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domingo, 9 de marzo de 2025

Mal genio

 


Puentes ha cumplido 8 años, de siembra intensiva, de esfuerzo constante, de entrega, devoción y esmero. Esta Hoja de Ruta y Catálogo de Publicaciones reúne todo el trabajo creativo y holístico de estos años.

Un estallido de mal genio podría fácilmente desactivar todo con un par de clics y anulaciones de cuentas.  Sería silencioso y casi indoloro, el mundo seguiría su curso y nada perdería su equilibrio en el planeta.

Escribo porque es mi manera de presentar el reclamo ante el Universo. No busco pena, ni lástima ni limosnas  Quizá sólo aspiro a una señal contundente que justifique seguir adelante y sostener el aliento un poco más, un profundo milagro que inaugure cosechas allí donde las semillas bostezan.

 




Hay días en los que sólo quiero ser una mujer terrícola, pedestre y sin ninguna tarea pendiente que implique transformaciones radicales, mariposas de colores o renaceres del ave fénix.

Como Elías, el profeta,  me canso de ver lo que nadie ve, de anticipar lo que nadie cree y de sentir lo que pocos se animan a sentir.

Se me acaba la paciencia, la tolerancia y la dulzura parece haberse transformado en un caudal amargo que invade cada centímetro de mi ser.  No me soporto ni a mí misma y todo lo que alguien dice o hace me cae mal, sobre todo si la persona que intenta comunicarse es incapaz de ver lo que realmente sucede.

Quiero declararme en huelga y exigir a mi Jefe supremo que cumpla con su parte del trato, que provea todo lo que necesito y que me dé un largo recreo con momentos fáciles y gozosos.

No hay comprensión que alcance ni confianza que sostenga la alegría en el servicio eternamente, cuando las dificultades se extienden más allá de los tiempos humanos y se pierde toda libertad de vivir dignamente.

En estos últimos días, los mensajes de los oráculos han hecho énfasis en la sanación de mi niña interior.  Tengo la sensación de que mi niña interior ya se cansó de ser la niña buena, de quedarse callada, de volverse invisible, de evitar hacer lo que le gusta para no molestar a nadie, y sobre todo, quiere reclamar su derecho de vivir bonito, jugar, salir a pasear, comer lo que tiene ganas y vestirse como le gusta.

Esa niña ha sido buena demasiado tiempo, se ha portado siempre bien, no ha dicho groserías y tampoco ha desatado tormentas de berrinches.  Ha cumplido siempre con las tareas asignadas lo mejor posible, ha aprendido todo lo que se la ha pedido, ha asumido el bienestar de demasiadas personas, ha escondido sus miedos y ha callado secretos que nadie quería escuchar.

Esa niña hoy tiene ganas de levantarse por la mañana sabiendo que todo será fácil y bonito, que no habrá que esforzarse demasiado por todo aquello que merece; que nadie la criticará por ser como es y que recibirá tantos regalos y bendiciones que podrá celebrar su no cumpleaños los 365 días del año.

Ni la niña ni yo queremos alguien que nos diga que ya pasará, que todo pasa, que Dios tiene una razón para todo, que los planes Divinos tienen sus tiempos, que Dios le da sus pruebas más difíciles a sus soldados más fuertes y toda esa reflexión espiritual que no cubre necesidades básicas, no paga la cuentas y tampoco alivia los malestares del cuerpo.




Creo que estoy enojada con Dios, decepcionada, diría yo.  Me he esforzado mucho, he cumplido con cada mandado, he permitido que destroce esta vasija una y mil veces, he dejado que me amase como arcilla mojada para transformarme en versiones impensadas.  Me cuesta mucho hoy, poner el foco en lo que podría ser, cuando lo que no es, se ha prolongado demasiado tiempo y ha condicionado mi salud y mis vínculos.

No quiero explicar, no quiero justificar, no quiero demostrar que en verdad me esfuerzo más de lo que cualquier persona haría en mis condiciones.

Sólo quiero pagar las cuentas, elegir qué comer y cuándo, elegir dónde ir y cómo, oler a limpio, lavar mi ropa, disfrutar mi trabajo, continuar el servicio desde una vida más cómoda.  ¿No es tanto, verdad?

Confío en Dios.  Confío en mi siembra.  Confío en mis talentos.  ¿Hasta cuándo?  ¿Cuánto tiempo es suficiente?

Aquí estoy, sentada frente a mi niña interior que se siente agotada, agobiada y exhausta.

Aquí estoy, sentada con esta mujer que ha envejecido y se ha deteriorado después de más de un año de vivir en condiciones extremas.

Trato de mirarme, escucharme y acompañarme como lo haría con alguien que está pasando un mal momento.  Pero sé que no alcanza con palabras, miradas, silencios o empatía.

A ti, Dios, te pregunto: ¿qué más quieres de mí?




Podría cerrar las tiendas, en este mismo instante, son una inversión de tiempo, dedicación  y dinero que parece no marcar ninguna diferencia.

Podría dejar de crear contenido y hacer difusión en los canales y diferentes plataformas; la interacción es tan mínima como la monetización.

Podría sentarme en esta esquina invisible del universo, declararme en huelga absoluta y dejarme consumir en la miseria.

No tengo ganas de apagarme así, midiendo el aire que respiro, administrando cada gota de maná para resistir pruebas que nunca terminan.

Sé que no soy este enfado, sé que no soy esta impotencia.  Sé que Dios sabe lo que no sé y que ve lo que no veo.

Pero hoy, mi niña rebelde quiere hacer un piquete, escribir una pancarta gigante que cruce el cielo de extremo a extremo y que sea lea en todos los idiomas: merezco una buena vida, merezco una buena muerte.  Concédeme esa Gracia, Señor.

Susie, abatida




Quizá sea hora de aceptar que ha sido todo un espejismo, que Puentes existe en una dimensión a la que no puedo llegar y que las voces mundanas ganaron su juicio y su guerra.

Me rindo ante ti Señor, no tengo fuerzas, ni recursos.  Dame refugio en tu Posada, Madre Divina.




Cuando realizas una contribución amorosa o una donación, te conviertes en el mensajero que Dios usa para co-crear milagros, responder oraciones y socorrer a quien lo necesita.

Si eres de las personas que disfruta del contenido en el canal de YouTube, descargas audios, meditaciones o Ebook de forma gratuita, o incluso si te inspiran las publicaciones en las redes sociales, puedes apoyar mi tarea.  De ese modo contribuyes a que pueda seguir compartiendo contenido de forma gratuita, realice más transmisiones en vivo, actualice equipos, mejore la calidad de los contenidos multimedia y pueda ofrecer más Talleres y servicios que acompañen tus procesos creativos y terapéuticos.

En la página web principal de Puentes, hay una sección para Auspicios y Donaciones.

En esa sección encontrarás diferentes opciones para bendecir Puentes y mi tarea.  No hay aporte pequeño cuando se hace con el corazón.

Gracias por tu comprensión, tu respeto y tu empatía.

Soledad Lorena© - Tejedora de Palabras

Susannah Lorenzo - Tejedora de Puentes

Meherdeep Kaur (Leona de Dios)

 

 


miércoles, 17 de noviembre de 2021

Vulnerable

Facebook me recordó esta imagen de Blackie y los ojos se me llenaron de lágrimas. Es lo único que extraño de la vida que dejé atrás.


Hace tiempo que no siento alegría en mí corazón, salvo por los pequeños momentos en que alguien ha comprado uno de mis libros o una de mis artesanías.

2021 ha sido un año extremadamente difícil y con mucho aprendizaje.

Celebro y bendigo cada decisión valiente, cada lección de vida, cada libro escrito, cada video creado, cada ayuda recibida, cada señal y cada pequeño milagro y todas las sincronicidades.

Creo que he trabajado más que cualquier otro año: sembrando, creando, generando proyectos y cuidando amorosamente de la siembra.


Sin embargo, la cosecha está tardando demasiado y el 95% del trabajo ha sido gratuito.

Quienes se han cansado de verme pedir ayuda y tienen su vida acomodada piensan que no hago lo suficiente o que con todos mis talentos es imposible que viva situaciones de pobreza.

A mí también me cuesta creer que a pesar de mis talentos, de todo lo que estudio, de todo lo que invierto y todo lo que me esfuerzo, no logre vivir dignamente.

No me gusta pedir ayuda. Me gustaría que llegara mágicamente sin que tuviera que confesar mis miserias. Pero Dios insiste.

Tengo un techo y un lugar cómodo para vivir gracias a la ayuda bendecida que recibo de mis padres para el alquiler.

Pero las semanas de ayuno forzado, raciones mínimas y modo bajo consumo son demasiado frecuentes. Me debilitan físicamente, alteran mi metabolismo y afectan mi estado de ánimo.


En  2017 gané una beca de marketing moderno 3.0 en Business School. Creí haber aprendido todo lo que necesitaba. Si bien yo he evolucionado, mis contenidos y los recursos han cambiado y mostrado una imagen mucho más consciente y clara; me doy cuenta que todo lo que aprendí corresponde a otra mirada, otra cultura, otro estilo de vida. Lo que ofrezco y cómo lo ofrezco no parece lograr clientes ni en San Luis, ni en Argentina.

Tengo seguidores.
Tengo likes.
Tengo miembros de la comunidad de Puentes que disfrutan y reciben lo que hago siempre y cuando sea gratis.

Eso no paga las cuentas, no compra alimentos ni me permite vivir sanamente y dignamente.

Crear contenidos es una manera de sembrar, no solo las semillas de Puentes, de mi Propuesta Integral; sino también, de multiplicar y crear una onda expansiva de Luz, Amor y Buena voluntad.

No me quejo, lo disfruto.

Sin embargo, hay un momento en que llega el agotamiento, en que una necesita recibir, vivir, respirar, disfrutar.

Durante los últimos diez días o más, solo he sobrevivido o resistido; con raciones mínimas, sin los elementos de higiene y cuidado necesarios, sin agua mineral, sin papel higiénico y sin medicación muchas veces. Por ello, he trabajado apenas un par de horas por día, y a veces ninguna.  Hoy por ejemplo, he trabajado un poco desde el celular, porque estoy con cólicos y gastroenteritis. El agua del tanque es muy mala y sucia y aunque la hierva me hace mal.

Hace un rato alguien me preguntó porque ofrezco y recomiendo  cursos de acupuntura y maquillaje. Pues porque intento siempre todo lo que puedo y más. Mí cabeza no para buscando alternativas. Me he inscripto en una plataforma internacional donde uno obtiene comisión por los cursos que vende.


A veces me pregunto cuál es mi lugar.
A veces creo que debería dejar de invertir tanto tiempo y dedicación en una comunidad que solo toma lo que es gratis y no siempre valora lo que recibe.
Otros días pienso que, al menos YouTube, será mí jubilación en algún momento.

Con hambre, las necesidades básicas sin cubrir, el departamento sin sahumar y el metabolismo alterado, no se puede tomar decisiones sabias.

No queda más que esperar, resistir, descansar y creer que Dios todo lo ve y todo lo puede.

Indudablemente, se me sigue escapando la tortuga. Quizá deba aprender aún a poner en valor lo que ofrezco. Quizá deba migrar virtual o físicamente.
Solo Dios sabe.

Susannah Lorenzo
Vulnerable
solelor@hotmail.com
+549 2645839784

lunes, 23 de noviembre de 2020

Espirales

 

Cuento: La ayuda de Dios

En un pueblo del litoral hubo una terrible inundación que obligó a sus habitantes a evacuarlo. Es decir, tenían que sacar todas sus pertenencias y llevarlas a otra zona sin agua.

El cura(sacerdote) no quería abandonar la iglesia pero el agua subía tanto que tuvo que refugiarse en el techo. Mientras tanto, rezaba:

-¡Dios mío, ayúdame, confío en que vas a salvarme!

Al rato, pasó una lancha de la policía y le dijeron:

-¡Vamos, padre, no se quede allí que es muy peligroso! Suba a la lancha. Vamos a llevarlo con toda la gente.

El sacerdote no les hizo caso y, al rato, tuvo que subir al campanario porque el agua seguía creciendo. Y no dejaba de pedir ayuda a Dios.

-Señor, estoy dándote muestras de mi confianza, ¡sálvame de esta inundación! ¡No me abandones!

Pasó un helicóptero y lo invitaron a subir, pero tampoco quiso. Ya estaba en la puntita del edificio y pasó otra cuadrilla de rescate:

-Padre, usted es el único que queda. ¡Venga!

Pero el cura no quiso ir. Resistió hasta que el agua lo tapó y murió ahogado. Cuando Dios lo recibió en el cielo, el sacerdote se quejó diciéndole:

-¿Qué paso, Dos mío? No me escuchaste? Te pedí ayuda y me abandonaste.

-De ninguna manera-le dijo Dios-.Yo no te abandoné. Es más, te envié mucha ayuda: una lancha de la policía, un helicóptero y una cuadrilla de rescate, pero en todos los casos vos no quisiste verme ni escucharme y los rechazaste…

Aprendo que: Dios utiliza al hombre como intermediario para obrar sus milagros.

María Inés Casalà y Juan Carlos Pisano. Cuentos rápidos para contar despacio.

He escuchado este cuento en diferentes versiones, en algunas son tres barcas/lanchas que pasan a salvarlo, pero siempre el final es el mismo y siempre son tres los emisarios que Dios envía para salvarlo.

Cada vez que siento que estoy en un callejón sin salida, y que el agua me está llegando al cuello, trato de recordar esa historia antes de que pase la tercera barca.  La primera vez que supe de la historia, hice caso omiso de los ‘extraños’, que actuaban como emisarios, o acepté su ayuda cuando ya era muy tarde.

Justamente, hace poco, escribí otra entrada del blog Desde el Desierto, donde describía esta situación en la que me he visto afligida más de una vez en la vida. No importa cuánto me haya esforzado, cuánto haya sembrado, o cuánto esmero y dedicación haya puesto en mi tarea, de repente, las cuentas por pagar se multiplican, el banco tiene números rojos, las reservas se acaban y la heladera se queda completamente vacía.



La semana pasada fue difícil, raciones pequeñas, mala alimentación, pocas expectativas en el horizonte, algún milagro que duró tres días y lo demás: invierno en plena primavera.  Cuando se acabó la última ración  y las últimas galletas para el desayuno, insistí en mi postura de no pedir ayuda, y entrar en santo silencio para que Dios me dijera qué quería de mí. Durante la semana, una persona amorosa que llegó con la marea de este 2020 (la trajo de regreso, porque fue alumna hace varios años), envió un mensaje para ofrecer su ayuda claramente y compartir lo poco que tuviera en su casa. Yo lo ignoré al principio, porque estaba segura que Dios haría un gran milagro.

El sábado comenzó el día 01 de ayuno (sólo agua e infusiones) y afectó pronto el organismo porque venía de dieta desordenada y escasa durante los últimos 10  días. (Cuando compré para cocinar sopa el día martes, era la primera vez que recibía un poco de efectivo para poder comprar verdura en el barrio, desde el 24 de octubre.) Entré en modo de bajo consumo para protección del sistema y simplemente multipliqué siestas durante el día.  Cada vez que intentaba dormir, rezaba pidiéndole a Dios un camino de salida, una bendición de abundancia en mi vida.  En verdad estaba segura de que llegaría mágicamente el fin de semana.

El segundo día de ayuno (domingo) me encontró más débil, con dolor de cabeza, visión borrosa y malestar general.  No estaba desesperada ni asustada, pero me sentía decepcionada de que Dios no hubiera hecho su milagro. Respiraba, meditaba, rezaba, intentaba imaginar mi alma libre y olvidar el hambre en mi cuerpo, pero cada vez que intentaba levantarme y realizar alguna actividad, el cuerpo podía más que la intención y la mente parecía estar desconectada del sistema eléctrico. Había hecho algunas publicaciones no muy explícitas en las redes (solo para buen entendedor) para no avergonzar ni preocupar a mi familia. Entonces, nuevamente recordé el cuento y me pregunté: ¿Qué barcas ha enviado Dios esta semana y no he aceptado?.  Claramente estaba el mensaje de mi ex alumna, aunque lo hubiera borrado del historial de whatsapp.  Le escribí después del medio día, con vergüenza, culpa e inseguridad. En cuanto lo vio, varias horas después, me llamó para repasar lo que había en su casa y averiguar qué cosas podía comer que no me hicieran mal.  Mientras preparaba porciones, raciones, bolsitas y paquetes, siguió hablando conmigo hasta que llegó a la parada del colectivo.  En pleno domingo (los colectivos tienen poca frecuencia) y siendo ya de noche, dejó todo lo que estaba haciendo para llegar a casa.  Radiante, como una libélula de colores, sonriente, amorosa y feliz de poder ayudar, depositó cada paquete en la mesada de mi cocina.  Había tanto amor, en ese compartir un puñado de semillas, un par de naranjas y otras cosas sanas que solo se encuentran en dietéticas y herboristerías.  Cada paquetito estaba pensado, sentido e intencionado.

Supongo que tenía que ser así, Dios quería que nuestros caminos se volvieran a cruzar, Dios quería usar a Jenny como un Ángel portador de abundancia y cariño.  Dios quería bendecirla con la alegría de poder ayudar.



Ella me retó porque esperé tanto en pedirle ayuda, porque me dejé sufrir con dos días de ayuno.

No es la primera vez que pasa, yo insisto en que la abundancia llegue por donde yo quiero: quiero que todos mis libros se vendan y que tenga que hacer más porque tengo muchos pedidos; quiero que se agote el stock de la pequeña tienda y tener que renovarlo porque he vendido absolutamente todo. Me quedo rígida, esperando eso que yo quiero que suceda y mientras tanto, mientras miro fijo por la ventana a ver si las semillas florecen, dejo que la escasez entre en mi vida por la rendija de la decepción y de las expectativas que nada tienen que ver con los planes de Dios. Como toda siembra, hay un ciclo, un tiempo, que no decide ningún humano y en el que no se puede interferir.



Claro, la pregunta es: ¿qué es lo que aún tengo que aprender? ¿Qué es lo que he aprendido de este patrón frecuente en mi vida? ¿Para qué sucede todo esto?

Parte de la respuesta está en el final del libro La Posada de los Muertos:

(…)Es la primera vez que hablo del suicidio con esperanza.  Es decir, en mi corazón, me gustaría vivir bien, me encantaría disfrutar, tengo planes, sueños y muchos proyectos por realizar.  Me gustaría, de verdad poder servir desde el amor y la luz, ayudando a sembrar colores en los corazones y cielos de otras personas.

Si no tuviera que preocuparme de pagar alquiler, cuentas enormes de servicios y conseguir el dinero para cubrir los gastos fijos cada semana; me dedicaría a escribir, a sanar mi cuerpo, a atender a quienes se benefician con mis terapias holísticas, a enseñar, a dar talleres, a viajar, a tener una vida bonita, a amar, a cuidar a Blackie, a enhebrar collares y pulseras, a leer, a vender mis libros y cartas de Puentes, a descubrir, a aprender, a estudiar y a bendecir.

No tengo un plan, he dejado todo en manos de Dios y creo, quiero creer que él tiene milagros insospechados y bendiciones para derramar.  Sin embargo, la realidad mundana me llena de dudas, temores y conjeturas.  Si Dios tiene un plan Divino para mí, le pido me ayude a crear esa vida abundante que me permita ser su servidora en esta tierra.  

(…)

Estos párrafos son parte de la sección de Confesiones que cierra el libro y está fechado 21.11.19, curiosamente, hace un año atrás.

Diría que la situación está peor y no mejor en muchos aspectos.  En aquel entonces, había puesto un aviso para buscarle un hogar a Blackie, porque me parecía injusto que él pasara necesidades junto conmigo.  En este difícil año 2020, aprendí y acepté que está conmigo por elección y que su misión aún no termina y está dispuesto a soportar cualquier dificultad para acompañarme en el sendero. Cuando escribí ese testimonio (Confesiones), lo hice con esperanza, pero muchas veces, secretamente, pensaba que como Miranda (uno de los personajes del libro La Posada de los Muertos), terminaría en una terminal, después de haber perdido todo, con un par de bolsos, mis mazos de tarot y un destino incierto.

Nunca imaginé, al terminar de escribir ese libro, que 2020 llegaría cargado de trabajos prácticos, exámenes y pruebas de Fé, como nunca había sentido o vivido.



Por primera vez, en estos días de ayuno y mala alimentación, no sentí pánico ni angustia; tampoco intenté elaborar salidas trágicas del laberinto.  Dentro mío tenía una confianza nueva, una certeza que de algún modo, y en el momento oportuno Dios, me mostrará la luz en el sendero.



Y es que el sendero no es tal, no es un camino de montaña, un camino que avanza en la geografía.  En realidad, caminamos todo el tiempo en círculos, y este desierto es el mismo que ya he transitado otras veces, pero indudablemente lo he mirado con otros ojos y sentido emociones diferentes. El sendero espiritual es, en realidad, un espiral, nos movemos en círculos, hasta que por efecto del movimiento y el cambio de energía que se produce en nuestro aura, empezamos a girar en un círculo más grande, un anillo mayor que abraza el anterior y que nos da una perspectiva más amplia del todo.

No sé si aún he salido del desierto, nuevamente, y por segunda vez esta semana (casi al filo del comienzo de la próxima), disfruto de un pequeño oasis, un par de días de alimento, una buena dosis de esperanza y una lluvia amorosa de empatía y humanidad. Sin embargo, siento que he aprendido mucho, he aceptado y reconocido otro tanto y sobre todo, estoy convencida (dentro de mi corazón), de que Dios tiene infinitas posibilidades creativas de manifestar la abundancia en nuestra vida.

Sin ir más lejos, el domingo temprano en la mañana, recibí un mensaje por whatsapp de una argentina viviendo en Reino Unido, buscando regalar una sesión de Tarot Evolutivo. No hemos concretado nada aún, pero ese solo mensaje, fue como un avión escribiendo graffitis en el cielo, para recordarme (por enésima vez) cuál es el camino y sobre todo, fue como un toquecito en el hombro, de esos que Dios nos da, cuando estamos enfocados en escapar del laberinto y perdemos noción de la danza circular.



Muchas gracias

Dios te bendiga


Gracias por la gente amorosa que lee, mira, ve, presta atención, comprende los silencios, encuentra el modo, cambia su agenda, se hace el tiempo, comparte lo poco que tiene y lo vuelve mucho, no pide explicaciones, no juzga, te abraza en un llamado, aterriza su helicóptero de colores en medio del desierto y enarbola una bandera de esperanza en la rama desnuda de tu arbusto sin frutos.
Gracias
Gracias
Gracias



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Dios te bendiga

Gracias

Susannah

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domingo, 24 de marzo de 2019

Mi camino con el Tarot

(Esta es una nota más larga de lo usual, quien se tome el tiempo, conocerá parte de mi corazón y mi motivación.)

Desde que era adolescente y una amiga se hizo ‘ver las aguas’ (las personas llevan un frasco de vidrio con su orina, y la curandera o el curandero, pueden diagnosticar enfermedades, embarazos y algunas otras cosas) con una curandera aquí en San Juan, siempre me causó curiosidad cualquier arte adivinatoria.

En ese entonces, me sentía miserable, víctima de la vida y de las personas que me rodeaban y estaba convencida de que algún conjuro extraño había maldecido mi vida y yo nada podía hacer para cambiar eso.  Debo reconocer, que durante muchos años después en mi vida adulta, mientras consultaba a curanderos y videntes, buscaba limpiarme de ‘tanto daño’, entregando mi poder personal y varios objetos de valor y ahorros en dinero.

Cada vez que alguien me leía las cartas o el I Ching, buscaba saber qué pasaría, si la persona que yo amaba me seguiría amando, si me engañaba o si mi suerte cambiaría. 

Cuando vivía en Mendoza, hace muchos años, con mis hijos, las cartas de los Ángeles  de Hania Czajowski me encontraron en un viaje, visitando librerías.  Lo primero que me gustó de las cartas fue que los Ángeles podían guiarme con sus mensajes, me ayudaban regalándome aquello que necesitaba (desde un aspecto espiritual) o me invitaban a cambiar conductas o tomar actitudes diferentes frente a la realidad exterior.  Sin saberlo, esa sería mi introducción al Tarot Evolutivo.



Luego vinieron las Runas y las Cartas de Susannah, que habían nacido como un juego pedagógico para practicar tres tiempos verbales en inglés (pasado, presente y futuro).  Los mensajes de las cartas siempre eran certeros, pero justamente eso me asustaba, porque estaba fuera de la razón y de cualquier planteamiento intelectual.

Las cartas estaban escondidas, como algo que ofrecía a amistades, alguna alumna con la que ya tenía confianza o las personas que muchos años después, tomaban una sesión de masajes armonizantes.



Desde mi corazón compasivo, mi mirada empática y mi enfoque holístico, no podía evitar ofrecer mis masajes armonizantes si alguna persona sufría de dolores, tensión muscular o nerviosa; del mismo modo, si algún alumno se encontraba perdido y había manifestado alguna inclinación por terapias alternativas, le ofrecía un consejo de los ángeles para aliviar sus pesares o iluminar su camino.

Sin importar cuán bien las personas pudieran sentirse después de consultar las cartas o tener una sesión de masajes, yo siempre sentía cierta vergüenza y pudor; me parecía que esos dones y talentos nada tenían que ver con mis capacidades de profesora, traductora y escritora bilingüe.

Cuando me mudé a San Juan (mi ciudad natal) en 2015, estaba convencida de que mi camino debía ser profesional como traductora, profesora o asistente bilingüe.  Sin embargo, Dios tenía otros planes.

Desde que acepté llevar mis cartas a una feria de artesanos donde intentaba vender mis libros y trabajos de crochet, muchos cambios se han producido en mi vida.  En aquella feria, sólo tenía mis cartas de los ángeles y el mazo de Susannah; pero a partir de ahí, diferentes mazos y diferentes recursos se fueron sumando para las sesiones de Tarot Evolutivo.  Decidí que debía estudiar y cuando descubrí los videos de Colette Baron Reid, entendí que había otra forma de interpretar y leer las cartas.  Como Tarotista podía traducir, interpretar y tejer puentes entre los mensajes y símbolos y la sabiduría, de algún modo nublada, de cada consultante.


Cuando intento vender mis libros, hacer traducciones o conseguir alumnos, debo esforzarme mucho, me cuesta conseguir los fondos para afrontar todos los recursos y gastos fijos y mis objetivos económicos terminan fracasando.

Cuando sigo las señales, escucho los mensajes y me dejo llevar por la intuición, todo aparece fácilmente, como por arte de magia.  Desde aquella feria, muchos mazos y recursos se han sumado: ya son siete mazos y un par de elementos más para armonizar con sonidos.  Si contara cómo cada mazo llegó a mi vida, esta nota se haría muy extensa, pero las sincronicidades y los caminos de Dios, hicieron que cada mazo de cartas llegara en el tiempo indicado y sin dificultades.

Por eso, cada vez que se suma un mazo de cartas, hacemos bendición de cartas, con lecturas gratuitas individuales y grupales.  Es mi modo de agradecer al universo por todo lo que el Tarot Evolutivo ha traído a mi vida.


Desde que integré todas mis actividades en Puentes – Enfoque Integral y se creó la página de Puentes Terapéuticos,  al menos 66 personas (yo misma me he sorprendido al contarlas recién en mi libreta) han pasado por mis sesiones de Tarot Evolutivo, ya sea presencial o a distancia.  Desde que nacieron las cartas de Puentes y se creó el grupo de Tarot con Susannah, hay 93 miembros en el grupo y más de 220 personas siguen la página.  




Desde que las cartas aparecieron en aquella feria, me han hecho dos entrevistas para conocer más sobre Terapias Holísticas (una para una radio y otra para un diario digital).

Las cartas han traído a mi vida gente bellísima que ha compartido sus corazones y sus vidas conmigo, haciéndome un lugar en su vida cotidiana, en sus plegarias y me han bendecido con su amistad.  Mi corazón se siente honrado de crear puentes con Conni, Savina, Graciela, Meli, Olga, Cristina, Carito, Nancy y tantas otras personas que me acompañan con su apoyo y aliento.



Sin embargo, como en todo camino evolutivo espiritual, siempre hay nuevas pruebas en el próximo recodo del camino y Dios nos pide elegir senderos.

2018 terminó siendo un buen año, con muchos alumnos y trabajo abundante.  Yo, como mujer terrestre estaba convencida que el comienzo de 2019 seguiría la inercia del año que terminaba.  Año Nuevo sucedió con experiencias y señales intensivas haciéndome leer el libro del Tarot de Marsella de A. Jodorowky y permitiéndome conocer dos bellas almas, que alguna vez habían estudiado y comenzado su camino con el tarot.



Desde ese momento, mi agenda se fue despejando de clases programadas y cursos con cierto nivel de certeza.  Todas las señales indican que debería aprender a dejar mi agenda en manos de Dios, confiar que Él proveerá y que yo sólo debo conectar con la abundancia del universo.  Es una lección interesante para este año.

Mi corazón a veces se apena por los afectos que se alejan o se mantienen a distancia condenando o juzgando mi labor como terapeuta holística.  Es cierto que la mayoría de las religiones condenan las artes adivinatorias y que muchas personas en su ignorancia o desconocimiento (como yo cuando era joven) creen que quienes trabajamos con Tarot Evolutivo, estamos en el ‘mismo club’ que adivinas, brujas y pseudo -curanderos.  Quizá inconscientemente, o no tanto, he venido postergando dedicarme íntegramente al Tarot, por no tener la aprobación de mis seres queridos.  Sin embargo, cuando miro mi libreta y recuerdo cuántas personas se han sentido mejor, han conectado con su sabiduría o han recuperado su puente con Dios, siento que Dios sabe por dónde me lleva.

A veces, me gustaría que mis seres queridos se permitieran una sesión conmigo y conocieran mi labor, pero sé que no es el tiempo; cada quien transita su camino espiritual a su modo y a su ritmo.



Dios está presente, cuando ofrezco mis manos y mis dones antes de cada sesión; durante la sesiones cuando sé qué recurso puede ayudar a cada persona y cuando las cartas tienen la respuesta o el regalo correcto para que el consultante se sienta en paz y bendecido; después de las sesiones, cuando comparto oraciones, meditaciones y lecturas que les permiten ser guiados por Dios y los ángeles.

Es como si de repente las prioridades hubieran cambiado y ya no hubiera un eje o un aspecto profesional que prevalezca, sino una red múltiple de Puentes que se integran, permitiendo que Dios me haga su servidora para el bien mayor de todos.




Let Go
Let God
Cuando creía que tenía esas frases incorporadas en mi vida cotidiana, los trabajos prácticos cambian y se profundizan y las pruebas de fe son cada vez más exigentes.

Como mujer terrícola me cuesta dejar de preocuparme en cómo pagar cuentas, llenar la heladera y cuidar de mi bienestar, inevitablemente mi mente racional saca cuentas, programa gastos y determina cuántos alumnos debería tener cada mes.  Cuando las cuentas no dan, me desanimo, caigo en pozos profundos y me desconecto de todas las señales de Dios.  Será que nunca he aceptado en mi interior que el Tarot sea quien provea todo lo que necesito.  De algún modo, la curandera que hay en mí se siente responsable y culpable de tener que pedir un intercambio para mantener el equilibro entre dar y recibir.  Será por eso que cada vez que alguien paga por una sesión de Tarot Evolutivo, siento la obligación de realizar alguna mini lectura gratuita en la página o en el grupo.

Como verán, somos todos aprendices, todos cursando una materia diferente, rindiendo diferentes niveles, pero con un mismo Maestro.

Sólo Dios sabe cómo mi vida se acomodará en 2019, esa es la única certeza que tengo.

Gracias por leerme.

Susannah / Susie

Para escuchar o leer


Entrevista para Diario Digital
Entrevista para programa de Radio
Video en YouTube sobre Tarot Evolutivo y los diferentes mazos 
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Grupo de Tarot Evolutivo