Sí, otra vez: las paredes desnudas, la hoja en blanco, las aguas inciertas, el camino sin destino, los cazadores de libertades, la vida que ha de caber solo en cajas, el salto al vacío, las certidumbres que se desmoronan y el tablero que cambia de reglas y peones.
A los 56, una
espera ser la Reina que se mueve en cualquier dirección, que no se somete a la
voluntad finita de los Alfiles y tampoco se resigna a sucumbir en una Torre
donde las alas se mutilan ante condenas pedestres.
Sí, la vida es
como un gran tablero de ajedrez y Dios se entretiene desbaratando el tablero y
provocando en cada pieza sus oscuridades y luces.
Si lo pienso,
cada vez que jugaba al ajedrez, prefería ser las ‘negras’, esas que nadie
elige. Tenía la sensación de que las ‘blancas’
podían ser lobos disfrazados de cordero y que su inmaculado color era apenas
una estrategia.
De algún modo, en
la vida, es un recursos poderoso moverse entre las piezas oscuras de las
huestes que no tienen paz; reconocer los matices, identificar estrategias y
esconder nuestra Luz hasta que en una jugada magistral, nadie dude el poder de
nuestra magia.
Susie
Susana Lorenzo©
09 de febrero de
2021
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