De repente,
en plena semana del Portal (22/22), aparecieron personas del pasado: en sueños
y en vivo y en directo.
Dos o más no
es casualidad, es coincidencia y representa siempre un patrón.
¿Van a pedir
perdón? – No.
¿Van a remediar
lo que hicieron en su momento? – No.
¿Van a
cambiar su actitud? – Probablemente no.
¿Van a
cambiar mi realidad? – No.
¿Van a
aportar algo positivo en mi vida actual? – Solo Dios sabe.
Es un Portal
Espejo y eso significa que como es adentro es afuera y como es arriba es abajo.
Mucho de lo
que se muestra a nuestro alrededor en estos tiempos, es solo el reflejo en el
Espejo de lo que aún habita en nuestro interior.
¿A qué vinieron las personas del pasado?
A mostrarme en el espejo que aún tengo heridas sin sanar, que aún espero sus disculpas, que aún los creo en deuda conmigo (de un modo u otro), que las heridas fueron causadas por mis expectativas, que mi ego aún los culpa por sus actos y omisiones, que cada quien hace lo que puede y como puede desde su nivel de consciencia, que lo que debe cambiar no es la actitud de ellos sino mis pensamientos y sentimientos hacia ellos.
Hay un dicho
en inglés que cuando el pasado nos llama (a través de un mensaje, una visita o una llamada
real), no tiene nada nuevo para decirnos.
Es normal
perder vínculos, amistades, relaciones y cercanía cuando cada quien escoge
diferentes caminos y evoluciona a diferentes ritmos. Cuando nuestra vibración
cambia, cuando comenzamos a ser coherentes con nuestra Alma y nuestro corazón y
nuestra mente hablan el mismo idioma, muchas personas se quedan en el
camino. En realidad, habitan una
dimensión en la que ya no estamos, probablemente sigan relacionados con una
versión de nosotros que ya no existe; seguramente nos critican y juzgan porque
‘nos han perdido’, porque ya no somos lo que ellos creían que éramos, porque en
nuestro vuelo, no siempre caminamos con pedestres o porque recordamos idiomas que ellos aún
mantienen olvidados.
Sin embargo,
si el vínculo fue muy intenso, cada tanto golpean a nuestra puerta, envían un
mensaje, intentan restablecer el Puente, ignoran los destrozos y caminan ciegos
y dormidos por la sombra de un jardín que ya no existe.
Intentan
retenernos, arrastrarnos, sujetarnos, cuelgan lastre en nuestras Alas y dibujan
espejismos en el camino; no porque deseen el mal en nuestra vida, sino porque
añoran nuestra compañía, las emociones que compartimos, el bienestar que
regalamos, la Paz que conocieron. No pueden adaptarse a nuestra velocidad, a
nuestra intensidad, a nuestra multiplicidad o nuestra capacidad de volar
diferentes cielos o habitar diferentes dimensiones. Están aterrados de abandonar sus jaulas y
nuestros vuelos osados les recuerdan sus miedos y de algún modo temen por
nuestro aletear en espacios desconocidos que sus ojos no alcanzan.
No pueden,
no saben, no están listos, no quieren o no comprenden.
No es
nuestra obligación guiarlos, salvarlos o liberarlos.
No
deberíamos juzgarlos, condenarlos o culparlos.
No somos
mejores ni peores; somos simplemente diferentes, a veces, demasiado diferentes
como para poder compartir el mismo tiempo y espacio.
Solo podemos amarlos en la distancia, bendecir sus corazones y rezar porque algún día puedan encontrar su propia Paz sin envidiar la nuestra.
Susannah
Lorenzo© / Tejedora de Puentes
Cuánta verdad!
ResponderEliminarGracias por leer desde el otro lado del Puente. Apapacho.
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