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viernes, 29 de mayo de 2020

De misiones confundidas y miradas holísticas


Cuando era pequeña jugaba a ser maestra, mis vecinitos y mi hermano eran siempre alumnos cautivos para extender el horario de tarea escolar.

Al comenzar la escuela secundaria descubrí que tenía más que vocación, tenía facilidad para que los demás comprendieran conceptos difíciles y sobre todo pudieran resolver sus tareas de inglés.  No era muy popular con las profesoras de inglés en la escuela secundaria, se enojaban conmigo porque mis compañeros preferían preguntarme a mí lo que no entendían.  Luego, ya lo he contado otras veces, puse un cartel en la casa de mis padres del Barrio Las Moreras en San Juan y comencé a trabajar a los 16 años.


La docencia era vocación, pasión y satisfacción inmensa cuando mis alumnos aprobaban sus exámenes o comenzaban a disfrutar del idioma o incluso decidían convertirse en profesores o traductores de inglés.  El enfoque holístico, era algo que traía conmigo y no me daba cuenta, o al menos no lo hacía en forma consciente.  Fue después de los 40 años cuando mis alumnos adultos (mi especialización) comenzaron a hablar de los efectos que tenían las clases en sus vidas, algunos decían que se aprendía más de cultura y de la vida conmigo que el idioma en sí, otros sugerían que tenía que dedicarme a brindar alguna clase de terapia y todos, siempre, extendían sin darse cuenta su estadía y me tocaba decirles que era hora de terminar el encuentro.  Fue así que nacieron las sesiones de Talleres Terapéuticos y Acompañamiento Terapéutico.

Me gusta llamarlos encuentros, porque una clase es solo para intercambiar conocimientos, pero en mi espacio, compartimos charlas profundas, termino siendo confidente y terapeuta de cada uno y se pueden ir a su casa con una muestra de aceite de coco o alguna tisana especial si tienen alguna dolencia física. Cuando se animan, sacamos alguna carta de uno de los mazos de Tarot Evolutivo en inglés, si están confundidos o están pasando un mal momento.


Cuando me di cuenta que en verdad eran más que clases de inglés, comencé a usar conscientemente el enfoque holístico en la enseñanza, sumando musicoterapia y aromaterapia, además de actividades lúdicas para estimular diferentes procesos mentales y emocionales que les permitieran superar miedos, limitaciones, frustraciones y falsas expectativas con el aprendizaje del idioma.

Sin embargo, yo nunca cambié mis objetivos: mi objetivo fue siempre que mis alumnos aprendieran, superaran niveles, se acercaran a una capacidad bilingüe y descubrieran todo su potencial con el idioma inglés.

Algo parecido sucedía con los asistentes a Talleres Literarios o los alumnos que acudían a Talleres de Lengua y Expresión.  Buscaba ayudarlos a descubrir su estilo, mejorar su comunicación oral y escrita y potenciar  sus habilidades lingüísticas.

Desde que nació Puentes – Enfoque Integral, el enfoque holístico ha crecido en una dimensión que yo no alcancé a percibir hasta hace poco tiempo.  Es decir, cuando uno adopta una mirada holística, sintoniza los esfuerzos, la energía y la dedicación con el universo y con las necesidades particulares de cada ser humano, formado por un alma, espíritu, mente, cuerpo y emociones.

Desde hace unos años, mi frustración como docente ha crecido, generalmente los alumnos abandonan sin completar algún nivel y toda la proyección educativa se desmorona.  Algunos alumnos, es cierto, abandonan porque buscan aprender el idioma mediante un proceso de osmosis, sin esfuerzo y con una pócima instantánea que cambie sus habilidades.  Pero quienes se quedan por un tiempo, quienes disfrutan las clases, quienes adoptan otra mirada y adquieren otras aptitudes, para ellos, algo cambia en sus vidas.

"El acto humano más elevado, es inspirar."Nipsey Hussle


Entonces, si repaso, las supuestas deserciones han sido bendiciones: alguien que no tenía trabajo lo consiguió, alguien fue ascendido, alguien cambió su puesto de trabajo, alguien consiguió la beca que tanto añoraba, alguien se mudó para crecer personal y profesionalmente, alguien pudo adoptar un hijo, alguien se quedó embarazada, alguien tuvo su primer hijo, alguien se animó a elegir la carrera universitaria que le da libertad de ser, alguien se divorció porque su relación ya no funcionaba, alguien se animó a comenzar un nuevo proyecto, alguien se reencontró consigo mismo, alguien descubrió que tenía habilidades desconocidas o alguien se animó a vivir en pareja.

Por supuesto que el mérito no es mío, soy apenas un canal, soy la guardiana de la Virgen de Fátima que corona el espacio donde trabajo, soy la puerta abierta para que el Espíritu Santo se manifieste en cada cosa que hago, soy el Puente por donde la Divinidad, los Ángeles (o como quieras llamarle) se expresa y busca lograr su propósito, soy la mensajera que cada diciembre invita a sus alumnos a escribir una carta a San Nicolás o al Ángel de la Navidad.  Yo simplemente me dejo guiar y soy un lápiz en las manos de Dios como decía la Madre Teresa.


Sin embargo, no me he abandonado totalmente a la voluntad divina, estoy siempre pendiente de la pregunta que todos hacen: ¿Cuántos alumnos tenés?  Cuento alumnos, cuento clases, cuento cuotas y trato de demostrar a quienes piden rendición de cuentas, que soy una profesional productiva.  Eso, ha sido un error y es tiempo de cambiarlo.

Me recuerdo a mí misma, que cada persona, cada trabajo, cada lugar, cada circunstancia, es apenas una excusa para aprender algo, para enseñar, para compartir, para dar y para recibir.  Si en verdad, tenemos una mirada holística, lo que cuenta no son los números, sino todo lo bonito que sucedió en el proceso, mientras duró el vínculo, mientras el Puente estuvo activo. Porque eso es lo único que importa, espiritualizar la vida cotidiana y hacer de cada intercambio un acto sagrado.

Hay una expresión en inglés que me encanta: Count your Blessings (cuenta tus bendiciones); es tiempo de sumar y contar bendiciones en cada cosa que hago y dejar que Dios se ocupe de todo lo demás.
Susie
Susannah 
Ms Susana Lorenzo



domingo, 24 de marzo de 2019

Mi camino con el Tarot

(Esta es una nota más larga de lo usual, quien se tome el tiempo, conocerá parte de mi corazón y mi motivación.)

Desde que era adolescente y una amiga se hizo ‘ver las aguas’ (las personas llevan un frasco de vidrio con su orina, y la curandera o el curandero, pueden diagnosticar enfermedades, embarazos y algunas otras cosas) con una curandera aquí en San Juan, siempre me causó curiosidad cualquier arte adivinatoria.

En ese entonces, me sentía miserable, víctima de la vida y de las personas que me rodeaban y estaba convencida de que algún conjuro extraño había maldecido mi vida y yo nada podía hacer para cambiar eso.  Debo reconocer, que durante muchos años después en mi vida adulta, mientras consultaba a curanderos y videntes, buscaba limpiarme de ‘tanto daño’, entregando mi poder personal y varios objetos de valor y ahorros en dinero.

Cada vez que alguien me leía las cartas o el I Ching, buscaba saber qué pasaría, si la persona que yo amaba me seguiría amando, si me engañaba o si mi suerte cambiaría. 

Cuando vivía en Mendoza, hace muchos años, con mis hijos, las cartas de los Ángeles  de Hania Czajowski me encontraron en un viaje, visitando librerías.  Lo primero que me gustó de las cartas fue que los Ángeles podían guiarme con sus mensajes, me ayudaban regalándome aquello que necesitaba (desde un aspecto espiritual) o me invitaban a cambiar conductas o tomar actitudes diferentes frente a la realidad exterior.  Sin saberlo, esa sería mi introducción al Tarot Evolutivo.



Luego vinieron las Runas y las Cartas de Susannah, que habían nacido como un juego pedagógico para practicar tres tiempos verbales en inglés (pasado, presente y futuro).  Los mensajes de las cartas siempre eran certeros, pero justamente eso me asustaba, porque estaba fuera de la razón y de cualquier planteamiento intelectual.

Las cartas estaban escondidas, como algo que ofrecía a amistades, alguna alumna con la que ya tenía confianza o las personas que muchos años después, tomaban una sesión de masajes armonizantes.



Desde mi corazón compasivo, mi mirada empática y mi enfoque holístico, no podía evitar ofrecer mis masajes armonizantes si alguna persona sufría de dolores, tensión muscular o nerviosa; del mismo modo, si algún alumno se encontraba perdido y había manifestado alguna inclinación por terapias alternativas, le ofrecía un consejo de los ángeles para aliviar sus pesares o iluminar su camino.

Sin importar cuán bien las personas pudieran sentirse después de consultar las cartas o tener una sesión de masajes, yo siempre sentía cierta vergüenza y pudor; me parecía que esos dones y talentos nada tenían que ver con mis capacidades de profesora, traductora y escritora bilingüe.

Cuando me mudé a San Juan (mi ciudad natal) en 2015, estaba convencida de que mi camino debía ser profesional como traductora, profesora o asistente bilingüe.  Sin embargo, Dios tenía otros planes.

Desde que acepté llevar mis cartas a una feria de artesanos donde intentaba vender mis libros y trabajos de crochet, muchos cambios se han producido en mi vida.  En aquella feria, sólo tenía mis cartas de los ángeles y el mazo de Susannah; pero a partir de ahí, diferentes mazos y diferentes recursos se fueron sumando para las sesiones de Tarot Evolutivo.  Decidí que debía estudiar y cuando descubrí los videos de Colette Baron Reid, entendí que había otra forma de interpretar y leer las cartas.  Como Tarotista podía traducir, interpretar y tejer puentes entre los mensajes y símbolos y la sabiduría, de algún modo nublada, de cada consultante.


Cuando intento vender mis libros, hacer traducciones o conseguir alumnos, debo esforzarme mucho, me cuesta conseguir los fondos para afrontar todos los recursos y gastos fijos y mis objetivos económicos terminan fracasando.

Cuando sigo las señales, escucho los mensajes y me dejo llevar por la intuición, todo aparece fácilmente, como por arte de magia.  Desde aquella feria, muchos mazos y recursos se han sumado: ya son siete mazos y un par de elementos más para armonizar con sonidos.  Si contara cómo cada mazo llegó a mi vida, esta nota se haría muy extensa, pero las sincronicidades y los caminos de Dios, hicieron que cada mazo de cartas llegara en el tiempo indicado y sin dificultades.

Por eso, cada vez que se suma un mazo de cartas, hacemos bendición de cartas, con lecturas gratuitas individuales y grupales.  Es mi modo de agradecer al universo por todo lo que el Tarot Evolutivo ha traído a mi vida.


Desde que integré todas mis actividades en Puentes – Enfoque Integral y se creó la página de Puentes Terapéuticos,  al menos 66 personas (yo misma me he sorprendido al contarlas recién en mi libreta) han pasado por mis sesiones de Tarot Evolutivo, ya sea presencial o a distancia.  Desde que nacieron las cartas de Puentes y se creó el grupo de Tarot con Susannah, hay 93 miembros en el grupo y más de 220 personas siguen la página.  




Desde que las cartas aparecieron en aquella feria, me han hecho dos entrevistas para conocer más sobre Terapias Holísticas (una para una radio y otra para un diario digital).

Las cartas han traído a mi vida gente bellísima que ha compartido sus corazones y sus vidas conmigo, haciéndome un lugar en su vida cotidiana, en sus plegarias y me han bendecido con su amistad.  Mi corazón se siente honrado de crear puentes con Conni, Savina, Graciela, Meli, Olga, Cristina, Carito, Nancy y tantas otras personas que me acompañan con su apoyo y aliento.



Sin embargo, como en todo camino evolutivo espiritual, siempre hay nuevas pruebas en el próximo recodo del camino y Dios nos pide elegir senderos.

2018 terminó siendo un buen año, con muchos alumnos y trabajo abundante.  Yo, como mujer terrestre estaba convencida que el comienzo de 2019 seguiría la inercia del año que terminaba.  Año Nuevo sucedió con experiencias y señales intensivas haciéndome leer el libro del Tarot de Marsella de A. Jodorowky y permitiéndome conocer dos bellas almas, que alguna vez habían estudiado y comenzado su camino con el tarot.



Desde ese momento, mi agenda se fue despejando de clases programadas y cursos con cierto nivel de certeza.  Todas las señales indican que debería aprender a dejar mi agenda en manos de Dios, confiar que Él proveerá y que yo sólo debo conectar con la abundancia del universo.  Es una lección interesante para este año.

Mi corazón a veces se apena por los afectos que se alejan o se mantienen a distancia condenando o juzgando mi labor como terapeuta holística.  Es cierto que la mayoría de las religiones condenan las artes adivinatorias y que muchas personas en su ignorancia o desconocimiento (como yo cuando era joven) creen que quienes trabajamos con Tarot Evolutivo, estamos en el ‘mismo club’ que adivinas, brujas y pseudo -curanderos.  Quizá inconscientemente, o no tanto, he venido postergando dedicarme íntegramente al Tarot, por no tener la aprobación de mis seres queridos.  Sin embargo, cuando miro mi libreta y recuerdo cuántas personas se han sentido mejor, han conectado con su sabiduría o han recuperado su puente con Dios, siento que Dios sabe por dónde me lleva.

A veces, me gustaría que mis seres queridos se permitieran una sesión conmigo y conocieran mi labor, pero sé que no es el tiempo; cada quien transita su camino espiritual a su modo y a su ritmo.



Dios está presente, cuando ofrezco mis manos y mis dones antes de cada sesión; durante la sesiones cuando sé qué recurso puede ayudar a cada persona y cuando las cartas tienen la respuesta o el regalo correcto para que el consultante se sienta en paz y bendecido; después de las sesiones, cuando comparto oraciones, meditaciones y lecturas que les permiten ser guiados por Dios y los ángeles.

Es como si de repente las prioridades hubieran cambiado y ya no hubiera un eje o un aspecto profesional que prevalezca, sino una red múltiple de Puentes que se integran, permitiendo que Dios me haga su servidora para el bien mayor de todos.




Let Go
Let God
Cuando creía que tenía esas frases incorporadas en mi vida cotidiana, los trabajos prácticos cambian y se profundizan y las pruebas de fe son cada vez más exigentes.

Como mujer terrícola me cuesta dejar de preocuparme en cómo pagar cuentas, llenar la heladera y cuidar de mi bienestar, inevitablemente mi mente racional saca cuentas, programa gastos y determina cuántos alumnos debería tener cada mes.  Cuando las cuentas no dan, me desanimo, caigo en pozos profundos y me desconecto de todas las señales de Dios.  Será que nunca he aceptado en mi interior que el Tarot sea quien provea todo lo que necesito.  De algún modo, la curandera que hay en mí se siente responsable y culpable de tener que pedir un intercambio para mantener el equilibro entre dar y recibir.  Será por eso que cada vez que alguien paga por una sesión de Tarot Evolutivo, siento la obligación de realizar alguna mini lectura gratuita en la página o en el grupo.

Como verán, somos todos aprendices, todos cursando una materia diferente, rindiendo diferentes niveles, pero con un mismo Maestro.

Sólo Dios sabe cómo mi vida se acomodará en 2019, esa es la única certeza que tengo.

Gracias por leerme.

Susannah / Susie

Para escuchar o leer


Entrevista para Diario Digital
Entrevista para programa de Radio
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