Mostrando entradas con la etiqueta resistencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta resistencia. Mostrar todas las entradas

domingo, 14 de agosto de 2022

Perder la cuenta

Llega un momento en que una pierde la cuenta, se enfoca en el presente y en sembrar las semillas para el futuro.  No es que una olvide totalmente, simplemente intenta no darle prioridad a los números para no dejar que la mente derrape en las curvas de un laberinto que se ha convertido en domicilio.

Sin embargo, basta un comentario, un hecho cotidiano, una coincidencia o una gota que rebalsa el vaso, para comprender que el río subterráneo guarda demasiada información codificada.

Inevitablemente, una cae en la cuenta de las restas que se convierten en números negativos, de los casilleros nulos que no permiten que las sumas se multipliquen y del balance que arroja noticias nefastas en el calendario de una mujer que se acerca a los 60.  Basta hurgar un poco en la memoria para rescatar algún valor impreciso pero contundente.




¿Cuándo fue la última temporada de independencia económica y vida digna?  Hace más de 2 años.

¿Cuándo fue la última vez que no tuve que elegir entre comer, pagar los servicios o comprar los medicamentos? Hace más de 2 años.

¿Cuándo fue la última vez que compartí la mesa con un ser querido? Hace más de 8 meses.

¿Cuándo fue la última vez que alguien me invitó a salir, pasear o disfrutar? Creo que hace más de 3 años.

¿Cuándo fue la última vez que recibí un abrazo y me sentí protegida, contenida y amada? Me está costando rescatar esa fecha, pero estoy segura que hace muchos años.

¿Cuándo fue la última vez que tuve una cita romántica? Creo que hace varias décadas.




La relevancia de un número o un evento depende desde la perspectiva de visión pero también de cómo nos afecta.

Dos, parece un numero pequeño, pero dos años son 730 días, y eso aumenta si lo multiplicamos por momentos o minutos.

Creo que la fe y la esperanza se apoyan sobre el cero o sobre el valor del infinito, en el asombro que nos produce creer que algo totalmente diferente e inesperado cambie la realidad de los números que han creado nuestra vida hasta ahora.

No siempre se puede sostener la visión del infinito.  Hay días en que el peso de los números rojos y los intentos fallidos puede más que cualquier aprendizaje espiritual.

Después de todo, somos seres espirituales teniendo una experiencia humana, en una selva cruel de humanos que no recuerdan su espiritualidad.

Susannah Lorenzo©

Con Puentes que parecen no llevar a ningún sitio.




domingo, 17 de enero de 2021

Bailar en un océano de incertidumbre

 Quien nos quiere bien nos empuja, nos sacude, nos saca la alfombra mullida bajo los pies, para descubrir un abismo entre la comodidad de lo desconocido y la aventura de la incertidumbre.


Aunque yo sea una persona que creció entre mudanzas, rutas y pueblos con acentos y culturas diversas, a veces, me acomodo y me resisto a deshacer la rutina, buscando certezas que nunca tuve. Sobre todo, cuando la vida me arrebata aquello que creo merecer o las injusticias me descolocan y me restan recursos o siembran piedras en el camino.

Pierdo de vista el universo y la perspectiva que Dios adopta para tejer y destejer la trama de nuestras vidas.

A veces, un solo gesto, una actitud ajena o una tormenta que no nos pertenece, agita nuestros mares y oscurece nuestros cielos; nos despoja de nuestras seguridades y nos convierte en náufragos aferrados a una realidad que ya no existe o a un sueño que transformó su forma para manifestar su esencia.

Durante un poco más de un par de años, me encariñé con un sistema de encuadernación que parecía cómodo, ágil y práctico.

El 2020 llegó para desacomodar el mundo tal como lo conocíamos y descubrir los velos que disfrazaban nuestras realidades.

Entre los numerosos cambios que Dios decidió provocar en mi vida, perdí el acceso a la herramienta de encuadernación que me permitió continuar desde casa, la edición artesanal de mis libros que había comenzado en  una librería del barrio en 2016.

Durante varios meses me resistí, me llené de frustración e impotencia, y me enfoqué en todo lo que no podía hacer.

Fue Lorena (mi hija mayor, emprendedora y artesana) quien no me dejó dormir en el fondo del pozo y quien me recordó la esencia de mi proyecto para publicar mis Libros Artesanales.



A pesar de mi enojo, mis berrinches internos y mi rigidez, su obstinación y su insistencia pudieron más; hasta que como una niña obediente, supe que ella era solo una mensajera y Dios quería de mí algo que yo no podía ver.

Ahora, después de haber encuadernado una decena de libros con una técnica totalmente artesanal, disfruto el proceso, el resultado y la energía que transmiten mis libros.  El cambio ha sido tan transformador y tan revitalizante, que he sumado libretas/bitácoras para acompañar procesos creativos y terapéuticos.



De tanto saltar fuera de la zona de confort, una aprende a bailar más allá de las esferas visibles y sobre las aguas de un océano cósmico que nos descubre infinitos y poderosos.

Susannah Lorenzo©

Tejedora de Puentes

Madrugada 16/17 de enero de 2021 

Junto con el cambio en el método de encuadernación, armé un ejemplar de cada uno de mis libros para tener en mi biblioteca.