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miércoles, 21 de agosto de 2024

60 Amores

Puede que mi corazón no guarde tesoros de 60 amores, pero probablemente sí guarde bendiciones, cicatrices, recuerdos y huellas de 60 Formas de Amar.




60 Formas de Amar

¿Cuándo comenzamos a ser conscientes de que somos capaces de Amar?  Creo que la mayoría de nosotros primero toma consciencia de sentirse amado/a o por el contrario sentirse rechazado/a o abandonado/a emocionalmente.  Nuestra primera experiencia amando seguramente esté relacionada con esa primera memoria al recibir o sentir la ausencia de amor en nuestro entorno.

Tal como he contado en ‘A Solas’, del libro Cuentos Terapéuticos, la soledad fue la primera sensación consciente en los vínculos afectivos.  Imagino que a partir de ahí comenzó una búsqueda inconsciente por amar del modo que no era amada, creyendo que tarde o temprano alguien cubriría esos huecos vacíos.

Repaso en mi memoria buscando el primer recuerdo de amar profundamente, y lo primero que viene a mi mente es la sensación que experimentaba cada Semana Santa mientras mi familia veía programas de televisión relacionados con el Vía Crucis o películas de la vida de Jesús. Y el amor abrumador y la pena de estar reviviendo el calvario de Jesús me llevaban a encerrarme en mi habitación, rezar y llorar a mares sin poder evitarlo.  Esos recuerdos son de mis últimos años de escuela primaria, en mi pre adolescencia.

Las memorias de mi corazón me llevan luego al primer amor romántico cuando tenía 14 años, una forma de amar que me descubría envuelta en poemas y un mar de emociones que despertaban una joven  e ingenua mujer floreciendo a la vida.

La llegada de mis tres hijos fue, sin duda alguna, la experiencia más intensa y la forma de amar más profunda y vulnerable.




¿A quienes he amado verdaderamente además de Jesús, mis hijos y mi primer amor?  He amado a muchas personas, mis padres, algunos tíos/as, mis hermanos, una de mis abuelas, amistades, madres y abuelas postizas y con el tiempo, algún hombre en la vida adulta.

He sido capaz de muchas cosas ‘por amor’, de muchos sacrificios, de muchas renuncias, de muchas entregas y de un doloroso desgarramiento de mi corazón para ser mi mejor versión y lograr que esas personas se sintieran amadas. 

No siempre he amado con alegría, la mayoría de las veces amaba desde la tristeza, el dolor, las heridas, la carencia y el miedo a no ser amada, aceptada, valorada y celebrada.

Desde ese lugar, uno cree que ama, una cree que todo lo que hace es por amor al otro; pero en realidad, lo que hacemos es por el amor a lo que sentimos, por lo que nos hubiera gustado recibir en lugar del otro o por una sed inconsciente que nunca se calma.

¿Cómo podríamos ver realmente a la persona amada desde un corazón maltrecho, sangrante y habitado por el invierno de la vida?  Inevitablemente, lo que vemos en el otro (de forma inconsciente) es un reflejo de nuestros cristales rotos, de nuestro frío que busca cobijo y de nuestras heridas que nos pueblan de miedos y vacíos.




Cuando amamos demasiado y de forma tóxica (no sana), somos capaces de entregar lo más preciado, incluso nuestra vida para darle a nuestros seres amados, hasta nuestro último aliento.  ¿Qué nos queda cuando entregamos nuestra pulsión de vida? ¿No sería mejor acaso compartir nuestra vida manteniendo vivos nuestros tesoros sin renunciar a nada?

Cuando amamos desde nuestra carencia y nuestras heridas, creamos una avalancha de emociones, regalos, experiencias e incluso de palabras, para que esa persona amada sepa lo que sentimos.  Pero no nos detenemos a comprender qué es lo que esa persona en realidad necesita de nosotros; no podemos ver la intensidad de sus emociones o la sed de un agua que no surge en nuestra vertiente.

Damos desde lo que necesitamos.  Amamos desde nuestro abandono emocional. Abrazamos desde nuestro invierno interior. Besamos desde nuestra sed de bendiciones. Desbordamos el espacio ajeno desde los huecos que ansiamos llenar.  Velamos nuestra mirada desde un vidrio empañado de lágrimas y memorias dolorosas.

Amamos para ser amados y eso, no es realmente Amor. En ese amor desmedido buscamos algo a cambio, esperamos recibir lo que necesitamos o ser vistos como nos gustaría ser reconocidos; y cuando eso no llega, se acumula la amarga deuda pendiente que contamina los vínculos amorosos.

Inmolarse, sacrificarse, dejar de Ser, intentar ser lo que no somos, agobiarnos con expectativas impuestas, renunciar o incluso posponer nuestros sueños, no es un gesto de amor generoso y desinteresado.  Creo que es una actitud tremendamente egoísta que busca asegurarnos sentirnos amados, respetados, valorados y necesitados. 

Me he llevado más de medio siglo aprender a amarme, aceptarme, reconocerme, celebrarme y saberme hija amada de Dios. Desde ese aprendizaje comprendo que la fuente del agua bendita que calma nuestra sed emocional y espiritual está siempre en el centro de nuestro corazón.  Nadie puede calmar nuestra sed más que nosotros mismos, nadie puede dar verdaderamente aquello que no tiene y nadie puede saciar las necesidades de ninguna otra persona. Sólo cuando nos vemos como seres plenos y completos, podemos compartir nuestros dones y talentos, nuestra alegría de amar y nuestra capacidad de tejer vínculos sanos.




Sé que he hecho mucho daño en nombre del amor.  Desde mi hipersensibilidad y mi capacidad para sentir las emociones y energías de otras personas, esa certeza me llena a veces de impotencia y de una pena profunda que inunda los lugares más oscuros de mi corazón. 

No puedo cambiar el pasado, no puedo deshacer las heridas que causé, no puedo limpiar los corazones que guardan rastros oscuros de mi nombre.  Sólo puedo descubrir cada día nuevas formas de Amarme y Amar.  Sólo puedo desear que las personas que más amo puedan, a su tiempo, encontrar su propio camino de sanación, y en ese amarse puedan comprender y sentirse amados a pesar de los desencuentros.

Susie / #Unaniñade60

Susannah Lorenzo / #TejedoradePuentes

Soledad Lorena / #TejedoradePalabras

22 de septiembre 1964 / 22 de septiembre 2024

#60jardines #casi60 #60poemas #gracias #60soles 


Sólo cuando me amo como Jesús me ama, puedo Amar a otros en nombre de Jesús.



domingo, 23 de julio de 2023

Carta y plegaria a Jesús

 Carta a Jesús

San Luis, 22 de julio de 2023




Mi querido Jesús,

Estuve creyendo todo el día que habías faltado a la cita o que yo había perdido la capacidad de sentir tu presencia.

Como en una búsqueda del tesoro, fuiste dejando señales en estos días, para que yo me aventurara en uno de los oscuros pasadizos de mi corazón.

Me encontré una pila de recuerdos desteñidos, un gran charco de lágrimas jamás lloradas y un pozo profundo y apestoso lleno de resentimiento.  Descubrí incluso, mientras comenzaba a limpiar, que el enojo y la frustración aún vivían en mi cuerpo, manifestando síntomas físicos imposibles de controlar.

Y allí, en ese rincón oscuro, detrás de los rostros que yo mantenía condenados, te descubrí sonriente, feliz de que yo hubiera comenzado a aceptar, agradecer y bendecir.

Entonces te escuché decir: ‘Deja de exigirte, deja todo lo que tenías planeado para este encuentro; recuéstate y descansa, que yo guardaré vigilia mientras tu cuerpo expresa lo que habías guardado.’

Gracias por este aprendizaje.

Gracias por hacerme saber que en la oscuridad, tú también habitas y me esperas.

Susannah Lorenzo amándote©

Día de Santo Silencio




Ven Jesús, mi amado amigo,

recuéstate a mi lado

mientras la tormenta pasa,

cuéntame las historias

que ya nadie recuerda,

cuéntame las travesuras

que enojaban a María, 

háblame de las palabras

que tradujeron tan mal,

revélame los secretos

detrás de cada parábola,

hazme reír con las cosas

que a ti te divertían,

cuéntame de tu amor

por María Magdalena,

susúrrame en arameo

para que no olvide tu nombre

y sostén mi mano

hasta que mi cuerpo

por fin se alivie

y el temor sea solo

una palabra vacía.

 

Susannah Lorenzo© / Tejedora de Puentes

Tejedora de Cielos

 Plegaria a Jesús mientras superaba una crisis de hipertensión

Día de Santo Silencio

22 de julio de 2023


domingo, 26 de marzo de 2023

Amada espina

De repente, nos palpamos el corazón y notamos un bulto, una protuberancia inflamada y doliente que se irrita ante el roce.  La curiosidad puede más que la incomodidad y ante la observación atenta, descubrimos que una vieja espina ha hecho su nido, hace ya largo tiempo. Un pequeño movimiento, un intento de extracción, generan un intenso dolor, una supuración maloliente y un terror inexplicable a descubrir que tan profundo nos habita.




Sobre la epidermis del corazón, un bonito bordado rodea la herida: intentos amorosos de cerrarla o justificarla.  Un viejo aroma a pétalos fragantes nos devuelve el recuerdo de una rosa que solía coronar nuestro jardín.  ¿Cuántas veces demoramos nuestra estancia en el dolor, cultivando expectativas de una realidad diferente?  ¿Cuánto tiempo justificamos la espina como herencia de una rosa que ya no florece?  ¿Cuánta esperanza albergamos de que la espina pueda convertirse en tallo y luego deslumbrarnos con una rosa transformada?

 

"Enamorarse es un talento que pocas criaturas poseen, como el don de hacer versos, como el espíritu de sacrificio, como la valentía personal. No se enamora cualquiera ni de cualquiera se enamora el capaz. Muy pocos pueden ser amantes y muy pocos amados".

Ortega y Gasset

 



¿Recuerdas cuando eras niño y te clavabas una espina o una astilla?  Luego de un rato jugando se te olvidaba, hasta que algo rozaba la zona y el dolor ardiente y punzante regresaba.  Evitabas que te sacaran la espina o la astilla, porque de solo moverla, el dolor se extendía como una serpiente encendida.




De la misma manera, dejamos pasar el tiempo cuando una espina ha quedado en nuestro corazón; hasta que algo nos recuerda su existencia: un roce, una palabra, una actitud, una ausencia o una ilusión hecha añicos.  La espina tiene nombre y apellido, pero no ha generado, como esperábamos, una nueva rosa, una nueva forma de amar; sino que ha echado raíces espinosas que perturban la paz de nuestro corazón y nos roban la alegría de vivir.

Puedes ignorar, amar o aferrarte a la presencia de esa espina, como un trofeo de tiempos mejores; pero inevitablemente generará una infección, un rechazo de tu cuerpo todo, avisándote que tu salud está en riesgo, que estás perdiendo el latido o que has olvidado lo que significa el buen amor.






Esa zona del corazón se entumece, se endurece, genera infinitos mecanismos de defensa, se intoxica y  se retrae.

Los espejos, las miradas, las lluvias de espinas, la ausencia de pétalos, los guardianes de la mente, los sueños, la alergia a las rosas, la soledad inconmovible y los desaires del destino, son un recordatorio constante de que una espina nos habita y ha colonizado nuestros sentidos.

Entonces, una tarde soleada de domingo, te conviertes en cirujano de tu corazón: desinfectas la zona con una buena cuota de lágrimas y la anestesias con una dosis de amor propio; extirpas en un solo paso la espina y sus raíces espinosas.  Ese pincho deforme y cavernoso ya ni siquiera recuerda haber sido parte del tallo de una rosa; apenas lo quitas de las profundidades de tu corazón, yace inerte, carente de vida propia, incapaz de sobrevivir a la luz del sol.




En ese orificio deforme, en esa herida abierta y desnuda, vulnerable y sensible, puedes sentir el aire que circula y permite que la epidermis respire.  Hay una sensación de libertad y despojo, un vacío que te llena de alivio y una certeza de que tu corazón ha despertado a una nueva vida.

No hará falta cerrar con puntadas, ni tejer cerrojos que te guarden del barro; las mordazas no sanan y las vendas evitan que la luz nos muestre la verdad.




Susannah Lorenzo©

Tejedora de Puentes

Destejiendo viejas heridas 




jueves, 9 de junio de 2022

Lo que se aprende con el tiempo y la soledad

 


  • Nadie puede amarnos más de lo que nosotras nos amamos.
  • No alcanza con que una sola persona ame.
  • Quien solo pide disfrutar un momento, no merece nuestro tiempo ni nuestras caricias.
  • No vale la pena lanzarse al vacío por alguien que no puede sujetar tu mano cuando caminas por la calle.
  • No alcanza con amar; podemos lastimar si estamos lastimadas y no aprendimos a sanar.
  • El amor no puede inventarse, crearse, fabricarse o contagiarse.
  • El amor se sostiene, se cultiva, se honra, se celebra y se bendice.
  • No hay amores equivocados, hay amores desencontrados.
  • No existen amores imposibles.  El buen amor siempre es posible.
  • Nadie es responsable de lo que sentimos o dejamos de sentir.
  • El Alma sabe más que la razón.
  • Quien no puede besarte con la mirada, jamás podrá acariciar tu corazón.
  •  Lo que más nos asusta del verdadero amor es la imposibilidad de tener el control sobre nosotros y sobre el otro.
  • Las emociones no se controlan, las emociones se gestionan.
  • Cuando elegimos no amar, cerramos nuestro corazón a las bendiciones de la vida.
  • La voz que puede alterar tu latido es la voz que conoce el idioma de tu alma.
  • No es lo mismo amar a una persona con sus virtudes e imperfecciones, que amar lo que esa persona nos hace sentir.
  • Si no podemos vivir en plenitud cuando estamos solas, jamás podremos sentirnos plenas en compañía de otra persona.
  • Cuando recibimos señales confusas, es una clara señal de que no hay amor del bueno.
  • No puedes salvar a nadie, solo puedes amarlo.
  • No es nuestra misión rescatar a nadie de sus propios demonios y pesadillas.
  • La cercanía no se mide en kilómetros ni en desnudez. El buen amor te alcanza y te toca aunque estés al otro lado del océano.
  • La verdadera intimidad es un espacio invisible donde dos corazones se encuentran y desnudan su alma.
  • El buen amor no duele; lo que duele es la necesidad insatisfecha de que el otro nos de algo que no puede darnos; lo que duele es la lucha entre nuestra razón y nuestro corazón; lo que duele es no coincidir en tiempo y espacio.
  • Quien te trata como una opción, no merece ser tu prioridad.
  • Nos hacemos el tiempo para  lo que verdaderamente nos importa.
  • Prestar atención es un gesto de amor.
  • No siempre ‘escuchamos’ lo que nos dicen, muchas veces interpretamos lo que queremos oír.
  • No puedes amar a quien no está dispuesto a ser amado o elige no  sentirse amado.
  • El amor no se justifica, no se explica, no se mide, no se dosifica, no se cuestiona, no se condena, no se esconde, no se entierra, no se posterga.   



  • La única forma de encontrar el buen amor y reconocerlo, es Ser Amor.
  • Siempre que nos defendemos o nos protegemos (consciente o inconscientemente), creamos muros de espinas que lastiman a quien intenta acercarse.
  • El buen amor no se olvida, jugamos a dibujar nuevas realidades, pero el buen amor será siempre parte de lo que somos y bastará un desvío del destino para recordarnos los jardines olvidados.
  • El  enamoramiento y el amor son diferentes; la pasión y el amor pueden complementarse pero no son lo mismo; el erotismo y la sensualidad son formas del lenguaje del amor pero también pueden ser dialectos del ego; el apego y la comodidad no son lo mismo que el amor.
  • El amor no avisa, no te prepara, no te da tiempo a reaccionar, no admite estrategias ni manipulaciones; el amor te sorprende, te coloniza, te puede, te supera y te trasciende.
  • El amor no suplica, no mendiga, no humilla, no se vende y no se alquila. 
  • No tiene sentido esperar a quien no tiene apuro por llegar.
  • El Amor Es.
  • Los versos que un hombre enamorado escribe en nuestro corazón amante, jamás se borran.
  • Los susurros que nuestras Almas comparten cuando estamos distraídos amando, serán parte del eco que nos despierte cuando estamos dormidos.


Susannah Lorenzo©

Bella durmiente a los 57.

No espero, no busco, no ansío y sin embargo, bastaría un beso en la frente y la palabra correcta para arrebolar mi corazón.

Art: Chie Yoshii

Emociones huérfanas

 

Cuando negamos o ignoramos algo en nuestro interior, se convierte en un huérfano huraño, combativo y distante, incapaz de conectar con el mundo que lo rodea.

Solo la mirada atenta y amorosa de nuestro corazón, puede transmutar el barro en loto y la oscuridad en luz.

Artist: Chie Yoshii


Tarde o temprano, nos tropezaremos con los restos óseos de aquellas masacres que cometimos o permitimos.

Podrá ser por la realidad que nos rodea y no logramos transformar, quizá sea a causa de un malestar físico que se ha vuelto crónico o tal vez un día comencemos a llorar sin saber por qué. 

Entonces, habrá que sentarse, como La Huesera, cantar una canción amorosa sobre los huesos y cenizas, dejar que las lágrimas germinen los fósiles apagados y permitir que finalmente una loba nueva crezca su pelaje y corra aullando por bosques perdidos de la memoria.

Susannah

09 de junio de 2022




miércoles, 1 de septiembre de 2021

Desamorada

 Mi corazón parece estar dormido, mustio, amargo, en estado de coma o en modo avión.


A veces estoy odiosa, otros días simplemente estoy ocupadísima en mi trabajo y en la siembra de Puentes, y aunque muchas veces estoy alegre (sobre todo cuando algo me sale muy bien), tengo esa rara sensación de haberme convertido en el hombre de hojalata (el personaje del Mago de Oz) con ganas de sentir pero con ausencia de corazón.

Debe ser la suma de pequeños duelos minimizados y subestimados o quizá sea la condición post traumática de haber vivido situaciones límites que exceden cualquier expectativa o proceso de imaginación.

En este tramo del camino, he quedado bastante sola.  Es algo que sucede cuando hacemos grandes cambios en nuestra vida y de algún modo, cambiamos de carril o de sintonía.  Paso la mayor parte del tiempo encerrada en el departamento, relacionándome solamente a través de las pantallas y las redes sociales.  En realidad, eso no es nuevo, es parte de la nueva normalidad que se instaló en mi vida desde que comenzó la pandemia en 2020.



Pero sí hay algo que es tremendamente diferente y solo lo comprendí viendo vídeos de gatos en el canal de Tik Tok y mirando las historias de La Chepi cuando habla con su gato: durante dos años de mi vida, Blackie fue un compañero fiel, leal, incondicional y mágico en mi vida.



Aunque ambos fuimos siempre muy independientes y cada uno tenía su espacio y sus tiempos, Blackie me obligaba a ejercer y ejercitar el Amor.  No solo me acompañaba en mis sesiones de Tarot Evolutivo y durante las grabaciones de vídeos, también me  hacía su Reiki gatuno cuando estaba muy mal de salud y mi corazón estaba demasiado triste.  Nuestro lenguaje silencioso de miradas, gestos, movimientos y transmisiones mentales, nos mantenían conectados y comunicados.  Muchas veces me obligaba a levantarme cuando no tenía ganas, para que lo dejara salir a pasear o para volver a entrar cuando volvía de sus andanzas.


Nos cuidábamos, nos atendíamos, nos conteníamos, nos mimábamos, nos acompañábamos, nos respetábamos, nos celebrábamos, nos honrábamos, nos amábamos.

Me doy cuenta que desde que me fui de San Juan, el 03 de mayo, he dejado de ejercer y ejercitar el Amor.  Me he dedicado a sobrevivir, resolver, sortear vientos y mareas, aprender, estudiar, sanar, resistir, solucionar y a aceptar la voluntad de Dios.  ¿Cómo se puede vivir sin Amor?  Creo que no se puede, ni se debe.


A punto de cumplir 57 años, el 22 de este mes, tengo que reconocer que es uno de los cumpleaños más solitarios que he tenido.  Y aunque estoy ocupada en celebrar en las redes sociales y en tejer Puentes de Buena Voluntad para que todos seamos bendecidos, una parte de mí está sumida en un sueño profundo, en un coma inducido para no sentir tanto dolor.


Susie©
Desamorada
01 de septiembre de 2021

Puedes descargar y leer la historia de Palo Santo, escrita en homenaje a Blackie, en este enlace.

sábado, 31 de agosto de 2019

De enfermedades crónicas y madres solteras


De enfermedades crónicas y madres solteras (o mal acompañadas)


Cada vez que mis hijos, familia o 'amigos' cuestionan o cuestionaron mis decisiones mientras criaba sola a mis hijos, respondo lo mismo: Tomar decisiones en hogares uniparentales es como tomar una decisión con un arma en la cabeza.  La mujer que cría sola a sus hijos hace de madre, padre, empleada, ama de casa y trata como puede de orquestar su vida y la de sus niños sin perjudicar la trayectoria profesional.
La mayoría de las mujeres que hemos criado o crían solas a sus hijos, sufren de alguna o varias enfermedades crónicas, que generalmente comienzan en la juventud.
La carga horaria, las culpas, los mandatos familiares y de la sociedad; la falta de descanso, el estrés constante, la sobre-exigencia física, la angustia, la soledad, las frustraciones y la impotencia permanente por no poder hacer lo que realmente una desea, nos enferman por dentro y por fuera.  Terminamos elegiendo hacer lo menos malo y no aquello que nos gustaría hacer para nosotras y nuestros hijos.
En realidad, creo que terminamos siendo madres solteras (o mal acompañadas) porque nos queremos y valoramos poco, porque deambulamos en laberintos emocionales que nos llevan a enredarnos en relaciones tóxicas, que no son buenas para nosotras ni para nuestros hijos.



Valores del día

Sábado 31 de agosto de 2019

Hora de inicio real de actividades: 16:30

Rendimiento físico: -10% 
(Estoy pensando seriamente si estoy en condiciones de caminar hasta la otra cuadra para sacar la basura.)

Rendimiento mental: 2%
(No sé si es un corto circuito eléctrico o un colapso general del sistema.)

Nivel de malestar físico: 9/10
Nivel de dolor: 6/10

(En realidad, los valores de malestar y dolor son relativos; para una persona 'normal', sin una enfermedad crónica sería el equivalente a 10/10  o 12/10.  Una se acostumbra a convivir y los umbrales se modifican con el paso del tiempo, se aprende a considerar valores normales aquello que para otros sería una pesadilla.)

Agenda: turnos cancelados, desenredar estos pensamientos que dan vueltas, hacer nada, volver a descansar.






De madres solteras y enfermedades crónicas

Cuando somos jóvenes no hacemos más que exigir a nuestro cuerpo: demandar que adelgace, que se mantenga activo y despierto, que trabaje doce horas o más por día.   


Cargamos niños, bolsos, valijas y bolsas del supermercado; movemos muebles, hacemos mudanzas en un día; arreglamos el lavarropas, el auto e instalamos el calefactor.  Nos subimos a escaleras, muebles, sillas y banquetas para cambiar focos, conectar un aparato o colgar un tendedero.  Además de trabajar fuera de casa, lavamos, planchamos, limpiamos, baldeamos, pintamos paredes, armamos muebles, hacemos las compras y hacemos largas colas en hospitales y bancos. Dormimos poco y mal.  Nos esforzamos por parecer mujeres superadas y lucir como la mujer maravilla para que en el trabajo nos consideren como una empleada eficiente.  


Reprimimos emociones, batallamos con nuestros miedos, nos tragamos los gritos, disfrazamos la tristeza, anestesiamos dolores físicos y del alma, abusamos de medicación para rendir física y mentalmente en el trabajo, nos prohibimos las siestas, nos culpamos por no poder hacer más y mejor, nos levantamos de las cenizas una y cien veces, nos reconstruimos desde las esquirlas y damos más de lo que recibimos. No respetamos jamás los tiempo de recuperación y convalescencia después de cirugías, partos y enfermedades graves.  No tenemos tiempo o dinero (o ninguna de las dos cosas) para realizar tratamientos, terapias o cuidar nuestra salud.


Comenzar a lidiar con mis emociones, sombras, heridas desantendias y patrones de conducta negativos después de los 40 no ha sido tarea fácil.  Muchos de los procesos personales de autosanación y conocimiento han sido plasmados en mis blogs, pero por sobre todo en la Colección de Cuentos Terapéuticos.


Es cierto, es 'más fácil' y más rápido en el corto plazo someterse a medicación, cirugías y demás tratamientos que maquillen o eliminen los síntomas físicos.  Muchas mujeres comienzan una serie interminable de cirugías y complicaciones que jamás acaba, porque cuando 'solucionan' o 'extirpan' o 'seccionan' lo que ya no funciona bien, algo nuevo aparece dentro o fuera del cuerpo y la odisea comienza otra vez.  


A pesar de toda esta experiencia, de todas estas vivencias, suelo tener semanas en las que abuso del bienestar, de la buena salud y la disponibilidad de mi cuerpo.  Entonces, me ocupo por cumplir plazos externos, por abarcar más actividades de las que puedo hacer, por reunir el dinero que necesito para pagar las cuentas y evitar que los demás juzguen mis horarios de descanso o a qué hora estoy disponible para atender a clientes y alumnos.


De las enfermedades crónicas ya no se regresa, el cuerpo difícilmente pueda volver a estar en condiciiones óptimas, así como ya no podemos volver a tener 20 o 30 años.   


Podemos, sí, mejorar y cuidar la calidad de vida.  Pero cuando abuso de mi cuerpo, quito descanso y sobre todo descuido mi armonía energética y espiritual, las señales se presentan rápida y claramente: dolores de cabeza, dolores musculares, agotamiento físico y energético y falta de claridad mental.  Entonces, un día, justo como hoy, apenas si puedo preparar una taza de té y volver a la cama; los dolores, los músculos afiebrados, los malestares físicos en diferentes órganos y sistemas, la fatiga crónica y la debilidad ganan la batalla.  Lo intento nuevamente al medio día, pero apenas si preparo un sandwich y me tomo el agua de pepino y limón que quedó de la noche anterior para volver a la cama y caer en sueño profundo.


Después de haber cancelado los turnos de hoy y poder comenzar tímidamente a moverme después de las cuatro de la tarde, es probable que la culpa y el prejuicio cultural (que funciona como pájaro carpintero en mi mente) se encarguen de destruir mi ánimo y hacerme sentir una miseria humana.


Generalmente, las personas que sufrimos de enfermedades crónicas invisibles, no sólo lidiamos  con días malos, no tan malos y otros buenos; contamos cuantas cucharas de energía tenemos al comenzar el día (Spoon Theory) como para saber qué podremos hacer y qué actividad es mejor evitar y además tenemos que justificar todo lo que no podemos hacer o por qué no comenzamos a las 7.00 de la mañana como cualquier personal 'normal'.


Antes dejaba que la culpa me deprimiera y que se combinará con mi añoranza del cuerpo sano para amargarme el día.  Ahora, me doy cuenta a tiempo, detecto esos mecanismos de defensa que se activan aunque nadie se cruce en mi día, me siento a escribir o hago algo que me recomforte y me cambie el ánimo. Después de todo, esas personas que cada tanto juzgan mis horarios o mis descansos extendidos, no me ayudan a pagar las cuentas, ni están aquí conmigo para lidiar con los síntomas, las limitaciones físicas y ni siquiera ayudan para que mi vida sea más fácil, más cómoda o más linda.


Aprender a honrar, celebrar, cuidar, mimar, amar y respetar nuestro cuerpo es el primer paso y el más importante para transitar cualquier camino de sanación o de convivencia con lo que haya quedado después del Tsunami de nuestras vidas.


Antes me jactaba de ser la Mujer Maravilla y no necesitar a nadie en mi vida, de poder hacer todo sola y perfectamente bien (como una buena Virgo) y mejor que muchos.  Hoy, sin embargo, en días como éste, me encantaría sólo descansar, que alguien se ocupara de preparar mi cena (y lavar los platos), me hiciera masajes y simplemente se ocupara de que todo esté bien para que yo regresara a mis tareas sólo cuando estuviera totalmente recuperada.


Las personas hipersensibles (niños esponja), los terapéutas holísticos y quienes de algún modo detectamos y recibimos las energías de seres vivos y no tanto, necesitamos cuidar además del cuerpo físico y emocional, de nuestro cuerpo etérico, nuestras energías y nuestro sistema de defensa y reciclado de energías.


En el camino de evolución espiritual muchas veces caemos en otros vicios y rigores: creemos o nos hacen creer que debemos estar siempre en paz, armonía y totalmente equilibrados emocionalmente.  Somos seres humanos aprendiendo a vivir como almas, somos almas que no siempre pueden fluir libremente en este cuerpo que habitamos, en este pequeño mundo donde nos toca respirar.


A punto de cumplir los 55 en septiembre, quiero una vida bonita que me permita disfrutar y vivir con alegría.  Siempre dije que no podría vivir sin trabajar, porque me gusta lo que hago; pero no tengo ni ganas ni salud de sólo vivir para pagar las cuentas y luego volver a comenzar cada mes.


Así es que aquí va la lista de nuevas realidades que mi sistema y mi metabolismo necesitan:

  • Un asistente que se ocupe de trámites, logística, mandados, compras, proveedores, impuestos y otros detalles que puedo delegar de mi emprendimiento.
  • Un asistente virtual que colabore con mi trabajo de redes sociales (actualmente entre mis páginas y páginas de terceros invierto un mínimo de tres horas por día para actualizar contenidos y atender consultas).
  • Una persona que se encargue de la limpieza de la casa y del espacio de trabajo, de planchar la ropa y hacer las compras básicas de cada día, que cocine rico y mantenga limpia y ordenada mi cocina.
  • Un vehículo para poder trasladarme fácilmente, rápidamente y sin dolores y así expandir mis actividades y salir a buscar nuevas oportunidades y contactos.
  • Un ingreso económico que me permita vivir y disfrutar de la vida.  El universo bien podría compensarme por tantos años de sacrificio y esfuerzo personal; después de todo, debería existir una pensión o asignación de por vida para las madres que criamos sin ayuda a nuestros hijos, cuando no existía la asignación universal por hijio.
  • Un compañero de vida con quien amar, compartir y disfrutar la vida, crecer espiritualmente y viajar por el mundo.
  • Tiempo para escribir y ocuparme de mis libros.
  • Tiempo y salud para seguir tejiendo Puentes con mis cartas de Tarot.


¿Para quién escribo?

Para mí, para verme en el espejo del teclado y leerme con respeto, compasión y atención.


Para quienes aún juegan a ser la mujer maravilla, para quienes son madres solas o mal acompañadas, para quienes sufren de enfermedades crónicas invisibles, para quienes no encuentran la salida del laberinto, para quienes creen que sólo una medicación las salva, para quienes se dejan extirpar y manipular sus órganos y luego se ahogan en su tristeza; para quienes criaron a sus hijos pero ya no saben qué hacer consigo mismas.


¿Para qué escribo?


Para aliviar mis penas y respirar a través de las palabras.


Para encontrarme, reconocerme, descubrirme y dejar que el río profundo fluya.


Para que te encuentres, te reconozcas, te descubras y te mires en el espejo de mis palabras.


Para que busques una hoja, una lapicera o un lápiz y comiences a escribir: primero escribe todo lo que te atormenta y te abruma; luego escribe nuevas vidas, nuevas historias y dibuja salidas del laberinto.


Te leo.
Nos leemos.
Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes

Nota importante:
Después de escribir esta nota, estoy meciendo el cuerpo al ritmo de la música que suena en el reproductor, estoy sonriéndo y mi cuerpo se siente más liviano. No sólo la escritura ha ayudado, Blackie (mi gato), ha estado cerca de mi, durmiendo y lidiando con mis energías durante más de tres horas.

Para emociones muy guardadas:
Esos días en que una se despierta con ganas de llorar sin saber por qué, es bueno recurrir a la carpeta de música (Crying mood) que guarda esos temas que nos hacen llorar cuando estamos sensibles, deprimidas o meláncolicas.  Entonces, una sube el volumen y se llora la vida hasta que los ojos están rojos y la sal del tiempo ya nos duele en las venas.







Cronología de un cuerpo enfermo

  • A los 11 años comenzó mi tormentosa relación con la menstruación y mis hormonas femeninas: hemorragias, cólicos, fiebre.  Creo que probablemente la endometriosis ya había hecho nido en mi cuerpo y no lo sabía o los médicos no tenían la capacidad de detectarla.
  • A los 13 años comenzó el tormento de dietas, sobrepeso emocional, metabolismo con desórdenes cíclicos y depresiones manifiestas (acunadas desde la infancia). La ingesta de analgésicos era algo común para lidiar con los cólicos menstruales y poder cumplir con las actividades escolares.  Desde entonces y hasta que comenzó la menopausia, la única forma de hacer una vida 'normal' durante los días o semanas que duraran los períodos menstruales era con una buena dosis de anlagésicos y antiinflamatorios.  Además, ya tomaba pastillas anticonceptivas recetadas por el médico para regular el ciclo menstrual.
  • A los 14 años tuve un ataque de vesícula que pude revertir sólo con una dieta estricta (blanca) durante un año.
  • A los 20 años quedé embarazada por primera vez y en menos de 4 años ya tenía en mi historial: 3 hijos, 12 transfusiones, 2 legrados (postparto), dos partos normales y una cesarea, una infección generalizada causada por un DIU, desórdenes emocionales y mentales producto de violencia doméstica (y otra vez la falta de autoestima acumulada desde la infancia); complicaciones hormonales y físicas derivadas del exceso de estrés, esfuerzo físico y trabajo y mala alimentación y los primerios episodios de hipertensión con el último embarazo.
  • A los 28 años trabajaba más de 12 horas por día, dormía 4 horas, tomaba jarras de café y fumaba para mantenerme alerta y despierta, hacía aerobics al menos dos veces a la semana para estar en forma y cuidar la silueta.  Comencé con principio de úlcera y luego con episodios de hipertensión que me obligaron a cambiar la dieta.  
  • A los 30 años el cardiólogo que me atendía consideraba que debía trabajar menos, tomarme vacaciones una vez al año y hacer actividades que me relajaran en mi tiempo libre. Yo seguía siendo una madre soltera con tres hijos, sin ayuda económica de ninguna clase y trabajando 12 horas por día o más y usando el tiempo libre para hacer tareas de madre y ama de casa o agregar trabajo independiente desde casa para cubrir todos los gastos.
  • A los 31 años la hipertensión se volvió crónica y según los médicos debería haber tomado ansiolítos por el resto de mi vida.  Desde entonces la medicación para la hipertensión ha aumentado, cambiado y mutado para regular el funcionamiento del corazón.
  • A los 37 años la endometriosis se manifestó activamente y se expandió por varios órganos y la fibromialgia comenzó a jugar con mis umbrales de dolor.  Sufrí episodios de amnesia y una anemia aguda, después de un cuadro severo de neumonía, me dejó sin defensas.  Una serie de hechos que me dejaron desvastada emocionalmente me sumieron en una profunda depresión que duraría varios años.  Comencé con episodios severos de alergía asmática.
  • A los 40 años comencé un proceso lento y pausado de autosanación emocional, usando terapias alternativas y la literatura como proceso de canalización de emociones.  Sin embargo, la depresión era mi compañera sigilosa y las relaciones tóxicas seguían siendo una constante en mi vida.
  • A los 45 años comencé a investigar y tomé las riendas de mi propio tratamiento holístico con la endometriosis y la fibromialgia, después de haber sufrido meses de hemorragias y dolores abdominales y pélvicos.  Abandoné la ingesta de pastillas anticonceptivas que había tomado durante toda la vida, comencé a cuidar mi dieta eligiendo lo saludable y aquello que mis órganos y metabolismo podían asimilar.  (La Endometriosis tiene su propia lista de alimentos que se deben evitar.)  Seguía concurriendo al gimnasio al menos dos veces a la semana, haciendo aerobox o tae-bo y andaba en bicicleta todos los días.  Aún no había aprendido a amarme y a deshacerme de relaciones tóxicas.
  • A los 48 años logré deshacerme de relaciones tóxicas. En un acto profundo de amor propio, compré por primera vez un sommier para mí sola y decidí que no volvería a tener relaciones ocasionales y que sólo volvería  a estar con alguien cuando fuera la persona indicada para mí.  Entendí que durante muchos años había profanado y dejado profanar el templo más sagrado que toda mujer tiene y que los intercambios de energía sexual con las personas equivocadas, habían contribuido a muchas de las enfermedades.
  • A los 49 ya había logrado detener la endometriosis y regular mi metabolismo (en realidad un par de años antes), pero una serie de sobreexigencias físicas y emocionales (sumado al descuido y falta de educación sobre los cuidados preventivos de nuestro suelo pélvico) me llevaron a un desgarro muscular  interno que devino en prolapso de los tres órganos pélvicos (útero, vejiga y recto).  Los médicos dijeron que era una condición que sólo se daba en mujeres de más de 70 años y que debía considerar conseguirme un hombre proveedor que me mantuviera en vez de trabajar tanto.  Dijeron que no había ninguna solución médica posible y que en el caso de una cirugía nada garantizaba los resultados. En ese año se acabaron los días de bicicleta, las horas de gimnasio y el cuerpo comenzó a mandar sobre mis actividades diarias.


Estado actual

Alergia Asmática:  Nivel de incidencia: Eventual 1% - Medicación: ninguna salvo episodios esporádicos (una vez al año y algunos años sin episodios).

Endometriosis: Nivel de incidencia 2% - Medicación: nada – Alimentación: cuidada

Fibromialgia: Nivel de incidencia 70% (según el día) – Medicación: nada – Alimentación: cuidada

Hipertensión: Nivel de incidencia 10% (según la época) – Medicación: 3 fármacos diferentes – Alimentación: baja en sodio – Tratamientos alternativos: fitoterapia, meditación, musicoterapia, ejercicio leve.

Prolapso (POP): Nivel de incidencia 80% (según las actividades) – Medicación: eventual – Alimentación: cuidada – Tratamientos alternativos: respiración ovárica, reposo frecuente, meditación, ejercicio leve, masajes abdominales, aplicaciones de aceite de coco, suplementos dietarios.


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jueves, 7 de febrero de 2019

Alas en sacrificio

Cada vez que en la casa resuenan sus voces, apago la mía, que habla idiomas que ellos desconocen.  Repliego mis alas, las encadeno con sus juicios y las marchito con mis silencios.  

Abandono mis ritos, deshago ceremonias, archivo talismanes y entierro las llaves allí donde la soledad me grita sin palabras.

Una aprende, que para andar el sendero, se dejan amigos, familia y se tejen nuevas relaciones. Pero aquella madre que lloraba a mares hasta desangrar todas sus rosas cuando las trampas del destino pudieron más que el amor; aquella misma madre aún cree que algún día tendrá una mesa servida para cuatro, corazones bendecidos abrazándose para recuperar la distancia y  cantata de risas para celebrar el reencuentro.



Una cree que si una se apaga, se disfraza, se mimetiza y se vuelve un eco de las voces de los hijos, una deja de perder momentos y ganar distancias; una confunde una ausencia de juicios con un amor que acepta y respeta.  Una evita seguir perdiéndolos, una cree que acorta distancias, y sin embargo; una se pierde, deja de encontrarse, y en el recuerdo de un momento efímero navegando un mar de barquitos de papel, una se queda anclada a una distancia sideral; a mitad de camino entre la nada y la mujer que me habita.  Negocié mis luces con las personas que más amaba y me quedé tan sola como siempre, más sola aún, porque ni yo me alcanzo.

De tanto hacer como sí, de tanto amarlos sin esperar nada, de tanto tejer sus alas con los colores de mi corazón, de tanto aceptar que Dios sabe mejor que nosotros sobre aciertos y desaciertos, de tanto callar el dolor, de tanto dejar que inventen historias, de tanto guardar la verdad, de tanto mirar sus vidas a través de la vidriera, a veces creo que he perdido maternidad en un punto del camino.

De tanto mirar para adelante, vivir el presente y no aferrarme al pasado, temo que pueda olvidar los olores, las sensaciones, los sonidos, las risas, las ilusiones, la magia, los deseos, los sueños, los abrazos, los besos, las caricias, sus caritas durmiendo sobre almohadas perfumadas.



Cuando un nido se rompe antes de tiempo, una toma las esquirlas, los pétalos mojados, las fotos rescatadas, respira hondo e invocando el amor más profundo, sopla sobre sus mares para que naveguen seguros.  Como cualquier aprendiz, acepta que todo tiene un porqué y asume la lección para el bien de aquellos que florecieron su vientre.

Nadie sabe, nadie pregunta.  Cada quien va resolviendo ciclos haciendo lo que puede con sus heridas, algunos con broncas, otros con penas y otros con indiferencias.  Pero no hay nadie dispuesto a ver la verdad, la dimensión del dolor de aquel corazón partido.

Somos extraños, apenas un par de celebraciones, alguna fecha importante, una suposición, un prejuicio, una verdad a media contada por extraños, una verdad inducida contada por egos sin corazón.  Sólo eso.

No puedo evitarlo, los miro, los rezo, los cuido, los protejo en la distancia, los sueño, los siento, los respiro, puedo escuchar sus pensamientos y palpitar sus emociones.  Conozco sus luces y sus sombras, sus miedos y sus sueños, sus frustraciones.



Esta realidad actual, en nada se parece a aquello por lo que tanto me afanaba cuando eran pequeños, cuando creía que yo era capaz de todo y bajo mi manto y mi espada, no había poder que los lastimara.

Algunos se quedan buscando la madre salvadora que los rescate de todos sus errores, algún niño no sanado esgrime berrinches desde un cuerpo de más de treinta.

Me pregunto si la destrucción del nido dejó en sus corazones el anhelo de los cuidados maternales.


I had been an unmothered child all my life and then, all of a sudden I became a mother with no children, or at least, with no chance to love them, the way I wanted.  They themselves became unmothered and that is what hurts the most.

Habitamos mundos diferentes, caminamos por la vereda de enfrente, hablamos idiomas ininteligibles, sintonizamos frecuencias que jamás se cruzan.

Como en un círculo de la vida, como en un espiral, la misma esencia, la misma wild woman, la misma niña sensible que se sintió rechazada, juzgada y fuera de tiempo y lugar cuando llegó a este mundo; es ahora una mujer que sus hijos miran como a una extraña.  Como una vieja loca a la que no se la escucha, no se la tiene en cuenta y se la mira con burla, subestimando sus cuentos de luces y colores.



Ya no queda nada, casi nada: algunas fotos de una mujer que alguna vez fui, algunos recuerdos de una madre que amó hasta perderse, algunas escenas robadas de una película que confundiré en mi vejez, algunas verdades tan simples, tan claras que no tienen su sitio en el banquillo de la condena.

Es la soledad del exiliado, del desterrado, del paria, la Satí, la loca que vive entre gatos y lechuzas, la desconocida que genera rumores entre nietos, sobrinos y parientes.



Si sólo pudiera mostrarte que hay una luz divina que nos recorre y esa luz puede alcanzarte y aliviarte si poso mis manos en tu corazón, si leo lo que tu alma mira en espejo en las cartas, si me dejas guiarte en tu camino de sanación y perdón, entonces sabrías quién soy en esencia.

Si escucharás otras voces, los corazones que se han aliviado, las almas que han encontrado su camino, los aprendices que se han dejado guiar, los maestros que han guiado mi camino; encontrarías que tu madre ha despertado la diosa que vive en ella.  Entenderías que busco sanarme, para que sanes, para que sanen todas las generaciones que nos siguen y aprendamos a ejercer la felicidad y disfrutar el regalo de la vida, sin culpas ni resentimientos.


No puedo dejar de ser, para que seas ‘feliz’, porque aún así no lo serías.
No puedo amordazar mis alas y fingir que no sé volar, para que te sientas seguro en tu pedacito de suelo.
No puedo dejar de ayudar a otros, porque no quieras que te ayude y no tenga modo de aliviar tus penas.
No puedo seguir culpándome porque no pude hacer todo lo que hubiera querido; hice todo lo mejor que pude, más allá de mis posibilidades y de mi tolerancia al dolor.

Última foto tomada de los tres juntos hace casi seis años
sin embargo, hace más de 15 años que no estamos los cuatro juntos.

Te amé, como nadie podría amarte, aunque a veces mi amor, se vuelva un suspiro invisible dando saltitos con tus alegrías, o un cobijo imperceptible para tus penas sin nombre.
Te amo, más que a mi vida, pero es tiempo de amarme como nadie me ha amado.  Es tiempo de ser, vivir, dar, entregar, bendecir y dejar que Dios me indique  cómo servir en su camino.
Te amo, te extraño siempre, te siento, te bendigo, te rezo, te espero y guardo un corazón lleno de ilusiones para preparar tu llegada.  

Mas, si cruzas el umbral, respeta mis silencios, aprende de mis ritos, no te burles de aquello que temes y no condenes aquello que desconoces.

Si coincides en tiempo y espacio y tienes un momento para pasar por casa, aprende a conocerme, descubre quien soy, mírame a los ojos y deja que mi corazón te toque.

Susie
Amor de Madre
De exilios y egoísmos
07 de febrero de 2019


A veces, me doy permiso para repasar todo aquello que hacía latir mi corazón. (Video)



Take these broken wings
And learn to fly again, learn to live free
When we hear the voices sing
The book of love will open up and let us in
Take these broken wings...
Broken Wings - Mr Mister