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domingo, 23 de julio de 2023

Carta y plegaria a Jesús

 Carta a Jesús

San Luis, 22 de julio de 2023




Mi querido Jesús,

Estuve creyendo todo el día que habías faltado a la cita o que yo había perdido la capacidad de sentir tu presencia.

Como en una búsqueda del tesoro, fuiste dejando señales en estos días, para que yo me aventurara en uno de los oscuros pasadizos de mi corazón.

Me encontré una pila de recuerdos desteñidos, un gran charco de lágrimas jamás lloradas y un pozo profundo y apestoso lleno de resentimiento.  Descubrí incluso, mientras comenzaba a limpiar, que el enojo y la frustración aún vivían en mi cuerpo, manifestando síntomas físicos imposibles de controlar.

Y allí, en ese rincón oscuro, detrás de los rostros que yo mantenía condenados, te descubrí sonriente, feliz de que yo hubiera comenzado a aceptar, agradecer y bendecir.

Entonces te escuché decir: ‘Deja de exigirte, deja todo lo que tenías planeado para este encuentro; recuéstate y descansa, que yo guardaré vigilia mientras tu cuerpo expresa lo que habías guardado.’

Gracias por este aprendizaje.

Gracias por hacerme saber que en la oscuridad, tú también habitas y me esperas.

Susannah Lorenzo amándote©

Día de Santo Silencio




Ven Jesús, mi amado amigo,

recuéstate a mi lado

mientras la tormenta pasa,

cuéntame las historias

que ya nadie recuerda,

cuéntame las travesuras

que enojaban a María, 

háblame de las palabras

que tradujeron tan mal,

revélame los secretos

detrás de cada parábola,

hazme reír con las cosas

que a ti te divertían,

cuéntame de tu amor

por María Magdalena,

susúrrame en arameo

para que no olvide tu nombre

y sostén mi mano

hasta que mi cuerpo

por fin se alivie

y el temor sea solo

una palabra vacía.

 

Susannah Lorenzo© / Tejedora de Puentes

Tejedora de Cielos

 Plegaria a Jesús mientras superaba una crisis de hipertensión

Día de Santo Silencio

22 de julio de 2023


jueves, 9 de junio de 2022

Emociones huérfanas

 

Cuando negamos o ignoramos algo en nuestro interior, se convierte en un huérfano huraño, combativo y distante, incapaz de conectar con el mundo que lo rodea.

Solo la mirada atenta y amorosa de nuestro corazón, puede transmutar el barro en loto y la oscuridad en luz.

Artist: Chie Yoshii


Tarde o temprano, nos tropezaremos con los restos óseos de aquellas masacres que cometimos o permitimos.

Podrá ser por la realidad que nos rodea y no logramos transformar, quizá sea a causa de un malestar físico que se ha vuelto crónico o tal vez un día comencemos a llorar sin saber por qué. 

Entonces, habrá que sentarse, como La Huesera, cantar una canción amorosa sobre los huesos y cenizas, dejar que las lágrimas germinen los fósiles apagados y permitir que finalmente una loba nueva crezca su pelaje y corra aullando por bosques perdidos de la memoria.

Susannah

09 de junio de 2022




martes, 8 de marzo de 2022

Recuerdos difusos

 

Que en algún momento, la dulzura de los abrazos pueda más que la amargura de las frustraciones; que la ternura de las caricias pueda más que el dolor de las heridas; que el eco de tu risa te devuelva el recuerdo de los momentos bonitos y encuentres en tu corazón todas las semillas dormidas del amor que te mantuvo con vida.

Amor de Madre 2022

Mientras insistas en recordar solo lo que causó tus heridas, te perderás de todo aquello que alguna vez llenó tu corazón de colores.



Pepino, el payaso, fue una de mis maneras de amar intensamente.  Estaba convencida de que estaba sembrando y creando experiencias y momentos bonitos en sus vidas.  Llevaba horas de preparación y trabajo junto con todos los detalles de cada cumpleaños, hecho a mano (incluyendo la tarjeta de invitación y los juegos que hacíamos).  Luego, al día siguiente, no tenía fuerzas ni voz, pero me sentía plena.

Curiosamente, todo lo que sucedió en los últimos años de nuestra vida juntos, pareció opacar o borrar todo lo bueno.  Tristemente, solo queda en sus mentes la frustración, el dolor, el trauma y la carencia.  Contrariamente a lo que sucede en la mayoría de las personas, que borran de su mente todo lo malo, ellos parecen haber elegido recordar solo los errores, solo el dolor, solo la separación, solo el fracaso, solo el nido destruido y los sueños hechos añicos.

Me cuesta aceptar que no guardan recuerdos bonitos, que nada de lo compartido antes del tornado, los haga sonreír y sentirse amados.

Susie adolorida

Cada tanto, la costra del tiempo se cae y queda al descubierto una herida que aún sigue doliendo.



viernes, 19 de noviembre de 2021

¿Cuánto dura el dolor?

 He sido mujer de apurar los procesos, acortar las agonías, arrancar de cuajo, enterrar bajo lápidas de mármol y someterme a sobredosis de anestesia emocional, para empezar a fojas cero, borrando etapas completas de mi vida.

Si, la paciencia no es algo que se me dé naturalmente. Es algo que trabajo y cultivo, pero no me gusta alargar el sufrimiento y mirarme la herida todos los días.

No es sano; no es recomendable. Es altamente peligroso y los efectos colaterales pueden crear enfermedades o distorsionar nuestra percepción de la realidad.




Desde el 02 de mayo, día en que me despedí de Blackie, han pasado más de 7 meses.  Mi mente cree que a esta altura ya debería haberlo superado.  Cuando una foto suya (de esas que me recuerda Facebook) hace brotar lágrimas en mis ojos, me pregunto hasta cuándo, ¿cuánto durará el dolor?  ¿Cuánto tardará en sanar la herida?

En mis esfuerzos por desapegar mi energía, dejarlo libre y desear que pueda encontrar amor y alegría y un espacio divertido donde vivir su vida tan mágica y sabia; a veces hago como si no hubiera sido un duelo importante, una separación de esas que te dejan ahogada en lágrimas y el corazón partido en dos. 

Uno de los gatos vagabundos insiste, es el que tiene el cuerpo negro y algunas manchas blancas cerca de su cara.  En realidad, no sé si es él o ella.  No comprende mi hostilidad forzada, es como si supiera que en el fondo de mi corazón, me encantaría ignorar las prohibiciones y reclamos de los dueños.  No solo se instala debajo de la escalera y maúlla como llorando; sigue usando las escaleras de mi departamento como pasaje al techo del galpón vecino y además, desde ese techo se sienta y me mira.  No importa si lo miro por la ventana o abro la puerta, no se mueve, me mira fijo y hacemos una competencia de miradas intensas.  Es como si quisiera decirme muchas cosas.  Sostiene la mirada un largo rato.  Generalmente, soy yo la que gana, luego de silenciosamente pedirle que se vaya y explicarle que nada puedo hacer por él, sin tener problemas.

Hoy estuve buscando un lugar donde conseguir un par de sahumerios para poder retomar las sesiones de Tarot.  Di muchas vueltas, hasta que recordé que en una de las caminatas, había visto un cartel estilo brujil frente a la plaza.  El lugar era extraño, al menos, donde me hicieron pasar, una especie de garaje con decenas de atrapa-sueños gigantes tejidos a crochet y bidones enormes para vender productos de limpieza.  En un rincón, una gatita descansaba.  Bastó que la dueña fuera a buscar unos conos para sahumar, y ella comenzó a saludarme, restregarse entre mis piernas e incluso mirarme como pidiéndome que la alzara en mis brazos.  Daba vueltas entre mis piernas como si me conociera o como si reconociera la Bruja Azul.

Sigo deseando que Blackie haya sabido encontrar un buen lugar, gente amorosa y con la sabiduría suficiente para comprenderlo.




Esta falta de relación amorosa me afecta.  No tengo plantas (debería), no puedo tener mascotas, ni relacionarme con los gatos del vecindario, no comparto tiempo con otras personas y toda mi vida se ha vuelto solo un Puente virtual.

Cuando me siento triste y me duele el pecho, imagino que éste es apenas un lugar temporal, que me voy a vivir a la villa ecológica de Las Dalias o un lugar con un poco más de espacio y libertad.

Hoy, después de estar encerrada 11 días, he disfrutado caminar, el sol casi de verano y la vista de las sierras con tintes verdosos.

¿Cuánto tiempo me dolerá Blackie?  Solo Dios sabe.  Deseo de corazón, que yo ya no le duela a él y haya perdonado mi ‘abandono’ forzado.

Susie

Amores desencontrados

Amor no ejercido


viernes, 3 de enero de 2020

Madre Doliente

“Si sufres es que estás dormido.  Me dirás que el dolor existe.  Si, es verdad que el dolor existe, pero no el sufrimiento.  El sufrimiento no es real, sino una obra de tu mente.  Si sufres,es que estás dormido porque, en sí, el sufrimiento no existe, es un producto de tu sueño; y si estás dormido verás a un Jesús dormido, que tú te has imaginado, que nada tiene que ver con el Jesús real, y eso puede ser muy peligroso.”
Anthony De Mello


Creo que muchas mujeres sufrimos el síndrome de la Virgen María; pero no somos la Madre María y nuestros hijos no son Jesús el Nazareno.

Si bien es cierto que Jesús ya estaba grande para decidir qué hacer con su vida a los 33 años (y los 33 de antes, no eran como los de ahora), creo que María lloraba al pie de la cruz por el dolor físico de su hijo pero también porque como madre, ya no podía tenerlo junto a ella.

De ahí heredamos la Madre Doliente, y toda buena madre se jacta de haber llorado y sufrido por sus hijos.

¿Qué hubiera sido de la historia si María se hubiera ido a hacer yoga con sus amigas o se hubieran tomado algún vino en una boda mientras Jesús sufría las consecuencias de su propia elección?

El dicho 'llorar como una Magdalena' viene de que María Magdalena también lloró al pie de la cruz el amor por su maestro.

Cuando nuestros hijos son pequeños, es normal y natural que toda nuestra energía se ocupe de ellos, sus emociones nos invadan como si fueran propias y nuestros ritmos de vigilia dependan de su respiración.

Prolongar esa relación y esa simbiosis más allá de los 20 y de los 30 es crear una co-dependencia que destruye alas y desdibuja la misión que cada quien trae a esta vida.

Hubo un tiempo en el que yo disfrutaba ser esa madre doliente capaz de sufrir intensidades de dolor inimaginables.  Pero ni el éxtasis del dolor más magnánimo puede garantizar la felicidad de nuestros hijos y mucho menos la nuestra.




“El dolor nos lleva a buscar las causas de las cosas, mientras que la felicidad induce a la tranquilidad y a no volver la mirada atrás.”
Stefan Zweig

A medida que mis hijos se acercaban a los 33, yo me sentía más cerca de María y pensaba que mi abnegación merecía mi parte del cielo.  Había perdido el gozo de ser madre y la alegría de estar viva.

Sigo presintiendo y sintiendo sus emociones como si fueran mías pero elijo mantenerlas fuera de mi corazón para poder respirar, para poder ser y volar libre para manifestar mi esencia en este planeta y ser Yo, además de ser la madre de mis tres hijos (34, 33, 32).

Mientras los criaba, intentaba siempre que fueran libres, que pudieran elegir su religión, profesión o modo de vida.  Creo que mi cuento de madre feliz no imaginaba que la libertad también implicaba la libertad sobre cómo sufrir o como aprender.

Históricamente, vengo de una familia de mujeres dolientes que han muerto tristes y enfermas, algunas enojadas y otras abnegadas y resignadas; pero ninguna plena y feliz, satisfecha con su vida como mujer.  Y esas mujeres a su vez, decretaron que sus hijas debían sufrir tanto como ellas para que supieran lo que era ser una buena madre.  Y los hijos y las hijas debían acompañar a sus madres en sus amargos finales porque ellas habían renunciado a todo para ser sus madres.

“Cada uno es tan infeliz como cree.”
Giacomo Leopardi

Ya saben, soy escritora y me gustan las metáforas Si mis hijos van y se consiguen la madera, construyen una cruz en el fondo de su casa y le guiñan el ojo a un par de Romanos (en todo pueblo o ciudad son fáciles de encontrar) para que les claven un clavo cada día; y además se quejan porque no les pusieron una corona de espinas, pues no, ya no...

Elijo no ser la madre doliente porque es la suerte que cada quien se ha fabricado y construye afanosamente a diario.

Cuando era pequeña, no podía elegir qué hacer; estaba ocupada en tareas de buena hija de madre doliente.

Cuando el padre de mis hijos no se hizo cargo y yo debí criarlos sola (sin tener aún la edad de Cristo) mi mundo eran mis hijos y este acto heroico me ponía más cerca de Dios y del papel de Madre María.

Este estoicismo y esa fuerza descomunal que generaba como madre, suponía yo, me garantizaría que mis hijos fueran personas felices y libres.


La libertad sin sabiduría nos aleja de Dios.La sabiduría sin amor es apenas conocimiento.La libertad y el conocimiento inventan Judas en aquellos corazones donde Dios no habita.

Quiero servir a Dios en alegría y gozo.
Quiero disfrutar el tiempo que me queda, haciendo lo que me gusta, sin sufrir cada día por decisiones ajenas o zambullirme un rato en el caldo de las penas para ser solidaria con quienes sufren  las consecuencias de sus elecciones; quienes viven la vida que eligieron o aceptaron vivir.

“La felicidad es como una puerta que se abre hacia adentro y para abrirla, hay que dar humildemente un paso atrás.”
Sören Kierkegaard


Elijo ver a María Madre y a María Magdalena compartiendo charlas sobre el carácter de Jesús, transmitiendo sus enseñanzas y riéndose de sus defectos.  Me las imagino celebrando cada pequeño milagro cuando en su nombre caminaban los pueblos y cruzaban mares después de que El eligiera entregar su vida por toda la humanidad.

Elijo no sentir culpa por cada momento de placer o felicidad.

Es siempre más fácil encontrar razones para sufrir que para ser feliz.  Tendemos a creer que hay que sufrir mucho para después conseguir el pase a la felicidad.

Creemos que nuestra tarea es llegar a Ser Santos y que para eso hay que vivir en perpetua agonía.

“El que seas feliz, se lo debes a Dios; el que continúes siéndolo, te lo debes a ti mismo.”
John Melton


Me quedo dormida sobre el cuaderno.  María aparece envuelta en luces, sonríe con desgano y me toca la cabeza con pena.  Se despoja de su manto y  lo anuda alrededor de mi cintura como una falda.  Se quita la sandalias y se suelta el cabello.  Mira mi pequeña heladera vacía, hace una mueca y chasquea los dedos.  Una heladera llena de alimentos sanos preside ahora mi cocina.

Busca dos copas y sirve un vino dulce color carmín.  Me invita a brindar.

--Bailemos un rato y en uno de los giros te contaré el secreto.-- Me susurra con picardía.

Una música desconocida de mandolinas, cítaras y timbales impregna el aire mientras nuestros pies se mueven sobre una alfombra de pétalos de rosas.

Hoy he conocido a la Virgen Danzante.



Oh Dancing Mary, show me the way to joy.
Oh Dancing Mary, show me the way to joy.
Oh Dancing Mary, show me the way to joy.

Soledad Lorena
Tejedora de Palabras
Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes
© Derechos Reservados
27/28 de diciembre de 2019

“El secreto no está en qué tanto sufrimiento se tolera, sino en cuánta alegría se siente.  La vida está llena de excusas para sentir dolor, excusas para no vivir en plenitud, excusas, excusas, excusas...”
Erica Jong