumar y el metabolismo alterado, no se puede tomar decisiones sabias.

No queda más que esperar, resistir, descansar y creer que Dios todo lo ve y todo lo puede.

Indudablemente, se me sigue escapando la tortuga. Quizá deba aprender aún a poner en valor lo que ofrezco. Quizá deba migrar virtual o físicamente.
Solo Dios sabe.

Susannah Lorenzo
Vulnerable
solelor@hotmail.com
+549 2645839784

sábado, 12 de junio de 2021

Santo Silencio

 Hay tiempos para llamarse a silencio, tiempos para callar, para no escribir, para enmudecer y simplemente habitar el Aliento de Dios.



Hay momentos en los que ya no queda en quién confiar, en que la muchedumbre abuchea a quienes han escapado de la arena, en que quienes quieren ayudarnos ya no pueden hacerlo y quienes pueden hacerlo han elegido otro camino.

En un vasto desierto carente de señales y donde los mapas se desdibujan entre espejismos y falsos peregrinos; nos quedamos a solas con Dios, que es el único que sabe, el único que puede, el único que ve y comprende, él único que conoce el plan mayor y los límites del gran tablero de ajedrez, donde solo podemos ver nuestra casilla.

La sociedad exige lo que a todos nos somete:

-          No escribas todo lo que sientes.

-          No cuentes tus miserias.

-          No pidas ayuda.

-          No te muestres vulnerable.

-          No compartas tus sueños.

-          No despliegues tus alas frente a los enjaulados.

-          No cuentes monedas frente a los pobres.

-          No muestres tu pobreza frente a los ricos.

-          No exhibas tus fracasos.

-          No hables de tus enfermedades.

-          No digas todo lo que piensas.

-          No desnudes miserias ajenas.

-          No brilles demasiado.

-          No seas tan diferente.

-          No ejerzas tu libertad.

-          No sigas el Sendero de tu Alma.



Sigo creyendo que la vida sería mucho más fácil y mucho más bonita si todos pudiéramos ser vulnerables, sensibles, compasivos, empáticos y fieles a nosotros mismos y por sobre todo, honestos y sinceros con todas las personas que comparten nuestra vida.  Sin embargo, a veces, algunas banderas y algunas verdades se toman como una afrenta o se vuelven el espejo de lo que otros no pueden ser, de sus frustraciones y sus miedos.

Hasta que no esté en mi lugar propio, no volveré a escribir o hablar sobre mi nueva vida en San Luis, porque aún no es una nueva vida y porque todo está entre paréntesis, una larga pausa en una sala de espera con mensajes contradictorios.

Ya no pediré ayuda, de ninguna clase, tampoco responderé preguntas, no daré explicaciones, ni reaccionaré a ningún comentario que tenga que ver con todo lo que ha sucedido en este año y que me llevó a quedarme sin hogar, sin lugar donde vivir y trabajar.

No estaré indefinidamente abusando de la caridad y la buena voluntad de las personas que me han recibido.  A veces me pregunto, si no debí seguir aquel impulso de abandonar todas mis pertenencias y simplemente partir con un par de valijas.

Sigo trabajando y sembrando en la medida que las circunstancias y los recursos me lo permiten.  Hago lo mejor que puedo en el momento y en el espacio en que estoy.  Solo Dios sabe.

La Abundancia no ha fluido como esperaba, creo que por primera vez en mi vida, estaba llena de esperanzas y estaba segura que  en un mes, lograría recaudar fondos para pagar un nuevo alquiler (con su mes de depósito, comisión si hiciera falta y gastos de mudanza).

Los números rojos se han multiplicado, este mes ni siquiera he podido pagar la boleta del celular, la tarjeta de crédito y la financiación de los recursos que uso para trabajar.

Seguiré publicando todo aquello que tenga que ver con mi trabajo, hasta donde sea posible.  Seguiré sembrando y atendiendo lo sembrado.



Si sientes auspiciar mi trabajo literario, holístico o terapéutico, puedes conocer toda mi tarea en mi página web; encontrarás todo sobre mis libros (digitales y artesanales), mis mazos de cartas para TarotEvolutivo, Terapias Holísticas y Accesorios Espirituales / Energéticos:

Si quieres conocer sobre mi ‘aventura’ y el huracán que me transportó desde San Juan a San Luis, puedes seguir mi historia en mi canal de YouTube o en mi Blog de crónica personal. o en el Blog de Ejercicios Pensantes, Sobre los otros y el fanatismo

Si quieres ser parte de una red de Luz y Buena Voluntad y colaborar con la reconstrucción de Puentes, puedes comprar mis libros(artesanales o digitales), mis accesorios espirituales o si estás en San Luis, parte de los saldos que quedan de la Pequeña Tienda de Susannah.  Si quieres realizar una contribución amorosa, puedes comunicarte por whatsapp o email para indicarte las opciones disponibles.  Además, puedes compartir y difundir mi tarea  desde mi página web, mis páginas en Facebook o mi canal de YouTube.  Recuerda que tus comentarios debajo de cada vídeo en mi canal deYouTube, ayudan a mantener activo el tráfico y por lo tanto aumentar la monetización de los vídeos (que viene bastante estancada).

Recuerda que siempre está disponible la sección Recursos en mi página web y la Sala de Lectura, con contenidos gratuitos para ver, escuchar, leer o descargar.



Estoy inmensamente agradecida de todas las personas que con poco o con mucho han colaborado en este tiempo tan difícil.  Cada quien ha dejado una huella profunda en mi corazón y ha contribuido para que muchas personas puedan seguir disfrutando de mi producción literaria, mi trabajo creativo u holístico.  Que cada persona sea bendecida y que cada contribución sea multiplicada 70 veces 7 para que la Abundancia fluya en sus vidas.



Me recluiré en Santo Silencio, en lo que a mi vida se refiere.  Solo haré las publicaciones que sostienen la difusión de Puentes y mantienen viva la siembra.

Comparto esta práctica que retomaré a partir de hoy:

LOS 7 PASOS DEL CAMINO NARANJA PARA HACER UNA PROFUNDA

LIMPIEZA ESPIRITUAL

1- ENTRA EN SANTA CERTIDUMBRE

La vida es como un rio, deja que fluya, no la trabes con tu angustia. Practica la santa certidumbre, Confía.

Encontraras más información en el entrenamiento del desierto, en la parte final de MORGANA.

2 -LLAMA A LA LUZ

Llama a la Luz en tu auxilio. Entrégale el proceso, pídele ayuda, deja entrar la claridad. Ora.

Aquí va la oración perfecta, la que "Te eleva por encima de esa circunstancia", es la oración básica del Camino Naranja

Tuyo es el Reino, el poder y la Gloria.

POR TODOS LOS ANGELES Y ARCANGELES QUE CAMINAN CONMIGO POR ESTA TIERRA, TODA OSCURIDAD HUYE, SE DISUELVE, SE EVAPORA.

ME INCLINO ANTE TI, Creador de todos los universos, y recibo la luz del paraíso.

En mi mundo se instaura ya mismo TU PERFECTO ORDEN DIVINO.

AMEN QUE ASI SEA Y ASI ES


3 - ORDENATE

Haz todo lo que puedas de tu parte para ordenarte. Ordena tus tiempos, disciplínate. Ordena tu casa. Y ordena la situación, en lo posible. Haz un plan de acción y una estrategia concreta con lo que depende solo de ti

4 - AYUNO DE DULCES

Haz ayuno de dulces, por tres días y toma mucha agua.

Esta es una profunda purificación emocional.

5- AYUNO DE ALIMENTOS SOLIDOS

Haz ayuno de todo alimento por 1 día, tomando solo líquidos.

Nos ayuda a "Elevarnos por encima"

6- AYUNO DE PENSAMIENTOS

Haz ayuno de especulaciones mentales por 3 días.

Es la máxima purificación espiritual que puedes hacer.

7 -SANTO SILENCIO

Entra en Santo Silencio, habla solo lo necesario y espera a que la luz te revele los próximos pasos a seguir.

Ahimsa

Paz y bien

Hania Czajkowski



Dios ha de querer que la próxima vez que escriba sobre mi vida, sean solo buenas nuevas.

Susie

 

lunes, 22 de marzo de 2021

De equivocaciones y condenas

 

Me equivoqué

Me he equivocado

Me equivoco

 


Puedo conjugar el verbo ‘equivocar’ en diferentes tiempos verbales.  Probablemente mi tasa de error sea mayor al de muchas personas, pero eso es en relación a las tasas de riesgo, la cantidad de intentos y las veces que no me quedé de brazos cruzados a esperar que Dios me resolviera la vida.

Hay gente que tiene tiempo y ganas de llevar una lista actualizada de mis errores, cada tanto, por si se me olvida, agitan su lista al viento y reclaman todo aquello que se creen con derecho de cobrar, porque lo que hice no alcanzó, no sirvió, no resultó como esperaba o no se ajustó a las expectativas del clan.

“Si hubieras hecho como todas las mujeres.”

“Si me hubieras dejado a mí manejar tu vida.”

“Si hubieras dejado de lado tus valores y creencias.”

“Si hubieras hecho como todas las mujeres de la familia.”

“Si no hubieras vendido todo.”

“Si no hubieras intentado irte del país.”

“Si te hubieras conseguido un marido.”

“Si no hubieras pedido un préstamo.”

“Si te hubieras conformado.”

“Si hubieras hecho la vista gorda.”

“Si hubieras sido menos rebelde.”

“Si hubieras callado.”

“Si te hubieras recibido.”

“Si te sumaras a nuestra iglesia.”

“Si vendieras todo y vivieras de prestado.”

“Si renunciaras a tus sueños.”

“Si fueras más racional y realista.”

“Si no fueras tan sensible.”

“Si te diera todo igual.”

“Si no ayudaras a la gente.”

“Si no fueras tan confiada.”

“Si defendieras agresivamente tus derechos.”

Quien está del otro lado, vociferando esas frases, es una persona llena de resentimiento, frustraciones y prejuicios; seguramente se ha enquistado en su zona de confort y cree que la felicidad es una utopía de la que no se debe hablar. Quien se encarga de enumerar hubieras o hubieses, no ha asumido ningún proceso o terapia de sanación emocional consciente, ni tiene miras de hacerlo en algún momento y va por la vida condenando a quienes no piensan o hacen como él/ella.

Cuando cumplí 40 años lo celebré escribiendo un pequeño libro que incluía varias confesiones, listados graciosos y otros no tanto, mis peores y mejores decisiones y una lista de mis defectos. He perdido el original con collage, pegatinas y otros detalles, pero parte del texto, sigue aún en mis archivos.

Hablar de recuerdos que nos pesan y avergüenzan, da la sensación de que nos liberamos de fantasmas y alienta la esperanza de no encontrar más su sombra en el jardín del corazón.

Hablar de recuerdos bonitos nos hace revivir la idea de que todo es posible y que la suma de buenos deseos hace el camino más corto hacia los pequeños milagros cotidianos.

Aún entonces (16 años atrás), era consciente de que cada uno de mis ‘errores’, me había llevado por caminos que en el largo plazo habían resultado positivos y capitalizables de una u otra manera.

Mis peores errores han sucedido cuando me dejé llevar por opiniones, expectativas o temores ajenos; cuando ignoré mi intuición y esa certeza inexplicable que habitaba en mi corazón como un guiño de Dios o mi Ángel de la Guarda.

Si tuviera la oportunidad de volver atrás, si dejara de cometer alguno de esos errores, me privaría de disfrutar todo lo que vino después, lo que aprendí, lo que crecí, lo que recibí.

No estoy orgullosa de mis errores, muchos de ellos aún merecen ser perdonados, por mí y por quienes me aman.

Cada error es fruto de una decisión que fue hecha desde el nivel de consciencia que tenía en ese momento, de los conocimientos, de los recursos disponibles, de las limitaciones y de las circunstancias del momento, de los miedos que me habitaban y del agobio que buscaba una salida de los callejones oscuros.

Solo Dios sabe que jamás he tenido la intención de dañar a otra persona y menos a los seres que más amo. Solo Dios sabe que cada decisión fue hecha desde el amor, pero también de las heridas sin sanar, desde la fe y desde la necesidad de luchar por aquello que creía correcto.

Si pasaste casi toda tu vida viviendo en el mismo lugar, haciendo o dejando de hacer las mismas cosas y nunca te aventuraste más allá de la burbuja de tu ego, es probable que tu lista de errores se reduzca a un par o quizá solo uno. En mi control de calidad en la vida todo se mide por profundidad y no por cantidad. Creo que el ‘miedo a equivocarnos’ que nos congela y evita que hagamos algo diferente, nos condena a ‘existir’ sin Vivir y sin Amar en una danza de corazones prisioneros que no despliegan sus alas en cielos por descubrir.

Los que vuelan, los que crean, los que inventan, los que creen, los profetas, los artistas, los visionarios, los valientes, los que buscan escribir otras formas de vivir, los que dibujan cielos que jamás han visto, los que hacen música para recordarte las ganas de volar, los que salen de la prolija hilera de patitos de hule para jugar a ser cisnes en un lago de esperanza; todos ellos son criticados, juzgados, condenados, exiliados y castigados, por haber tenido el coraje de hacer lo que otros tantos dejaron olvidado en el desván de sus niños heridos.

Las que elegimos el camino menos transitado, las que elegimos ejercer nuestra libertad, las que no negociamos nuestra cama ni nuestro templo sagrado, las que no acomodamos nuestra vida con un proveedor, las que no regalamos caricias a cambio de un plato de comida para nuestros hijos, las que nos arremangamos para ocupar el rol de los ausentes, las que aprendemos y nos reinventamos, las que no queremos vivir a costa del gobierno o de la caridad de una iglesia; las que defendemos la honestidad, la integridad y somos coherentes con lo que sentimos, decimos y hacemos, todas nosotras nos pasamos la vida decidiendo por partida doble. No tenemos tiempo de claudicar, no nos damos chance de esperar a que otro resuelva; simplemente hacemos lo que se puede lo mejor que se puede.



Seguramente me estoy equivocando ahora, tengo esa rara sensación desde hace más de un año, de que la tortuga se me escapa, de que hay algo que Dios quiere que haga o vea y no lo estoy logrando.  Estoy dando vueltas en círculos en un pantano sin resolver una larga lista de problemas que se multiplican y que a su vez, obstruyen las posibilidades de encontrar soluciones. Algunos días, ni siquiera remo o doy vueltas, simplemente, trato de flotar, de mirar el cielo, hacer silencio y agudizar los radares, buscando una señal clara y precisa que no llega. Probablemente, algún día, miraré esto en la distancia y lo veré tan claro que será gracioso e irónico. Por ahora, solo Dios sabe. He intentado todo, o al menos todo lo que creo que está a mi alcance, aún aquello que muchos no intentarían. He pedido ayuda de todas las formas posibles.  Pero he descubierto, que en esta Argentina moderna 2021 es más fácil que un perro de la calle encuentre un hogar amoroso a que una mujer de 56 encuentre fácilmente donde vivir y trabajar; sin especulaciones, manipulaciones o letras chicas dudosas.



Si crees que sabes qué es exactamente lo que estoy haciendo o mal o lo que crees que debería hacer, probablemente: no estás aquí, nunca estuviste aquí, sabes poco y nada de la realidad de mi vida, y tu realidad es diametralmente diferente a la mía.

Si eres de los que está en la tribuna del Coliseo Romano haciendo apuestas a ver qué pasa conmigo, estás perdiendo el tiempo en juzgar una vida que no puedes arreglar, mejor ocúpate de la tuya, que se te escapa en medio de los abucheos.

En cualquier momento, en un susurro, la palabra Dracarys levante una polvareda de cenizas y huestes y un par de alas me ofrezcan su vuelo para dejar que la Justicia Divina acomode a cada quien en su sitio.



La gente mundana dice que si a una le va mal económicamente y va de pobreza en pobreza, es porque es una persona inútil para las finanzas, porque debería dejar que otros manejen su vida y controlen sus gastos o porque no hace lo suficiente, según los estándares de personas sanas y con otras realidades de vida.

 Los seres de luz, evolucionados y conscientes, no hacen más que repetirte que el problema está dentro tuyo, que la abundancia vive en tu interior y que si estás pobre y en la ruina, no estás haciendo bien tus deberes espirituales y no estás vibrando con la energía del universo.

 Unos no te ayudan porque consideran que si te equivocaste, debes pagar tus errores.  Los otros, no lo hacen porque están convencidos de que debes resolver todo tú sola.  En definitiva a ninguno de los dos grupos se les mueve un pelo si tienes la heladera vacía, si tus dolores físicos no te permiten salir de tu casa o si no sabes cómo pagarás el alquiler los próximos meses.  En general, tanto unos como otros, se distancian, hacen silencio, no preguntan y esperan desde una cómoda actitud de posición superada y superior, a que tú finalmente resuelvas todo, porque ‘tú puedes’.”

Confesiones

La Posada de los Muertos

Soledad Lorena©

Tejedora de Palabras

 

Si, probablemente, si hubiera sido más justiciera, más cruel, más manipuladora, más racional, más fría, más insensible, más calculadora, más vengativa, más exigente, más interesada, más falsa, más diplomática, más dramática, más incoherente y menos ética, estaría viviendo en mejores condiciones y tendría mi vida resuelta.  Pero entonces, no sería yo, no hubiera hecho lo que hice, no sentiría como siento, no podría dejar que Dios me habitara cada segundo de mi vida.

Si me equivoco, solo Dios tiene el derecho de mostrarme el camino, o cambiar el curso de navegación. Solo él sabe.  Solo él está aquí, estuvo siempre y es el único que me ama sin pedirme nada a cambio.

Susannah Lorenzo©

Tejedora de Puentes



lunes, 23 de noviembre de 2020

Espirales

 

Cuento: La ayuda de Dios

En un pueblo del litoral hubo una terrible inundación que obligó a sus habitantes a evacuarlo. Es decir, tenían que sacar todas sus pertenencias y llevarlas a otra zona sin agua.

El cura(sacerdote) no quería abandonar la iglesia pero el agua subía tanto que tuvo que refugiarse en el techo. Mientras tanto, rezaba:

-¡Dios mío, ayúdame, confío en que vas a salvarme!

Al rato, pasó una lancha de la policía y le dijeron:

-¡Vamos, padre, no se quede allí que es muy peligroso! Suba a la lancha. Vamos a llevarlo con toda la gente.

El sacerdote no les hizo caso y, al rato, tuvo que subir al campanario porque el agua seguía creciendo. Y no dejaba de pedir ayuda a Dios.

-Señor, estoy dándote muestras de mi confianza, ¡sálvame de esta inundación! ¡No me abandones!

Pasó un helicóptero y lo invitaron a subir, pero tampoco quiso. Ya estaba en la puntita del edificio y pasó otra cuadrilla de rescate:

-Padre, usted es el único que queda. ¡Venga!

Pero el cura no quiso ir. Resistió hasta que el agua lo tapó y murió ahogado. Cuando Dios lo recibió en el cielo, el sacerdote se quejó diciéndole:

-¿Qué paso, Dos mío? No me escuchaste? Te pedí ayuda y me abandonaste.

-De ninguna manera-le dijo Dios-.Yo no te abandoné. Es más, te envié mucha ayuda: una lancha de la policía, un helicóptero y una cuadrilla de rescate, pero en todos los casos vos no quisiste verme ni escucharme y los rechazaste…

Aprendo que: Dios utiliza al hombre como intermediario para obrar sus milagros.

María Inés Casalà y Juan Carlos Pisano. Cuentos rápidos para contar despacio.

He escuchado este cuento en diferentes versiones, en algunas son tres barcas/lanchas que pasan a salvarlo, pero siempre el final es el mismo y siempre son tres los emisarios que Dios envía para salvarlo.

Cada vez que siento que estoy en un callejón sin salida, y que el agua me está llegando al cuello, trato de recordar esa historia antes de que pase la tercera barca.  La primera vez que supe de la historia, hice caso omiso de los ‘extraños’, que actuaban como emisarios, o acepté su ayuda cuando ya era muy tarde.

Justamente, hace poco, escribí otra entrada del blog Desde el Desierto, donde describía esta situación en la que me he visto afligida más de una vez en la vida. No importa cuánto me haya esforzado, cuánto haya sembrado, o cuánto esmero y dedicación haya puesto en mi tarea, de repente, las cuentas por pagar se multiplican, el banco tiene números rojos, las reservas se acaban y la heladera se queda completamente vacía.



La semana pasada fue difícil, raciones pequeñas, mala alimentación, pocas expectativas en el horizonte, algún milagro que duró tres días y lo demás: invierno en plena primavera.  Cuando se acabó la última ración  y las últimas galletas para el desayuno, insistí en mi postura de no pedir ayuda, y entrar en santo silencio para que Dios me dijera qué quería de mí. Durante la semana, una persona amorosa que llegó con la marea de este 2020 (la trajo de regreso, porque fue alumna hace varios años), envió un mensaje para ofrecer su ayuda claramente y compartir lo poco que tuviera en su casa. Yo lo ignoré al principio, porque estaba segura que Dios haría un gran milagro.

El sábado comenzó el día 01 de ayuno (sólo agua e infusiones) y afectó pronto el organismo porque venía de dieta desordenada y escasa durante los últimos 10  días. (Cuando compré para cocinar sopa el día martes, era la primera vez que recibía un poco de efectivo para poder comprar verdura en el barrio, desde el 24 de octubre.) Entré en modo de bajo consumo para protección del sistema y simplemente multipliqué siestas durante el día.  Cada vez que intentaba dormir, rezaba pidiéndole a Dios un camino de salida, una bendición de abundancia en mi vida.  En verdad estaba segura de que llegaría mágicamente el fin de semana.

El segundo día de ayuno (domingo) me encontró más débil, con dolor de cabeza, visión borrosa y malestar general.  No estaba desesperada ni asustada, pero me sentía decepcionada de que Dios no hubiera hecho su milagro. Respiraba, meditaba, rezaba, intentaba imaginar mi alma libre y olvidar el hambre en mi cuerpo, pero cada vez que intentaba levantarme y realizar alguna actividad, el cuerpo podía más que la intención y la mente parecía estar desconectada del sistema eléctrico. Había hecho algunas publicaciones no muy explícitas en las redes (solo para buen entendedor) para no avergonzar ni preocupar a mi familia. Entonces, nuevamente recordé el cuento y me pregunté: ¿Qué barcas ha enviado Dios esta semana y no he aceptado?.  Claramente estaba el mensaje de mi ex alumna, aunque lo hubiera borrado del historial de whatsapp.  Le escribí después del medio día, con vergüenza, culpa e inseguridad. En cuanto lo vio, varias horas después, me llamó para repasar lo que había en su casa y averiguar qué cosas podía comer que no me hicieran mal.  Mientras preparaba porciones, raciones, bolsitas y paquetes, siguió hablando conmigo hasta que llegó a la parada del colectivo.  En pleno domingo (los colectivos tienen poca frecuencia) y siendo ya de noche, dejó todo lo que estaba haciendo para llegar a casa.  Radiante, como una libélula de colores, sonriente, amorosa y feliz de poder ayudar, depositó cada paquete en la mesada de mi cocina.  Había tanto amor, en ese compartir un puñado de semillas, un par de naranjas y otras cosas sanas que solo se encuentran en dietéticas y herboristerías.  Cada paquetito estaba pensado, sentido e intencionado.

Supongo que tenía que ser así, Dios quería que nuestros caminos se volvieran a cruzar, Dios quería usar a Jenny como un Ángel portador de abundancia y cariño.  Dios quería bendecirla con la alegría de poder ayudar.



Ella me retó porque esperé tanto en pedirle ayuda, porque me dejé sufrir con dos días de ayuno.

No es la primera vez que pasa, yo insisto en que la abundancia llegue por donde yo quiero: quiero que todos mis libros se vendan y que tenga que hacer más porque tengo muchos pedidos; quiero que se agote el stock de la pequeña tienda y tener que renovarlo porque he vendido absolutamente todo. Me quedo rígida, esperando eso que yo quiero que suceda y mientras tanto, mientras miro fijo por la ventana a ver si las semillas florecen, dejo que la escasez entre en mi vida por la rendija de la decepción y de las expectativas que nada tienen que ver con los planes de Dios. Como toda siembra, hay un ciclo, un tiempo, que no decide ningún humano y en el que no se puede interferir.



Claro, la pregunta es: ¿qué es lo que aún tengo que aprender? ¿Qué es lo que he aprendido de este patrón frecuente en mi vida? ¿Para qué sucede todo esto?

Parte de la respuesta está en el final del libro La Posada de los Muertos:

(…)Es la primera vez que hablo del suicidio con esperanza.  Es decir, en mi corazón, me gustaría vivir bien, me encantaría disfrutar, tengo planes, sueños y muchos proyectos por realizar.  Me gustaría, de verdad poder servir desde el amor y la luz, ayudando a sembrar colores en los corazones y cielos de otras personas.

Si no tuviera que preocuparme de pagar alquiler, cuentas enormes de servicios y conseguir el dinero para cubrir los gastos fijos cada semana; me dedicaría a escribir, a sanar mi cuerpo, a atender a quienes se benefician con mis terapias holísticas, a enseñar, a dar talleres, a viajar, a tener una vida bonita, a amar, a cuidar a Blackie, a enhebrar collares y pulseras, a leer, a vender mis libros y cartas de Puentes, a descubrir, a aprender, a estudiar y a bendecir.

No tengo un plan, he dejado todo en manos de Dios y creo, quiero creer que él tiene milagros insospechados y bendiciones para derramar.  Sin embargo, la realidad mundana me llena de dudas, temores y conjeturas.  Si Dios tiene un plan Divino para mí, le pido me ayude a crear esa vida abundante que me permita ser su servidora en esta tierra.  

(…)

Estos párrafos son parte de la sección de Confesiones que cierra el libro y está fechado 21.11.19, curiosamente, hace un año atrás.

Diría que la situación está peor y no mejor en muchos aspectos.  En aquel entonces, había puesto un aviso para buscarle un hogar a Blackie, porque me parecía injusto que él pasara necesidades junto conmigo.  En este difícil año 2020, aprendí y acepté que está conmigo por elección y que su misión aún no termina y está dispuesto a soportar cualquier dificultad para acompañarme en el sendero. Cuando escribí ese testimonio (Confesiones), lo hice con esperanza, pero muchas veces, secretamente, pensaba que como Miranda (uno de los personajes del libro La Posada de los Muertos), terminaría en una terminal, después de haber perdido todo, con un par de bolsos, mis mazos de tarot y un destino incierto.

Nunca imaginé, al terminar de escribir ese libro, que 2020 llegaría cargado de trabajos prácticos, exámenes y pruebas de Fé, como nunca había sentido o vivido.



Por primera vez, en estos días de ayuno y mala alimentación, no sentí pánico ni angustia; tampoco intenté elaborar salidas trágicas del laberinto.  Dentro mío tenía una confianza nueva, una certeza que de algún modo, y en el momento oportuno Dios, me mostrará la luz en el sendero.



Y es que el sendero no es tal, no es un camino de montaña, un camino que avanza en la geografía.  En realidad, caminamos todo el tiempo en círculos, y este desierto es el mismo que ya he transitado otras veces, pero indudablemente lo he mirado con otros ojos y sentido emociones diferentes. El sendero espiritual es, en realidad, un espiral, nos movemos en círculos, hasta que por efecto del movimiento y el cambio de energía que se produce en nuestro aura, empezamos a girar en un círculo más grande, un anillo mayor que abraza el anterior y que nos da una perspectiva más amplia del todo.

No sé si aún he salido del desierto, nuevamente, y por segunda vez esta semana (casi al filo del comienzo de la próxima), disfruto de un pequeño oasis, un par de días de alimento, una buena dosis de esperanza y una lluvia amorosa de empatía y humanidad. Sin embargo, siento que he aprendido mucho, he aceptado y reconocido otro tanto y sobre todo, estoy convencida (dentro de mi corazón), de que Dios tiene infinitas posibilidades creativas de manifestar la abundancia en nuestra vida.

Sin ir más lejos, el domingo temprano en la mañana, recibí un mensaje por whatsapp de una argentina viviendo en Reino Unido, buscando regalar una sesión de Tarot Evolutivo. No hemos concretado nada aún, pero ese solo mensaje, fue como un avión escribiendo graffitis en el cielo, para recordarme (por enésima vez) cuál es el camino y sobre todo, fue como un toquecito en el hombro, de esos que Dios nos da, cuando estamos enfocados en escapar del laberinto y perdemos noción de la danza circular.



Muchas gracias

Dios te bendiga


Gracias por la gente amorosa que lee, mira, ve, presta atención, comprende los silencios, encuentra el modo, cambia su agenda, se hace el tiempo, comparte lo poco que tiene y lo vuelve mucho, no pide explicaciones, no juzga, te abraza en un llamado, aterriza su helicóptero de colores en medio del desierto y enarbola una bandera de esperanza en la rama desnuda de tu arbusto sin frutos.
Gracias
Gracias
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domingo, 15 de noviembre de 2020

Desde el desierto

Hace tiempo que mi vida se parece a un desierto, una extensión vasta de soledad y penurias que rara vez describo con lujo de detalles.

Mostrar tan solo una postal de este peregrinaje desata un vendaval de juicios, el morbo de algunos, la pena de pocos y la distancia de muchos.

Hay días en que encuentro un oasis, vegetación exhuberante, agua clara y la bendición de los Dioses; entonces, repongo energía, nutro mi cuerpo y de cada fruto guardo en una bolsa sagrada las semillas.  Así, retomo el andar con más brío y esperanzas renovadas; avanzo a paso firme, danzo con la luna y escribo poemas en la arena.  Mientras camino, siembro las semillas con cuidado y le pido a Dios las multiplique.



Otros días, los vientos detienen mi marcha, agotan mis músculos, nublan mi pensamiento y se llevan consigo los mapas y poemas.  Las raciones se acaban, el agua se seca, la sombra es áspera y hostil, el sol calcina los suspiros y la noche agita pesadillas de batallas sin tregua.  El horizonte lejano no anuncia siluetas y el cielo presagia jornadas sin milagros.

Entonces, una guarda sus fuerzas, cuida cada gota, cuenta las migas, repliega el pensamiento, se sumerge  en el silencio, se ausenta de los sueños y respira al ritmo de una antigua letanía.  Una se vuelve casi invisible bajo la curva de una rama de un arbusto que apenas si sobrevive; olvida los calendarios y se pierde en largas siestas, narcóticas siestas que adormecen los sentidos y dan descanso al peregrino.

Resistir (de eso se trata) hasta que al amanecer, la lluvia haya despertado las semillas, o un milagro haya creado un oasis a tres pasos del arbusto o finalmente, Dios nos dibuje el camino de los jardines donde todo es posible.



Susie, domingo de resistencia

Susannah Lorenzo ©

Tejedora de Puentes

15 de noviembre de 2020

 



Notas:

Hace varios días que decidí no pedir ayuda en las redes sociales, como otras veces, cuando desespero al ver los estantes vacíos y la agenda sin promesas; confiando en que Dios me mostrará su Gracia.

Solo escucho su voz en las tormentas eléctricas esporádicas que azotan la ciudad por algunos minutos.  Lo demás es silencio, ni señas ni señales, ni anuncios ni mensajeros.

Trabajo conmigo en forma constante, aplico Terapias Holísticas, leo, estudio, aprendo, cambio hábitos, creo otros nuevos, corrijo patrones, sano heridas, rezo, bendigo ancestros; constantemente busco la forma de Ser Abundancia y escribir desde los Jardines del Universo.  Estoy en eso, lo prometo.



Para quienes aún insisten en que debería buscar un trabajo con sueldo estable, mis enfermedades crónicas siguen ahí, las mismas que me impiden tomar un colectivo a diario y cumplir con horarios fuera de casa.  Por eso, hace varios años, acepté, hice las paces y entendí que la única posibilidad es trabajar desde casa.  Ya lo sé, no es un buen año para nadie, pero para algunos se nos hace un poco más difícil.  Mis ingresos dependen de la venta de mis libros (que duermen largas siestas (que duran meses) esperando que algún corazón quiera despertarlos), las ventas de mi pequeña tienda y las sesiones y/o clases individuales que puedo agendar por whatsapp o llamada telefónica.  Aún sigue siendo arriesgado (dadas las condiciones de la pandemia) organizar talleres y cursos presenciales.



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