Debería ser
suficiente:
·
No
estoy en la calle ni a la intemperie.
Duermo cada noche en un lugar seguro, aún sobre mi cómoda cama.
·
Puedo
regalarle a mi cuerpo dolorido una ducha caliente cada día.
·
Mis
actividades me han permitido comprar los alimentos que me hacen bien y elegir
qué comer.
·
Aún
conservo todas mis pertenencias aunque estén amontonadas sin poder darles uso.
·
He
podido invertir en insumos para seguir creando.
·
Hay
personas amorosas que están pendientes y me cuidan aquí sin quitarme el aire.
·
Algunos
días puedo caminar en el parque cerca del río y he recuperado una armonía
física que había perdido hace mucho tiempo.
·
Tengo
y espacio y tranquilidad para realizar algunas de mis actividades.
·
Nadie
me corre, nadie me apura, ni hay fechas que cumplir.
Debería ser
suficiente, pero no lo es.
Consolarse con que podría ser peor, es resignarse que no puede ser mejor.
No es mi espacio,
no es mi lugar, no son mis hábitos, no son mis horarios, no es mi energía, no
son mis cosas.
Miro mis cosas:
los bultos, muebles, electrodomésticos y cajas
amontonadas. Me asfixian, me
agobian, me quitan espacio para moverme y les quitan espacio a otros para
disponer de sus rincones. Las miro y me
cuesta imaginar que tendré pronto un lugar donde acomodar todo.
A veces, tengo la
energía y el entusiasmo para trabajar, crear, planificar y seguir sembrando.
Otras veces,
quiero dormir hasta que Dios acomode mi vida.
Y algunas veces,
quiero salir corriendo, despojarme de todo y desaparecer sin dejar rastro.
No es ingratitud,
estoy inmensamente agradecida.
Apenas ayer, hice
una publicación en el blog de mi página web con un balance de las bendiciones
en estas tres primeras semanas en San Luis.
Agradezco y
bendigo, pero no alcanza.
Para alquilar un
lugar apropiado para vivir y trabajar hacen falta números, resultados
concretos, soluciones tangibles y algo más que fe y buena actitud.
Sí, estaba
convencida que en un mes podría generar dinero suficiente para pagar mis gastos
y además ahorrar para mes de alquiler, mes de depósito y gastos de
mudanza. Quedan apenas 6 días para que
termine mayo y eso no ha sucedido aún.
Me sé toda la
teoría, me la repito todos los días: Dios todo lo puede, Dios siempre tiene
planes que ignoramos, la paciencia y la calma es lo único que puede salvarnos…
También sé que
estamos en pandemia y en confinamiento (en Argentina) y que es un mal momento
para todos.
No me interesa,
no me importa, no me alcanza, no me sirve.
Tengo 56 años y
reclamo mi derecho a vivir dignamente, a ejercer mi libertad plenamente, a
disfrutar mi vida, a elegir cómo y cuándo; a ser yo sin apocarme, encogerme,
apagarme o volverme invisible.
¿Qué haría si
tuviera suficiente dinero?
Elegiría alguno
de los lugares que realmente me gusta para alquilar, no me importaría si
tuviera que pagar comisión y mes de depósito o no me preocuparía por calcular
cuántos libros tengo que vender para pagar cada mes o por cuántos requisitos no
cumplo.
Hoy, me duele el
pecho y el río de mis lágrimas se desborda ante el menor detalle.
Hoy, me duele
Blackie que deambula perdido, sintiéndose abandonado.
Hoy, me duelen
las personas que amo y que están convencidas que merezco todo lo que me sucede
por no hacer lo que ellos aprueban.
Hoy, me colma la
frustración y la impotencia, todas las semillas que aún no han germinado y
desbordan vida bajo una tierra agreste y oscura.
Hoy, me apena vivir
en este país y sentirme una refugiada sin derechos ciudadanos.
Hoy, me duele la
indiferencia de quienes condenan mis decisiones.
La vida es para
vivirla plenamente, no para sobrevivir con migajas.
Las alas son para volar y el cielo, el cielo es inmensamente infinito, para recordarnos que sola la mezquindad humana construye fronteras y destruye Puentes.
Susie
Susannah Lorenzo©
Puentes en
reconstrucción
Dejo el enlace para la entrada que escribí con el balance de las 3 Semanas.
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