Cuando éramos pequeños nuestros padres, familiares o maestros nos obligaban a hacer cosas que no queríamos, pero resultarían para nuestro bien o el de la familia.
Al convertirnos nosotros en padres, también obligamos a nuestros hijos como una herramienta de formación y educación.
Entre esas obligaciones, a veces descubrimos nuestra pasión y nos enamoramos de lo que estamos haciendo. Otras veces, terminamos detestando aquello que podría habernos inspirado, si no hubiera sido una obligación.
En la vida adulta, cuando, si tenemos suerte, ya nadie nos obliga, nos descubrimos obligándonos a hacer lo que debemos, deberíamos o tendríamos que hacer.
Esta foto es un desorden que detesto y que ocupa la mitad de mi mesa. Hace aproximadamente una semana o más, que los elementos para armar pulseras, cuerdas de oración y japa malas, están ocupando ese espacio, con la intención de obligarme a trabajar en ello.
¿Ha funcionado?
No. Al contrario, me pone de mal humor porque la mesa es un caos de pendientes.
Me resisto a armar pulseras o cuerdas de oración con la negatividad que me ronda estas semanas. Lo mismo pasa con la manta a crochet que aún no termino. ¿Cómo podría dejar que alguien reciba parte de mi tristeza, mis carencias, mi enfermedad o mis angustias?
Hay trabajos y tareas que necesitan inspiración, luz, paz y armonía interior. Eso no puede obligarse ni forzarse, menos aún cuando uno pasa hambre, necesidades básicas y no encuentra su punto de equilibrio y esperanza.
Desde ayer, que recibí alimentos, le estoy dando tiempo al cuerpo y al metabolismo para que se recupere y a la mente para que vuelva a funcionar normalmente.
Tomé la decisión hace un rato de despejar la mesa. Los espacios vacíos y ordenados me ayudan a crear. Mientras escribo en el bloc de notas, saqué una silla al rincón de cactus y suculentas, disfruto de los 28°C que hay afuera, porque adentro todavía se siente como 37°C.
Estoy equivocando el método, obligarme a hacer, resolver o generar nuevas ideas desde la desesperación, me desconecta de la esencia de mi Alma y de la Fuente.
El camino es inspirar, recuperar la inspiración, dejarme llevar por la marea, las fases de la luna y aceptar que los tiempos de Quietud son para encontrar la inspiración en el vacío y el silencio.
🌷 Susannah Lorenzo©
Tejedora de Puentes
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