Mientras caminaba un rato y disfrutaba de las sierras tan cerca y los jardines fragantes y floridos de las casas del vecindario, tuve la claridad de que todo este tiempo había estado pensando del modo equivocado.
Si bien ya
hace un par de años que trabajo para Jefecito, acepto sus indicaciones de
destino y actividades por realizar, todo el tiempo estoy pensando en cómo
conseguir dinero, comprar lo que necesito y pagar las cuentas. Eso genera una cuota interesante de estrés,
ansiedad, preocupación y una vibración negativa que para nada ayuda a
manifestar lo que necesito y deseo.
He obviado
un pensamiento lógico: si Dios es mi Jefe, decide mi agenda, mis contactos y
mis actividades; entonces, Él es quien paga mi sueldo. No soy yo quien debe conseguir el dinero,
sino que debo ocuparme de cumplir con las tareas asignadas, trabajar en la
larga lista de pendientes y disfrutar de lo mucho que me gusta mi trabajo.
Si lo
comparo con un empleo ‘normal’ en una empresa, uno, como empleado no está
pensando cada día cómo el jefe o la oficina de recursos humanos pagará nuestro
sueldo; uno simplemente confía, hace su trabajo lo mejor posible, se enfoca en
el rendimiento y la calidad del resultado y confía que a fin de mes, el sueldo
que corresponde estará depositado.
Sin embargo,
cuando el Jefe es invisible y aceptamos el Puente entre Dios y nuestro trabajo
y le entregamos todos nuestros dones y talentos para Servir a quien lo
necesite, nos cuesta creer que Dios en verdad proveerá y se ocupará de todo lo
necesario. De algún modo, tenemos fe,
confiamos y entregamos una parte del control; pero mientras tanto, nuestra
mente sigue con media docena de hámsteres dando vueltas alocadamente en ruedas
sin aceitar.
Tal como
dice una de mis frases, nuestras crisis de fe, generalmente se producen cuando
intentamos convencer a otros, cuando queremos que otros crean en ese Puente
invisible que no deja de sembrar señales
en nuestro Sendero.
Creo haber
entendido el desafío: trabajar con alegría y en la Gracia Divina, con la
certeza de que Dios, hará todo lo necesario para que yo pueda vivir en
prosperidad y abundancia.
Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Filipenses 4:19
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y {sin embargo,} vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?
Mateo 6:26
Susie en manos de Dios
Hágase tu voluntad y que tu Gracia me habite.