sábado, 24 de mayo de 2025

Desde el espejo

 

Art: Alev Neto

Me miro y me trato con compasión y ternura, aceptando todo lo que soy; reconociendo lo que aún puede transformarse y haciendo las paces con lo que forma parte de una identidad divina, perfectamente imperfecta.

Me perdono por todo el daño que pude causar involuntariamente a las personas que más amo, porque cada decisión y cada movimiento en mi vida fue hecho desde el nivel de consciencia en ese momento; y de acuerdo a la disponibilidad de recursos o las circunstancias limitantes. Porque no alcanza con haber pedido perdón o continuar implorando perdón en las oraciones que susurro, si yo no logro perdonarme a mí misma.

Aprendo a soltar la culpa que me ata a un pasado que ya no puedo cambiar y a errores que no puedo deshacer. Desde la liberación de esa carga vetusta y amarga, creo el espacio disponible para manifestar una vida más bonita y relaciones más sanas.

Sólo si observo el trayecto recorrido con respeto, desde la Luz y con Amor, puedo comprender que tanto yo como otras personas en mi vida, hicimos lo mejor que pudimos.

No soy responsable por la elección que hacen otras personas de aferrarse a las heridas o revivir constantemente los recuerdos dolorosos.  Elijo no dejarme arrastrar por sus emociones, sus tormentas, sus condenas o sus resentimientos.

Me miro con compasión y ternura, recordándome que no soy responsable de la felicidad, el bienestar o la paz mental de las personas que interactúan conmigo. Cada quien tiene su propio camino por recorrer, su viaje interior que emprender y un único aprendizaje de vida para expresar la esencia de su alma.

Aún cuando tengamos intenciones bondadosas y espirituales, inevitablemente, las diferencias de vibración energética, identidad, creencias y prioridades, podrán causar malestar, incomodidad o incluso provocar hostilidad en quienes desconocen o ignoran la individualidad sagrada de cada ser humano.

Continúo aprendiendo, creciendo, sanando, evolucionando y por lo tanto, transformándome; por eso, me abro a experimentar desde mi imperfección y en medio del caos de la vida misma. 

Como aprendiz perpetua, acepto pacientemente que habrá errores  y fracasos; aunque al fin de cuentas, el único  y verdadero fracaso es estancarse en la desidia y dejar de intentar compartir lo que realmente somos.

Susannah Lorenzo© / Tejedora de Puentes

24 de mayo de 2025


domingo, 9 de marzo de 2025

Mal genio

 


Puentes ha cumplido 8 años, de siembra intensiva, de esfuerzo constante, de entrega, devoción y esmero. Esta Hoja de Ruta y Catálogo de Publicaciones reúne todo el trabajo creativo y holístico de estos años.

Un estallido de mal genio podría fácilmente desactivar todo con un par de clics y anulaciones de cuentas.  Sería silencioso y casi indoloro, el mundo seguiría su curso y nada perdería su equilibrio en el planeta.

Escribo porque es mi manera de presentar el reclamo ante el Universo. No busco pena, ni lástima ni limosnas  Quizá sólo aspiro a una señal contundente que justifique seguir adelante y sostener el aliento un poco más, un profundo milagro que inaugure cosechas allí donde las semillas bostezan.

 




Hay días en los que sólo quiero ser una mujer terrícola, pedestre y sin ninguna tarea pendiente que implique transformaciones radicales, mariposas de colores o renaceres del ave fénix.

Como Elías, el profeta,  me canso de ver lo que nadie ve, de anticipar lo que nadie cree y de sentir lo que pocos se animan a sentir.

Se me acaba la paciencia, la tolerancia y la dulzura parece haberse transformado en un caudal amargo que invade cada centímetro de mi ser.  No me soporto ni a mí misma y todo lo que alguien dice o hace me cae mal, sobre todo si la persona que intenta comunicarse es incapaz de ver lo que realmente sucede.

Quiero declararme en huelga y exigir a mi Jefe supremo que cumpla con su parte del trato, que provea todo lo que necesito y que me dé un largo recreo con momentos fáciles y gozosos.

No hay comprensión que alcance ni confianza que sostenga la alegría en el servicio eternamente, cuando las dificultades se extienden más allá de los tiempos humanos y se pierde toda libertad de vivir dignamente.

En estos últimos días, los mensajes de los oráculos han hecho énfasis en la sanación de mi niña interior.  Tengo la sensación de que mi niña interior ya se cansó de ser la niña buena, de quedarse callada, de volverse invisible, de evitar hacer lo que le gusta para no molestar a nadie, y sobre todo, quiere reclamar su derecho de vivir bonito, jugar, salir a pasear, comer lo que tiene ganas y vestirse como le gusta.

Esa niña ha sido buena demasiado tiempo, se ha portado siempre bien, no ha dicho groserías y tampoco ha desatado tormentas de berrinches.  Ha cumplido siempre con las tareas asignadas lo mejor posible, ha aprendido todo lo que se la ha pedido, ha asumido el bienestar de demasiadas personas, ha escondido sus miedos y ha callado secretos que nadie quería escuchar.

Esa niña hoy tiene ganas de levantarse por la mañana sabiendo que todo será fácil y bonito, que no habrá que esforzarse demasiado por todo aquello que merece; que nadie la criticará por ser como es y que recibirá tantos regalos y bendiciones que podrá celebrar su no cumpleaños los 365 días del año.

Ni la niña ni yo queremos alguien que nos diga que ya pasará, que todo pasa, que Dios tiene una razón para todo, que los planes Divinos tienen sus tiempos, que Dios le da sus pruebas más difíciles a sus soldados más fuertes y toda esa reflexión espiritual que no cubre necesidades básicas, no paga la cuentas y tampoco alivia los malestares del cuerpo.




Creo que estoy enojada con Dios, decepcionada, diría yo.  Me he esforzado mucho, he cumplido con cada mandado, he permitido que destroce esta vasija una y mil veces, he dejado que me amase como arcilla mojada para transformarme en versiones impensadas.  Me cuesta mucho hoy, poner el foco en lo que podría ser, cuando lo que no es, se ha prolongado demasiado tiempo y ha condicionado mi salud y mis vínculos.

No quiero explicar, no quiero justificar, no quiero demostrar que en verdad me esfuerzo más de lo que cualquier persona haría en mis condiciones.

Sólo quiero pagar las cuentas, elegir qué comer y cuándo, elegir dónde ir y cómo, oler a limpio, lavar mi ropa, disfrutar mi trabajo, continuar el servicio desde una vida más cómoda.  ¿No es tanto, verdad?

Confío en Dios.  Confío en mi siembra.  Confío en mis talentos.  ¿Hasta cuándo?  ¿Cuánto tiempo es suficiente?

Aquí estoy, sentada frente a mi niña interior que se siente agotada, agobiada y exhausta.

Aquí estoy, sentada con esta mujer que ha envejecido y se ha deteriorado después de más de un año de vivir en condiciones extremas.

Trato de mirarme, escucharme y acompañarme como lo haría con alguien que está pasando un mal momento.  Pero sé que no alcanza con palabras, miradas, silencios o empatía.

A ti, Dios, te pregunto: ¿qué más quieres de mí?




Podría cerrar las tiendas, en este mismo instante, son una inversión de tiempo, dedicación  y dinero que parece no marcar ninguna diferencia.

Podría dejar de crear contenido y hacer difusión en los canales y diferentes plataformas; la interacción es tan mínima como la monetización.

Podría sentarme en esta esquina invisible del universo, declararme en huelga absoluta y dejarme consumir en la miseria.

No tengo ganas de apagarme así, midiendo el aire que respiro, administrando cada gota de maná para resistir pruebas que nunca terminan.

Sé que no soy este enfado, sé que no soy esta impotencia.  Sé que Dios sabe lo que no sé y que ve lo que no veo.

Pero hoy, mi niña rebelde quiere hacer un piquete, escribir una pancarta gigante que cruce el cielo de extremo a extremo y que sea lea en todos los idiomas: merezco una buena vida, merezco una buena muerte.  Concédeme esa Gracia, Señor.

Susie, abatida




Quizá sea hora de aceptar que ha sido todo un espejismo, que Puentes existe en una dimensión a la que no puedo llegar y que las voces mundanas ganaron su juicio y su guerra.

Me rindo ante ti Señor, no tengo fuerzas, ni recursos.  Dame refugio en tu Posada, Madre Divina.




Cuando realizas una contribución amorosa o una donación, te conviertes en el mensajero que Dios usa para co-crear milagros, responder oraciones y socorrer a quien lo necesita.

Si eres de las personas que disfruta del contenido en el canal de YouTube, descargas audios, meditaciones o Ebook de forma gratuita, o incluso si te inspiran las publicaciones en las redes sociales, puedes apoyar mi tarea.  De ese modo contribuyes a que pueda seguir compartiendo contenido de forma gratuita, realice más transmisiones en vivo, actualice equipos, mejore la calidad de los contenidos multimedia y pueda ofrecer más Talleres y servicios que acompañen tus procesos creativos y terapéuticos.

En la página web principal de Puentes, hay una sección para Auspicios y Donaciones.

En esa sección encontrarás diferentes opciones para bendecir Puentes y mi tarea.  No hay aporte pequeño cuando se hace con el corazón.

Gracias por tu comprensión, tu respeto y tu empatía.

Soledad Lorena© - Tejedora de Palabras

Susannah Lorenzo - Tejedora de Puentes

Meherdeep Kaur (Leona de Dios)