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jueves, 30 de marzo de 2023

Brújula

Nos perdemos cuando nos ocupamos de complacer a otros o cumplir con las metas que otros proyectaron.

Nos perdemos cuando intentamos salvar a otros y en nuestro afán de ayudar a quien no quiere ayudarse, dejamos de ayudarnos a nosotros mismos.

Nos perdemos cuando la energía está puesta en el ‘deber’ auto impuesto o indicado por otros.

Nos perdemos cuando sacamos a Dios de la ecuación.

Nos perdemos cuando abandonamos nuestras prácticas espirituales.

Nos perdemos cuando dejamos de disfrutar.

Nos perdemos cuando creemos que alguien puede salvarnos.

Nos perdemos cuando buscamos la respuesta afuera de nosotros.

Nos perdemos cuando perdemos la calma.




He estado perdida durante casi un mes y me extraño, estoy a veces inquieta, otras veces molesta y otras veces desganada.

Cuando saqué una carta de Puentes para preguntar qué necesito, salió la carta de la Brújula.

 “Si la respuesta es que necesitamos una Brújula, es porque hemos perdido el Norte, es decir, no sabemos dónde estamos parados en nuestra vida.

 Es importante saber dónde estamos, y hacia dónde nos dirigimos (norte) para enfocar nuestras energías y nuestros esfuerzos en la dirección correcta. Probablemente ese Mapa que habíamos dibujado para nuestra vida, ya ha perdido sentido o ha quedado obsoleto, pues la única constante en la vida es el cambio. Muchas veces, debemos ‘corregir el curso’, como se dice en navegación, y adaptar el viaje a las tormentas reinantes, al comportamiento del océano y la dirección de los vientos.

Si necesitas una Brújula, haz silencio, ve dentro de ti, pide a Dios, a tu Ángel de la Guarda o a tus guías espirituales que te muestren el ‘Norte’, que te marquen las coordenadas para trazar el nuevo mapa de tu vida.”

Susannah Lorenzo©

Cartas de Puentes

Trailer 

Todo lo que necesitas saber sobre las Cartas de Puentes y cómo tenerlas en tu celular:


domingo, 29 de septiembre de 2019

Respuestas mágicas

Es curioso, hay épocas (largas) de nuestra vida en que pagaríamos lo que fuera porque alguien nos sacara ese mal que nos acecha y nos habita.
Creemos que una cirugía, una dosis de fármacos o una pastilla para dormir nos ayudarán a ser lo que creíamos ser antes de estar mal.
Queremos una anestesia que nos mantenga sin dolor, alguien que nos acomode sin desordenar nada, una cura mágica que ignore nuestras sombras y heridas disfrazadas.
Estamos seguros que un viaje al Tíbet, un collar de cuarzo Rosa o un baño de sales de lavanda traídas del cráter oculto de la luna, nos darán la paz que nunca tuvimos.

Nuestro ego buscará siempre el ruido, nuestra mente tendrá mil excusas y mantendrá la agenda tan ocupada, que terminaremos creyendo que a lo mejor, todo se acomoda sólo con tiempo y con olvido.

Hasta que un día y dos y tres, algo sucede, una palabra nos sacude y un simple gesto revive en cuatro dimensiones el origen de todas las heridas.

Otra veces el cuerpo se cansa de sostener tanta mentira, no puede fluir entre tantas murallas y se enferma bajo la dictadura de nuestra mente.

Lo que no hacemos por las buenas, lo terminamos haciendo por las malas, como dicen por ahí.

Nos acercamos temblorosos al espejo del alma y aprendemos con torpeza a desnudarnos del revés.

Desde un rincón oscuro, nuestra sombra agazapada nos mira amenazante, dueña de todos los secretos que ignoramos.
Basta una lágrima, nuestra mirada compasiva y el corazón dispuesto, para descubrir nuestro niño interior vulnerable y frágil temblando desde lo más profundo de la sombra.

Nadie puede salvarnos, nada puede sanarnos.

Pagamos gurúes, compramos baratijas, tomamos pociones e invocamos a una legión de arcángeles.

Desdeñamos el silencio, ignoramos la guía del universo, descreemos de Dios, nos rebelamos a la verdad que nos descubre y dormimos soporíferas siestas que pueden durar toda la vida.

En tus sueños está el mapa, en tu corazón el talismán, en tu templo todas las llaves y en tu oscuridad todas tus respuestas.

Cuando acomodamos nuestros puentes interiores, descubrimos que el cielo es para volar y la tierra para respirar, podemos bailar nuestras penas y sonreír ante la sublime belleza de nuestra imperfección.

Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes
Terapeuta Holística
Derechos reservados

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