domingo, 9 de marzo de 2025

Mal genio

 


Puentes ha cumplido 8 años, de siembra intensiva, de esfuerzo constante, de entrega, devoción y esmero. Esta Hoja de Ruta y Catálogo de Publicaciones reúne todo el trabajo creativo y holístico de estos años.

Un estallido de mal genio podría fácilmente desactivar todo con un par de clics y anulaciones de cuentas.  Sería silencioso y casi indoloro, el mundo seguiría su curso y nada perdería su equilibrio en el planeta.

Escribo porque es mi manera de presentar el reclamo ante el Universo. No busco pena, ni lástima ni limosnas  Quizá sólo aspiro a una señal contundente que justifique seguir adelante y sostener el aliento un poco más, un profundo milagro que inaugure cosechas allí donde las semillas bostezan.

 




Hay días en los que sólo quiero ser una mujer terrícola, pedestre y sin ninguna tarea pendiente que implique transformaciones radicales, mariposas de colores o renaceres del ave fénix.

Como Elías, el profeta,  me canso de ver lo que nadie ve, de anticipar lo que nadie cree y de sentir lo que pocos se animan a sentir.

Se me acaba la paciencia, la tolerancia y la dulzura parece haberse transformado en un caudal amargo que invade cada centímetro de mi ser.  No me soporto ni a mí misma y todo lo que alguien dice o hace me cae mal, sobre todo si la persona que intenta comunicarse es incapaz de ver lo que realmente sucede.

Quiero declararme en huelga y exigir a mi Jefe supremo que cumpla con su parte del trato, que provea todo lo que necesito y que me dé un largo recreo con momentos fáciles y gozosos.

No hay comprensión que alcance ni confianza que sostenga la alegría en el servicio eternamente, cuando las dificultades se extienden más allá de los tiempos humanos y se pierde toda libertad de vivir dignamente.

En estos últimos días, los mensajes de los oráculos han hecho énfasis en la sanación de mi niña interior.  Tengo la sensación de que mi niña interior ya se cansó de ser la niña buena, de quedarse callada, de volverse invisible, de evitar hacer lo que le gusta para no molestar a nadie, y sobre todo, quiere reclamar su derecho de vivir bonito, jugar, salir a pasear, comer lo que tiene ganas y vestirse como le gusta.

Esa niña ha sido buena demasiado tiempo, se ha portado siempre bien, no ha dicho groserías y tampoco ha desatado tormentas de berrinches.  Ha cumplido siempre con las tareas asignadas lo mejor posible, ha aprendido todo lo que se la ha pedido, ha asumido el bienestar de demasiadas personas, ha escondido sus miedos y ha callado secretos que nadie quería escuchar.

Esa niña hoy tiene ganas de levantarse por la mañana sabiendo que todo será fácil y bonito, que no habrá que esforzarse demasiado por todo aquello que merece; que nadie la criticará por ser como es y que recibirá tantos regalos y bendiciones que podrá celebrar su no cumpleaños los 365 días del año.

Ni la niña ni yo queremos alguien que nos diga que ya pasará, que todo pasa, que Dios tiene una razón para todo, que los planes Divinos tienen sus tiempos, que Dios le da sus pruebas más difíciles a sus soldados más fuertes y toda esa reflexión espiritual que no cubre necesidades básicas, no paga la cuentas y tampoco alivia los malestares del cuerpo.




Creo que estoy enojada con Dios, decepcionada, diría yo.  Me he esforzado mucho, he cumplido con cada mandado, he permitido que destroce esta vasija una y mil veces, he dejado que me amase como arcilla mojada para transformarme en versiones impensadas.  Me cuesta mucho hoy, poner el foco en lo que podría ser, cuando lo que no es, se ha prolongado demasiado tiempo y ha condicionado mi salud y mis vínculos.

No quiero explicar, no quiero justificar, no quiero demostrar que en verdad me esfuerzo más de lo que cualquier persona haría en mis condiciones.

Sólo quiero pagar las cuentas, elegir qué comer y cuándo, elegir dónde ir y cómo, oler a limpio, lavar mi ropa, disfrutar mi trabajo, continuar el servicio desde una vida más cómoda.  ¿No es tanto, verdad?

Confío en Dios.  Confío en mi siembra.  Confío en mis talentos.  ¿Hasta cuándo?  ¿Cuánto tiempo es suficiente?

Aquí estoy, sentada frente a mi niña interior que se siente agotada, agobiada y exhausta.

Aquí estoy, sentada con esta mujer que ha envejecido y se ha deteriorado después de más de un año de vivir en condiciones extremas.

Trato de mirarme, escucharme y acompañarme como lo haría con alguien que está pasando un mal momento.  Pero sé que no alcanza con palabras, miradas, silencios o empatía.

A ti, Dios, te pregunto: ¿qué más quieres de mí?




Podría cerrar las tiendas, en este mismo instante, son una inversión de tiempo, dedicación  y dinero que parece no marcar ninguna diferencia.

Podría dejar de crear contenido y hacer difusión en los canales y diferentes plataformas; la interacción es tan mínima como la monetización.

Podría sentarme en esta esquina invisible del universo, declararme en huelga absoluta y dejarme consumir en la miseria.

No tengo ganas de apagarme así, midiendo el aire que respiro, administrando cada gota de maná para resistir pruebas que nunca terminan.

Sé que no soy este enfado, sé que no soy esta impotencia.  Sé que Dios sabe lo que no sé y que ve lo que no veo.

Pero hoy, mi niña rebelde quiere hacer un piquete, escribir una pancarta gigante que cruce el cielo de extremo a extremo y que sea lea en todos los idiomas: merezco una buena vida, merezco una buena muerte.  Concédeme esa Gracia, Señor.

Susie, abatida




Quizá sea hora de aceptar que ha sido todo un espejismo, que Puentes existe en una dimensión a la que no puedo llegar y que las voces mundanas ganaron su juicio y su guerra.

Me rindo ante ti Señor, no tengo fuerzas, ni recursos.  Dame refugio en tu Posada, Madre Divina.




Cuando realizas una contribución amorosa o una donación, te conviertes en el mensajero que Dios usa para co-crear milagros, responder oraciones y socorrer a quien lo necesita.

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Gracias por tu comprensión, tu respeto y tu empatía.

Soledad Lorena© - Tejedora de Palabras

Susannah Lorenzo - Tejedora de Puentes

Meherdeep Kaur (Leona de Dios)

 

 


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