Cuando
negamos o ignoramos algo en nuestro interior, se convierte en un huérfano huraño,
combativo y distante, incapaz de conectar con el mundo que lo rodea.
Solo la
mirada atenta y amorosa de nuestro corazón, puede transmutar el barro en loto y
la oscuridad en luz.
Tarde o
temprano, nos tropezaremos con los restos óseos de aquellas masacres que
cometimos o permitimos.
Podrá ser
por la realidad que nos rodea y no logramos transformar, quizá sea a causa de
un malestar físico que se ha vuelto crónico o tal vez un día comencemos a
llorar sin saber por qué.
Entonces,
habrá que sentarse, como La Huesera, cantar una canción amorosa sobre los
huesos y cenizas, dejar que las lágrimas germinen los fósiles apagados y
permitir que finalmente una loba nueva crezca su pelaje y corra aullando por
bosques perdidos de la memoria.
Susannah
09 de junio
de 2022
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