(Historia escrita
a partir del primer Ejercicio del Manual de Escritura Terapéutica: Reescribir la Emoción.)
Allí estaba una
vez más, a los 56 años, como cuando era niña, recibiendo los juicios y palabras
condenatorias como metrallas fusilando su corazón.
Había confiado,
se había mostrado vulnerable, había desnudado sus colores y se había animado a
surcar nuevos cielos, extendiendo sus alas más allá de lo usual. Mucho había dejado en el camino, caro es el
precio que pagan los libres en un mundo de jaulas.
¿Hasta cuándo las personas iban a juzgarla
por su forma de ser?
¿Hasta cuándo las expectativas de otros
iban a condicionar sus pasos?
¿Hasta cuándo las frustraciones ajenas
iban a nublar su cielo?
Ella sabía que
todo eso seguiría sucediendo mientras lo permitiera; mientras siguiera
escuchando las opiniones de otros; mientras dejara que su niña mágica se
durmiera para conformar a los escépticos y temerosos.
¿Cuántas personas
la habían juzgado y condenado con sus palabras? Todas las que amaba, todas las
que habitaban su corazón.
Sí, ella sabía que
era parte de la noche del alma, del desierto emocional y el camino de
evolución. Sí, la teoría se sabe, se
comprende, pero la realidad duele en carne viva. Y allí estaba ella, sintiendo las esquirlas
en su pecho, las dagas en su espalda y el prejuicio clavado como un cuchillo,
queriendo convencerla de espejismos que solo alimentan quienes están ciegos
para ver y sordos para escuchar.
Las señales eran
claras y tangibles; el trato era solo entre Dios y ella. ¿Pero quién no busca
sentirse aceptado, celebrado y amado por lo que Es, sin fingir nada, sin
disfrazarse de terrestre normal?
Si todos lo dicen, todos los creen.
Si todos los creen, uno termina dudando.
Se quedó de pie,
las palabras atravesándola como cuchillos, los desaires e indiferencia
desnudándola en pleno invierno, las traiciones lacerando sus heridas sin sanar,
dejando que el dolor la consumiera hasta ya no sentir. De rodillas su alma y su corazón, le imploró
a Dios que la dejara dormir en sus brazos, que la dejara descansar bajo el
manto amoroso de la Madre María.
Entonces, una
mañana soleada, su Ángel de la Guarda puso una pluma frente a sus pies y la
obligó a mirar más allá de la muchedumbre, donde un horizonte infinito se
mostraba prometedor.
El muro donde la
fusilaban se hizo añicos como un espejo reflejando oscuridades que no eran
suyas. Sintió un cerco de espinas y
pétalos a su espalda y la fragancia de las rosas impregnó cada herida hasta
lavarla de todo lo que ya no era necesario.
Las metrallas en
su pecho se convirtieron en grullas de origami que aletearon en círculos
deshaciendo los conjuros.
En el suelo, un
vestido gastado y manchado de viejas heridas; unas alas maltrechas, apedreadas
y sucias…
Ella se despertó
desnuda pero sin frío; en pleno invierno su corazón encendía fogatas con aroma
a rosas. Su espalda dolía con una
sensación nueva y cuando estiró los brazos, rozó con sus manos los brotes de
unas alas que rompían todas sus formas para anunciar vuelos que solo Dios
impulsa.
Soledad Lorena©
Tejedora de Palabras
Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes
Susie sanando con la magia de las palabras
y el susurro de las cartas
Este ejercicio
es posterior a una lectura de Tarot Evolutivo con el Diagnóstico del Tarot deSusannah:
Arrastrando desde
el pasado: Pieces, Don’t listen y Sleeping invertidas. / Rompecabezas
desarmado, tablero en caos, demasiado escuchar opiniones y palabras ajenas y la
niña interior dormida.
Energías regentes
en el presente: Wild child invertida / La niña silvestre no logra andar su
camino.
Energías
proyectadas de forma inconsciente al futuro: The call, Birth y Look twice
invertidas / Pendiente de llamadas y mensajes, resistiendo un nuevo nacimiento
y ciega a la visión interior y la intuición.
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