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jueves, 18 de junio de 2020

De pobrezas, maquillaje y poder personal

Por aquí en estos lares el mito popular dicta que la pobreza es sinónimo de descuido, desprolijidad, suciedad y por supuesto nada de maquillaje ni accesorios de colores.

Vengo de familia de abuelos pobres y humildes, con un baño o escusado a varios metros de la casa, baño de inmersión en un fuentón grande los domingos y ropas cosidas o remendadas a mano.  Sin embargo, mi abuela mágica siempre se las ingeniaba para oler bonito, se teñía sus labios y sus mejillas con el pétalo de alguna flor y cuando le quedaba un vuelto, se compraba su polvo Angel Face.  Mis tías solteras que nunca conocieron la prosperidad y la abundancia, cada vez que nos enviaban una encomienda en tiempos difíciles, además de alimentos, un billete enrollado para sorprender, apósitos femeninos para poder salir a trabajar y alguna manualidad para hacer y ocupar el tiempo con los niños, enviaban siempre algo de maquillaje, porque decían que si me ponía linda, me iba a sentir mejor.


En esos tiempos en que mis tías enviaban su ayuda cada mes, vivíamos con mis hijos en lugares sin ventanas, con piso de hormigón, paredes frías y húmedas sin pintar y baño sin agua caliente.  Sin embargo, la garrafa que se usaba para cocinar, se usaba para calentar agua, y con un balde preparado y un jarro, cada quien se higienizaba en el baño helado.
Puedo haber pasado frío  y haberme enfermado, lo reconozco, más de una vez, por la condición precaria de mi lavado con balde y jarro.  Aún cuando no tenía ducha, dejaba volcar un jarro de agua caliente desde mi cabeza, recorriendo todo el cuerpo, para imaginar, que estaba un poco más limpia.  El pelo se lavaba, en momentos diferentes, en la pileta de la cocina.
Cuando no he tenido lavarropas, la ropa se ha lavado a mano y tendido en un baño, en una ventana o donde hubiera lugar.  El calzado siempre se ha mantenido limpio, con lo que hubiera disponible en cada ocasión.

Esta cuarentena obligada por la pandemia nos ha mantenido encerrados y nos ha hecho perder a muchos la posibilidad de trabajar de la misma manera que lo hacíamos antes.  La pobreza se ha extendido sin mirar clases, ni estudios, ni preparación académica.  Por otro lado, el encierro, ha sumido a muchos en el desgano, la desidia y la depresión, como si nada valiera el tiempo y la dedicación de lavarse el pelo, depilarse/afeitarse, mantenerse limpio y cuidar el aspecto personal.

¿Por qué la mayoría de las personas en este país cree que para pedir/recibir ayuda hay que oler mal, verse peor y lucir miserable?

¿Por qué la mayoría de las personas sólo se maquilla, se baña y se mantiene presentable y agradable cuando tiene que cumplir con extraños? De repente parece que la moda Robinson Crusoe se hubiera impuesto con  la debida justificación del aislamiento social.


Parte de mi maquillaje superó hace tiempo la fecha de vencimiento.

En todas las culturas antiguas, en los pueblos indígenas de toda América y de otros continentes, el maquillaje, la vestimenta, los accesorios y las joyas, no eran solamente un símbolo de casta o clase social; algunos se usaban para cortejar pero muchos se usaban para prepararse para la guerra, la muerte o los cambios de ciclos en la vida.

Tanto hombres y mujeres se preparaban para tiempos difíciles; la forma de maquillarse y los colores los preparaban para cada ceremonia, ritual o enfrentamiento; como si al pintar símbolos en su rostro o en su cuerpo, le estuvieran hablando al universo de su valentía y sus principios.  Incluso los guerreros/soldados, elegían su mejor armadura, escudo, espada, faja o vincha, para salir a ganar esa batalla tan difícil.  En muchas culturas era común, incluso, untar los cuerpos con aceites aromáticos, no sólo para proteger la piel, sino para 'empoderar' al guerrero y activar su energía de fortaleza indomable ante la adversidad.




Si estamos viviendo una situación de pobreza, limitación o crisis económica, sumirnos en una actitud de miseria y vernos cada día como un ser pobre y miserable, no nos ayudará a salir del pozo oscuro en el que estamos.

Si, por el contrario, cuidamos nuestro aspecto personal, nos vestimos y maquillamos para nosotros mismos, para las pequeñas tareas que realizamos en casa, para salir a comprar un poco de verdura o hacer un trámite simple en el centro, estaremos adoptando una actitud positiva que nos permitirá encontrar más claramente el camino de salida a nuestro laberinto.

Las hormonas del placer se activan con todos los sentidos; al usar un perfume por ejemplo, nuestro sistema nervioso percibe los olores, no solo a través del olfato, sino también a través de todos los poros de la piel y eso genera sensación de bienestar y placer.  Permitirnos disfrutar el vernos y sentirnos bien, a pesar de la realidad que podamos estar viviendo, no va a cambiar inmediatamente nuestra realidad, pero si ayudará a que nuestra predisposición nos permita ver las cosas desde otra perspectiva.


Este esmalte fue el resultado de un canje con otra emprendedora.

Reconozco, tengo períodos en los que la realidad y los problemas me ganan y estoy en modo piyamas durante semanas enteras.  Generalmente cuando me quedo mucho tiempo en esa postura de pobre Susana, qué miserable es tu vida... las cosas no mejoran, sino que empeoran.

Es cierto, la mente y las hormonas de hombres y mujeres funcionan diferente, solo una mujer entendería lo que puede provocar en el estado de ánimo pintarse las uñas y depilarse aunque no veamos a nadie en toda una semana.  Pero estoy segura que el perfume puede afectar a hombres y mujeres por igual, del mismo modo que usar ropa que nos haga sentir cómodos y atractivos o hacer actividades que disfrutemos y activen nuestra alegría.

Condenarnos a la miseria emocional y espiritual porque nuestros números rojos se multiplican abonados por la crisis del país y del mundo, no hará que el universo entero nos tenga pena, se apiade de nosotros y un día nos despierte en la isla de la abundancia.  Revolver el caldo de las penas, lamentarnos y adoptar un semblante de angustia y frustración durante todo el día, puede que convenza a alguien de que necesitamos ayuda, pero no nos servirá para ayudarnos a nosotros mismos y encontrar la llave, la clave y la palabra de acceso para cruzar del otro lado del río.

Soy de las personas que cuando pide ayuda, lo hace porque la situación es mucho más grave de lo que alguien pueda imaginar, pero me da vergüenza contar detalles de cuán grave  y serio es el problema.  Aún a mis 55 estoy aprendiendo a recibir sin sentirme culpable o avergonzada. Nos sirve un plato de comida, una donación que achique las cuentas, un fondo extra en el banco, regalos inesperados o resolución de trámites.

Sin embargo, lo que toda persona necesita es la posibilidad de acceder a una vida mejor a través de sus propios talentos, oficio, trabajo y servicio.  Es decir, en mi caso, preferiría vender todos mis libros que tengo en stock (sin tener que rebajar el precio) y renovar la edición cada mes, antes que salir a pedir ayuda para pagar las cuentas o poder comer algunas semanas.

Mientras tanto, me obligo, me empujo, me arrastro, me aliento a salir de la inactividad de alguna manera creativa: invento nuevos proyectos, siembro nuevas semillas, me maquillo, me perfumo, bailo un rato, elijo la ropa que voy a vestir para mi próximo vídeo, uso vestidos, arreglo mis uñas y trato de disfrutar los momentos que se pueden disfrutar.  


El cuidado personal es un acto de amor propio y de respeto y celebración hacia nuestros Puentes internos y externos.



De ese modo, como una machi que trenza su pelo con cintas de colores, fuma su pipa con parsimonia, cuelga sus collares sobre sus blusas escotadas y rodea sus muñecas con pulseras que anuncian su paso y llaman las energías bonitas del universo, así me preparo para esperar lo que la vida tenga para mí.

Susie
Susannah
Susana

18 de junio de 2020


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🌷Susannah Lorenzo
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domingo, 24 de marzo de 2019

Mi camino con el Tarot

(Esta es una nota más larga de lo usual, quien se tome el tiempo, conocerá parte de mi corazón y mi motivación.)

Desde que era adolescente y una amiga se hizo ‘ver las aguas’ (las personas llevan un frasco de vidrio con su orina, y la curandera o el curandero, pueden diagnosticar enfermedades, embarazos y algunas otras cosas) con una curandera aquí en San Juan, siempre me causó curiosidad cualquier arte adivinatoria.

En ese entonces, me sentía miserable, víctima de la vida y de las personas que me rodeaban y estaba convencida de que algún conjuro extraño había maldecido mi vida y yo nada podía hacer para cambiar eso.  Debo reconocer, que durante muchos años después en mi vida adulta, mientras consultaba a curanderos y videntes, buscaba limpiarme de ‘tanto daño’, entregando mi poder personal y varios objetos de valor y ahorros en dinero.

Cada vez que alguien me leía las cartas o el I Ching, buscaba saber qué pasaría, si la persona que yo amaba me seguiría amando, si me engañaba o si mi suerte cambiaría. 

Cuando vivía en Mendoza, hace muchos años, con mis hijos, las cartas de los Ángeles  de Hania Czajowski me encontraron en un viaje, visitando librerías.  Lo primero que me gustó de las cartas fue que los Ángeles podían guiarme con sus mensajes, me ayudaban regalándome aquello que necesitaba (desde un aspecto espiritual) o me invitaban a cambiar conductas o tomar actitudes diferentes frente a la realidad exterior.  Sin saberlo, esa sería mi introducción al Tarot Evolutivo.



Luego vinieron las Runas y las Cartas de Susannah, que habían nacido como un juego pedagógico para practicar tres tiempos verbales en inglés (pasado, presente y futuro).  Los mensajes de las cartas siempre eran certeros, pero justamente eso me asustaba, porque estaba fuera de la razón y de cualquier planteamiento intelectual.

Las cartas estaban escondidas, como algo que ofrecía a amistades, alguna alumna con la que ya tenía confianza o las personas que muchos años después, tomaban una sesión de masajes armonizantes.



Desde mi corazón compasivo, mi mirada empática y mi enfoque holístico, no podía evitar ofrecer mis masajes armonizantes si alguna persona sufría de dolores, tensión muscular o nerviosa; del mismo modo, si algún alumno se encontraba perdido y había manifestado alguna inclinación por terapias alternativas, le ofrecía un consejo de los ángeles para aliviar sus pesares o iluminar su camino.

Sin importar cuán bien las personas pudieran sentirse después de consultar las cartas o tener una sesión de masajes, yo siempre sentía cierta vergüenza y pudor; me parecía que esos dones y talentos nada tenían que ver con mis capacidades de profesora, traductora y escritora bilingüe.

Cuando me mudé a San Juan (mi ciudad natal) en 2015, estaba convencida de que mi camino debía ser profesional como traductora, profesora o asistente bilingüe.  Sin embargo, Dios tenía otros planes.

Desde que acepté llevar mis cartas a una feria de artesanos donde intentaba vender mis libros y trabajos de crochet, muchos cambios se han producido en mi vida.  En aquella feria, sólo tenía mis cartas de los ángeles y el mazo de Susannah; pero a partir de ahí, diferentes mazos y diferentes recursos se fueron sumando para las sesiones de Tarot Evolutivo.  Decidí que debía estudiar y cuando descubrí los videos de Colette Baron Reid, entendí que había otra forma de interpretar y leer las cartas.  Como Tarotista podía traducir, interpretar y tejer puentes entre los mensajes y símbolos y la sabiduría, de algún modo nublada, de cada consultante.


Cuando intento vender mis libros, hacer traducciones o conseguir alumnos, debo esforzarme mucho, me cuesta conseguir los fondos para afrontar todos los recursos y gastos fijos y mis objetivos económicos terminan fracasando.

Cuando sigo las señales, escucho los mensajes y me dejo llevar por la intuición, todo aparece fácilmente, como por arte de magia.  Desde aquella feria, muchos mazos y recursos se han sumado: ya son siete mazos y un par de elementos más para armonizar con sonidos.  Si contara cómo cada mazo llegó a mi vida, esta nota se haría muy extensa, pero las sincronicidades y los caminos de Dios, hicieron que cada mazo de cartas llegara en el tiempo indicado y sin dificultades.

Por eso, cada vez que se suma un mazo de cartas, hacemos bendición de cartas, con lecturas gratuitas individuales y grupales.  Es mi modo de agradecer al universo por todo lo que el Tarot Evolutivo ha traído a mi vida.


Desde que integré todas mis actividades en Puentes – Enfoque Integral y se creó la página de Puentes Terapéuticos,  al menos 66 personas (yo misma me he sorprendido al contarlas recién en mi libreta) han pasado por mis sesiones de Tarot Evolutivo, ya sea presencial o a distancia.  Desde que nacieron las cartas de Puentes y se creó el grupo de Tarot con Susannah, hay 93 miembros en el grupo y más de 220 personas siguen la página.  




Desde que las cartas aparecieron en aquella feria, me han hecho dos entrevistas para conocer más sobre Terapias Holísticas (una para una radio y otra para un diario digital).

Las cartas han traído a mi vida gente bellísima que ha compartido sus corazones y sus vidas conmigo, haciéndome un lugar en su vida cotidiana, en sus plegarias y me han bendecido con su amistad.  Mi corazón se siente honrado de crear puentes con Conni, Savina, Graciela, Meli, Olga, Cristina, Carito, Nancy y tantas otras personas que me acompañan con su apoyo y aliento.



Sin embargo, como en todo camino evolutivo espiritual, siempre hay nuevas pruebas en el próximo recodo del camino y Dios nos pide elegir senderos.

2018 terminó siendo un buen año, con muchos alumnos y trabajo abundante.  Yo, como mujer terrestre estaba convencida que el comienzo de 2019 seguiría la inercia del año que terminaba.  Año Nuevo sucedió con experiencias y señales intensivas haciéndome leer el libro del Tarot de Marsella de A. Jodorowky y permitiéndome conocer dos bellas almas, que alguna vez habían estudiado y comenzado su camino con el tarot.



Desde ese momento, mi agenda se fue despejando de clases programadas y cursos con cierto nivel de certeza.  Todas las señales indican que debería aprender a dejar mi agenda en manos de Dios, confiar que Él proveerá y que yo sólo debo conectar con la abundancia del universo.  Es una lección interesante para este año.

Mi corazón a veces se apena por los afectos que se alejan o se mantienen a distancia condenando o juzgando mi labor como terapeuta holística.  Es cierto que la mayoría de las religiones condenan las artes adivinatorias y que muchas personas en su ignorancia o desconocimiento (como yo cuando era joven) creen que quienes trabajamos con Tarot Evolutivo, estamos en el ‘mismo club’ que adivinas, brujas y pseudo -curanderos.  Quizá inconscientemente, o no tanto, he venido postergando dedicarme íntegramente al Tarot, por no tener la aprobación de mis seres queridos.  Sin embargo, cuando miro mi libreta y recuerdo cuántas personas se han sentido mejor, han conectado con su sabiduría o han recuperado su puente con Dios, siento que Dios sabe por dónde me lleva.

A veces, me gustaría que mis seres queridos se permitieran una sesión conmigo y conocieran mi labor, pero sé que no es el tiempo; cada quien transita su camino espiritual a su modo y a su ritmo.



Dios está presente, cuando ofrezco mis manos y mis dones antes de cada sesión; durante la sesiones cuando sé qué recurso puede ayudar a cada persona y cuando las cartas tienen la respuesta o el regalo correcto para que el consultante se sienta en paz y bendecido; después de las sesiones, cuando comparto oraciones, meditaciones y lecturas que les permiten ser guiados por Dios y los ángeles.

Es como si de repente las prioridades hubieran cambiado y ya no hubiera un eje o un aspecto profesional que prevalezca, sino una red múltiple de Puentes que se integran, permitiendo que Dios me haga su servidora para el bien mayor de todos.




Let Go
Let God
Cuando creía que tenía esas frases incorporadas en mi vida cotidiana, los trabajos prácticos cambian y se profundizan y las pruebas de fe son cada vez más exigentes.

Como mujer terrícola me cuesta dejar de preocuparme en cómo pagar cuentas, llenar la heladera y cuidar de mi bienestar, inevitablemente mi mente racional saca cuentas, programa gastos y determina cuántos alumnos debería tener cada mes.  Cuando las cuentas no dan, me desanimo, caigo en pozos profundos y me desconecto de todas las señales de Dios.  Será que nunca he aceptado en mi interior que el Tarot sea quien provea todo lo que necesito.  De algún modo, la curandera que hay en mí se siente responsable y culpable de tener que pedir un intercambio para mantener el equilibro entre dar y recibir.  Será por eso que cada vez que alguien paga por una sesión de Tarot Evolutivo, siento la obligación de realizar alguna mini lectura gratuita en la página o en el grupo.

Como verán, somos todos aprendices, todos cursando una materia diferente, rindiendo diferentes niveles, pero con un mismo Maestro.

Sólo Dios sabe cómo mi vida se acomodará en 2019, esa es la única certeza que tengo.

Gracias por leerme.

Susannah / Susie

Para escuchar o leer


Entrevista para Diario Digital
Entrevista para programa de Radio
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