miércoles, 17 de noviembre de 2021

Vulnerable

Facebook me recordó esta imagen de Blackie y los ojos se me llenaron de lágrimas. Es lo único que extraño de la vida que dejé atrás.


Hace tiempo que no siento alegría en mí corazón, salvo por los pequeños momentos en que alguien ha comprado uno de mis libros o una de mis artesanías.

2021 ha sido un año extremadamente difícil y con mucho aprendizaje.

Celebro y bendigo cada decisión valiente, cada lección de vida, cada libro escrito, cada video creado, cada ayuda recibida, cada señal y cada pequeño milagro y todas las sincronicidades.

Creo que he trabajado más que cualquier otro año: sembrando, creando, generando proyectos y cuidando amorosamente de la siembra.


Sin embargo, la cosecha está tardando demasiado y el 95% del trabajo ha sido gratuito.

Quienes se han cansado de verme pedir ayuda y tienen su vida acomodada piensan que no hago lo suficiente o que con todos mis talentos es imposible que viva situaciones de pobreza.

A mí también me cuesta creer que a pesar de mis talentos, de todo lo que estudio, de todo lo que invierto y todo lo que me esfuerzo, no logre vivir dignamente.

No me gusta pedir ayuda. Me gustaría que llegara mágicamente sin que tuviera que confesar mis miserias. Pero Dios insiste.

Tengo un techo y un lugar cómodo para vivir gracias a la ayuda bendecida que recibo de mis padres para el alquiler.

Pero las semanas de ayuno forzado, raciones mínimas y modo bajo consumo son demasiado frecuentes. Me debilitan físicamente, alteran mi metabolismo y afectan mi estado de ánimo.


En  2017 gané una beca de marketing moderno 3.0 en Business School. Creí haber aprendido todo lo que necesitaba. Si bien yo he evolucionado, mis contenidos y los recursos han cambiado y mostrado una imagen mucho más consciente y clara; me doy cuenta que todo lo que aprendí corresponde a otra mirada, otra cultura, otro estilo de vida. Lo que ofrezco y cómo lo ofrezco no parece lograr clientes ni en San Luis, ni en Argentina.

Tengo seguidores.
Tengo likes.
Tengo miembros de la comunidad de Puentes que disfrutan y reciben lo que hago siempre y cuando sea gratis.

Eso no paga las cuentas, no compra alimentos ni me permite vivir sanamente y dignamente.

Crear contenidos es una manera de sembrar, no solo las semillas de Puentes, de mi Propuesta Integral; sino también, de multiplicar y crear una onda expansiva de Luz, Amor y Buena voluntad.

No me quejo, lo disfruto.

Sin embargo, hay un momento en que llega el agotamiento, en que una necesita recibir, vivir, respirar, disfrutar.

Durante los últimos diez días o más, solo he sobrevivido o resistido; con raciones mínimas, sin los elementos de higiene y cuidado necesarios, sin agua mineral, sin papel higiénico y sin medicación muchas veces. Por ello, he trabajado apenas un par de horas por día, y a veces ninguna.  Hoy por ejemplo, he trabajado un poco desde el celular, porque estoy con cólicos y gastroenteritis. El agua del tanque es muy mala y sucia y aunque la hierva me hace mal.

Hace un rato alguien me preguntó porque ofrezco y recomiendo  cursos de acupuntura y maquillaje. Pues porque intento siempre todo lo que puedo y más. Mí cabeza no para buscando alternativas. Me he inscripto en una plataforma internacional donde uno obtiene comisión por los cursos que vende.


A veces me pregunto cuál es mi lugar.
A veces creo que debería dejar de invertir tanto tiempo y dedicación en una comunidad que solo toma lo que es gratis y no siempre valora lo que recibe.
Otros días pienso que, al menos YouTube, será mí jubilación en algún momento.

Con hambre, las necesidades básicas sin cubrir, el departamento sin sahumar y el metabolismo alterado, no se puede tomar decisiones sabias.

No queda más que esperar, resistir, descansar y creer que Dios todo lo ve y todo lo puede.

Indudablemente, se me sigue escapando la tortuga. Quizá deba aprender aún a poner en valor lo que ofrezco. Quizá deba migrar virtual o físicamente.
Solo Dios sabe.

Susannah Lorenzo
Vulnerable
solelor@hotmail.com
+549 2645839784

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