Mostrando entradas con la etiqueta poesía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta poesía. Mostrar todas las entradas

martes, 10 de noviembre de 2020

Poema imperfecto desde la luna

 


Cuando una madre Ama,

teje las alas y bendice Cielos,

aprende Chino Mandarín

para leer los mapas de sus hijos,

se arremanga las faldas

para cruzar a nado mares bravíos.


Cuando una madre Ama,

teje rosarios con sus lágrimas,

celebra en la distancia 

los logros de sus hijos, 

construye un faro en el Cabo de Hornos 

o bendice los vientos que traen sus perfumes.


Cuando una madre sufre,

deja de amasar panes,

guarda las ollas que multiplican porciones, 

duerme largas siestas para descansar el Alma 

y arrulla en secreto 

los corazones temerosos de sus hijos.


Cuando una madre añora,

recorre lado a lado los Puentes sin huellas, 

repara los telégrafos, 

guarda una caja de té especial 

para visitas inesperadas, 

pierde a menudo sus ojos en el cielo 

que se extiende para alcanzar otras ciudades;  

y por las noches, 

acomoda sus caderas cansadas 

en una de las curvas de la luna, 

para desde allí ahuyentar las pesadillas 

que intentan arrebatar la paz de sus hijos.


En la casa de una madre, siempre hay un abrazo, una palabra dulce o una caricia en el pelo esperando detrás de cada ausencia.


🌷 Soledad Lorena ©

Tejedora de Palabras

Susannah Lorenzo

Tejedora de Puentes

 




Amorde Madre

De madres sin nido

Derechos reservados


sábado, 25 de mayo de 2013

25 de mayo



Yo tenía un tío que era flaco y alto, andaba en bicicleta y escribía poemas.  Le gustaba la letra llena de firuletes que aprendió solito en un libro de caligrafía.  Tenía la vida simple y el corazón gigante, sanaba con las manos y amaba con la palabra.

Para mi cumpleaños, yo era feliz con su ramito de violetas, su paseo en bicicleta y una bandeja llena de pastelitos de dulce de Camote (batata) casero.  Su cocina no tenía grandes recetas pero sí la magia del cariño.



Su cumpleaños es un tesoro en mi memoria, porque el 25 de mayo, allí donde yo nací, era día de desfile, de zapatos lustrados, de la ropa impecable, de la bandera ondeando y de la patria como orgullo.  Al terminar el desfile con todas las escuelas, festejábamos en casa de mi tío, con sus empanadas que parecían la multiplicación de los peces porque en su bolsillo nunca había dos monedas.  Y de postre, por supuesto, sus pastelitos de siempre, unas empanadas pequeñitas rellenas con su dulce de camote, fritas y crujientes.  La sobremesa y la siesta eran siempre tardes de sol y vereda, de mandarinas y de afectos.



Por eso, este 25 de mayo, cocino cupcakes cuyanitos de membrillo en honor de ese tío que compartía conmigo, la poesía de la vida.

Susie
25 de mayo 2013