Me miro y me
trato con compasión y ternura, aceptando todo lo que soy; reconociendo lo que
aún puede transformarse y haciendo las paces con lo que forma parte de una
identidad divina, perfectamente imperfecta.
Me perdono
por todo el daño que pude causar involuntariamente a las personas que más amo,
porque cada decisión y cada movimiento en mi vida fue hecho desde el nivel de
consciencia en ese momento; y de acuerdo a la disponibilidad de recursos o las
circunstancias limitantes. Porque no alcanza con haber pedido perdón o
continuar implorando perdón en las oraciones que susurro, si yo no logro
perdonarme a mí misma.
Aprendo a
soltar la culpa que me ata a un pasado que ya no puedo cambiar y a errores que
no puedo deshacer. Desde la liberación de esa carga vetusta y amarga, creo el
espacio disponible para manifestar una vida más bonita y relaciones más sanas.
Sólo si
observo el trayecto recorrido con respeto, desde la Luz y con Amor, puedo
comprender que tanto yo como otras personas en mi vida, hicimos lo mejor que
pudimos.
No soy
responsable por la elección que hacen otras personas de aferrarse a las heridas
o revivir constantemente los recuerdos dolorosos. Elijo no dejarme arrastrar por sus emociones,
sus tormentas, sus condenas o sus resentimientos.
Me miro con
compasión y ternura, recordándome que no soy responsable de la felicidad, el
bienestar o la paz mental de las personas que interactúan conmigo. Cada quien
tiene su propio camino por recorrer, su viaje interior que emprender y un único
aprendizaje de vida para expresar la esencia de su alma.
Aún cuando
tengamos intenciones bondadosas y espirituales, inevitablemente, las
diferencias de vibración energética, identidad, creencias y prioridades, podrán
causar malestar, incomodidad o incluso provocar hostilidad en quienes
desconocen o ignoran la individualidad sagrada de cada ser humano.
Continúo
aprendiendo, creciendo, sanando, evolucionando y por lo tanto, transformándome;
por eso, me abro a experimentar desde mi imperfección y en medio del caos de la
vida misma.
Como
aprendiz perpetua, acepto pacientemente que habrá errores y fracasos; aunque al fin de cuentas, el
único y verdadero fracaso es estancarse
en la desidia y dejar de intentar compartir lo que realmente somos.
Susannah Lorenzo© / Tejedora de
Puentes
24 de mayo
de 2025