domingo, 15 de noviembre de 2020

Desde el desierto

Hace tiempo que mi vida se parece a un desierto, una extensión vasta de soledad y penurias que rara vez describo con lujo de detalles.

Mostrar tan solo una postal de este peregrinaje desata un vendaval de juicios, el morbo de algunos, la pena de pocos y la distancia de muchos.

Hay días en que encuentro un oasis, vegetación exhuberante, agua clara y la bendición de los Dioses; entonces, repongo energía, nutro mi cuerpo y de cada fruto guardo en una bolsa sagrada las semillas.  Así, retomo el andar con más brío y esperanzas renovadas; avanzo a paso firme, danzo con la luna y escribo poemas en la arena.  Mientras camino, siembro las semillas con cuidado y le pido a Dios las multiplique.



Otros días, los vientos detienen mi marcha, agotan mis músculos, nublan mi pensamiento y se llevan consigo los mapas y poemas.  Las raciones se acaban, el agua se seca, la sombra es áspera y hostil, el sol calcina los suspiros y la noche agita pesadillas de batallas sin tregua.  El horizonte lejano no anuncia siluetas y el cielo presagia jornadas sin milagros.

Entonces, una guarda sus fuerzas, cuida cada gota, cuenta las migas, repliega el pensamiento, se sumerge  en el silencio, se ausenta de los sueños y respira al ritmo de una antigua letanía.  Una se vuelve casi invisible bajo la curva de una rama de un arbusto que apenas si sobrevive; olvida los calendarios y se pierde en largas siestas, narcóticas siestas que adormecen los sentidos y dan descanso al peregrino.

Resistir (de eso se trata) hasta que al amanecer, la lluvia haya despertado las semillas, o un milagro haya creado un oasis a tres pasos del arbusto o finalmente, Dios nos dibuje el camino de los jardines donde todo es posible.



Susie, domingo de resistencia

Susannah Lorenzo ©

Tejedora de Puentes

15 de noviembre de 2020

 



Notas:

Hace varios días que decidí no pedir ayuda en las redes sociales, como otras veces, cuando desespero al ver los estantes vacíos y la agenda sin promesas; confiando en que Dios me mostrará su Gracia.

Solo escucho su voz en las tormentas eléctricas esporádicas que azotan la ciudad por algunos minutos.  Lo demás es silencio, ni señas ni señales, ni anuncios ni mensajeros.

Trabajo conmigo en forma constante, aplico Terapias Holísticas, leo, estudio, aprendo, cambio hábitos, creo otros nuevos, corrijo patrones, sano heridas, rezo, bendigo ancestros; constantemente busco la forma de Ser Abundancia y escribir desde los Jardines del Universo.  Estoy en eso, lo prometo.



Para quienes aún insisten en que debería buscar un trabajo con sueldo estable, mis enfermedades crónicas siguen ahí, las mismas que me impiden tomar un colectivo a diario y cumplir con horarios fuera de casa.  Por eso, hace varios años, acepté, hice las paces y entendí que la única posibilidad es trabajar desde casa.  Ya lo sé, no es un buen año para nadie, pero para algunos se nos hace un poco más difícil.  Mis ingresos dependen de la venta de mis libros (que duermen largas siestas (que duran meses) esperando que algún corazón quiera despertarlos), las ventas de mi pequeña tienda y las sesiones y/o clases individuales que puedo agendar por whatsapp o llamada telefónica.  Aún sigue siendo arriesgado (dadas las condiciones de la pandemia) organizar talleres y cursos presenciales.



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Dios te bendiga

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Susannah

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