Un viaje místico
Una de las cartas del Oráculo de Puentes con Dios (tarjetas devocionales) incluye la afirmación: “Señor, en tus manos soy arcilla.”
Creo que cuando canalizo y escribo las plegarias y afirmaciones, no puedo imaginar el impacto de esas palabras y no soy plenamente consciente de la profundidad del mensaje.
En los últimos 11 meses (aproximadamente), Dios me ha moldeado como arcilla húmeda. Confieso que al principio me resistía y me agrietaba como una arcilla que no es maleable.
Ha destruido y transformado todas mis formas: mi cuerpo físico, mi mente y mi forma de amar, amarlo y amarme.
Es fácil creer en el poder y el amor de Dios cuando busca personas que lo ayuden a co-crear milagros en nuestra vida.
No dudamos en creer en el poder y el amor de Dios, cuando una cura milagrosa, mediante la oración sostenida, mantiene vivo a alguno de nuestros seres amados.
Sin embargo, en momentos de adversidad, nos parece que Dios nos abandona y en medio de la tormenta mental y emocional, llegamos a pensar que estamos siendo castigados. Nosotros mismos nos flagelamos mental y emocionalmente por no haber hecho las cosas bien.
Repasamos uno por uno todos nuestros errores y nos quejamos de nuestras omisiones.
En el ojo del huracán o en la cuarentena del desierto, creemos que el único milagro posible es despertar en un lugar más cómodo y benevolente. Ignoramos o despreciamos el milagro cotidiano de despertar cada día, como sobrevivientes de situaciones que matarían a más de uno.
Intuía que esta larga noche del alma llevaba casi 40 semanas; busqué una calculadora y al día de hoy, llevo 44 semanas.
Cuando se habla de los 40 días de Jesús en el desierto, es una metáfora con significados profundos; pues en verdad se enfrentaba a sus conflictos y demonios internos.
Hace algunos meses, entendí y acepté que esto no acabaría hasta que yo no hubiera aprendido lo que tengo que aprender, transformado lo que tengo que transformar y sobre todo, hasta que no me sentara amorosamente y compasivamente con cada uno de mis demonios.
En estas 44 semanas, he conocido niveles de pobreza que jamás hubiera imaginado. Y aunque cada mes he tenido al menos una semana de gracia y bendiciones, las 3 semanas restantes han incrementado su nivel de dificultad.
Como en la universidad o como en un juego de mesa o digital, con cada nivel, tienes pruebas más difíciles para superar. Sólo que en este caso, los únicos recursos eran mi mente, mi fe, mi corazón y mi aprendizaje holístico.
En los primeros meses creí que era un duelo entre Dios y yo, una pulseada cósmica de voluntades.
Con su infinita paciencia y amor de Padre, Dios ha logrado amansarme, moldearme, desnudarme de corazas y enseñarme el verdadero sentido y valor de la palabra confianza.
Cada día oraba por un milagro y al llegar la noche, padecía en el insomnio de la frustración por no haber pagado las cuentas y por el hambre que perturbaba mi sistema digestivo y quitaba lucidez a mi mente.
Cada noche pensaba que sería la última, porque mi cuerpo de 60 años no resistiría. Sin embargo, me despertaba y me despierto cada mañana con algún mandado de Dios, un lugar donde vivir y el servicio de internet gratis.
¿Acaso no es eso un milagro?
Que Dios pueda sostenernos cuando las circunstancias son totalmente adversas, es una muestra de Su poder y Su infinito amor.
Sólo un cuenco vacío y limpio puede llenarse plenamente de agua bendita.
Dios, como buen alfarero, ha hecho añicos mi vieja vasija. Cuando estuve lista para comprender, ha tomado mis lágrimas y un poco de lluvia para amasar la arcilla, hasta dejarla suave y flexible.
Creo que el proceso está llevando tiempo porque ha habido mucha resistencia de mi parte y una rigidez mental que no le permitía al alfarero inspirarse en su creación.
Confundí muerte con derrota, vacío con carencia, conflicto con fracaso, silencio con desprecio y dificultad con castigo.
Dios no ha dejado de creer en mí ni un solo día; y a pesar de mi cuerpo físico debilitado, avejentado y frágil, Él ha confiado en mí para sus mandados, como yo les llamo, sus canalizaciones e inspiraciones Divinas.
¿Cuántas semanas puede alguien alimentarse sólo de agua y maná?
Solo Dios sabe.
¿Cuántas semanas puede sobrevivir una persona con enfermedades cardíacas sin medicación?
Sólo Dios sabe.
Esta noche he comprendido de qué se trata el aprendizaje.
Estuve todo el tiempo enfocada en revertir la pobreza en prosperidad económica. Confundí la lección creyendo que era una maestría para aprender a manifestar abundancia.
Pues no; el aprendizaje comienza con desarrollar la verdadera confianza en Dios, dejándolo que tome el control total de mi vida; sin miedo, sin lucha, sin esfuerzo, sin expectativa, sin interferencia. Y sobre todo, el entrenamiento se trata de aprender que el milagro más poderoso sucede cuando Dios sostiene nuestro aliento y nuestro latido contra todo pronóstico humano.
Debido a la debilidad física, la pérdida de masa muscular y un corazón que ha sobrevivido a base de cuidados naturales y mucho reposo, no he salido de casa en estas 44 semanas. Mis únicas ‘salidas’ han sido hasta la entrada del complejo para sacar la basura o recibir algún pedido en los tiempos de bendiciones.
De algún modo, este aislamiento del mundo exterior y este encierro forzado, se parecen bastante a las cavernas que se mencionan en muchos textos.
En el mito de la caverna de Platón, la caverna representa la prisión que este mundo de lo físico crea en el alma humana, la luz es la realidad verdadera y universal; y la liberación de los prejuicios para soltar el alma hacia el mundo verdadero.
San Benito vivió en una cueva de la zona montañosa de Subiaco durante 3 años, para luego realizar la obra que Dios le había encomendado.
Estas cavernas que se repiten en mitos y en la vida de algunos hombres santos, a veces se nombran también como desiertos. En todos los casos hay un vacío total, una soledad absoluta, una carencia de recursos y un viaje profundo a la oscuridad para aprender a sostener la propia Luz.
En todo caso, no es nuestra luz, sino que en ese despojo, aprendemos a entregarnos y convertirnos en esa vasija moldeada por Dios, que puede contener e irradiar Su Luz.
En la caverna, una aprende a vivir en el ‘aquí y ahora’; el presente es lo único que se tiene y aunque parezca imposible, siempre hay maneras de encontrar el equilibrio y sonreír por el milagro de estar sostenida por dios. Cuando se carece de recursos y las necesidades básicas no están cubiertas, no se puede hacer planes de ninguna clase; ni a corto plazo siquiera. Se puede soñar, por supuesto, pero una aprende que Dios es quien ha tomado el control. La mejor medicina para eso es liberarse de expectativas y esperar la sorpresa de cada día; cuando Dios nos muestra qué necesita de nosotros o cuál es la lección del día.
Claro que no soy Jesús, ni Platón, ni San Benito; pero compartimos algo en común: la gente de nuestro entorno nos considera chiflados y hasta peligrosos.
El marketing de las terapias holísticas superficiales nos vende un positivismo tóxico y nos termina convenciendo de que sólo con el pensamiento podemos lograr milagros.
Podemos sí, ser co-creadores de milagros. Pero una vez que hacemos nuestros votos de fe y acudimos al llamado de Dios, Él es el accionista mayoritario de nuestro emprendimiento, el decano de nuestra universidad y el alfarero de nuestra vida.
Medirse con el rendimiento o los logros de otras personas es nuestra mayor perdición. Intentar demostrar o justificar nuestro esfuerzo a otros es sólo una mala gestión de nuestra culpa, vergüenza y frustración.
Dios debería ser nuestra única medida. Nuestra gestión emocional debería enfocarse en nuestra paz interior y en nuestra capacidad para irradiar la Luz Divina.
Susannah Lorenzo / Tejedora de Cielos
Una aprendiz muy lenta.
Puentes con Dios
Escrito entre la 01:00 y las 03:00 am de una noche con el influjo de la luna llena.
“Hágase tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo.” (Padre Nuestro)
Simbología de la caverna
Como arquetipo de la matriz materna, la caverna figura en los mitos de origen, de renacimiento y de iniciación de numerosos pueblos.
Numerosos ritos de iniciación comienzan por el pasaje del impetrante a una caverna o a una fosa.
Según una opinión más mística Dionisos es a la vez el guardián del antro y aquel que libera al prisionero rompiendo sus cadenas: «Puesto que el iniciado es un Dionisos es en realidad él mismo quien primero se mantiene prisionero y él mismo quien luego se libera; es decir, como lo vieron Platón y. Pitágoras, el alma está prisionera de sus pasiones y es liberada por el nous o intelecto» (MAGE, 290-291).
Como vemos, toda la tradición griega enlaza estrechamente el simbolismo metafísico y el simbolismo moral: la construcción de un yo armonioso se hace a imagen de un cosmos armonioso.
La caverna simboliza la exploración del yo interior, y más particularmente del yo primitivo, rechazado a las profundidades de lo inconsciente.
La caverna se considera también como un gigantesco receptáculo de energía, pero de una energía telúrica y de ningún modo celestial. Así desempeña su papel en las operaciones mágicas. Templo subterráneo, guarda «los recuerdos del período glacial, verdadero segundo nacimiento de la humanidad. Es apropiada para las iniciaciones, la sepultura simulada y las ceremonias que rodean la imposición del ser mágico. Simboliza la vida latente que transcurre entre el nacimiento por obstetricia y los ritos de la pubertad. Comunica al primitivo con las potencias ctónicas (divinidades que residen en el interior de la tierra) de la muerte y de la germinación»
Diccionario de los Simbolos - Chevaliar y Gheerbrant