jueves, 18 de septiembre de 2025

El hombre del otro lado

 Hoy he despertado convencida de que era viernes; he debido revisar varias veces el calendario para comprobar que es viernes, en verdad.

Hoy he despertado varias veces, como cada día desde que pasé la barrera de los 50; buscando la sensación de descanso que me permita sobrellevar el día, con una cuota mínima de dolor crónica.

Mis despertares, son a veces como un sacudón abrupto después de una teletransportación; demorando la consciencia de los sentidos para recordar dónde vive realmente mi cuerpo físico.




La última vez que desperté esta mañana, fue una transición brusca, inesperada y repentina, entre un encuentro amoroso con el hombre del otro lado y la realidad tangible de mis huesos y músculos adoloridos, en el silencio de un departamento que aún permanece en quietud.

Del otro lado vive un hombre amable, gentil, cariñoso y enamorado que me busca cuando menos lo espero.  Me ha besado ya un par de veces y cada vez, he regresado a mi vida mundana con el sabor de sus labios y el aroma de su amor en mi corazón.

En esta ocasión, ha sido diferente, porque he visto su rostro y he escuchado su voz.  Si tuviera la habilidad para dibujar personas, podría traducir la imagen fotográfica en mi mente a un retrato de cuerpo completo, plasmado en el papel.

Lleva el pelo con bastantes canas, es más alto que yo y de contextura robusta.  Tiene la sonrisa amable y la mirada transparente y chispeante.

El primer beso, de este encuentro, me lo ha robado, inclinándose sobre mí, al encontrarme sentada junto a otras personas, en una suerte de sala de espera frente a un gran ventanal.  Con una sonrisa y un ademán me ha pedido sentarse sobre mis piernas, y yo he accedido gustosa.

Sentado frente a mí, me ha abrazado con amor y ternura, en una celebración de un esperado encuentro.  Luego, ha vuelto a besarme varias veces, lento y sabroso, con besos macerados en el tiempo que sabe de cosechas.

Después, cada uno ha continuado con sus tareas, mandados y situaciones que acomodar en el mundo invisible.

Al regresar a buscarlo, lo he encontrado detrás de la casa de mi abuela materna, sentado en una galería con plantas, leyendo un periódico.

Esta vez, yo me he sentado sobre sus piernas y lo he besado con la sed de quien bebe maná de los labios del amado.

Entonces, él me ha dicho: Debo estar escuchando música, porque has dejado de correr de un lado a otro, te has aquietado y me besas mientras no estás ocupada en otros asuntos.

Nos hemos besado tan dulce, que, al despertar, mis labios permanecían húmedos y sensibles.





No hubo despedida ni promesas; mi cuerpo físico simplemente ha reclamado mi alma y me ha hecho aterrizar con prisa.  Me pregunto si el hombre del otro lado vive también en este plano.  Bastaría una sola mirada y la proximidad de un abrazo para reconocerlo.

Susannah©

18 de septiembre de 2025


Te invito a escuchar mi confesión de doble vida (Entre Mundos), en un Short del canal de Una niña de 60.


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