Mostrando entradas con la etiqueta fluir. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fluir. Mostrar todas las entradas

jueves, 25 de enero de 2024

Pedacito de Dios

Así como en medio de una crisis de dolor crónico, logras encontrar una posición de alivio, un ritmo de respiración y la curvatura precisa de la espalda para poder descansar, así sucede cuando te acomodas como un Pedacito de Dios.

En medio de la tormenta mental que no da tregua ni día ni noche, simplemente te aquietas y comprendes que ya nada puedes hacer.  Quizá, después de todo, nunca se trató de hacer ni de resolver.  Es una calma repentina e inexplicable porque la realidad sigue igual que dos horas atrás, cuando la desesperación gobernaba los pensamientos.

No hay motivos, ni certezas, ni respuestas, ni soluciones.  Simplemente dejas de preguntar y ya no tienes fuerzas para buscar.

Te rindes, pero no desde la derrota, sino de la confianza de que has hecho todo lo posible y más.  Desde la sabiduría de que no puedes controlar cómo  y cuándo; sencillamente es un acto de compasión propia, liberar toda tensión y expectativa.

Sea como sea, es el final de la agonía; no importa la forma ni las voces, sólo alcanza con saber que Dios me sostiene.  En sus brazos, cualquier viaje es un regalo.

Nunca es tarde para aprender que cada día es un viaje.  Algunos días somos el capitán de nuestro barco, o eso creemos.  Otros días, somos un pasajero adormecido por el vaivén de las olas. En ocasiones somos náufragos sin mapa, ni timón, atormentados en el océano de incertidumbre.  Y en el día de los milagros, somos un Pedacito de Dios flotando sobre la marea de la vida, dejándonos arrastrar por la corriente, sonriendo en la paz de que el Espíritu nos transforma.

Susannah Lorenzo©

23 de enero de 2024




He intentado plasmar en un dibujo digital (aún estoy de aprendiz), la visión que tuve, de flotar sobre un gran hoja de camalote, recostada sobre una flor de loto.

Si has disfrutado el texto y te gustaría que creara una Meditación Guiada a partir de él, deja por favor un comentario amoroso.

Mientras tanto, puedes disfrutar mis Meditaciones Guiadas en el canal principal de YouTube.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Agotada en cuarentena


Cuando nos sentimos agotados, como si nuestra energía se hubiera drenado por cada uno de nuestros poros y no hay días ni horas que alcancen para recuperar el sueño o sentirnos vitales y frescos otra vez, es tiempo de revisar nuestros patrones de conducta, pensamientos y nuestra forma de sentir.

¿Qué fue lo que pasó conmigo en esta primera mitad del año?  Siento que necesito unas largas vacaciones, en spa con todo incluido, para hacer nada, comer sano, recibir masajes y no tener que ocuparme de resolver ningún problema, ni siquiera el menú del día.

Durante la época de aislamiento social, he seguido atendiendo personas a través del celular y whatsapp y he continuado dando clases a quienes optaron por continuar con el sistema virtual.  

Reconozco, que 8 de cada 10 días, me paso el tiempo vestida en piyamas, y aunque tomo una ducha diaria, sólo me maquillo los días que grabo vídeo y uso ropa para estar cómoda en casa, incluyendo pantuflas.

Digamos, que esta cuarentena ha sido como un largo domingo, a cara lavada, con bata y ropa que está a mitad de camino entre la comodidad y el desgano.  De algún modo, se fueron pasando los días y dejé de usar las piedras y cristales de protección.  Parecía no tener sentido usar un japa mala (más que para la hora de la meditación), las pulseras o anillos para armonizar mis energías.

De algún modo, creemos que sólo debemos proteger nuestras energías cuando nos encontramos con personas cara a cara, pero quienes somos sensibles (niños esponjas), podemos captar y absorber energías de otras personas con una llamada telefónica o un intercambio de ‘radares’ durante las horas de sueños.  Solemos bajar la guardia con las personas que amamos, sin embargo en estos momentos de crisis, debemos guardar el equilibro entre dar y recibir y entre escuchar y ser escuchado.

He aquí un listado de todo lo que hice mal durante estos meses de soledad absoluta:


  • Dejé de usar piedras y cristales (amuletos, anillos, pulseras, japa malas y collares).
  • Me ocupé de ofrecer ayuda a cuanta persona se viera afectada por esta cuarentena.
  • Ofrecí descuentos en todos mis servicios y terapias.
  • Bajé la guardia con familia y afectos.
  • Dejé que muchas personas me usaran como un lugar donde desagotar sus miedos, furias, angustias y conflictos no resueltos.
  • Me preocupé por todo lo que estaba sucediendo a mi familia, hijos y nietos, sabiendo que no hay nada que pueda hacer por cambiar sus realidades.
  • Me enfoqué en ‘trabajar’, generar ingresos y pagar cuentas y mantenerme activa a pesar de la cuarentena.
  • Dejé de hacer lo que me gusta, por el simple placer de hacerlo.
  • Dejé de conectar con lo que tenía ganas de hacer y me obligué a hacer todo aquello que parecía mantenerme a flote durante la tormenta.
  • Me ocupé tanto por cobrar y pagar que llegó el momento en que me sentí vacía, agotada y sin fuerzas y entonces, dejé de crear, brillar y ser parte de la abundancia del universo.
  • Saqué el disfrute y el placer de la ecuación.
  • Quise tomar el control de mi pequeño bote perdido en la gran tormenta del océano.
  • Olvidé que los milagros sólo son posibles cuando Dios está a cargo de mi agenda.


En inglés se llama ‘burnout’ cuando el cansancio y el agotamiento físico y mental nos enferman y nos quitan claridad.  No es la primera vez que me siento así desde que comenzó la cuarentena.  Eso no es bueno.  Estoy haciendo cosas que ya no tengo ganas de hacer y me siento tan desgastada que no tengo fuerzas ni energía para hacer lo que tengo ganas de hacer.

Será tiempo de dejar que el bote simplemente flote, sentarme a leer un libro y confiar en que Dios, sólo él, sabe cómo, cuándo y dónde.

Hace unos días o semanas (ya perdí noción del tiempo), escribí en mi blog, sobre sensibilidad y empatía.  Creo que no sólo estaba buscando concientizar a otras personas o mostrarles a los sensibles que no están tan solos, sino que buscaba que la gente a mí alrededor se diera cuenta que necesitaba ayuda, contención y paciencia.  Algunas personas se sintieron identificadas con esa publicación, pero ninguna persona a mi alrededor cambió su actitud, su indiferencia o sus exigencias.

Porque, en realidad, soy yo quien debo contenerme, ser paciente conmigo misma y permitirme ser débil, estar asustada y no poder resolver todo lo que se supone que debería.


Cuando tomé la ducha hoy, me vestí con piyamas otra vez, me encantan; si pudiera tendría una colección de ropa cómoda para hacer fiaca en la casa y que se viera tan bonita que pudiera salir a caminar con ella.  Sin embargo,  me puse el relicario con mi talismán de virgo y el orgonito que dormía en un cajón; las piedras/cristales tienen propiedades que son ahora más útiles que nunca.

Desde hace un par de días, cuando no estoy fuerte, cuando las energías de otras personas me agobian, tomo distancia y digo ‘no’.  Porque quien no tiene la decisión de hacer cambios en su vida, tampoco tiene el derecho de usarnos de desagote o muro de lamentaciones.  Se puede acompañar con respeto, empatía y cariño, pero lidiar con tormentas solares ajenas o escuchar una letanía de quejas que jamás cambia, no es sano para quien escucha ni edificante para quien construye su realidad desde lo que no puede cambiar.

Estoy cansada, muy.
Me siento enferma, muy.
Mis energías están tan bajas, que hay momentos durante el día que mi cuerpo se enfría de tal manera, que no hay manta que me de calor; y eso, que aquí, aún no llega el invierno.

Necesito ocuparme de mí, protegerme, cuidarme, consentirme, relajarme.  Necesito extender las alas y planear sobre esos cielos que nadie transita.  Necesito hacer siestas en mi bote y despertarme cuando Dios, haya resuelto el curso.

Susie
Susannah

Pronóstico: inestable con probabilidad de viento y chaparrones.


lunes, 11 de febrero de 2019

Rigidez

Ante la adversidad, solemos tomar una postura rígida. Nos enojamos, nos frustramos, nos decepcionamos, nos dejamos vencer.
Queremos resolver todo desde y con la mente, bloqueando emociones, razonando la salida más rápida y efectiva e intentando sobre todo, no generar ningún conflicto para no dañar a nadie.
Ante la enfermedad, queremos una cura mágica y milagrosa, instantánea y poderosa.
Ante la carencia, queremos tener la seguridad de una agenda cargada de servicios por cobrar o queremos vender todo aquello que tenemos en stock y nadie recuerda.
Ante la hostilidad, nos replegamos, nos mimetizamos con el entorno y evitamos sacar nuestra varita mágica para que no nos aten con camisas blancas.



Entonces, la mente se anula, se nubla, se turba, se confunde y en un tormento de preocupaciones, se vuelve nuestro depredador y deja de cumplir las funciones, para las que la necesitamos.


Luego, el cuerpo se enferma, tratando de plantar señales, allí donde ignoramos o reprimimos emociones; como una protesta contundente contra nuestros conflictos internos.


Cuando nos enfocamos en el afuera, en los otros y tratamos de complacer arquetipos impuestos, nos perdemos, nos abandonamos, nos quedamos sin fuerzas y sin ganas. Olvidamos nuestra esencia, nuestra misión, nuestra energía y subestimamos nuestros dones.


Si no podemos hacer lo que deberíamos hacer, empecemos por hacer aquello que dejamos de hacer y que tanto bien nos hacía. Retomemos el camino de regreso a casa, realizando aquello que nos da paz, que nos conecta desde el corazón, con el alma.


Lo importante no es forzar, ni renegar, ni luchar, ni tratar de domar la mente ni enterrar los miedos.


A veces, alcanza con llorar, dejarse estar, descansar el cuerpo y la mente, hasta que una voz interna nos 'despierta' y nos dice: "es por aquí"; aunque ese "por aquí" no tenga sentido para nadie más que nosotros.


Ser, estar, fluir.
Let go, Let God.
Susie
9 de febrero de 2019


A quienes preguntaron por mí, a quienes notaron mi ausencia, a quienes ofrecieron su ayuda: gracias.
Hoy he llenado mi mesa con cuadernos y apuntes, para retomar la tarea abandonada, para hacer las paces con las misiones que sólo Él conoce.
<3